Filipenses 3 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 21 versitos |
1 Por lo demás, hermanos míos, gózaos en el Señor. Escribiros las mismas cosas a mí no me es enojoso; a vosotros os puede dar seguridad.
2 ¡Ojo con los perros, ojo con los malos obreros, ojo con la mutilación!
3 Que nosotros somos la circuncisión, los que, en el Espíritu de Dios, le damos culto, y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no ponemos nuestra confianza en la carne;
4 si bien yo podría tener confianza también en la carne. Si otro alguno se cree poder confiar en la carne, yo más;
5 circunciso del octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; por lo que mira a la ley, fariseo;
6 en cuanto a celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia que pueda darse en la ley, hombre sin tacha.
7 A pesar de todo, cuantas cosas eran para mí ganancias, ésas por Cristo las he reputado pérdida.
8 Que sí, que aun todas las cosas estimo ser una pérdida, comparadas con la eminencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien di al traste con todas, y las tengo por basuras, a fin de ganarme a Cristo
9 y ser hallado en él, no poseyendo una justicia propia, aquella que viene de la ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que proviene de Dios, basada sobre la fe;
10 a fin de conocerle a él y sentir en mi el poder de su resurrección y la comunicación de sus padecimientos, configurándome conforme a su muerte,
11 por si llego a encontrarme con la resurrección de entre los muertos.
12 No que ya lo haya obtenido o que ya sea yo perfecto; mas sigo adelante, por si logro apresarlo, ya que yo a mi vez fui apresado por Cristo Jesús. *
13 Hermanos, yo no me hago cuenta todavía de haberlo yo mismo apresado; una cosa hago, empero: olvidando lo que dejo atrás y lanzándome a lo que me queda por delante,
14 puestos los ojos en la meta, sigo corriendo hacia el premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.
15 Cuantos, pues, somos perfectos, tengamos estos sentimientos; y si sobre algo sentís de diferente manera, también sobre eso Dios os ilustrará.
16 Fuera de esto, desde el punto adonde hemos llegado, sigamos adelante por los mismos pasos.
17 Sed, hermanos, todos a una imitadores míos y observad a los que así proceden según el dechado que tenéis en nosotros,
18 Porque muchos andan por ahí, de quienes a menudo os decía—y ahora aún con lágrimas lo digo—los enemigos de la cruz de Cristo,
19 cuyo paradero es perdición, cuyo Dios es el vientre y cuya gloria está en su vergüenza: esos que tienen puesto el corazón en las cosas terrenas.
20 Porque nuestra ciudadanía en los cielos está, desde donde también aguardamos un Salvador, el Señor Jesu-Cristo
21 el cual transfigurará nuestro cuerpo dé bajeza, hecho según el talle de su cuerpo de gloria, según su poderosa acción, capaz aún de subyugar a sí todas las cosas.

Patrocinio

 
 

Introducción a Filipenses




EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES

LA IGLESIA DE FILIPOS. — Fue la primera que fundó Pablo en Europa. Esta circunstancia y el carácter noble, sincero, afectuoso, de aquella colonia romana explica la predilección del Apóstol a los filipenses. Lucas, en una de las páginas más admirables de los Hechos, refiere las peripecias de esta fundación. Era hacia el año 51 cuando Pablo, durante su segunda misión evangélica, movido por una visión celeste, determinó pasar de Triade a Macedonia; y habiendo desembarcado en Nepolis (hoy Cávala), se fue directamente a Filipos. Allí, después de numerosas conversiones y de maravillosos prodigios, un motín popular, provocado por unos farsantes, le obligó a retirarse de la ciudad, después de padecer los azotes y la cárcel. Pero dejaba allí fundada una cristiandad, adicta como ninguna al Apóstol, «su gozo y su corona», como él la llama. En otras varias ocasiones visitó Pablo a los filipenses. OCASIÓN Y OBJETO DE LA CARTA. — Unos diez años más tarde, hacia el 61, los filipenses, enterados de que el Apóstol estaba prisionero en Roma, le enviaron a Epafrodito con una buena limosna para socorrer a sus necesidades. Este, después de cumplir su misión, se quedó con Pablo para ayudarle en su ministerio apostólico. Pero cayó enfermo de peligro, y después de restablecido, en la convalecencia, sintió la nostalgia. Pablo, para consolar a Epafrodito y para calmar a los filipenses, preocupados con su enfermedad, le envió a su ciudad natal, confitándole al mismo tiempo la presente carta. Su objeto es dar gracias a los filipenses por su caridad, manifestarles la ternura de su afecto paternal y exhortarlos juntamente a perseverar en el camino comenzado. Las advertencias que les hace contra los judaizantes y contra ciertos epicúreos prácticos parecen más bien preventivas. Lo que principalmente les recomienda es la concordia y la caridad acompañada de humildad. DIVISIÓN DE LA CARTA. — Esta en nada se parece a un tratado doctrinal: es una expansión afectuosa de confianza, de gozo, de cariño, envuelto en consejos paternales. Además de la introducción y de la conclusión, en el cuerpo de la Epístola se pueden distinguir dos partes, cada una de las cuales contiene noticias personales seguidas de exhortaciones.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

Patrocinio

Notas

Filipenses 3,12-14

El pensamiento de Pablo se expresa con imágenes tomadas de la carrera. Pablo corría tras la justicia; Cristo corrió tras él, le dio alcance y le derribó. Pablo se levanta y corre tras Cristo, no ya para derribarle, sino para alcanzar la justicia de la fe y la corona de la vida en Cristo Jesús.