Hechos 26 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 32 versitos |
1 Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti. Entonces Pablo, extendida la mano, pronunciaba esta defensa:
2 Me considero feliz, rey Agripa, al tener hoy que defenderme ante ti de todos los delitos de que soy acusado por los judíos, *
3 mayormente siendo tú conocedor de todo lo referente a los judíos, así usos como cuestiones; por lo cual te ruego me escuches pacientemente.
4 Mi vida, pues, a partir de la juventud, cual la pasé desde el principio en mi nación y en Jerusalén, la saben todos los judíos,
5 que ya de antes y muy de atrás me conocen, y saben, si quisieren dar testimonio, que, conforme a la secta más estricta de nuestra religión, viví como fariseo.
6 Y ahora por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres estoy aquí procesado;
7 la cual promesa nuestro pueblo de las doce tribus espera alcanzar dando asiduamente culto a Dios noche y día. Pues por esta esperanza soy acusado por los judíos, ¡oh rey!
8 ¿Por qué entre vosotros se juzga increíble el que Dios resucite los muertos?
9 Yo, pues, había creído que contra el nombre de Jesús Nazareno debía oponerme con redoblados actos de hostilidad;
10 y esto fue lo que hice en Jerusalén, y a muchos de los santos yo los encerré en prisiones, con autoridad recibida de los sumos sacerdotes; y cuando eran ajusticiados, yo contribuí con mi voto;
11 y recorriendo todas las sinagogas repetidas veces, ensañándome en ellos, les forzaba a blasfemar; y enfureciéndome más y más, les perseguía aun hasta en las ciudades extranjeras.
12 En este empeño, caminando hacia Damasco, con autoridad y comisión de los sumos sacerdotes,
13 al mediodía, yendo yo mi camino, vi, ¡oh rey!, venida del cielo, más fulgurante que la del sol, una luz que con sus fulgores nos envolvía a mí y a los que conmigo iban.
14 Y habiendo caído por tierra todos nosotros, oí una voz que me decía en lengua hebrea: Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Duro es para ti cocear contra el aguijón.
15 Yo dije: ¿Quién eres, Señor? El Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
16 Mas levántate y tente sobre tus pies; pues para esto me manifesté a ti, para constituirte ministro y testigo, así de las cosas que de mí viste como de las que de mí verás;
17 sacándote de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envió,
18 para abrirles los ojos, a fin de que se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios, a fin de que reciban la remisión de los pecados y la herencia entre los santificados por la fe en mí.
19 Por donde, rey Agripa, no fui desobediente a la celeste visión,
20 sino que a los de Damasco primeramente y a los de Jerusalén, por todo el país de la Jadea y a los gentiles anuncié que se arrepintiesen y convirtiesen a Dios, haciendo obras correspondientes al arrepentimiento.
21 Por causa de estas cosas, los judíos, habiéndome prendido, mientras estaba yo en el templo, trataban de matarme.
22 Favorecido, pues, con el auxilio de Dios, hasta este día me mantengo en pie, dando testimonio al pequeño como al grande, ninguna cosa diciendo fuera de las que los profetas y Moisés mismo dijeron que iban a sobrevenir:
23 sobre que el Mesías estaría sujeto a padecimientos; sobre que, resucitado el primero de entre los muertos, había de anunciar la luz, así al pueblo como a los gentiles.
24 Mientras estaba él diciendo esto en su defensa, Festo, a grandes voces, dice: Estás loco, Pablo; las muchas letras te trastornan hasta dar en locura. *
25 Y Pablo: No estoy loco—dice—, excelentísimo Festo; antes profiero palabras de verdad y de sano juicio.
26 Que bien entiende de estas cosas el rey, ante quien puedo hablar con franca osadía; pues no me persuado de que nada de esto se le oculte, dado que no se ha realizado esto en algún rincón.
27 ¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Ya sé que crees.
28 Y Agripa a Pablo: Por poco me persuades a que me haga cristiano.
29 Y Pablo: ¡Pluguiera a Dios que, sea por poco, sea por mucho, no sólo tú, sino también todos cuantos me escuchan hoy, viniesen a ser tales cual yo mismo soy, a excepción de estas cadenas!
30 Levan tárense el rey y el procurador, Bernice y los que con ellos estaban sentados;
31 y habiéndose retirado hablaban unos con otros, diciendo: Nada absolutamente cometió ese hombre digno de muerte o de prisiones.
32 Agripa dijo a Festo: Podía ese hombre haber sido puesto en libertad, a no haber apelado a César.

