II Corintios 7 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 16 versitos |
1 Teniendo, pues, estas promesas, queridos míos, purifiquémonos de toda suciedad de carne y de espíritu, realizando el ideal de santidad en el temor de Dios.
2 Dadnos cabida en vuestro corazón: a nadie hicimos agravio, a nadie ocasionamos ruina, a nadie sonsacamos nada.
3 No digo esto para condenación; que ya antes tengo dicho que estáis en nuestros corazones para juntos morir y juntos vivir.
4 Mucha es la confianza que uso con vosotros; henchido estoy de consolación, estoy que reboso de gozo en medio de toda esta tribulación nuestra.
5 Porque, llegados nosotros a Macedonia, no ha tenido ningún reposo nuestra carne, antes en todo atribulados: de fuera, luchas; de dentro, miedos.
6 Mas el que consuela a los humildes, Dios, nos consoló con la venida de Tito;
7 ni sólo con su venida, sino también con la consolación con que él se consoló por causa de vosotros..., refiriéndonos vuestra añoranza, vuestro llanto, vuestro celo por mí, de suerte que más me alegré.
8 Porque si bien os contristé con la carta, no me pesa; y aun cuando me pesaba, viendo que aquella caria, si bien por breve tiempo, os contristó,
9 ahora me gozo no de que os contristasteis, sino de que os contristasteis para penitencia; por que os contristéis según Dios, de suerte que en nada recibieseis perjuicio de parte nuestra.
10 Porque la tristeza según Dios obra arrepentimiento para salud, en que no cabe pesar; mas la tristeza del mundo engendra muerte,
11 Porque ved, eso mismo de haberos contristado según Dios, ¡cuánta solicitud obró en vosotros!; ni esto sólo, sino exculpación, sino indignación, sino temor, sino añoranza, sino celo, sino vindicta. En todo os acreditasteis estar exentos de culpa en este negocio.
12 De manera que, si bien os escribí, no fue por razón del que hizo el agravio ni por razón del que lo recibió, sino a fin de que se hiciese patente vuestra solicitud, la que a favor de nosotros existe entre vosotros en el acatamiento de Dios.
13 Por esto nos hemos consolado. Y sobre nuestra consolación, excesivamente más nos gozamos por el gozo de Tito, por cuanto su espíritu ha quedado refocilado por parte de todos vosotros.
14 Porque si de algo me glorié con él respecto de vosotros, no quedé avergonzado, sino que, así como en todo os hemos hablado con verdad, así también los encomios que de vosotros hicimos delante de Tito resultaron verdad.
15 Y su corazón se le va más y más hacia vosotros al recordar la obediencia de todos vosotros, cómo con temor y temblor le recibisteis.
16 Me gozo de que en todo puedo contar confiadamente con vosotros.

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Introducción a II Corintios




II EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. — La segunda Epístola a los Corintios es la más personal de las cartas de Pablo: por eso exige, más que ninguna otra, fijar con la mayor exactitud posible sus antecedentes históricos.

Según la probable cronología adoptada, Pablo escribía su primera Ep. a los Corintios hacia la Pascua del año
56. Estaba en Efeso, donde pensaba permanecer hasta Pentecostés. Desde Efeso, algunas semanas después de Pascua, mandó a Tito a Corinto para que se enterase del efecto que había producido en aquellos neófitos la carta que acababa de escribirles; él poco después partiría por tierra hacia Tróade, donde le aguardaría para recibir noticias y determinar lo que conviniera hacer. El hombre propone y Dios dispone. Pablo tuvo que salir de Efeso precipitadamente antes de lo que había determinado. Los plateros de Efeso, furiosos de ver las quiebras de su industria en objetos idolátricos, ocasionadas por la difusión del Evangelio, promovieron en la ciudad un motín, que quitó por entonces a Pablo la posibilidad de predicar libremente, y aun amenazaba su seguridad personal. Adelantó, pues, su viaje; así fue que, cuando llegó a Tróade, no halló aún a Tito. Preocupado por los corintios, no pudo reposar en Tróade, y partió para Macedonia, donde, finalmente, encontró a Tito. Las noticias que éste le trajo, sin dejar de ser consoladoras, no eran del todo satisfactorias. La mayoría de la Iglesia, sin duda, había recibido con sumisión la carta de su Apóstol y padre. Pero había aparecido un nuevo peligro, un fermento de rebeldía y oposición, más temible que los desórdenes anteriores. Un grupo de judaizantes, adversarios descarados de Pablo, con el objeto de arruinar su obra, atacaban descubiertamente su persona y sus títulos de Apóstol.

Pablo, en tales condiciones, no podía presentarse en Corinto con el espíritu de blandura paternal y franca confianza que deseaba. Para poner, pues, las cosas en orden y preparar su viaje a Corinto, escribió esta nueva carta, la segunda de las canónicas, pero en realidad la tercera de las que escribió a los corintios.


LA CARTA. — Para conseguir su objeto principal, dos cosas había de hacer Pablo: disipar las prevenciones que contra él habían concebido algunos corintios y desacreditar a sus desleales adversarios. De ahí el doble carácter, apologético y polémico, de la Epístola. Pero no podía olvidar el Apóstol lo que ya había recomendado en la Epístola anterior, a saber, la gran colecta que. se estaba organizando en beneficio de los cristianos pobres de Palestina. Esta exhortación a la limosna, casi a modo de digresión, la intercala Pablo entre la apología que hace de su conducta apostólica y la polémica con que ataca a sus adversarios. De ahí la división de la Epístola en tres partes principales, que, comprendidos el prólogo y el epílogo, se distribuyen de esta manera: 1) apologética, 1-7; 2) parenética, 8-9; 3) polémica, 10-13.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas