I Corintios 6 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 20 versitos |
1

Los pleitos entre cristianos

¿Cómo es que, cuando tienen un pleito entre ustedes, llevan el asunto a un tribunal no cristiano º, en lugar de resolverlo entre creyentes?
2 ¿Es que no saben que son los creyentes quienes juzgarán al mundo? Si, pues, van a ser jueces del mundo, ¿no serán competentes para tratar estos pleitos de menor cuantía? º
3 ¡Hasta a ángeles tendremos que juzgar! ¡Pues con mayor razón asuntos concernientes a la vida ordinaria!
4 Y sin embargo, cuando tienen pleitos de este tipo, escogen para resolverlos a los que nada significan para la Iglesia.
5 Se lo digo a ustedes para su propia vergüenza. ¿Es que no hay entre ustedes ni siquiera uno capaz de resolver estos litigios entre hermanos?
6 ¡Pleitean hermano contra hermano y, por si fuera poco, ante jueces no cristianos!
7 Ya es una lástima que se den pleitos entre ustedes, cuando deberían soportar pacientemente la injusticia y hacer la vista gorda si alguno los estafa º. º
8 ¡Pero no! Son ustedes mismos los injustos y los estafadores, y, para colmo, lo son con sus propios hermanos.
9 ¿Ignoran acaso que los que hacen el mal no tendrán parte en el reino de Dios? No se llamen a engaño: ni los lujuriosos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, º
10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios.
11 Y esto es lo que antes eran algunos de ustedes. Pero han sido purificados, consagrados y restablecidos por Dios en su amistad en nombre de Jesucristo, el Señor, y por la acción del Espíritu de nuestro Dios.
12

Miembros de Cristo y templos del Espíritu

Andan diciendo algunos: “Todo me está permitido” º. Sí, pero no todo es conveniente. Y, aunque todo me esté permitido, no debo dejar que nada me esclavice. º
13 Dicen también: “La comida es para el estómago, y el estómago, para la comida * ”; pero Dios hará que perezcan ambas cosas. Y, en todo caso, el cuerpo no está hecho para la lujuria, sino para el Señor. A su vez, el Señor es para el cuerpo º. º
14 Por su parte, Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder. º
15 ¿Ignoran que sus cuerpos son miembros del cuerpo de Cristo? ¿Y voy a convertir un miembro de Cristo en miembro de prostituta? ¡De ningún modo! º
16 Ustedes saben, en efecto, que unirse a una prostituta es hacerse con ella como un solo cuerpo. La misma Escritura lo dice: Los dos formarán un solo ser. º
17 En cambio, el que se une al Señor, formará con él un solo ser en la esfera del Espíritu.
18 Huyan de la lujuria. Cualquier otro pecado que la persona cometa queda fuera del cuerpo, pero el pecado de la lujuria ofende al propio cuerpo.
19 ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que habita en ustedes? Ya no son los dueños de ustedes mismos. º
20 Han sido rescatados a buen precio; glorifiquen, pues, a Dios con el cuerpo º. º

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Introducción a I Corintios

INTRODUCCIÓN


1. Pablo y Corinto


En la ciudad de Corinto le tocó vivir a Pablo una de las más emocionantes y formidables aventuras de su misión apostólica. Llegó allí en el curso de su segundo viaje misionero después de pasar por Filipos, Tesalónica, Berea y Atenas (ver Hch 16:11Hch 18:1). Esto sucedía, aproximadamente, en el transcurso de la primera mitad del año 50 d. C. Con la colaboración de Silas y Timoteo, que se le unieron poco después procedentes de Macedonia, se consagró durante año y medio, más o menos, a una intensa labor evangelizadora que abarcó no solamente la ciudad de Corinto, sino también el cercano puerto de Cencreas (ver Hch 18:18; Rom 16:1) e incluso la provincia entera de Acaya (ver 2Co 1:1).


Corinto — en la actualidad una pequeña población de poco más de 25,000 habitantes — era por entonces una ciudad populosa. Algunos historiadores hablan de 200,000 ciudadanos libres y 400,000 esclavos. La colonia judía era, sin duda, numerosa. Capital de la provincia romana de Acaya y residencia oficial del procónsul romano, Corinto se había convertido en uno de los más importantes centros comerciales del Imperio. Estratégicamente situada en el istmo que lleva su nombre, disponía de dos puertos para el tráfico marítimo: Cencreas para las rutas orientales y Lequeo para las occidentales. Pero precisamente por todas estas razones, en Corinto se daban cita toda clase de cultos y creencias religiosas, y la ciudad era terreno abonado para las conductas y costumbres más licenciosas imaginables. Hasta tal punto había adquirido Corinto una bien cimentada fama de ciudad alegre y libertina, que se había hecho proverbial la expresión “vivir como un corintio” para referirse a alguien de conducta notoriamente inmoral. Era sobremanera famoso y conocido en toda la cuenca mediterránea el templo de Afrodita, la diosa del amor, donde más de un millar de servidoras de la diosa ejercían en su honor la prostitución sagrada.


