Hechos 9 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 43 versitos |
1 Saulo, respirando todavía amenaza y matanza contra los discípulos del Señor, presentándose al sumo sacerdote, *
2 le pidió cartas para Damasco, dirigidas a las sinagogas, con el objeto de que, si hallaba algunos que siguiesen ese camino, así hombres como mujeres, alados los condujese a Jerusalén.
3 Y como anduviese su camino, sucedió que, al llegar cerca de Damasco, de súbito le cercó fulgurante una luz venida del cielo;
4 y cayendo por tierra, oyó una voz que le decía: Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? *
5 Dijo: ¿Quién eres. Señor? Y él; Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
6 Pero levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. *
7 Y los hombres que con él caminaban se habían detenido, mudos de espanto, oyendo la voz, pero sin ver a nadie. *
8 Se levantó Saulo del suelo, y, abiertos los ojos, nada veía; y llevándole de la mano, le introdujeron en Damasco.
9 Y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.
10 Había en Damasco cierto discípulo por nombre Ananías, y díjole en visión el Señor: Ananías. El dijo: Heme aquí, Señor.
11 Y el Señor a él: Levántate y dirígele a la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a uno que se llama Saulo de Tarso, pues he aquí que está orando;
12 (y vio en visión un hombre por nombre Ananías que entraba y ponía sobre él las manos para que recobrase la vista). *
13 Respondió Ananías: Señor, oí de muchos acerca de ese hombre, cuántos males causó a tus santos en Jerusalén.
14 Y aquí está con poderes de parte de los sumos sacerdotes para aprisionar a todos los que invocan tu nombre.
15 Díjole el Señor: Anda, porque vaso de elección es éste para mí, destinado a llevar mi nombre delante de las naciones y los reyes y de los hijos de Israel. *
16 Porque yo le mostraré cuánto habrá de padecer por causa de mi nombre.
17 Marchó Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las mano dijo: Saúl, hermano, me ha enviado el Señor Jesús, que se te apareció en el camino en que venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
18 Y al punto se desprendieron de sus ojos unas como escamas, y volvió a ver; y levantándose, fue bautizado.
19 Y habiendo tomado alimento, cobró fuerzas. Y estuvo con los discípulos que había en Damasco algunos días. *
20 Y en seguida en las sinagogas predicaba a Jesús, diciendo: Este es el Hijo de Dios.
21 Y se asombraban todos de lo que oían, y decían: ¿No es éste el que en Jerusalén hizo estragos en los que invocan este nombre, y aquí precisamente había venido para llevarlos atados a los sumos sacerdotes?
22 Y Saulo más y más se fortalecía, y confundía a los judíos que habitaban en Damasco, demostrando que Este es el Mesías.
23 Cuando hubieron transcurrido bastantes días, tramaron los judíos el plan de matarle;
24 mas llegó a conocimiento de Saulo su plan de asechanzas. Y vigilaban día y noche, las puertas de la ciudad especialmente, con el designio de matarle.
25 Mas tomándole los discípulos durante la noche, le descolgaron muro abajo en una espuerta.
26 Y habiendo llegado a Jerusalén, trataba de juntarse a los discípulos; mas todos se temían de él, no creyendo que fuera discípulo.
27 Bernabé, tomándole consigo, le llevó a los apóstoles, y les declaró cómo en el camino había visto al Señor, y le había hablado, y cómo en Damasco se había despachado bien en el nombre de Jesús. *
28 y andaba con ellos en Jerusalén entrando y saliendo, hablando con franca libertad en el nombre del Señor;
29 y hablaba y discutía con los helenistas; mas ellos intentaban matarle.
30 Pero entendiéndolo los hermanos, le condujeron a Cesárea y desde allí le enviaron a Tarso.
31 La Iglesia, pues, gozaba de paz por toda la Judea y Galilea y Samaría, edificándose y caminando en el temor del Señor, y con el aliento que infundía el Espíritu Santo se iba multiplicando.
32 Y sucedió que Pedro, discurriendo por todas partes, bajó también a los santos que moraban en Lida. *
33 Y halló allí a un hombre por nombre Eneas, tendido en una camilla desde hacía ocho años, que estaba paralítico.
34 Y díjole Pedro: Jesús el Mesías te da la salud: levántate y componte la cama. Y al punto se puso en pie.
35 Y viéronle todos los que moraban en Lida y en el Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.
36 Y en Jope había una discípula por nombre Tabita, que, traducido, se dice Dorcas o Gacela. Esta estaba llena de buenas obras y de limosnas que hacía. *
37 Y sucedió por aquellos días que, habiendo enfermado, se murió. Y después de lavada la pusieron en la estancia superior.
38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, en oyendo que Pedro estaba allí, despacharon a él dos hombres, suplicándole: No tardes en llegarte a nosotros.
39 Levantándose Pedro, se fue con ellos; al cual, así que llegó, le subieron a la estancia superior, y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrando sus túnicas y mantos, que, mientras estaba con ellas, les labraba Dorcas.
40 Pedro, habiendo hecho salir a todos e hincando las rodillas, hizo oración y, vuelto hacia el cadáver, dijo; Tabita, levántate. Ella abrió sus ojos, y viendo a Pedro, se incorporó.
41 Y dándole la mano, la levantó. Y llamando a los santos y a las viudas, se la presentó viva.
42 Y se hizo público por toda Jope, y creyeron muchos en el Señor.
43 Tras esto permaneció bastantes días en Jope, en casa de cierto Simón curtidor.

