I Corintios 3 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 23 versitos |
1 Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
2 Leche os di a beber, no manjar sólido, pues todavía no erais capaces. Pero ni aún ahora lo sois,
3 porque todavía sois carnales. Porque mientras haya en vosotros emulación y contienda, ¿no sois por ventura carnales y procedéis conforme a criterio humano?
4 Porque cuando uno dice: «Yo soy de Pablo», y el otro: «Yo, de Apolo», ¿acaso no sois hombres?
5 ¿Qué es, pues, Apolo? ¿Y qué Pablo? Ministros por cuyo medio creísteis, y cada uno según el Señor le dio. *
6 Yo planté, Apolo regó; mas Dios obró el crecimiento.
7 De manera que ni el que planta es algo ni el que riega, sino el que obra el crecimiento, que es Dios.
8 Y el que planta y el que riega, una cosa son, si bien cada cual recibirá su propia paga según su propio trabajo.
9 Pues de Dios somos colaboradores: de Dios sois labranza; de Dios, edificio.
10 Según la gracia de Dios que me fue dada, yo, cual sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro sobreedifica. Cada cual, empero, mire cómo sobreedifica.
11 Pues fundamento, nadie puede poner otro fuera del ya puesto, que es Jesu-Cristo. *
12 Mas si uno edifica sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, *
13 la obra de cada cual se pondrá de manifiesto; porque el día lo descubrirá, por cuanto en fuego se ha de revelar; y la obra de cada uno, qué tal sea, el fuego mismo lo aquilatará. *
14 Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá recompensa;
15 si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento; él sí se salvará, aunque así como a través del fuego. *
16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y el Espíritu de Dios habita en vosotros?
17 Sí alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque santo es el templo de Dios, que sois vosotros.
18 Nadie a sí mismo se engañe. Si alguno entre vosotros piensa ser sabio en este mundo, hágase necio para que se haga sabio.
19 Porque la sabiduría de este mundo, necedad es a los ojos de Dios. Que escrito está: «Prende a los sabios en su propia astucia» (Jb 5:13).
20 Y otra vez: «El Señor conoce los pensamientos de los sabios cuan vanos son» (Sal 93:11).
21 Así que nadie ponga su gloria en hombres, pues todas las cosas, vuestras son: *
22 ya sea Pablo, ya Apolo, ya Cefas; ya sea el mundo, ya la vida, ya la muerte; ya las cosas presentes, ya las venideras, todo es vuestro;
23 mas vosotros de Cristo, y Cristo, de Dios.

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Introducción a I Corintios




I EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

LA IGLESIA DE CORINTO. — Corinto, aquella «lumbrera de toda la Grecia» que, corno decía Cicerón, habían extinguido los romanos, brillaba ya de nuevo. Floreciente por el comercio, por el arte, la elocuencia y la filosofía, era aún más famosa por la espantosa corrupción de las costumbres. Su cultura y su ventajosa posición geográfica hacían de Corinto «la de los dos mares», como la llamaba Horacio, un centro de primer orden para la predicación del Evangelio. Estas ventajas atrajeron las miradas y el celo de Pablo, quien llegaba a Corinto hacia el año 51 de nuestra era, durante su segunda misión apostólica.

Casi dos años empleó el Apóstol en evangelizar a Corinto y fundar su Iglesia. Y no fue sin fruto. Ni la corrupción de las costumbres, ni siquiera la ruda oposición que hicieron los judíos, fueron obstáculo para que surgiese vigorosa la Iglesia de Corinto. No fueron, con todo, los ricos comerciantes, los oradores o los filósofos los que abrazaron el Evangelio; tampoco fueron los judíos los que formaron el núcleo de la nueva comunidad cristiana; gentiles y pobres fueron en su mayoría los que Dios escogió como primicias de la fe en Grecia.

