Efesios  2 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 22 versitos |
1 Y a vosotros, que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, *
2 en los cuales un tiempo caminasteis conforme a la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potencia del aire, el espíritu que ejerce ahora su acción en los hijos de la rebeldía,
3 entre los cuales también nosotros todos nos hallamos en otro tiempo, en manos de las concupiscencias de nuestra carne, cumpliendo las voluntades de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás; *
4 mas Dios, rico como es en misericordia, por el extremado amor con que nos amó,
5 aun cuando estábamos nosotros muertos por los pecados, nos vivificó con la vida de Cristo—que por la gracia habéis sido salvados— *,
6 y con él nos resucitó y juntamente nos sentó en los cielos en Cristo Jesús,
7 para ostentar en los siglos que habían de venir las soberanas riquezas de su gracia a impulsos de su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8 Sí que por la gracia habéis sido salvados mediante la fe; y esto no de vosotros, que de Dios es el don;*
9 no en virtud de obras, para que nadie se gloríe.
10 Porque de él somos hechura, creados en Cristo Jesús a base de obras buenas, que de antemano dispuso Dios para que nos ejercitásemos en ellas. *
11 Por lo cual recordad que un tiempo vosotros, los gentiles según la carne, los llamados incircuncisión por la que se llama circuncisión—en la carne, hecha por mano de hombre—, *
12 que estabais en aquel tiempo desconectados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y extraños a las alianzas, sin esperanza de la promesa, sin Dios en el mundo; *
13 mas ahora en Cristo Jesús vosotros, los que un tiempo estabais lejos, habéis sido aproximados por la sangre de Cristo. *
14 Porque él es nuestra paz; el que de los dos hizo uno y derribó el muro interpuesto de la valla, la enemistad, anulando en su carne *
15 la ley de los mandamientos formulados como edictos para hacer en sí mismo de los dos un solo hombre nuevo, haciendo paz,
16 y reconciliar a entrambos en un solo cuerpo con Dios por medio de la cruz, matando en ella la enemistad;
17 y, venido, anunció paz a vosotros, que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca; *
18 pues por él tenemos abierta la entrada entrambos en un mismo Espíritu al Padre,
19 Así, pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, *
20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular el mismo Cristo Jesús;
21 en el cual todo el edificio, harmónicamente trabado, se alza hasta ser templo santo en el Señor;
22 en el cual también vosotros sois juntamente edificados para ser morada de Dios en el Espíritu.

