Efesios  6 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 24 versitos |
1 Los hijos obedeced a vuestros padres en el Señor, pues esto es justo.
2 «Honra a tu padre y a tu madre»—que es el primer mandamiento en la promesa—, *
3 «para que todo te suceda bien y vivas largo tiempo sobre la tierra».
4 Y los padres no exacerbéis a vuestros hijos, sino educadlos en la disciplina y en la instrucción del Señor.
5 Los siervos obedeced a vuestros amos temporales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo,
6 no con servicio al ojo, como quienes buscan agradar a hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo la voluntad de Dios con toda el alma,
7 sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no a hombres;
8 sabiendo que cada cual, según lo bueno que hiciere, eso recibirá del Señor, que sea esclavo, que sea libre.
9 Y los amos haced otro tanto con ellos, no recurriendo tanto a la amenaza, sabiendo que el Señor, tanto de ellos como vuestro, está en los cielos, y que no hay en él aceptación de personas.
10 Por lo demás, confortaos en el Señor y en el poder de su fuerza.
11 Revestíos de la armadura de Dios para que podáis sosteneros ante las asechanzas del diablo.
12 Que no es nuestra lucha contra carne y sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los poderes mundanales de las tinieblas de este siglo, contra las huestes espirituales de la maldad que andan en las regiones aéreas.
13 Por esto, tomad Ja armadura de Dios para que podáis oponer resistencia en el día malo y, prevenidos con todos los aprestos, sosteneros.
14 Manteneos, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y revestidos con la coraza de la justicia, *
15 y calzados los pies con la preparación pronta para el Evangelio de la paz,
16 embrazando en todas ocasiones el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos encendidos del malvado.
17 Tomad también el yelmo de la salud y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios;
18 orando con toda oración y súplica en todo tiempo en espíritu, y para ello velan«o con toda perseverancia y súplica por todos los santos,
19 y por mí, para que al hablar se me pongan palabras en la boca con que anunciar con franca osadía el misterio del Evangelio,
20 del cual soy mensajero, en cadenas, a fin de que halle yo en él fuerzas para anunciarlo con libre entereza, como es razón que yo hable.
21 Mas para que sepáis también vosotros mi situación, qué es lo que hago, todo os lo hará saber Tíquico, el hermano querido y fiel ministro en el Señor,
22 a quien envié a vosotros para esto mismo, a fin de que estéis al cabo de nuestras cosas y que conforte vuestros corazones.
23 Paz a los hermanos y caridad acompañada de la fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesu-Cristo.
24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesu-Cristo con inmortalidad. *