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Introducción a Hechos




HECHOS DE LOS
APOSTÓLES

AUTENTICIDAD. — El testimonio unánime y universal de los escritores eclesiásticos de los tres primeros siglos a favor de la autenticidad del libro de los Hechos como obra de San Lucas es una prueba documental cual no lo posee a su favor ningún escrito profano de la antigüedad, y que sólo puede compararse con la que acredita la autenticidad de los Evangelios o de las Epístolas de San Pablo. Y si callase la prueba testifical, bastaba la sola crítica interna para descubrir al verdadero autor de los Hechos. Los prólogos gemelos de las dos obras, y no menos la identidad de lenguaje, en la lexicografía, en la construcción, en los modismos, están diciendo a voces que el autor de los Hechos es el autor mismo del tercer Evangelio. Y los numerosos rasgos paulinos delatan la mano del fiel discípulo de San Pablo, como los frecuentes términos de medicina señala a Lucas el médico. HISTORICIDAD. — Los numerosísimos datos acumulados en la historia de los Hechos, el contacto constante con toda la vida social, política y religiosa de tantos pueblos diferentes y aun contrarios, nos permiten hoy día comprobar la verdad y fidelidad de la narración. Cuanto ha podido comprobarse, que es poco menos que todo, ha resultado rigurosamente exacto. Y es interesante que las dudas suscitadas contra algún pormenor de la narración de los Hechos han sido últimamente disipadas. Un ejemplo significativo. Habla Lucas de Sergio Pablo, procónsul de Chipre- Algunos críticos osaron atacar la exactitud de la expresión, afirmando que Sergio Pablo no fue procónsul, sino propretor. Pero las inscripciones recientemente descubiertas en Chipre hablan del procónsul Sergio Pablo. Y es tanto más admirable la exactitud de Lucas, por cuanto la provincia de Chipre sólo por breve tiempo fue senatoria (o gobernada por un procónsul), habiendo sido poco antes y poco después imperial (o regida por un propretor). Con igual precisión habla del procónsul de Acaya, de los asiarcas y del escriba de Efeso, de los pretores o estrategos de Filipos, de los politarcas de Tesalónica, del Primero de Malta. Y el largo viaje marítimo narrado en los dos últimos capítulos ha sido considerado por los técnicos como un portento de exactitud y precisión. TIEMPO DE SU COMPOSICIÓN. — El año en que se escribió el libro de los Hechos es la bate o punto de referencia para conocer la cronología de los tres primeros Evangelios. De ahí su importancia. Terminan los Hechos en el bienio de la custodia libera en que estuvo San Pablo durante los años 61-63 (o 60-62), sin mencionar la sentencia judicial, que fue entonces de absolución. Al fin, por tanto, de este bienio hubo de terminarse la composición de los Hechos. Como los Hechos comienzan refiriéndose al «primer tratado» (1:1), que es el tercer Evangelio, síguese de ahí que éste hubo de escribirse anteriormente, tal vez hacia el año 60. Por otra parte, sabemos por la tradición que los Evangelios de Mateo y Marcos son anteriores al de Lucas. Fueron, por tanto, escritos antes del año 60, verosímilmente hacia los años 50 y 55, respectivamente. EL TEXTO. — Unos pocos códices, llamados occidentales, representan un tipo de texto algo más largo que el de los códices orientales. Surge, pues, el problema: ¿cuál de los dos textos es el primitivo y genuino? ¿Hay interpolaciones en el texto occidental o más bien hay o misiones en el oriental ? No es posible dar una solución simple y tajante. Sólo en general puede decirse que, si algunas veces es el texto oriental quien abrevia indebidamente el texto primitivo, las más de las veces, empero, es el occidental quien lo interpola. Algunas de estas interpolaciones parecen ser anotaciones hechas al texto de Lucas por algunos que quisieron enriquecerlo con noticias personales que parecen fidedignas.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Hechos 9,1-19

Tres relaciones de la conversión de Saulo nos ha conservado el libro de los Hechos: la primera, escrita por Lucas; las otras dos (Hch_22:3-16; Hch_26:9-18), puestas en boca del mismo Pablo.


