Hechos 25 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 27 versitos |
1 Festo, pues, una vez llegado a la provincia, de allí a tres días subió desde Cesárea a Jerusalén;
2 y los sumos sacerdotes y los primates de los judíos le presentaron acusación contra Pablo, y le instaban,
3 demandando favor contra él, que le hiciese venir a Jerusalén, mientras preparaban una emboscada para matarle en el camino.
4 Festo, pues, contestó que Pablo se hallaba custodiado en Cesárea y que él mismo iba a partir en breve.
5 Los de más autoridad, pues, entre vosotros —dice—, bajándose conmigo, si hay algo irregular en este hombre, que le acusen.
6 Y habiéndose detenido entre ellos no más de ocho o diez días, bajó a Cesárea; y al día siguiente, sentado en el tribunal, dio orden de que fuese traído Pablo.
7 Una vez él llegado, le rodearon los judíos que habían bajado de Jerusalén, presentando contra él muchos y graves cargos, que no podían probar;
8 alegando Pablo en su defensa que «Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado en cosa alguna».*
9 Festo, deseando interesadamente prestar un favor a los judíos, contestando a Pablo, dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén para ser juzgado allí de estas cosas en mi tribunal?
10 Dijo Pablo: Ante el tribunal del César estoy, que es donde tengo que ser juzgado. A los judíos ningún agravio hice, como tú mismo mejor sabes.
11 Si, pues, soy reo de crimen y he cometido algo digno de muerte, no rehusó el morir; pero si nada hay de lo que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos para hacerles merced. A César apelo.
12 Entonces Festo, tras deliberación con el consejo, respondió: A César has apelado, a César irás. *
13 Pasados algunos días, el rey Agripa y Bernice llegaron a Cesárea para saludar a Festo. *
14 Y como se entretuviesen allí bastantes días, Festo informó al rey sobre el asunto de Pablo, diciendo: Hay aquí cierto hombre dejado en prisiones por Félix,
15 acerca del cual, cuando fui a Jerusalén, presentaron acusación los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, demandando contra él sentencia de condenación;
16 a los cuales contesté que no es costumbre entre los romanos de entregar por vía de merced a hombre alguno, sin que antes el acusado tenga frente a sí a los acusadores y se le otorgue lugar a defenderse del delito que se le inculpa.
17 Llegados, pues, juntos acá, suprimiendo toda dilación, al siguiente día, sentado en el tribunal, mandé fuera traído el hombre;
18 acerca del cual los acusadores, habiendo comparecido, no presentaban ninguna acusación de las maldades que yo me sospechaba;
19 sólo eran ciertas discusiones que con él tenían acerca de la propia religión y de un tal Jesús, muerto, que Pablo se empeñaba en que vivía.
20 Estando yo perplejo cuanto al modo de inquirir sobre estas cosas, proponíale si quería ir a Jerusalén y ser allí juzgado de ellas.
21 Mas como Pablo apeló, reclamando que se le reservase para la decisión del Augusto, mandé que se le custodiase hasta que yo le remita a César.
22 Agripa a Festo: Quisiera también yo oír a ese hombre. Mañana—dice— le oirás.
23 Así que al día siguiente, venidos Agripa y Bernice con gran fastuosidad, y entrando en la sala de la audiencia, junto con los tribunos y los personajes de más relieve de la ciudad, tras la orden dada por Festo, fue traído Pablo.
24 Y dice Festo: Rey Agripa y varones todos aquí presentes con nosotros: veis aquí a éste, acerca del cual la multitud entera de los judíos me interpeló, tanto en Jerusalén como aquí, diciendo a voces que no debía ya vivir más.
25 Pero yo comprendí que nada digno de muerte había él cometido; mas habiendo él apelado al Augusto, decidí enviarlo.
26 Sobre el cual no tengo cosa cierta que escribir al señor; por lo cual lo presenté ante vosotros, y mayormente ante ti, rey Agripa, a fin de que, hecha la correspondiente averiguación, tenga yo qué escribir. *
27 Pues me parece cosa fuera de razón que, enviando yo un preso, no signifique juntamente las acusaciones formuladas contra él.

