Hechos 5 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 42 versitos |
1 Pero cierto varón cuyo nombre era Ananías, juntamente con su esposa llamada Safira, vendió su campo,
2 y habiendo sustraído una parte de su precio, la ocultó, estando enterada su esposa, y trajo lo que le sobró del dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.
3 Entonces Simón le dijo: Ananías, ¿por qué Satanás llenó tu corazón de esta manera para que mintieras al Espíritu Santo y ocultaras una parte del dinero del precio del campo?
4 ¿Acaso no era tuyo antes de que lo vendieras? Y una vez vendido, ¿no tenías autoridad también sobre su precio? ¿Por qué determinaste en tu corazón hacer tal cosa? No has mentido a los hombres, sino a Dios.
5 Habiendo Ananías escuchado estas palabras, cayó y murió, y un gran temor sobrevino a todos los que oyeron.
6 Y se levantaron unos jóvenes de entre ellos y lo recogieron, y habiéndolo sacado lo sepultaron.
7 Después de tres horas, entró también su esposa, ignorando lo que había sucedido.
8 Y Simón le dijo: Dime, ¿vendieron el campo en tal precio? Ella respondió: Sí, en ese precio.
9 Simón le dijo: Por cuanto acordaron provocar al Espíritu de Yahweh, he aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y ellos te sacarán a ti.
10 Y en ese momento ella cayó a los pies de ellos y murió, y entrando los jóvenes la encontraron muerta. Y habiéndola recogido, la sacaron y la sepultaron junto a su marido.
11 Y sobrevino un gran temor a toda la Iglesia y a todos los que se enteraron.
12 Y muchos milagros y prodigios eran hechos mediante los apóstoles entre el pueblo, y todos estaban congregados unánimes en el pórtico de Salomón.
13 Y ninguno de los demás se atrevía a acercarse a ellos, pero el pueblo los engrandecía.
14 Pero la cantidad de los que creían en el Señor iba en aumento, una multitud de hombres y de mujeres,
15 de tal modo que sacaban a los enfermos a las calles y los ponían en camillas, para que al pasar Simón, por lo menos su sombra cayera sobre ellos.
16 Y venían muchos a ellos de otras ciudades circunvecinas de Jerusalén, y traían enfermos y a los que tenían espíritus inmundos, y todos ellos eran sanados.
17 Entonces el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, que eran de la doctrina de los saduceos, se llenaron de envidia,
18 y echaron mano a los apóstoles, aprehendiéndolos y encerrándolos en la prisión.
19 Entonces un ángel de Yahweh, abriendo la puerta de la cárcel durante la noche, los sacó, y les dijo:
20 Vayan, y poniéndose de pie en el templo, hablen al pueblo todas estas palabras de salvación.
21 Y al romper el alba salieron y entraron al templo y enseñaban. Entonces el sumo sacerdote y los que lo acompañaban, llamando a sus compañeros y a los ancianos de Israel, mandaron a unos a la prisión para que trajeran a los apóstoles,
22 y cuando fueron los que habían sido enviados, al no encontrarlos en la prisión, se volvieron.
23 diciendo: Encontramos la prisión cerrada con seguridad y también a los guardias firmes ante las puertas, y las abrimos, pero no encontramos allí a nadie.
24 Habiendo escuchado los principales sacerdotes y los dirigentes del templo estas palabras, estaban perplejos en cuanto a ellos, y pensaban: ¿Qué será esto?
25 Entonces vino un varón y les informó: Los hombres que ustedes encerraron en la cárcel, he aquí están en el templo y enseñan al pueblo.
26 Entonces los dirigentes fueron con guardias a traerlos, pero no con violencia, porque tenían temor al pueblo, no fuera que los apedrearan.
27 Y una vez que los trajeron, hicieron que se presentaran ante el concilio en pleno, y el sumo sacerdote comenzó a hablar:
28 ¿No les ordenamos terminantemente que no enseñaran a nadie en este nombre?; pero he aquí que ustedes han inundado a Jerusalén de su enseñanza, y además quieren traer contra nosotros la sangre de ese hombre.
29 Simón contestó junto con los apóstoles, y les dijo: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte clavándolo en una cruz.
31 A Éste mismo, Dios lo ha constituido Príncipe y Salvador, y lo ha exaltado con su diestra para conceder a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
32 Y nosotros somos testigos de estas palabras, y también el Espíritu Santo, a quien Dios ha dado a los que creen en Él.
33 Al escuchar ellos estas palabras, se encendieron en ira, y maquinaban para darles muerte.
34 Y levantándose uno de los fariseos cuyo nombre era Gamaliel, maestro de la ley y respetado por el pueblo entero, ordenó que sacaran afuera a los apóstoles por un momento.
35 Luego les dijo: Varones israelitas, tengan cuidado de ustedes mismos y vean qué es lo que deben hacer en cuanto a estos varones.
36 Porque antes de este tiempo se levantó Teudas diciendo acerca de sí mismo que él era alguien importante. Tras éste fueron aproximadamente cuatrocientos hombres, pero a él le dieron muerte, y los que lo seguían fueron esparcidos y reducidos a nada.
37 Posteriormente a él se levantó Judas el galileo, en los días en que los hombres se inscribían para el censo, e hizo desviar a mucho pueblo tras de sí. Pero murió, y todos los que habían ido en pos de él fueron dispersados.
38 Por lo cual yo les digo: Apártense de estos hombres y déjenlos, porque si este plan y esta obra son de los hombres, serán destruidos y pasarán,
39 pero si son de Dios no los podrán detener, y no sea que se encuentren resistiendo a Dios.
40 Y siendo convencidos por él, llamaron a los apóstoles y los azotaron, ordenándoles que no hablaran en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.
41 Entonces ellos salieron de su presencia gozosos de haber sido encontrados dignos de ser tratados duramente por causa del Nombre.
42 Y no cesaban de enseñar y de predicar diariamente acerca de nuestro Señor Jesucristo, en el templo y en las casas.

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