Deuteronomio  12 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 32 versitos |
1 Éstos son los preceptos y las normas que cuidaréis de poner en práctica en la tierra que Yahvéh, Dios de tus padres, te va a entregar para que la poseas todo el tiempo que viváis sobre aquel suelo.
2 Destruiréis inexorablemente los lugares donde los pueblos que vais a desposeer han rendido culto a sus dioses: sobre las altas montañas, sobre las colinas y bajo todo árbol frondoso.
3 Demoleréis sus altares, romperéis sus estelas, quemaréis en el fuego sus caerás, derribaréis las estatuas de sus dioses y haréis desaparecer su nombre de aquellos lugares.
4 No haréis así con Yahvéh, vuestro Dios,
5 sino que frecuentaréis el lugar que Yahvéh, vuestro Dios, elija entre todas vuestras tribus para poner en él su nombre y su morada; es allí adonde habrás de ir.
6 Llevaréis allí vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y la ofrenda de elevación de vuestras manos, vuestras ofrendas votivas y vuestras oblaciones voluntarias y los primogénitos de vuestro ganado mayor y menor.
7 Allí comeréis en presencia de Yahvéh, vuestro Dios, y os regocijaréis, vosotros y vuestras familias, por todo lo que vuestras manos hayan ganado y lo que te haya aportado la bendición de Dios.
8 No haréis en manera alguna como aquí hacemos nosotros ahora, cada cual lo que le parece bien,
9 porque hasta el presente no habéis llegado al lugar de reposo y a la heredad que te da Yahvéh, tu Dios.
10 Pero cuando hayáis pasado el Jordán y habitéis en el país que Yahvéh, vuestro Dios, os entrega en posesión; cuando él os dé paz en medio de todos los enemigos que os rodean, y viváis con tranquilidad,
11 entonces, al lugar que eligiere Yahvéh, vuestro Dios, para que en él more su nombre, llevaréis todo lo que ahora yo os prescribo: vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas balanceadas de vuestras manos, y todo lo más selecto de cuanto hayáis prometido con voto a Yahvéh.
12 Y os regocijaréis delante de Yahvéh, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que está dentro de vuestras ciudades, ya que él no ha recibido parte ni heredad con vosotros.
13 Guárdate de ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que veas;
14 antes bien, los ofrecerás en el lugar que Yahvéh haya elegido en una de tus tribus, y allí harás todo lo que yo te mando.
15 Con todo, siempre que lo desees, podrás matar y comer carne dentro de todas tus ciudades, conforme a la bendición que Yahvéh, tu Dios, te haya otorgado; el impuro y el puro podrán comerla, como se come la gacela y el ciervo.
16 Pero nunca podréis comer la sangre; la derramarás sobre la tierra como agua.
17 No podrás comer dentro de tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, ni los primogénitos de tu ganado mayor y menor, ni nada de cuanto por voto hayas prometido, ni tus ofrendas voluntarias, ni las ofrendas balanceadas de tus manos.
18 Sólo ante Yahvéh, tu Dios, en el lugar que Yahvéh, tu Dios, haya elegido, allí lo comerás tú y tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva y el levita que more dentro de tus ciudades; y te regocijarás delante de Yahvéh, tu Dios, por todo lo que hayan aportado tus manos.
19 Guárdate de desamparar nunca al levita durante el tiempo que vivas sobre tu tierra.
20 Cuando Yahvéh, tu Dios, haya ensanchado tus dominios, como te lo ha dicho, y digas: Quisiera comer carne, porque te apetece comer carne, podrás comerla a la medida de tus deseos.
21 Si el lugar escogido por Yahvéh, tu Dios, para poner en él su nombre está demasiado lejos de ti, podrás matar reses de tu ganado mayor y menor que Yahvéh te hubiere dado, según lo que te ha prescrito, y lo podrás comer dentro de tus ciudades a la medida que te apetezca.
22 Lo comerás como se come la gacela y el ciervo; tanto el impuro como el puro podrán comerlo.
23 Pero mantente firme en no comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no debes comer la vida con la carne.
24 No la comerás; la derramarás sobre la tierra como agua.
25 No la has de comer, para que te vaya bien a ti, y a tus hijos después de ti, por haber hecho lo que es recto a los ojos de Yahvéh.
26 Pero las ofrendas sagradas a que estás obligado y tus ofrendas votivas, las tomarás contigo e irás al lugar que haya escogido Yahvéh.
27 Sacrificarás tus holocaustos, la carne y la sangre, en el altar de Yahvéh, tu Dios; la sangre de tus sacrificios será derramada encima del altar de Yahvéh, tu Dios; pero podrás comer la carne.
28 Guarda y escucha todas estas cosas que yo te ordeno, para que te vaya bien a ti, y a tus hijos después de ti, perpetuamente, por haber hecho lo que es bueno y recto a los ojos de Yahvéh, tu Dios.
29 Cuando Yahvéh, tu Dios, haya aniquilado a los pueblos a los que tú te diriges con el fin de desposeerlos; cuando los hayas desposeído y habites en su país,
30 guárdate de dejarte seducir por su ejemplo, después de haberlos exterminado delante de ti, y de interesarte por sus dioses, preguntando: ¿Cómo acostumbraban esos pueblos a servir a sus dioses? Voy a hacer yo también lo mismo.
31 No procedas así para con Yahvéh, tu Dios, porque ellos hicieron con sus dioses todo lo que Yahvéh abomina y detesta; hasta llegaron a quemar en el fuego a sus hijos e hijas en honor de sus dioses.
32 Guardaréis y practicaréis todo lo que yo os mando, sin añadir ni quitar nada.

Patrocinio

 
 

Introducción a Deuteronomio 

No hay comentario

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

Patrocinio

Notas