Hechos 9,4-5

¿POR QUÉ ME PERSIGUES?…YO SOY JESÚS, A QUIEN TÚ PERSIGUES: estas misteriosas palabras fueron para Saulo la primera revelación de la inefable compenetración e identificación de Cristo con la Iglesia.


Hechos 9,6

PERO…: en vez de esta conjunción, la Vulgata Clementina lee: «Duro es para ti cocear contra el aguijón. Y tembloroso y estupefacto dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor a él: Levántate…» Aunque esta interpolación no es auténtica, los elementos que la integran se hallan sustancialmente en las otras dos relaciones (Hch_26:14; Hch_22:10).


Hechos 9,7

OYENDO LA VOZ: esta afirmación parece contraria a lo que se dice en la segunda relación (Hch_22:9). La solución de esta aparente antinomia nos la da la construcción gramatical, diferente en ambos pasajes. Aquí afirma Lucas que oyeron la voz, allí dice San Pablo que no la entendieron .


Hechos 9,12

El Señor manifiesta a Ananías que Saulo, con la visión recibida, está dispuesto para su visita. En absoluto, puede ser una nota insertada por el mismo Lucas,


Hechos 9,15

VASO DE ELECCIÓN: modismo hebreo, que significa instrumento escogido .


Hechos 9,19-30

La combinación más probable de los datos suministrados aquí por Lucas, referentes a los primeros años que siguieron a la conversión de Saulo, con los esparcidos en las Epístolas del Apóstol, parece ser ésta.
a) Hch_9:10-23 = Gál_1:17; «(De Damasco) me retiré a la Arabia, desde donde volví otra vez a Damasco». Esta doble estancia en Damasco la insinúa Lucas. De la primera dice: «Estuvo en Damasco…algunos días» (Hch_9:19). De la segunda: «Cuando hubieron transcurrido bastantes días» (Hch_9:23). La ida a la Arabia habrá que colocarla entre los v. Hch_9:21 y Hch_9:22.
b) Hch_9:23-25 = 1Co_11:32-33; «En Damasco, el jefe regional puesto por el rey Aretas tenía distribuidas guardias en la ciudad de los damascenos con el objeto de prenderme, y por una ventanilla fui descolgado muro abajo en una espuertas.
c) Hch_9:26; Hch_9:28 = Gál_1:18; Gál_1:22-24; «Pasados tres años, subí a Jerusalén…Era yo personalmente desconocido de las Iglesias de Judea…»
d) Hch_9:27 = Gál_1:18; «Subí a Jerusalén para ver y hablar a Pedro, con quien permanecí quince días. A otro de los demás apóstoles no vi, a no ser a Santiago, el hermano del Señor». Del cotejo de ambos pasajes resulta que, si bien Bernabé quiso presentar a Saulo «a los apóstoles», pero como Pablo no tenía interés sino en «ver y hablar a Pedro», de hecho no vio sino a éste y, accidentalmente, a Santiago.
e) Hch_9:29-30 = Gál_1:21; «Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia». A acelerar esta salida de Jerusalén contribuyó la visión que el mismo Pablo refiere más adelante, cuando narra su conversión a todo el pueblo de Jerusalén (Hch_22:17-21).


Hechos 9,27

Esta intervención de Bernabé supone no sólo su crédito y autoridad con los apóstoles, sino además su antigua amistad con Saulo. Es gloria de Bernabé el haber sido el primero que adivinó lo que Saulo prometía.


Hechos 9,32

LIDA: ciudad situada en el valle de Sarón (Hch_9:35), a unos 15 kilómetros del Mediterráneo, en el cruce de los caminos de Siria a Egipto (de N. a S.) y de Jerusalén a Jope (de E. a O.).


Hechos 9,36

JOPE: hoy Jafa, puerto del Mediterráneo a unos 18 kilómetros al NO. de Lida.

|| La frase realista ESTABA LLENA DE BUENAS OBRAS Y DE LIMOSNAS expresa maravillosamente toda la bondad de «Gacela», tipo de las señoras cristianas consagradas a las obras de caridad.