I Timoteo 6 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 21 versitos |
1 Cuantos están bajo yugo como esclavos miren a sus propios amos como dignos de todo honor, para que el nombre de Dios y la doctrina no sean blasfemados.
2 Mas los que tienen amos fieles no los tengan en menos por ser hermanos: antes bien, sírvanlos con mayor sumisión, por cuanto son fieles y amados los que reciben sus buenos servicios, Esto es lo que has de enseñar y recomendar.
3 Si alguno enseña otra doctrina y no se allega a las palabras de salud, las de nuestro Señor Jesu-Cristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad,
4 está infatuado, siendo así que nada sabe; antes bien, padece el prurito morboso de promover cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales resultan envidia, riña, insultos, sospechas malignas,
5 interminables disputas, propias de hombres corrompidos en su mente y privados de la verdad, que piensan ser la verdad una granjería.
6 Es, sí, grande, granjería la piedad, contenta con lo que basta;
7 pues nada hemos traído al mundo, como tampoco podemos llevarnos cosa de él;
8 y como tengamos alimentos y abrigos, con eso nos contentaremos.
9 Mas los que pretenden ser ricos caen en la tentación y en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas, las cuales hunden a los hombres en el abismo de la ruina y de la perdición.
10 Porque raíz es de todos los males el amor al dinero, tras el cual afanados algunos, se descarriaron de la fe y se envolvieron a sí mismos en muchos dolores punzantes.
11 Mas tú, ¡oh hombre de Dios!, huye de esas cosas; anda más bien tras la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. *
12 Lucha el noble certamen de la fe, conquista la vida eterna, para la cual fuiste llamado e hiciste aquella noble profesión de fe en presencia de numerosos testigos.*
13 Ordeno en presencia de Dios, que vivifica todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio testimonio de la verdad ante Poncio Pilato con tan noble confesión,
14 que conserves el mandato inmaculado, irreprensible hasta la manifestación de nuestro Señor Jesu-Cristo, *
15 la cual en sus tiempos mostrará el bienaventurado y único soberano, el Rey de los que reinan y Señor de los que dominan,
16 el único que posee la inmortalidad, que mora en luz inaccesible a quien no vio ninguno de los hombres ni puede ver, a quien sea honor y poderío sempiterno. Amén.
17 A los que son ricos en este presente siglo recomiéndales que no nutran sentimientos de altanería ni tengan puesta su esperanza en la riqueza, tan insegura, sino en Dios, que nos provee de todo espléndidamente para que disfrutemos de ello;
18 que se den a la beneficencia, que sean ricos en buenas obras, largos en repartir, amigos de comunicar sus bienes,
19 atesorando para sí un excelente fondo para lo por venir, a fin de alcanzar aquella que verdaderamente es vida. *
20 ¡Oh Timoteo!, guarda el depósito, dando de mano a las profanas palabrerías y contradicciones de la mal llamada ciencia, *
21 de la cual algunos haciendo alarde erraron en la fe. La gracia sea con vosotros.

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Introducción a I Timoteo




I EPÍSTOLA A TIMOTEO

EPÍSTOLAS PASTORALES. — Con este nombre, insinuado ya por Santo Tomás, se designan comúnmente desde mediados del siglo XVIII las dos Epístolas a Timoteo y la dirigida a Tito. Son, en efecto, instrucciones dadas por el Apóstol a sus dos discípulos para el buen gobierno de las Iglesias a ellos confiadas.

