I Corintios 5 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 13 versitos |
1 Notoriamente se oye decir que hay en vosotros fornicación, y tal fornicación, cual ni siquiera entre gentiles, hasta el punto de tener uno la mujer de su padre,
2 ¿Y vosotros andáis inflados, y no más bien os pusisteis de luto, para que sea quitado de en medio de vosotros quien tal acción cometió?
3 Pues yo, por mi parte, ausente con el cuerpo, mas presente con el espíritu, ya he resuelto como si presente me hallase, al que así tal obró, *
4 en el nombre del Señor nuestro Jesu-Cristo—congregados vosotros y mi espíritu—, con el poder del Señor nuestro Jesús,
5 entregar a ese tal a Satanás para perdición de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
6 No es tan bueno eso de que blasonáis. ¿No sabéis que poca levadura fermenta toda la masa?
7 Expurgad la vieja levadura, para que seáis una masa nueva, así como sois ázimos. Puesto que nuestro Cordero pascual fue inmolado, que es Cristo.
8 Así que hagamos fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de malicia y perversidad, sino con ázimos de pureza y de verdad.
9 Os escribí en la carta que no os mezclaseis con fornicarios;
10 no absolutamente con los fornicarios de este mundo o con los codiciosos y ladrones o idólatras, pues entonces os veríais forzados a salir de este mundo.
11 Ahora, pues, lo que os escribí fue que no os mezclaseis con quien, llamándose hermano, fuese fornicario, o codicioso, o idólatra, o ultrajador, o borracho, o ladrón: con ese tal, ni comer.
12 Pues ¿qué me va a mí en juzgar a los de fuera? ¿Acaso no es a los de dentro a los que vosotros juzgáis?
13 A los de fuera ya Dios los juzgará. Expeled al malvado de entre vosotros.

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Introducción a I Corintios




I EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

LA IGLESIA DE CORINTO. — Corinto, aquella «lumbrera de toda la Grecia» que, corno decía Cicerón, habían extinguido los romanos, brillaba ya de nuevo. Floreciente por el comercio, por el arte, la elocuencia y la filosofía, era aún más famosa por la espantosa corrupción de las costumbres. Su cultura y su ventajosa posición geográfica hacían de Corinto «la de los dos mares», como la llamaba Horacio, un centro de primer orden para la predicación del Evangelio. Estas ventajas atrajeron las miradas y el celo de Pablo, quien llegaba a Corinto hacia el año 51 de nuestra era, durante su segunda misión apostólica.

Casi dos años empleó el Apóstol en evangelizar a Corinto y fundar su Iglesia. Y no fue sin fruto. Ni la corrupción de las costumbres, ni siquiera la ruda oposición que hicieron los judíos, fueron obstáculo para que surgiese vigorosa la Iglesia de Corinto. No fueron, con todo, los ricos comerciantes, los oradores o los filósofos los que abrazaron el Evangelio; tampoco fueron los judíos los que formaron el núcleo de la nueva comunidad cristiana; gentiles y pobres fueron en su mayoría los que Dios escogió como primicias de la fe en Grecia.

Los primeros años fueron prósperos. Pero pronto surgieron dificultades más peligrosas que la inmoralidad pagana o la perfidia judaica. Discordias internas, abusos lamentables, ponían en peligro la prosperidad y aun la existencia misma de aquella Iglesia. Pablo estaba entonces en Efeso. Desde allí había ya escrito una primera carta, que por desgracia se ha perdido, y mandó luego allá a su discípulo Timoteo, para que pusiese remedio a aquellos males. Entre tanto llegaron de Corinto tres cristianos, Estéfanas, Fortunato y Acaico, con cartas de la Iglesia al Apóstol, en las cuales le hacían varias consultas- Aprovechando esta oportunidad, Pablo escribió una segunda carta, que es nuestra «primera Epístola a los Corintios». Era probablemente la Pascua del año 56.


LA EPÍSTOLA. — Si no iguala en amplitud dogmática a la Epístola a los Romanos, es, en cambio, la primera a los Corintios la más interesante desde el punto de vista histórico. Un atento lector lee en ella, mejor que en otra parte, el estado de las primitivas Iglesias, con sus luces y sombras, sus virtudes y sus defectos.

En medio de la variedad de
puntos que toca Pablo y de la aparente irregularidad con que los va exponiendo unos tras otros, se divide claramente la Epístola en dos partes: los abusos y las consultas. Los varios abusos, que por diferentes conductos habían llegado a oídos de Pablo, llenan los seis primeros capítulos; los diez restantes responden a las múltiples consultas que los corintios propusieron al Apóstol.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

I Corintios 5,3-9

Se reproduce en la versión el orden de los incisos cual se halla en el original, a pesar de su desaliño. EN EL NOMBRE… significa autoridad: tal cual hoy la posee la jerarquía eclesiástica; CON EL PODER significa potencia física, aquí la potestad carismática de entregar el culpado a Satanás. Es de notar:
1) que la pena de que habla Pablo es la excomunión, con el agravante de entregar al incestuoso en manos de Satanás:
2) que semejante sentencia Pablo no la había fulminado definitivamente, sino sólo había resuelto fulminarla caso que los corintios no excomulgasen al reo;
3) que la pena medicinal iba ordenada a la salud eterna del pecador.

De todo este pasaje se colige la potestad que posee la Iglesia jerárquica de excomulgar a los que por sus delitos se han hecho indignos de la comunión eclesiástica.