Teniendo esto en cuenta, no debe causar extrañeza que en el seno de la comunidad cristiana fundada por Pablo en Corinto surgieran muy pronto serios problemas no sólo de tipo doctrinal sino sobre todo de carácter ético. El Apóstol no tuvo más remedio que hacer frente a estos problemas con toda solicitud y presteza.


2. Primera carta


Los problemas mencionados fueron multiplicándose y agravándose una vez que Pablo decidió marchar de Corinto. Ahora se encuentra probablemente en Éfeso y allí le van llegando, por distintos conductos, noticias no siempre halagüeñas de cómo va desenvolviéndose la iglesia de Corinto. Algunos problemas y situaciones requieren una solución urgente. No se descuida Pablo e inicia con los corintios un rico intercambio epistolar del que se han conservado dos cartas. Es casi seguro, sin embargo, que entre ellos se cruzaron algunas más: de otras dos de Pablo a los corintios y de una, al menos, de los corintios a Pablo, se encuentran referencias en las dos que han llegado hasta el presente (ver 1Co 5:9-11; 1Co 7:1; 2Co 2:3-4; 2Co 2:9).


Los familiares o empleados de Cloe — probablemente una acomodada comerciante cristiana de Corinto — (ver 1Co 1:11) y también Estéfanas, Fortunato y Acaico (ver 1Co 16:17-18) han puesto a Pablo al tanto de los graves problemas existentes en la comunidad. Además, los mismos corintios parecen haber escrito una carta a Pablo planteándole una serie de cuestiones concretas sobre la vida práctica cristiana (ver 1Co 7:1). A todo ello responde Pablo con una extensa carta, serena, bien organizada y de un singular valor histórico para conocer la fisonomía de las primeras comunidades cristianas. Es la que se conoce como primera carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 1 Co). Debió redactarla — o dictarla — en Éfeso entre los años 53 y 55 d. C.


Además de las valiosas informaciones sobre la vida y el desenvolvimiento de las primeras iglesias cristianas — particularmente la de Corinto — y sobre la actividad y proyectos apostólicos de Pablo, hay que subrayar el valor literario de esta carta. Es, sin duda, a este respecto, el escrito más logrado del Apóstol. Sorprende la variedad de tonos: desde la más admirable sencillez hasta el lirismo más incomparable, pasando por la ironía, el sarcasmo y las explosiones de ternura o de indignación. El capítulo 1Co 13:1-13 de la carta es una página soberbia de la literatura universal, de belleza y profundidad difícilmente superables.


3. Contenido y claves de lectura


De lo dicho hasta aquí se desprende que las cartas de Pablo a la iglesia cristiana de Corinto, pero de manera especial esta primera que ahora nos ocupa, fueron motivadas por situaciones y problemas concretos a los que el Apóstol tuvo que hacer frente con cierta urgencia, sin tiempo, por tanto, para detenerse en exposiciones sistemáticas. Pero Pablo tiene el privilegio del genio, lo que le permite ennoblecer y sublimar todo cuanto toca. Es admirable observar cómo se eleva por encima de las pequeñas cosas de cada día para encararnos con los grandes principios cristianos.


En 1 Co no hay un tema central dominante. Estamos ante una serie de temas diversos sobre los que Pablo va reflexionando sucesivamente sin apenas relacionarlos entre sí. A lo sumo cabría establecer una cierta relación intencionada entre los temas primero y último: salvación a través de la cruz de Cristo (1Co 1:17-31) y salvación a través de la resurrección de Cristo (1Co 15:1-28).


Después de una breve introducción y la acostumbrada acción de gracias, Pablo aborda en primer lugar el grave problema de las rivalidades existentes entre los cristianos de Corinto. Se han formado varios grupos enfrentados entre sí como si en el cristianismo fuera posible la existencia de varias sabidurías y varios maestros de sabiduría. La verdad es — proclama Pablo — que existe una sola sabiduría, la de Dios, y un solo maestro de sabiduría, Jesucristo (1Co 1:101Co 4:21).


A continuación se hace eco la carta de algunas conductas absolutamente incorrectas existentes en el seno de la iglesia corintia: un caso de flagrante inmoralidad sexual, no difícil de explicar en una ciudad tan libertina como Corinto (1Co 5:1-13), el hecho de que los cristianos traten de resolver sus pleitos ante jueces paganos (1Co 6:1-8), y la permisividad sexual de que hacen alarde algunos miembros de la comunidad (1Co 6:10-20).


