Deuteronomio  17 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 20 versitos |
1 No inmolarás al Señor, tu Dios, un buey o un cordero que tenga cualquier falta o defecto, pues esto es una abominación para el Señor, tu Dios.
2 Si en medio de ti, en alguna de las ciudades que el Señor, tu Dios, te va a dar, se encuentra un hombre o una mujer que hace el mal a los ojos del Señor, tu Dios, quebrantando su alianza,
3 y que va a servir a otros dioses y se postra ante ellos, o ante el sol, la luna o todo el ejército del cielo, cosa que yo no he mandado,
4 y te informan de ello o lo oyes, investigarás a fondo. Si es verdad y se confirma el hecho de que se ha cometido tal abominación en Israel,
5 sacarás a las puertas de tu ciudad a ese hombre o a esa mujer que han cometido esa mala acción, y lapidarás al hombre o a la mujer hasta que mueran.
6 Solo por la declaración de dos o tres testigos se ajusticiará al reo de muerte; no se le ajusticiará por la declaración de un solo testigo.
7 La mano de los testigos será la primera contra él para hacerlo morir, y después la mano de todo el pueblo. Así extirparás el mal de en medio de ti.
8 Si te resulta demasiado difícil juzgar un caso de homicidio, de litigio o de lesiones —casos litigiosos en tus ciudades—, te levantarás y subirás al lugar que elija el Señor, tu Dios,
9 y acudirás a los sacerdotes levitas y al juez que estén en funciones por aquellos días y les consultarás y te indicarán el veredicto.
10 Has de ajustarte al veredicto que te indiquen en aquel lugar que elija el Señor, y has de observar y cumplir cuanto te enseñen.
11 Te ajustarás a la ley que te den y al veredicto que te dicten, sin apartarte a derecha ni a izquierda.
12 El que por arrogancia no escuche al sacerdote, puesto allí para servir al Señor, tu Dios, o al juez, ese hombre morirá. Así extirparás el mal de Israel,
13 y todo el pueblo lo oirá y temerá, y nadie volverá a proceder con arrogancia.
14 Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar, la tomes en posesión y habites en ella, si dices: “Voy a poner sobre mí un rey, como todas las naciones que me rodean”,
15 podrás poner sobre ti un rey que elija el Señor, tu Dios. De entre tus hermanos, pondrás un rey sobre ti; no pondrás sobre ti un extranjero, que no sea hermano tuyo.
16 Pero él no poseerá muchos caballos ni hará volver al pueblo a Egipto para aumentar sus caballos, pues el Señor os ha dicho: “No volveréis jamás por ese camino”.
17 No poseerá muchas mujeres, para que no se descarríe su corazón, ni atesorará demasiada plata y oro.
18 Cuando se siente sobre su trono real, se hará escribir en un libro una copia de esta ley que conservan los sacerdotes levitas.
19 La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor, su Dios, observando todas las palabras de esta ley y todos estos mandatos para cumplirlos.
20 Así no se engreirá su corazón sobre sus hermanos ni se apartará de este precepto a derecha ni a izquierda, y él y su hijos prolongarán los días de su reinado en medio de Israel.

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Introducción a Deuteronomio 

DEUTERONOMIO

Deuteronomio significa «segunda ley» (deuteros-nomos). En realidad, se trata de las palabras que Moisés dirige a los israelitas en los umbrales de la tierra prometida. El Señor es presentado ante todo, como el Dios de Israel, y este como el pueblo de Dios. Así reza la fórmula central de la alianza (Deu 26:17-19). La lealtad debe ser la actitud fundamental de los israelitas hacia su Señor; su amor a él ha de ser uno y único, como uno y único es el mismo Señor (Deu 6:4 s). Esta unión del pueblo con el Señor implica el vínculo de los distintos miembros del pueblo entre sí. La reforma deuteronómica apuesta por una sociedad solidaria, igualitaria y sin pobres, por «un pueblo de hermanos», unidos en torno a su Dios.

Un lugar destacado lo ocupa la ley, que es un don de Dios a su pueblo, para que viva dignamente y en libertad en la tierra que el Señor le ha dado (véase Deu 6:20-25). Esta ley, no se ha de considerar como una imposición, sino como un camino de vida. En cuanto tarea a cumplir, la ley de Dios salvaguarda la vida libre en la tierra prometida. Traspasarla compromete no solo la libertad del pueblo, sino también su misma posesión de la tierra. Del cumplimiento de la ley depende la vida y la bendición de Israel (Deu 28:1-15; Deu 30:15-20).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Deuteronomio  17,1-20*4:44-28:68 El segundo discurso se asemeja, por su estructura, a algunos códigos legales del antiguo Oriente Próximo. El Código de Hammurabi consta de un prólogo, una amplia colección de leyes y un epílogo (con bendiciones y maldiciones), equiparables en líneas generales a las tres secciones de este discurso.