I Timoteo 5 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 25 versitos |
1 Al anciano no le increpes con dureza, sino exhórtale como a padre; a los jóvenes, como hermanos;
2 a las ancianas, como madres; a las jóvenes, como hermanas, con toda pureza.
3 A las viudas hónralas, como sean verdaderas viudas.
4 Que si una viuda tiene hijos o nietos, aprendan éstos primero el cariñoso respeto que deben a su propia familia y el reconocimiento con que deben recompensar a sus progenitores, porque esto es acepto a los ojos de Dios. *
5 Mas la que es verdaderamente viuda y ha quedado sola, tiene puesta su esperanza en Dios y persevera en las plegarias y oraciones noche y día.
6 En cambio, la que se da a los placeres, viviendo está muerta.
7 Intímales estas cosas, a fin de que sean irreprensibles.
8 Que si uno no se interesa por los suyos, y particularmente por los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que un infiel.
9 Una viuda, para que sea inscrita en la lista, no ha de tener menos de sesenta años, mujer que haya sido de un solo marido, *
10 acreditada por sus buenas obras: si crió bien a sus hijos, si ejercitó la hospitalidad, si lavó los pies de los santos, si socorrió a los atribulados, si anduvo solícita tras toda obra buena.
11 Mas a las viudas jóvenes descártalas; porque si una vez los estímulos de la sensualidad les ponen hastío de Cristo, quieren casarse, *
12 incurriendo en condenación por haber quebrantado su primera fe,
13 y al mismo tiempo, ociosas también, aprenden a ir de casa en casa; ni sólo ociosas, sino además chocarreras y entremetidas, hablando lo que no conviene.
14 Deseo, pues, que las jóvenes se casen, que críen hijos, que sean amas de casa, que no den al adversario ninguna ocasión de hablar mal;
15 que ya algunas se han extraviado yéndose en pos de Satanás.
16 Si alguna mujer fiel tiene viudas allegadas, socórralas de lo suyo y no sea gravada la Iglesia, a fin de que se pueda socorrer a las que verdaderamente son viudas.
17 Los presbíteros que gobiernan bien, sean considerados dignos de doblado honor, mayormente los que se afanan en la palabra y en la enseñanza. *
18 Pues dice la Escritura: «Al buey que trilla no le pondrás bozal» y «Digno es el trabajador de su jornal».
19 Contra un presbítero no admitas acusación, a no ser sobre el testimonio de dos o tres.
20 A los que pecaren repréndelos en presencia de todos, para que también los demás cobren temor.
21 Te conjuro, en presencia de Dios y de Cristo Jesús y de los ángeles escogidos, a que observes estas cosas, depuesto todo prejuicio, no haciendo nada por inclinación a una de las partes.
22 A nadie impongas las manos de ligero ni te hagas cómplice de los pecados ajenos; a ti mismo consérvate puro.
23 En adelante no bebas más agua sola, sino toma un poco de vino a causa de tu estómago y de tus frecuentes achaques.
24 En ciertos hombres, los pecados son del todo notorios aun antes de ser llevados a juicio; los de otros, en cambio, sólo por el juicio se descubren. *
25 Asimismo, las obras buenas son a las veces del todo notorias, y las que no lo fueren no pueden encubrirse.

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Introducción a I Timoteo




I EPÍSTOLA A TIMOTEO

EPÍSTOLAS PASTORALES. — Con este nombre, insinuado ya por Santo Tomás, se designan comúnmente desde mediados del siglo XVIII las dos Epístolas a Timoteo y la dirigida a Tito. Son, en efecto, instrucciones dadas por el Apóstol a sus dos discípulos para el buen gobierno de las Iglesias a ellos confiadas.

AUTENTICIDAD. — La crítica racionalista, que, una tras otra, ha ido reconociendo la autenticidad de las demás Epístolas de Pablo, se resiste todavía a reconocer el origen paulino de las pastorales. Más sin razón. Los testimonios históricos a favor de las pastorales no son menos antiguos y constantes que a favor de las otras cartas. De otro orden son los motivos aducidos contra ellas. Tres son los principales: la índole de los falsos doctores en ellas combatidos, el estado de la jerarquía eclesiástica que ellas suponen y su lengua y estilo, diferente del de las Epístolas paulinas. Pero esos motivos de negación o de duda, bien considerados, lejos de oponerse a la autenticidad, antes la corroboran. El estado de la jerarquía, en vías todavía de formación, dista radicalmente del que a principios del siglo II suponen las Epístolas de San Ignacio Mártir. Los falsos doctores, combatidos en las pastorales, nada tienen que ver con los gnósticos del siglo II, como suponen esos críticos. Por fin, las ponderadas diferencias de lenguaje se reducen casi exclusivamente a los términos o vocablos nuevos, no empleados en las otras Epístolas; fenómeno muy natural, al tratarse de materias no tratadas en las cartas anteriores. En cambio, lo que hay de más personal y característico en el lenguaje, que es la sintaxis, el desencogimiento dialéctico del pensamiento, ciertas imágenes o frases favoritas, delata la mano de Pablo.

Los FALSOS DOCTORES. — Eran judíos y judaizantes, aunque no aquellos judaizantes taimados y obstinados, desenmascarados y combatidos en las Epístolas a los Romanos, Corintios y Gálatas, sino más bien unos insulsos charlatanes, que perdían el tiempo y desvirtuaban el Evangelio con disputas acerca de la ley, con fábulas o cuentos de viejas, con genealogías interminables, con prescripciones arbitrarias referentes al uso o abstención de ciertos alimentos y a la purificación legal. El daño principal de ese charlatanismo era hacer perder el gusto a la sana doctrina del Evangelio y preparar el camino a otras propagandas propiamente heréticas, que Pablo anuncia para lo por venir.

TIMOTEO. — Nacido en Listra de Licaonia de padre gentil y de madre judía, fue convertido a la fe por Pablo durante su primera expedición apostólica. A partir de la segunda expedición le tomó el Apóstol como compañero, y desde entonces fue uno de sus más fieles y fervorosos colaboradores en la predicación del Evangelio. Libre de la primera prisión de Roma, Pablo se dirigió al Oriente con Timoteo, a quien dejó en Efeso para que en su nombre gobernase aquella iglesia. Desde allí le llamó el Apóstol a Roma durante su segunda prisión, ya próximo a sellar con su sangre el Evangelio de Cristo.

OCASIÓN Y OBJETO DE LA EPÍSTOLA. — Su ocasión fueron las propagandas malsanas antes mencionadas y otras dificultades que Timoteo había de encontrar en el fiel desempeño de su misión pastoral. Su objeto era no sólo darle instrucciones, sino además poner en su mano un documento autorizado, que Timoteo pudiera utilizar oportunamente para vencer más eficazmente las resistencias que se le opusieran.

DIVISIÓN. — Puede dividirse en dos partes: una más didáctica, oirá más parenética.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

I Timoteo 5,4

APRENDAN: cómo deben tratar los hijos o nietos a sus madres o abuelas viudas.


I Timoteo 5,9-10

Enumera San Pablo las condiciones qué ha de reunir una viuda para ser inscrita como tal en el registro de la Iglesia. Las viudas así inscritas eran sustentadas por la Iglesia, a la cual ayudaban contribuyendo a la catequesis de las jóvenes. Las demás viudas necesitadas eran también socorridas por la Iglesia.


I Timoteo 5,11

Razón por la cual no deben ser inscritas las viudas jóvenes: para que no quebranten el propósito de guardar continencia, lo cual sería afrentar a Cristo.


I Timoteo 5,17

EL DOBLADO HONOR se refiere a los «honorarios», más copiosos. La razón que se da de este honor exige esta interpretación «económica». Los ministerios sagrados no se venden; mas los ministros tienen derecho a su decoroso sustento.


I Timoteo 5,24-25

Estos dos versículos son una declaración del versículo 1Ti_5:22. El sentido es: hay algunos cuya dignidad o indignidad para el sacerdocio es manifiesta, sin necesidad de nuevas informaciones; de otros, en cambio, no consta claramente: antes de ordenar a éstos son necesarias previas informaciones.