En 1Co 7:1-401Co 10:1-33 responde Pablo a dos cuestiones concretas que preocupaban a la iglesia de Corinto y sobre las que probablemente habían preguntado al Apóstol por escrito: a) cuál debe ser la actitud del cristiano ante la disyuntiva celibato o matrimonio; y b) cómo deben comportarse los cristianos ante el consumo de alimentos ofrecidos o sacrificados a los falsos dioses.


Seguidamente, en los cps. 1Co 11:1-34 al 1Co 14:1-40, se ocupa de varios temas relacionados con el buen funcionamiento de las reuniones litúrgicas: utilización del velo por parte de las mujeres (1Co 11:2-16), abusos en la celebración de la cena del Señor (1Co 11:17-34), problemas nacidos de la diversidad y ejercicio de los dones del Espíritu (1Co 12:11Co 14:40). Destaca en esta sección el relato de la cena del Señor con las consecuencias que de ella se derivan (1Co 11:23-34) y el magnífico canto al amor cristiano del cp. 1Co 13:1-13.


La carta alcanza su cima doctrinal en un largo y espléndido capítulo dedicado al tema central de la fe en Jesucristo: Cristo ha resucitado y su resurrección es garantía de la nuestra. Es este un acontecimiento fundamental sin el que nada tiene sentido en la vida del creyente (1Co 15:1-58).


El último capítulo contiene instrucciones sobre la colecta a favor de los hermanos necesitados de Judea, noticias sobre los planes de viaje de Pablo, recomendaciones y consejos, y los acostumbrados saludos finales (1Co 16:1-24).


4. Estructura de la carta


— Introducción (1Co 1:1-9)


I. — DIVISIONES DENTRO DE LA COMUNIDAD (1Co 1:101Co 4:21)


II. — CONDUCTAS INCORRECTAS DE ALGUNOS CORINTIOS (1Co 5:1-131Co 6:1-20)


III. — RESPUESTA A DOS CUESTIONES CONCRETAS (1Co 7:11Co 11:1)


IV. — PROBLEMAS EN LAS REUNIONES LITÚRGICAS (1Co 11:21Co 14:40)


V. — RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO Y DE LOS CREYENTES (1Co 15:1-58)


— Conclusión (1Co 16:1-24)


Fuente: Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

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Notas

I Corintios 6,1— tribunal no cristiano: Lit. a un tribunal de injustos: No hay por qué pensar que Pablo dude por principio de la imparcialidad y rectitud de los tribunales civiles de Corinto. Simplemente entiende el término injusto en el sentido bíblico apuntado en la nota a Rom 1:16, es decir, como sinónimo de quien no ha recibido la salvación mediante la fe. De ahí el juego de palabras paulino entre no creyentes y creyentes, vocablo este último con el que se ha traducido el término griego que lit. significa santo (ver nota a Rom 1:7).


I Corintios 6,2Dan 7:22-26; Apo 3:21.
I Corintios 6,7Mat 5:39; 1Ts 5:15; 1Pe 3:9.
I Corintios 6,7— si alguno los estafa: Esta recomendación de Pablo es semejante a las enseñanzas de Jesús recogidas por la tradición evangélica en Mat 5:39 y Luc 6:29.
I Corintios 6,9Rom 1:29-32; Gál 5:19-21; Efe 5:3-5.
I Corintios 6,121Co 10:23.
I Corintios 6,12— me está permitido: Es muy probable que esta frase haya sido pronunciada por el propio Pablo, pero en otro contexto; los corintios la han sacado de contexto y la interpretan, por tanto, torcidamente.
I Corintios 6,13— para la comida: Lo más seguro es que se trate de un refrán popular que algunos cristianos de Corinto utilizaban para justificar su comportamiento libertino.

— el Señor es para el cuerpo: Expresión sorprendente y atrevida con la que Pablo quiere poner de relieve la dignidad y el valor intrínsecamente positivo del cuerpo humano.
I Corintios 6,131Ts 4:3-5.
I Corintios 6,141Co 15:15; 1Co 15:20; Rom 8:11; 2Co 4:14.
I Corintios 6,151Co 12:27; Rom 12:5.
I Corintios 6,16Gén 2:24.
I Corintios 6,191Co 3:16; 2Co 6:16.
I Corintios 6,20— con el cuerpo: Bastantes mss., aunque no los mejores ni más antiguos, añaden: y con el espíritu, pues ambos pertenecen a Dios.
I Corintios 6,201Co 7:23; 1Pe 1:18-19.