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Introducción a Hechos




HECHOS DE LOS
APOSTÓLES

AUTENTICIDAD. — El testimonio unánime y universal de los escritores eclesiásticos de los tres primeros siglos a favor de la autenticidad del libro de los Hechos como obra de San Lucas es una prueba documental cual no lo posee a su favor ningún escrito profano de la antigüedad, y que sólo puede compararse con la que acredita la autenticidad de los Evangelios o de las Epístolas de San Pablo. Y si callase la prueba testifical, bastaba la sola crítica interna para descubrir al verdadero autor de los Hechos. Los prólogos gemelos de las dos obras, y no menos la identidad de lenguaje, en la lexicografía, en la construcción, en los modismos, están diciendo a voces que el autor de los Hechos es el autor mismo del tercer Evangelio. Y los numerosos rasgos paulinos delatan la mano del fiel discípulo de San Pablo, como los frecuentes términos de medicina señala a Lucas el médico. HISTORICIDAD. — Los numerosísimos datos acumulados en la historia de los Hechos, el contacto constante con toda la vida social, política y religiosa de tantos pueblos diferentes y aun contrarios, nos permiten hoy día comprobar la verdad y fidelidad de la narración. Cuanto ha podido comprobarse, que es poco menos que todo, ha resultado rigurosamente exacto. Y es interesante que las dudas suscitadas contra algún pormenor de la narración de los Hechos han sido últimamente disipadas. Un ejemplo significativo. Habla Lucas de Sergio Pablo, procónsul de Chipre- Algunos críticos osaron atacar la exactitud de la expresión, afirmando que Sergio Pablo no fue procónsul, sino propretor. Pero las inscripciones recientemente descubiertas en Chipre hablan del procónsul Sergio Pablo. Y es tanto más admirable la exactitud de Lucas, por cuanto la provincia de Chipre sólo por breve tiempo fue senatoria (o gobernada por un procónsul), habiendo sido poco antes y poco después imperial (o regida por un propretor). Con igual precisión habla del procónsul de Acaya, de los asiarcas y del escriba de Efeso, de los pretores o estrategos de Filipos, de los politarcas de Tesalónica, del Primero de Malta. Y el largo viaje marítimo narrado en los dos últimos capítulos ha sido considerado por los técnicos como un portento de exactitud y precisión. TIEMPO DE SU COMPOSICIÓN. — El año en que se escribió el libro de los Hechos es la bate o punto de referencia para conocer la cronología de los tres primeros Evangelios. De ahí su importancia. Terminan los Hechos en el bienio de la custodia libera en que estuvo San Pablo durante los años 61-63 (o 60-62), sin mencionar la sentencia judicial, que fue entonces de absolución. Al fin, por tanto, de este bienio hubo de terminarse la composición de los Hechos. Como los Hechos comienzan refiriéndose al «primer tratado» (1:1), que es el tercer Evangelio, síguese de ahí que éste hubo de escribirse anteriormente, tal vez hacia el año 60. Por otra parte, sabemos por la tradición que los Evangelios de Mateo y Marcos son anteriores al de Lucas. Fueron, por tanto, escritos antes del año 60, verosímilmente hacia los años 50 y 55, respectivamente. EL TEXTO. — Unos pocos códices, llamados occidentales, representan un tipo de texto algo más largo que el de los códices orientales. Surge, pues, el problema: ¿cuál de los dos textos es el primitivo y genuino? ¿Hay interpolaciones en el texto occidental o más bien hay o misiones en el oriental ? No es posible dar una solución simple y tajante. Sólo en general puede decirse que, si algunas veces es el texto oriental quien abrevia indebidamente el texto primitivo, las más de las veces, empero, es el occidental quien lo interpola. Algunas de estas interpolaciones parecen ser anotaciones hechas al texto de Lucas por algunos que quisieron enriquecerlo con noticias personales que parecen fidedignas.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Hechos 25,8

Los tres capítulos de la defensa de Pablo dan a entender que las acusaciones eran ahora las mismas del proceso anterior.


Hechos 25,12

CON EL CONSEJO: con los asesores consejeros.


Hechos 25,13

AGRIPA: Marco Julio Agripa II, hijo de Herodes Agripa I.

|| BERNICE: hermana de Agripa, famosa no menos por sus escándalos que por su belleza.


Hechos 25,26

TENGA YO QUE ESCRIBIR: se trata de las letras dimisorias que debían remitirse a aquel a quien se apelaba.