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Introducción a Efesios 




EPÍSTOLA A LOS EFESIOS

DESTINATARIOS DE LA EPÍSTOLA. — No están acordes los críticos sobre quiénes sean los destinatarios de la llamada Epístola a los Efesios. Tres soluciones principales se han dado: la tradicional, según la cual la carta se escribió a la Iglesia de Efeso; la que supone haber sido dirigida a la Iglesia de Laodicea, y la que considera la Epístola como una carta circular o encíclica enviada a todas las iglesias del Asia proconsular, cuya metrópoli era Efeso. En vez de discutir en particular las razones aducidas en pro y en contra de cada una de estas tres hipótesis, será más breve y eficaz presentar los hechos, para adoptar en definitiva la hipótesis que mejor los explique todos. Estos hechos se distribuyen naturalmente en tres grupos: los antecedentes históricos, los datos de las misma carta, los testimonios históricos posteriores. Entre los antecedentes históricos hay que tener presentes las relaciones singularmente íntimas de Pablo con la Iglesia de Efeso. Tres años enteros empleó Pablo en fundar y evangelizar esta Iglesia. Por otra parte, su acción apostólica, o personal o ejercida por medio de sus discípulos, se extendió a toda el Asia proconsular, como consta por los Hechos (19:10; 20:25). No mucho después, al fin de la tercera misión, al dirigirse a Jerusalén, convocó Pablo en Mileto a los presbíteros-obispos de Efeso y de las ciudades vecinas para despedirse de ellos y prevenirlos contra los peligros doctrinales que amenazaban a sus Iglesias ( Hch_20:25-31 ). Otro hecho también hay que recordar, y es que algunas de las Epístolas de Pablo son en realidad cartas circulares: tales son la primera a los Corintios (1:2), la segunda a los Corintios (1:1), la escrita a las «Iglesias de Galacia» (1:2) y a los Colosenses (4:16). En la misma Ep. a los Efesios llaman la atención tres hechos muy significativos. 1) el tono exclusivamente didáctico, enteramente desprovisto de aquellos rasgos afectuosos tan característicos de Pablo; 2) la ausencia total de salutaciones personales, que tanto abundan en otras cartas; 3) ciertas frases que parecen suponer que Pablo no conocía de vista o personalmente a los destinatarios ni ellos a él (1:15; 3:2). Además, para apreciar el valor de la hipótesis que supone que la llamada Ep. a los Efesios fue en realidad escrita a los fieles de Laodicea, hay que tener en cuenta lo que sobre los laodicenses dice el Apóstol en su Epístola a los Colosenses: «Quiero que sepáis cuan grande lucha sostengo por vosotros, y por los de Laodicea, y por cuantos no han visto mi rostro en carne» (2:1); «Le soy testigo [a Epafras] de que se toma mucho trabajo por vosotros y por los de Laodicea… Saludad a los hermanos de Laodicea y a Ninfas y a la Iglesia que se congrega en su casa. Y cuando hubiere sido leída entre vosotros esta carta, haced que también en la Iglesia de los laodicenses sea leída; y la que recibiereis de Laodicea, que también vosotros la leáis» (4:13-16). Entre los testimonios posteriores, todos los códices griegos (a excepción de Be Se 1739 421c ) y todas las versiones leen «a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso» (1:1); y aun los mismos códices exceptuados tienen al principio el título «A los Efesios», que reproducen al fin. No es menos unánime a favor de Efeso la tradición patrística a partir de San Ireneo. Solamente Orígenes y San Basilio desconocieron o pusieron en tela de juicio la autenticidad de la frase «en Efeso». Marción fue el único que en vez de «Efeso» leyó «Laodicea». Aplicados estos datos a las tres hipótesis antes mencionadas sobre los destinatarios de la Epístola, resulta: 1) que éstos no pueden ser exclusivamente los efesios; 2) que tampoco pueden ser otros con exclusión de los efesios; 3) consiguientemente, que fueron los fieles de Efeso y juntamente los de otras Iglesias; con lo cual la Epístola puede muy bien denominarse carta circular. Y ésta parece ser la que menciona Pablo escribiendo a los colosenses, donde no dice que fuera dirigida precisamente a los laodicenses, sino que la «recibirían de Laodicea», adonde llegaría antes que a Colosas. OCASIÓN DE LA EPÍSTOLA. — La ocasión parece haber sido la triste realización de aquel anuncio profético, que Pablo no mucho antes había hecho en Mileto a los presbíteros- obispos de Efeso y ciudades vecinas: «Yo sé que han de entrar después de mi partida lobos crueles entre vosotros, que no perdonen al rebaño; y de entre vosotros mismos se han de levantar hombres que hablen cosas perversas, para arrastrar en pos de sí a los discípulos» (Ac 20:29-30). Se introdujeron, en efecto, en el rebaño de Cristo los lobos rapaces: espíritus extravagantes, última generación de judaizantes cristianos y primeros representantes del naciente gnosticismo, los cuales, amalgamando ciertas prácticas judaicas con especulaciones teosóficas, desquiciaban la revelación cristiana, rebajando la divina persona de Jesu-Cristo y desfigurando su obra redentora. A esos desvaríos respondió Pablo con la Epístola a los Efesios, exponiendo su maravillosa concepción sobre el Cristo místico o el misterio de Cristo. LA EPÍSTOLA. — En un cuadro de divina belleza, aunque a veces algo rudo en la ejecución, presenta Pablo el misterio por excelencia de los consejos divinos, el designio misericordioso que Dios acaricia desde toda la eternidad, y luego realiza en la plenitud de los tiempos, y revela a toda la creación. El designio de Dios era pacificar toda la creación y reunir, fundir la humanidad entera, y por extensión los ángeles mismos, «en Cristo Jesús». Es verdaderamente sublime contemplar a Cristo Jesús, hombre y Dios a la vez, como centro adonde todo converge, lazo que todo lo une, cabeza mística de este organismo viviente, donde se asocian en un cuerpo, en una vida, en un amor, judíos y gentiles, hombres y ángeles, !as creaturas y el Creador. PLAN DE LA EPÍSTOLA. — Se divide en dos partes sensiblemente iguales: una más especulativa, sobre el misterio mismo de Cristo (1-3); otra más práctica, sobre la vida cristiana como prolongación del misterio (4-6).


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Efesios  6,2

EN LA PROMESA: Insinúa Pablo la división del decálogo en dos series de mandamientos. La segunda, que comienza en el cuarto, se llama la promesa, por las promesas vinculadas al cumplimiento de los preceptos en ella contenidos.


Efesios  6,14-17

Describe Pablo la «panoplia de Dios». Las piezas son: el cinto, que es la verdad; la coraza, que es la justicia; el calzado, que es la prontitud para predicar el Evangelio; el escudo, que es la fe; el yelmo, que es la esperanza de la salud; la espada del espíritu, que es la palabra de Dios.


Efesios  6,24

El sentido más probable de toda la frase parece ser: Sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesu-Cristo la gracia que se consuma en la inmortalidad.