Romanos  15 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 33 versitos |
1 ° Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los endebles y no buscar la satisfacción propia.
2 Que cada uno de nosotros busque agradar al prójimo en lo bueno y para edificación suya.
3 Tampoco Cristo buscó su propio agrado, sino que, como está escrito: Los ultrajes de los que te ultrajaban cayeron sobre mí.
4 Pues, todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.
5 Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús;
6 de este modo, unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7 Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios.
8 Es decir, Cristo se hizo servidor de la circuncisión en atención a la fidelidad de Dios, para llevar a cumplimiento las promesas hechas a los patriarcas
9 y, en cuanto a los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: Por esto te alabaré entre los gentiles y cantaré para tu nombre.
10 Y en otro lugar: Regocijaos, gentiles, junto con su pueblo.
11 Y además: Alabad al Señor todos los gentiles, proclamadlo todos los pueblos.
12 E Isaías vuelve a decir: Aparecerá el retoño de Jesé y el que se levanta para dominar a los gentiles; en él esperarán los gentiles.
13 Que el Dios de la esperanza os colme de alegría y de paz viviendo vuestra fe, para que desbordéis de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.
14 Respecto a vosotros, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosáis buena voluntad y de que tenéis suficiente saber para aconsejaros unos a otros.
15 Pese a todo, os he escrito, propasándome a veces un poco, para reavivar vuestros recuerdos. Lo he hecho en virtud de la gracia que Dios me ha otorgado:
16 ser ministro de Cristo Jesús para con los gentiles, ejerciendo el oficio sagrado del Evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, sea agradable.
17 Así pues, tengo de qué gloriarme en Cristo y en relación con las cosas que tocan a Dios ° .
18 En efecto, no me atreveré a hablar de otra cosa que no sea lo que Cristo hace a través de mí en orden a la obediencia de los gentiles, con mis palabras y acciones,
19 con la fuerza de signos y prodigios, con la fuerza del Espíritu de Dios. Tanto que, en todas direcciones, partiendo de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, he completado el anuncio del Evangelio de Cristo.
20 Pero considerando una cuestión de honor no anunciar el Evangelio más que allí donde no se haya pronunciado aún el nombre de Cristo, para no construir sobre cimiento ajeno;
21 sino como está escrito: Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído comprenderán.
22 Por esta razón me he visto impedido muchas veces de ir hasta vosotros.
23 Mas ahora, no teniendo ya campo de acción en estas regiones y teniendo desde hace muchos años grandes deseos de ir adonde vosotros,
24 cuando me ponga en camino hacia España, espero veros al pasar y, después de haber disfrutado un poco de vuestra compañía, que vosotros me encaminéis hacia allá.
25 Pero ahora voy a Jerusalén, para el servicio de los santos,
26 pues Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta para los pobres que hay entre los santos de Jerusalén.
27 Tuvieron el gusto y además estaban obligados a ello; pues si los gentiles han compartido los bienes espirituales de los santos, ellos por su parte deben prestarles ayuda en lo material.
28 Así pues, cuando haya concluido este asunto, sellándolo con la entrega del fruto de la colecta, pasaré entre vosotros de camino hacia España.
29 Y sé que, cuando vaya a vosotros, lo haré con todas las bendiciones de Cristo.
30 Ahora bien, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, os ruego, hermanos, que luchéis conmigo rezando a Dios por mí,
31 para que me libre de los incrédulos en Judea y para que el servicio que llevo para Jerusalén sea bien acogido por los santos,
32 de modo que vaya a vosotros con alegría y, si Dios lo quiere, pueda disfrutar de algún descanso en compañía vuestra.
33 Y que el Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

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Introducción a Romanos 

ROMANOS

Concebida como un escrito circunstancial, pero compuesta con un enorme esfuerzo por clarificar los contenidos precisos de su Evangelio, la carta a los Romanos es una síntesis llena de fuerza del pensamiento de san Pablo. Su composición habría que situarla en Corinto, en torno a los años 56/57, aunque en fecha posterior a la de Gálatas y antes del viaje que hizo el Apóstol a Jerusalén para llevar la colecta que había realizado entre los cristianos de sus comunidades (cf. Rom 15:25 ss). San Pablo aprovecha la oportunidad que le ofrece tener que escribirles para exponer su Evangelio, es decir, la forma que él tiene de entender la salvación que Dios ha ofrecido en Cristo: en él, en Jesucristo, o, lo que es lo mismo, en su muerte y su resurrección, Dios ha manifestado y sigue manifestando su justicia salvadora para todo el que acoja con fe el Evangelio.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Romanos  15,1-13*14:1-15:13 Esta parte, la más amplia de la exhortación, permite suponer que Pablo conocía la comunidad de Roma más de lo que da a entender en Rom 1:8-15.


Romanos  15,1-13*15:1-13 Nuevo movimiento del discurso, en el que Pablo se alinea con los fuertes para apoyar su llamada a adoptar una actitud de comprensión frente a los débiles. Favorecen estos versículos (ver Rom 15:8-12) la opinión de que, cuando Pablo escribió Romanos, entre los cristianos de Roma eran mayoría los que procedían de la gentilidad.
Romanos  15,17*15:17 Que Pablo se atreva a «gloriarse» (véase lo contrario en Gál 6:14) se comprende porque lo hace en Cristo (Rom 15:17) y pensando en lo que Cristo ha hecho a través de él (Rom 15:18).