AUTENTICIDAD. — La crítica racionalista, que, una tras otra, ha ido reconociendo la autenticidad de las demás Epístolas de Pablo, se resiste todavía a reconocer el origen paulino de las pastorales. Más sin razón. Los testimonios históricos a favor de las pastorales no son menos antiguos y constantes que a favor de las otras cartas. De otro orden son los motivos aducidos contra ellas. Tres son los principales: la índole de los falsos doctores en ellas combatidos, el estado de la jerarquía eclesiástica que ellas suponen y su lengua y estilo, diferente del de las Epístolas paulinas. Pero esos motivos de negación o de duda, bien considerados, lejos de oponerse a la autenticidad, antes la corroboran. El estado de la jerarquía, en vías todavía de formación, dista radicalmente del que a principios del siglo II suponen las Epístolas de San Ignacio Mártir. Los falsos doctores, combatidos en las pastorales, nada tienen que ver con los gnósticos del siglo II, como suponen esos críticos. Por fin, las ponderadas diferencias de lenguaje se reducen casi exclusivamente a los términos o vocablos nuevos, no empleados en las otras Epístolas; fenómeno muy natural, al tratarse de materias no tratadas en las cartas anteriores. En cambio, lo que hay de más personal y característico en el lenguaje, que es la sintaxis, el desencogimiento dialéctico del pensamiento, ciertas imágenes o frases favoritas, delata la mano de Pablo.

Los FALSOS DOCTORES. — Eran judíos y judaizantes, aunque no aquellos judaizantes taimados y obstinados, desenmascarados y combatidos en las Epístolas a los Romanos, Corintios y Gálatas, sino más bien unos insulsos charlatanes, que perdían el tiempo y desvirtuaban el Evangelio con disputas acerca de la ley, con fábulas o cuentos de viejas, con genealogías interminables, con prescripciones arbitrarias referentes al uso o abstención de ciertos alimentos y a la purificación legal. El daño principal de ese charlatanismo era hacer perder el gusto a la sana doctrina del Evangelio y preparar el camino a otras propagandas propiamente heréticas, que Pablo anuncia para lo por venir.

TIMOTEO. — Nacido en Listra de Licaonia de padre gentil y de madre judía, fue convertido a la fe por Pablo durante su primera expedición apostólica. A partir de la segunda expedición le tomó el Apóstol como compañero, y desde entonces fue uno de sus más fieles y fervorosos colaboradores en la predicación del Evangelio. Libre de la primera prisión de Roma, Pablo se dirigió al Oriente con Timoteo, a quien dejó en Efeso para que en su nombre gobernase aquella iglesia. Desde allí le llamó el Apóstol a Roma durante su segunda prisión, ya próximo a sellar con su sangre el Evangelio de Cristo.

OCASIÓN Y OBJETO DE LA EPÍSTOLA. — Su ocasión fueron las propagandas malsanas antes mencionadas y otras dificultades que Timoteo había de encontrar en el fiel desempeño de su misión pastoral. Su objeto era no sólo darle instrucciones, sino además poner en su mano un documento autorizado, que Timoteo pudiera utilizar oportunamente para vencer más eficazmente las resistencias que se le opusieran.

DIVISIÓN. — Puede dividirse en dos partes: una más didáctica, oirá más parenética.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

I Timoteo 6,11

HOMBRE DE DIOS: así eran apellidados en el A. T. los profetas que por vocación estaban consagrados al servicio divino.

|| PACIENCIA es aquí la firmeza de la esperanza; por eso sigue inmediatamente a la fe y la caridad.


I Timoteo 6,12-13

LA NOBLE CONFESIÓN de fe hecha por Timoteo al ser consagrado obispo es comparada con la NOBLE CONFESIÓN que de su realeza mesiánica y filiación divina hizo Jesús ante Pilato.


I Timoteo 6,14

El MANDATO es como el código de las instrucciones episcopales que en esta carta da Pablo a Timoteo.


I Timoteo 6,14-16

La elevación y tono poético de estos versículos permite suponer que sus expresiones están tomadas de algún himno cristiano primitivo.


I Timoteo 6,19

FONDO: la palabra original, que significa fundamento , designa aquí los fondos atesorados con las buenas obras para la vida eterna.


I Timoteo 6,20

GUARDA EL DEPÓSITO: como si dijera: lo que enseñas, lo que mandas, no es tuyo; es un depósito sagrado que te ha sido confiado; cual lo has recibido, tal lo has de transmitir: integro, intacto. Tal ha sido siempre la voz de la Iglesia ante las novedades profanas que han atentado contra la sagrada integridad del depósito divino. Tal es también la divisa de la tradición católica.