Los primeros años fueron prósperos. Pero pronto surgieron dificultades más peligrosas que la inmoralidad pagana o la perfidia judaica. Discordias internas, abusos lamentables, ponían en peligro la prosperidad y aun la existencia misma de aquella Iglesia. Pablo estaba entonces en Efeso. Desde allí había ya escrito una primera carta, que por desgracia se ha perdido, y mandó luego allá a su discípulo Timoteo, para que pusiese remedio a aquellos males. Entre tanto llegaron de Corinto tres cristianos, Estéfanas, Fortunato y Acaico, con cartas de la Iglesia al Apóstol, en las cuales le hacían varias consultas- Aprovechando esta oportunidad, Pablo escribió una segunda carta, que es nuestra «primera Epístola a los Corintios». Era probablemente la Pascua del año 56.


LA EPÍSTOLA. — Si no iguala en amplitud dogmática a la Epístola a los Romanos, es, en cambio, la primera a los Corintios la más interesante desde el punto de vista histórico. Un atento lector lee en ella, mejor que en otra parte, el estado de las primitivas Iglesias, con sus luces y sombras, sus virtudes y sus defectos.

En medio de la variedad de
puntos que toca Pablo y de la aparente irregularidad con que los va exponiendo unos tras otros, se divide claramente la Epístola en dos partes: los abusos y las consultas. Los varios abusos, que por diferentes conductos habían llegado a oídos de Pablo, llenan los seis primeros capítulos; los diez restantes responden a las múltiples consultas que los corintios propusieron al Apóstol.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

I Corintios 3,5-7

Tres razones apunta Pablo, suficientes para cortar de raíz toda presunción en los ministros evangélicos:
1) que son puro instrumento de Dios;
2) que eso mismo es un favor recibido de Dios;
3) que su acción es puramente externa, que sería completamente estéril si Dios no la fecundase con su acción interna.


I Corintios 3,11

La imagen metafórica de FUNDAMENTO, idéntica en la significación, varía en la aplicación según el contexto. Aquí se aplica a Jesu-Cristo exclusivamente. En Mat_16:18 se aplica por comunicación, exclusivamente también, aun entre los apóstoles, a Pedro. En Apo_21:14 se aplica por extensión atenuada a los doce apóstoles.


I Corintios 3,12

La construcción de que habla Pablo es la predicación del Evangelio. Quien predica el genuino Evangelio, construye con materiales preciosos; quien predica un Evangelio más o menos desnaturalizado, construye con materiales deleznables.


I Corintios 3,13

EL DÍA por antonomasia es el del juicio universal. Dos veces en este versículo se menciona el fuego. En la primera frase: POR CUANTO (el día) EN FUEGO SE HA DE REVELAR, FUEGO es la misma conflagración; en la segunda: EL FUEGO MISMO LO AQUILATARÁ, el fuego se presenta como instrumento de la divina justicia, que, si no es el mismo juicio, es su manifestación y ejecución.


I Corintios 3,15

COMO A TRAVÉS DEL FUEGO: aquí FUEGO es el fuego ordinario, usado como término de una comparación. De todo este pasaje toman los teólogos católicos un argumento a favor del purgatorio. Al afirmar el Apóstol el castigo, temporal a la vez y escatológico, de pecados leves no perdonados previamente, supone un principio o ley general: que todo pecado leve no perdonado es castigado temporalmente después de esta vida. Y esto es el purgatorio.


I Corintios 3,21-23

Los corintios decían: «Yo soy de Pablo…» Pablo replica: no sois vosotros de Pablo; antes bien, Pablo y los demás ministros evangélicos son vuestros. Que no es la Iglesia para los ministros, sino éstos para la Iglesia. Y aun todas las cosas creadas, añade, son vuestras, dado que todas las ordena Dios para vuestro bien. En esta cuenta no entra Cristo. Si no habéis de decir que sois de Pablo, si habéis de decir que SOIS DE CRISTO. Y CRISTO en cuanto hombre es DE DIOS.