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Introducción a Hechos




HECHOS DE LOS
APOSTÓLES

AUTENTICIDAD. — El testimonio unánime y universal de los escritores eclesiásticos de los tres primeros siglos a favor de la autenticidad del libro de los Hechos como obra de San Lucas es una prueba documental cual no lo posee a su favor ningún escrito profano de la antigüedad, y que sólo puede compararse con la que acredita la autenticidad de los Evangelios o de las Epístolas de San Pablo. Y si callase la prueba testifical, bastaba la sola crítica interna para descubrir al verdadero autor de los Hechos. Los prólogos gemelos de las dos obras, y no menos la identidad de lenguaje, en la lexicografía, en la construcción, en los modismos, están diciendo a voces que el autor de los Hechos es el autor mismo del tercer Evangelio. Y los numerosos rasgos paulinos delatan la mano del fiel discípulo de San Pablo, como los frecuentes términos de medicina señala a Lucas el médico. HISTORICIDAD. — Los numerosísimos datos acumulados en la historia de los Hechos, el contacto constante con toda la vida social, política y religiosa de tantos pueblos diferentes y aun contrarios, nos permiten hoy día comprobar la verdad y fidelidad de la narración. Cuanto ha podido comprobarse, que es poco menos que todo, ha resultado rigurosamente exacto. Y es interesante que las dudas suscitadas contra algún pormenor de la narración de los Hechos han sido últimamente disipadas. Un ejemplo significativo. Habla Lucas de Sergio Pablo, procónsul de Chipre- Algunos críticos osaron atacar la exactitud de la expresión, afirmando que Sergio Pablo no fue procónsul, sino propretor. Pero las inscripciones recientemente descubiertas en Chipre hablan del procónsul Sergio Pablo. Y es tanto más admirable la exactitud de Lucas, por cuanto la provincia de Chipre sólo por breve tiempo fue senatoria (o gobernada por un procónsul), habiendo sido poco antes y poco después imperial (o regida por un propretor). Con igual precisión habla del procónsul de Acaya, de los asiarcas y del escriba de Efeso, de los pretores o estrategos de Filipos, de los politarcas de Tesalónica, del Primero de Malta. Y el largo viaje marítimo narrado en los dos últimos capítulos ha sido considerado por los técnicos como un portento de exactitud y precisión. TIEMPO DE SU COMPOSICIÓN. — El año en que se escribió el libro de los Hechos es la bate o punto de referencia para conocer la cronología de los tres primeros Evangelios. De ahí su importancia. Terminan los Hechos en el bienio de la custodia libera en que estuvo San Pablo durante los años 61-63 (o 60-62), sin mencionar la sentencia judicial, que fue entonces de absolución. Al fin, por tanto, de este bienio hubo de terminarse la composición de los Hechos. Como los Hechos comienzan refiriéndose al «primer tratado» (1:1), que es el tercer Evangelio, síguese de ahí que éste hubo de escribirse anteriormente, tal vez hacia el año 60. Por otra parte, sabemos por la tradición que los Evangelios de Mateo y Marcos son anteriores al de Lucas. Fueron, por tanto, escritos antes del año 60, verosímilmente hacia los años 50 y 55, respectivamente. EL TEXTO. — Unos pocos códices, llamados occidentales, representan un tipo de texto algo más largo que el de los códices orientales. Surge, pues, el problema: ¿cuál de los dos textos es el primitivo y genuino? ¿Hay interpolaciones en el texto occidental o más bien hay o misiones en el oriental ? No es posible dar una solución simple y tajante. Sólo en general puede decirse que, si algunas veces es el texto oriental quien abrevia indebidamente el texto primitivo, las más de las veces, empero, es el occidental quien lo interpola. Algunas de estas interpolaciones parecen ser anotaciones hechas al texto de Lucas por algunos que quisieron enriquecerlo con noticias personales que parecen fidedignas.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Hechos 26,2-23

Tras un hábil exordio (Hch_26:2-3) divídese el discurso en tres partes: Pablo, fariseo y perseguidor (Hch_26:3-11); conversión y misión apostólica (Hch_26:12-18); historia de su apostolado (Hch_26:19-23).


Hechos 26,24-29

En este interesante diálogo, con la vulgaridad de Festo y la frivolidad de Agripa, contrasta la alteza de pensamientos, la convicción, la sensatez de Pablo, y no menos su habilidad y cortesía. El rasgo final es de una exquisita delicadeza.