Filipenses 4 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 23 versitos |
1 Así que, hermanos míos queridos y entrañablemente deseados, gozo y corona mía, manteneos así firmes en el Señor, queridos míos.
2 Recomiendo a Evodia y recomiendo a Síntique que tengan un mismo sentir en el Señor. *
3 ¡Ea!, a ti también te ruego, mi leal compañero, que les prestes tu ayuda, ya que ellas lucharon a mi lado en pro del Evangelio a una con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida. *
4 Gózaos en el Señor en todo tiempo; otra vez lo diré: Gózaos.
5 Vuestra moderación dése a conocer a todos los hombres. El Señor está cerca. De nada os acongojéis,
6 sino que en toda coyuntura sean presentadas vuestras demandas en el acatamiento de Dios por la oración y plegaria, acompañada de nacimiento de gracias.
7 Y la paz de Dios, la que sobrepuja toda inteligencia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
8 Por lo demás, hermanos, cuantas cosas haya verdaderas, cuantas decorosas, cuantas justas, cuantas puras, cuantas amables, cuantas bien reputadas, si alguna virtud hay, si cosa digna de alabanza, tales cosas pensad:
9 lo que aprendisteis, y recibisteis, y oísteis, y visteis en mí, eso haced; y el Dios de la paz será con vosotros.
10 Me gocé en el Señor grandemente de que ya por fin retoñó el interés que por mí sentís, como que ya lo sentíais, sino que os faltaba oportunidad de mostrarlo.
11 No es que lo diga yo por mi indigencia, pues yo aprendí a bastarme con lo que tengo.
12 Bien sé vivir con estrechez y sé también nadar en la abundancia; en todo caso y en todas cosas he aprendido el secreto lo mismo de estar harto que de andar hambriento, lo mismo de estar sobrado que de andar escaso.
13 Para todo siento fuerzas en aquel que me conforta.
14 Por más que hicisteis bien entrando a la parte conmigo en mi tribulación.
15 Y sabéis también vosotros, filipenses, que en los comienzos del Evangelio, cuando salí de Macedonia, ninguna Iglesia abrigó conmigo cuentas, de haber y debe, sino vosotros solos;
16 pues ya en Tesalónica una vez y dos veces me enviasteis con qué atender a mis necesidades.
17 No es que yo busque el don; lo que busco es que el interés vaya multiplicándose a cuenta vuestra.
18 Lo recibí todo, y ando sobrado: quedo repleto, después de recibir de Epafrodito lo que de parte vuestra venía, fragancia de suavidad, sacrificio acepto, agradable a Dios.
19 Mi Dios, por su parte, proveerá colmadamente a todas vuestras necesidades según su esplendidez, con gloria en Cristo Jesús.
20 Al Dios y Padre nuestro sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
21 Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Os saludan los hermanos que están conmigo.
22 Os saludan todos los santos, singularmente los de la casa del César. *
23 La gracia del Señor Jesu-Cristo sea con vuestro espíritu. Amén.

Patrocinio

 
 

Introducción a Filipenses




EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES

LA IGLESIA DE FILIPOS. — Fue la primera que fundó Pablo en Europa. Esta circunstancia y el carácter noble, sincero, afectuoso, de aquella colonia romana explica la predilección del Apóstol a los filipenses. Lucas, en una de las páginas más admirables de los Hechos, refiere las peripecias de esta fundación. Era hacia el año 51 cuando Pablo, durante su segunda misión evangélica, movido por una visión celeste, determinó pasar de Triade a Macedonia; y habiendo desembarcado en Nepolis (hoy Cávala), se fue directamente a Filipos. Allí, después de numerosas conversiones y de maravillosos prodigios, un motín popular, provocado por unos farsantes, le obligó a retirarse de la ciudad, después de padecer los azotes y la cárcel. Pero dejaba allí fundada una cristiandad, adicta como ninguna al Apóstol, «su gozo y su corona», como él la llama. En otras varias ocasiones visitó Pablo a los filipenses. OCASIÓN Y OBJETO DE LA CARTA. — Unos diez años más tarde, hacia el 61, los filipenses, enterados de que el Apóstol estaba prisionero en Roma, le enviaron a Epafrodito con una buena limosna para socorrer a sus necesidades. Este, después de cumplir su misión, se quedó con Pablo para ayudarle en su ministerio apostólico. Pero cayó enfermo de peligro, y después de restablecido, en la convalecencia, sintió la nostalgia. Pablo, para consolar a Epafrodito y para calmar a los filipenses, preocupados con su enfermedad, le envió a su ciudad natal, confitándole al mismo tiempo la presente carta. Su objeto es dar gracias a los filipenses por su caridad, manifestarles la ternura de su afecto paternal y exhortarlos juntamente a perseverar en el camino comenzado. Las advertencias que les hace contra los judaizantes y contra ciertos epicúreos prácticos parecen más bien preventivas. Lo que principalmente les recomienda es la concordia y la caridad acompañada de humildad. DIVISIÓN DE LA CARTA. — Esta en nada se parece a un tratado doctrinal: es una expansión afectuosa de confianza, de gozo, de cariño, envuelto en consejos paternales. Además de la introducción y de la conclusión, en el cuerpo de la Epístola se pueden distinguir dos partes, cada una de las cuales contiene noticias personales seguidas de exhortaciones.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

Patrocinio

Notas

Filipenses 4,2

Evodia y Síntique eran dos señoras entre las cuales había ciertas disensiones.


Filipenses 4,3

LEAL COMPAÑERO: ignoramos quién sea.

|| CLEMENTE parece ser el que después fue papa.


Filipenses 4,22

En el palacio mismo de Nerón había penetrado el Evangelio.