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Introducción a Efesios 




EPÍSTOLA A LOS EFESIOS

DESTINATARIOS DE LA EPÍSTOLA. — No están acordes los críticos sobre quiénes sean los destinatarios de la llamada Epístola a los Efesios. Tres soluciones principales se han dado: la tradicional, según la cual la carta se escribió a la Iglesia de Efeso; la que supone haber sido dirigida a la Iglesia de Laodicea, y la que considera la Epístola como una carta circular o encíclica enviada a todas las iglesias del Asia proconsular, cuya metrópoli era Efeso. En vez de discutir en particular las razones aducidas en pro y en contra de cada una de estas tres hipótesis, será más breve y eficaz presentar los hechos, para adoptar en definitiva la hipótesis que mejor los explique todos. Estos hechos se distribuyen naturalmente en tres grupos: los antecedentes históricos, los datos de las misma carta, los testimonios históricos posteriores. Entre los antecedentes históricos hay que tener presentes las relaciones singularmente íntimas de Pablo con la Iglesia de Efeso. Tres años enteros empleó Pablo en fundar y evangelizar esta Iglesia. Por otra parte, su acción apostólica, o personal o ejercida por medio de sus discípulos, se extendió a toda el Asia proconsular, como consta por los Hechos (19:10; 20:25). No mucho después, al fin de la tercera misión, al dirigirse a Jerusalén, convocó Pablo en Mileto a los presbíteros-obispos de Efeso y de las ciudades vecinas para despedirse de ellos y prevenirlos contra los peligros doctrinales que amenazaban a sus Iglesias ( Hch_20:25-31 ). Otro hecho también hay que recordar, y es que algunas de las Epístolas de Pablo son en realidad cartas circulares: tales son la primera a los Corintios (1:2), la segunda a los Corintios (1:1), la escrita a las «Iglesias de Galacia» (1:2) y a los Colosenses (4:16). En la misma Ep. a los Efesios llaman la atención tres hechos muy significativos. 1) el tono exclusivamente didáctico, enteramente desprovisto de aquellos rasgos afectuosos tan característicos de Pablo; 2) la ausencia total de salutaciones personales, que tanto abundan en otras cartas; 3) ciertas frases que parecen suponer que Pablo no conocía de vista o personalmente a los destinatarios ni ellos a él (1:15; 3:2). Además, para apreciar el valor de la hipótesis que supone que la llamada Ep. a los Efesios fue en realidad escrita a los fieles de Laodicea, hay que tener en cuenta lo que sobre los laodicenses dice el Apóstol en su Epístola a los Colosenses: «Quiero que sepáis cuan grande lucha sostengo por vosotros, y por los de Laodicea, y por cuantos no han visto mi rostro en carne» (2:1); «Le soy testigo [a Epafras] de que se toma mucho trabajo por vosotros y por los de Laodicea… Saludad a los hermanos de Laodicea y a Ninfas y a la Iglesia que se congrega en su casa. Y cuando hubiere sido leída entre vosotros esta carta, haced que también en la Iglesia de los laodicenses sea leída; y la que recibiereis de Laodicea, que también vosotros la leáis» (4:13-16). Entre los testimonios posteriores, todos los códices griegos (a excepción de Be Se 1739 421c ) y todas las versiones leen «a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso» (1:1); y aun los mismos códices exceptuados tienen al principio el título «A los Efesios», que reproducen al fin. No es menos unánime a favor de Efeso la tradición patrística a partir de San Ireneo. Solamente Orígenes y San Basilio desconocieron o pusieron en tela de juicio la autenticidad de la frase «en Efeso». Marción fue el único que en vez de «Efeso» leyó «Laodicea». Aplicados estos datos a las tres hipótesis antes mencionadas sobre los destinatarios de la Epístola, resulta: 1) que éstos no pueden ser exclusivamente los efesios; 2) que tampoco pueden ser otros con exclusión de los efesios; 3) consiguientemente, que fueron los fieles de Efeso y juntamente los de otras Iglesias; con lo cual la Epístola puede muy bien denominarse carta circular. Y ésta parece ser la que menciona Pablo escribiendo a los colosenses, donde no dice que fuera dirigida precisamente a los laodicenses, sino que la «recibirían de Laodicea», adonde llegaría antes que a Colosas. OCASIÓN DE LA EPÍSTOLA. — La ocasión parece haber sido la triste realización de aquel anuncio profético, que Pablo no mucho antes había hecho en Mileto a los presbíteros- obispos de Efeso y ciudades vecinas: «Yo sé que han de entrar después de mi partida lobos crueles entre vosotros, que no perdonen al rebaño; y de entre vosotros mismos se han de levantar hombres que hablen cosas perversas, para arrastrar en pos de sí a los discípulos» (Ac 20:29-30). Se introdujeron, en efecto, en el rebaño de Cristo los lobos rapaces: espíritus extravagantes, última generación de judaizantes cristianos y primeros representantes del naciente gnosticismo, los cuales, amalgamando ciertas prácticas judaicas con especulaciones teosóficas, desquiciaban la revelación cristiana, rebajando la divina persona de Jesu-Cristo y desfigurando su obra redentora. A esos desvaríos respondió Pablo con la Epístola a los Efesios, exponiendo su maravillosa concepción sobre el Cristo místico o el misterio de Cristo. LA EPÍSTOLA. — En un cuadro de divina belleza, aunque a veces algo rudo en la ejecución, presenta Pablo el misterio por excelencia de los consejos divinos, el designio misericordioso que Dios acaricia desde toda la eternidad, y luego realiza en la plenitud de los tiempos, y revela a toda la creación. El designio de Dios era pacificar toda la creación y reunir, fundir la humanidad entera, y por extensión los ángeles mismos, «en Cristo Jesús». Es verdaderamente sublime contemplar a Cristo Jesús, hombre y Dios a la vez, como centro adonde todo converge, lazo que todo lo une, cabeza mística de este organismo viviente, donde se asocian en un cuerpo, en una vida, en un amor, judíos y gentiles, hombres y ángeles, !as creaturas y el Creador. PLAN DE LA EPÍSTOLA. — Se divide en dos partes sensiblemente iguales: una más especulativa, sobre el misterio mismo de Cristo (1-3); otra más práctica, sobre la vida cristiana como prolongación del misterio (4-6).


