II Corintios 1 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 24 versitos |
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo el hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, y juntamente a todos los santos que residen en toda la Acaya; *
2 gracia a vosotros y paz de parte de Dios, padre nuestro, y del Señor Jesu-Cristo.
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesu-Cristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación,
4 que nos consuela en toda tribulación nuestra, hasta el punto de poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, con la consolación con que somos nosotros mismos consolados por Dios.
5 Porque según que rebosan sobre nosotros los padecimientos de Cristo, así por mediación de Cristo rebosa también nuestra consolación. *
6 Pero ora seamos atribulados, es por vuestra consolación y salud; ora seamos consolados, es por vuestra consolación, la cual muestra su eficacia en el sufrimiento de los mismos padecimientos que también nosotros padecemos;
7 y nuestra esperanza es firme acerca de vosotros, sabiendo que así como sois compañeros de los padecimientos, así también de la consolación.
8 Porque no queremos que ignoréis vosotros, hermanos, la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues sobre toda ponderación más de lo que sufrían nuestras fuerzas nos vimos abrumados, hasta tal punto que aun de la vida desesperamos. *
9 Antes bien nosotros dentro de nosotros mismos sentimos la sentencia de muerte, para que no tengamos puesta la confianza en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita los muertos,
10 el cual de tan grande muerte nos libró, en el cual tenemos esperanza que también en adelante nos librará,
11 coadyuvando también vosotros a favor nuestro con la oración, a fin de que de parte de muchos la gracia otorgada a nosotros por medio de muchos sea regraciada en nombre nuestro.
12 Porque ésta es nuestra gloria, el testimonio de nuestra conciencia: que con santidad y sinceridad de Dios, y no con sabiduría carnal, sino con el favor de Dios, hemos procedido en este mundo, y mucho más con vosotros.
13 Porque no os escribimos otra cosa que lo que leéis, que es lo mismo que entendéis, y espero que del todo conoceréis,
14 como ya nos conocisteis en parte, que somos gloria vuestra, lo mismo que vosotros nuestra, en el día del Señor nuestro Jesús.
15 Y en esta persuasión, quería primero ir a vosotros, a fin de que tuvierais una segunda gracia, *
16 y pasando por vosotros ir a Macedonia, y de nuevo desde Macedonia volver a vosotros, y que vosotros tomaseis a vuestro cuidado mi viaje a la Judea.
17 Al querer, pues, esto, ¿por ventura usé de ligereza? ¿O lo que yo determino, según la carne lo determino, de suerte que se encuentren en mí el y el No?
18 Mas fiel es Dios que nuestra palabra propuesta a vosotros no es Sí y No.
19 Porque el Hijo de Dios, Jesu-Cristo, el que entre vosotros fue por nosotros predicado, por mí, por Silvano y por Timoteo, no resultó Sí y No, antes en él se ha verificado. *
20 Porque cuantas promesas hay en Dios, en El son el Sí; por lo cual también por mediación de El se retorna el Amén a Dios para gloria por medio de nosotros. *
21 Mas el que nos conforta, juntamente con vosotros, en orden a Cristo, y el que nos ungió. Dios es; *
22 el cual además nos marcó con su sello y nos dio las arras del Espíritu en nuestros corazones.
23 Yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por miramiento a vosotros todavía no fui a Corinto;
24 no porque seamos déspotas de vuestra fe, sino que somos cooperadores de vuestro gozo, pues en cuanto a la fe os mantenéis firmes.

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Introducción a II Corintios




II EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. — La segunda Epístola a los Corintios es la más personal de las cartas de Pablo: por eso exige, más que ninguna otra, fijar con la mayor exactitud posible sus antecedentes históricos.

Según la probable cronología adoptada, Pablo escribía su primera Ep. a los Corintios hacia la Pascua del año
56. Estaba en Efeso, donde pensaba permanecer hasta Pentecostés. Desde Efeso, algunas semanas después de Pascua, mandó a Tito a Corinto para que se enterase del efecto que había producido en aquellos neófitos la carta que acababa de escribirles; él poco después partiría por tierra hacia Tróade, donde le aguardaría para recibir noticias y determinar lo que conviniera hacer. El hombre propone y Dios dispone. Pablo tuvo que salir de Efeso precipitadamente antes de lo que había determinado. Los plateros de Efeso, furiosos de ver las quiebras de su industria en objetos idolátricos, ocasionadas por la difusión del Evangelio, promovieron en la ciudad un motín, que quitó por entonces a Pablo la posibilidad de predicar libremente, y aun amenazaba su seguridad personal. Adelantó, pues, su viaje; así fue que, cuando llegó a Tróade, no halló aún a Tito. Preocupado por los corintios, no pudo reposar en Tróade, y partió para Macedonia, donde, finalmente, encontró a Tito. Las noticias que éste le trajo, sin dejar de ser consoladoras, no eran del todo satisfactorias. La mayoría de la Iglesia, sin duda, había recibido con sumisión la carta de su Apóstol y padre. Pero había aparecido un nuevo peligro, un fermento de rebeldía y oposición, más temible que los desórdenes anteriores. Un grupo de judaizantes, adversarios descarados de Pablo, con el objeto de arruinar su obra, atacaban descubiertamente su persona y sus títulos de Apóstol.

Pablo, en tales condiciones, no podía presentarse en Corinto con el espíritu de blandura paternal y franca confianza que deseaba. Para poner, pues, las cosas en orden y preparar su viaje a Corinto, escribió esta nueva carta, la segunda de las canónicas, pero en realidad la tercera de las que escribió a los corintios.


LA CARTA. — Para conseguir su objeto principal, dos cosas había de hacer Pablo: disipar las prevenciones que contra él habían concebido algunos corintios y desacreditar a sus desleales adversarios. De ahí el doble carácter, apologético y polémico, de la Epístola. Pero no podía olvidar el Apóstol lo que ya había recomendado en la Epístola anterior, a saber, la gran colecta que. se estaba organizando en beneficio de los cristianos pobres de Palestina. Esta exhortación a la limosna, casi a modo de digresión, la intercala Pablo entre la apología que hace de su conducta apostólica y la polémica con que ataca a sus adversarios. De ahí la división de la Epístola en tres partes principales, que, comprendidos el prólogo y el epílogo, se distribuyen de esta manera: 1) apologética, 1-7; 2) parenética, 8-9; 3) polémica, 10-13.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

II Corintios 1,1

SANTOS: equivalente de fieles , en cuanto santificados por su unión con Cristo en el Espíritu Santo.


II Corintios 1,5

Nuestra comunión con Cristo paciente es condición esencial de nuestra comunión con Cristo glorioso.


II Corintios 1,8

Parece aludir a la revuelta promovida en Efeso por Demetrio, que le obligó a salir de la ciudad (Hch_19:23 - Hch_20:1).


II Corintios 1,15

SEGUNDA GRACIA: quiere decir la gracia de la doble visita apostólica, la una de paso para Macedonia, la otra al volver de allí a Corinto.


II Corintios 1,19-20

EL SÍ: Jesu-Cristo es el Sí absoluto y universal: el Sí de las promesas divinas, el Sí de las aspiraciones humanas, el Sí de los oráculos proféticos, de las esperanzas de Israel, de los suspiros de todas las naciones.


II Corintios 1,20

AMÉN: al Sí de Cristo responde la Iglesia con el AMÉN, que es profesión de fe, grito triunfal de la esperanza, expansión del amor.


II Corintios 1,21-22

Unción, sello y arras son tres imágenes metafóricas de la vocación al apostolado con todas las gracias que la acompañan. Y en esta vocación toman parte las tres divinas personas.