II Corintios 9 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 15 versitos |
1 Porque acerca de este ministerio a favor de los santos, por demás es que yo os escriba;
2 porque conozco vuestra prontitud de ánimo, por razón de la cual me glorío de vosotros delante de los macedonios, que la Acaya está apercibida desde el año anterior, y vuestro celo estimuló a la mayor parte.
3 Envié, empero, a los hermanos para que nuestro encomio acerca de vosotros no resulte fallido en este punto, para que, como decía, estéis apercibidos,
4 no sea que, si vinieren conmigo macedonios y os hallaren desapercibidos, quedemos nosotros, para no decir vosotros, avergonzados en este asunto.
5 Juzgué, por tanto, necesario recomendar a los hermanos que se fuesen por delante a vosotros y de antemano preparasen esta largueza vuestra anteriormente prometida, de suerte que esté a punto y sea como una largueza y no como una tacañería.
6 Esto digo: quien siembra mezquinamente, mezquinamente también cosechará; y quien siembra con larguezas, con larguezas también cosechará.
7 Cada uno, según que tiene determinado en su corazón: no de mala gana ni por fuerza, que «al dador jovial ama Dios» (Prov 22:8).
8 Y poderoso es Dios para acumular sobre vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo en todas las cosas en todo tiempo toda suficiencia, tengáis para derramar en toda obra buena,
9 según que está escrito (Sal 111:9): «Desparramó, dio a los pobres; | su justicia subsiste eternamente ».
10 Y el que suministra «la semilla al que siembra y pan para comer» (Is 55:10), suministrará y multiplicará vuestra sementera y acrecentará los frutos de vuestra justicia;
11 ricos en todo para toda largueza, la cual, pasando por nuestras manos, produce nacimiento de gracias a Dios,
12 Porque la prestación de este servicio sagrado no sólo remedia colmadamente las privaciones de los santos, sino también se desborda en múltiples nacimientos de gracias a Dios;
13 por cuanto, vistos por experiencia los quilates de esa obra de caridad, glorifican a Dios a causa de la sumisión de la fe que profesáis al Evangelio de Cristo y por la largueza con que comunicáis lo vuestro a ellos y a todos; *
14 y corresponden con su oración por vosotros, como que os aman entrañablemente por la sobrepujante gracia de Dios sobre vosotros.
15 ¡Gracias a Dios por su inenarrable dádiva!

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Introducción a II Corintios




II EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. — La segunda Epístola a los Corintios es la más personal de las cartas de Pablo: por eso exige, más que ninguna otra, fijar con la mayor exactitud posible sus antecedentes históricos.

Según la probable cronología adoptada, Pablo escribía su primera Ep. a los Corintios hacia la Pascua del año
56. Estaba en Efeso, donde pensaba permanecer hasta Pentecostés. Desde Efeso, algunas semanas después de Pascua, mandó a Tito a Corinto para que se enterase del efecto que había producido en aquellos neófitos la carta que acababa de escribirles; él poco después partiría por tierra hacia Tróade, donde le aguardaría para recibir noticias y determinar lo que conviniera hacer. El hombre propone y Dios dispone. Pablo tuvo que salir de Efeso precipitadamente antes de lo que había determinado. Los plateros de Efeso, furiosos de ver las quiebras de su industria en objetos idolátricos, ocasionadas por la difusión del Evangelio, promovieron en la ciudad un motín, que quitó por entonces a Pablo la posibilidad de predicar libremente, y aun amenazaba su seguridad personal. Adelantó, pues, su viaje; así fue que, cuando llegó a Tróade, no halló aún a Tito. Preocupado por los corintios, no pudo reposar en Tróade, y partió para Macedonia, donde, finalmente, encontró a Tito. Las noticias que éste le trajo, sin dejar de ser consoladoras, no eran del todo satisfactorias. La mayoría de la Iglesia, sin duda, había recibido con sumisión la carta de su Apóstol y padre. Pero había aparecido un nuevo peligro, un fermento de rebeldía y oposición, más temible que los desórdenes anteriores. Un grupo de judaizantes, adversarios descarados de Pablo, con el objeto de arruinar su obra, atacaban descubiertamente su persona y sus títulos de Apóstol.

Pablo, en tales condiciones, no podía presentarse en Corinto con el espíritu de blandura paternal y franca confianza que deseaba. Para poner, pues, las cosas en orden y preparar su viaje a Corinto, escribió esta nueva carta, la segunda de las canónicas, pero en realidad la tercera de las que escribió a los corintios.


LA CARTA. — Para conseguir su objeto principal, dos cosas había de hacer Pablo: disipar las prevenciones que contra él habían concebido algunos corintios y desacreditar a sus desleales adversarios. De ahí el doble carácter, apologético y polémico, de la Epístola. Pero no podía olvidar el Apóstol lo que ya había recomendado en la Epístola anterior, a saber, la gran colecta que. se estaba organizando en beneficio de los cristianos pobres de Palestina. Esta exhortación a la limosna, casi a modo de digresión, la intercala Pablo entre la apología que hace de su conducta apostólica y la polémica con que ataca a sus adversarios. De ahí la división de la Epístola en tres partes principales, que, comprendidos el prólogo y el epílogo, se distribuyen de esta manera: 1) apologética, 1-7; 2) parenética, 8-9; 3) polémica, 10-13.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

II Corintios 9,13

La idea dominante es que los fieles de Jerusalén glorificarán a Dios por la limosna de los corintios. El motivo de la glorificación es doble: la fe de los corintios y su generosidad.