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Efesios  2,1-7

Estos versículos forman un amplio período, tan maravilloso en la doctrina como irregular en la estructura. Su prótasis, Efe_2:1-3, pone de relieve nuestra muerte por el pecado; su apódosis, nuestra espiritual resurrección y glorificación en Cristo.


Efesios  2,3

ERAMOS HIJOS DE IRA: objeto de la ira divina, pecadores; POR NATURALEZA: no por pecados personales precisamente, sino por la generación misma que nos inoculó el pecado de Adán; LO MISMO QUE LOS DEMÁS: expresa universalidad. Estos tres rasgos juntos son un testimonio de la existencia y universalidad del pecado original.


Efesios  2,5-6

Los tres verbos del original: CONVIVIÓ, CONRESUCITÓ, CONENTRONIZÓ, tan extraños en el griego como en el castellano, sirven maravillosamente para expresar la inefable «comunión» o consorcio de los hombres con Cristo.


Efesios  2,8-9

POR LA GRACIA HABÉIS SIDO SALVADOS MEDIANTE LA FE: presenta Pablo la salud eterna como producto de dos factores: la gracia de Dios y la fe del hombre. Mas, para que nadie creyese que la fe, contrapuesta a la gracia, era obra propia del hombre, añade: NO EN VIRTUD DE OBRAS, no por vuestras fuerzas, industrias o merecimientos.


Efesios  2,10

SOMOS HECHURA de Dios: magnífica expresión, que presenta la justificación y la salvación como «obra de arte» o, según la palabra original «poema», de la sabiduría, de la bondad y del poder de Dios. Mas si las buenas obras no tienen la virtud de justificar al pecador, no por eso quedan excluidas de la vida cristiana; antes al contrario, fuimos CREADOS EN CRISTO JESÚS A BASE DE OBRAS BUENAS.


Efesios  2,11-22

Admisión de los gentiles a las promesas de Israel, con el cual forman un solo pueblo, un hombre nuevo, que por Cristo en el Espíritu se llega al Padre.


Efesios  2,12

Con cinco rasgos pinta Pablo la degradación de los gentiles: privados de Cristo, extraños a la ciudadanía de Israel, ajenos a las alianzas concertadas por Dios con Abrahán y Moisés, sin esperanza, sin Dios.


Efesios  2,13

AHORA EN CRISTO JESÚS… A la primera desgracia de los gentiles, la privación de Cristo, ha sucedido AHORA la primera bendición, que es la inefable comunión en CRISTO JESÚS.


Efesios  2,14-16

EL ES NUESTRA PAZ; porque es EL QUE DE LOS DOS HIZO UNO, y para hacerlo, DERRIBÓ EL MURO INTERPUESTO DE LA VALLA, LA ENEMISTAD. Este muro de separación era la ley de Moisés; por eso Cristo concertó la amistad entre judíos y gentiles, ANULANDO LA LEY DE LOS MANDAMIENTOS con sus prescripciones. El doble objeto de anular la ley fue reconciliar a judíos y gentiles entre sí y a ambos con Dios.


Efesios  2,17-18

Nueva proposición de la tesis y nueva demostración. Proposición: Y, VENIDO, ANUNCIÓ PAZ. Demostración: PUES POR ÉL TENEMOS ABIERTA LA ENTRADA ENTRAMBOS EN UN MISMO ESPÍRITU AL PADRE. La mutua concordia y la reconciliación con Dios se declara en función de la Trinidad. El Mediador de esta doble unión es Jesu-Cristo; su agente íntimo es el Espíritu S.; su término es Dios Padre.


Efesios  2,19-22

Conclusión: ASÍ, PUES, YA NO SOIS EXTRANJEROS… Y apelando a una comparación favorita, empleada también por el mismo Cristo (Mat_16:16) y por Pedro (1Pe_2:5), añade: porque sois EDIFICADOS… Concretando la imagen de edificio en la de templo, prosigue: EN EL CUAL (Cristo)… Los fieles son templo de Dios a la vez en Cristo y en el Espíritu S. En Cristo, porque es la piedra angular y fundamental; en el Espíritu S., porque es el principio íntimo de harmonía y solidez: como en la imagen del cuerpo místico los fieles forman este cuerpo en Cristo a la vez y en el Espíritu S. En Cristo, porque es su Cabeza; en el Espíritu S., porque es su alma.