Hebreos 12 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 29 versitos |
1

Jesús, modelo de constancia

Estamos, pues, rodeados de una ingente muchedumbre de testigos º. Así que desembaracémonos de todo impedimento, liberémonos del pecado que nos cerca y participemos con perseverancia en la carrera que se nos brinda. º
2 Hagámoslo con los ojos puestos en Jesús, origen y plenitud de nuestra fe. Jesús, que, renunciando a una vida placentera *, afrontó sin acobardarse la ignominia de la cruz y ahora está sentado junto al trono de Dios º. º
3 Tengan, por tanto, en cuenta a quien soportó una oposición tan fuerte de parte de los pecadores. Si lo hacen así, el desaliento no se apoderará de ustedes.
4

Pedagogía paternal de Dios

En realidad, aún no han llegado ustedes a derramar sangre en su lucha contra el pecado,
5 pero sí han olvidado la exhortación paternal que les dirige la Escritura: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor ni pierdas el ánimo cuando él te reprenda, º
6 pues el Señor corrige a quien ama y castiga a quien reconoce como hijo.
7 Acepten ustedes la corrección, que es señal de que Dios los trata como a hijos. ¿Hay, en efecto, algún padre que no corrija a su hijo? º
8 Pero si quedan privados de la corrección que todos reciben, es que son bastardos y no hijos legítimos.
9 Además, si en la tierra hemos tenido unos padres que nos han corregido y, sin embargo, los hemos respetado, ¿no deberemos, con mucha más razón, someternos al Padre sobrenatural º si queremos tener vida?
10 Aquellos, en efecto, nos educaban según sus criterios para una vida corta; este, en cambio, nos educa para algo provechoso, a saber, para que participemos de su propia santidad.
11 Ninguna corrección resulta placentera cuando se recibe; al contrario, es desagradable. Mas a la postre, a quienes se sirven de ella para ejercitarse, les reporta frutos de paz y rectitud º. º
12 Así pues, ármense de valor y no se dejen vencer por el cansancio º, º
13 y encaminen sus pasos por senderos llanos para que el pie cojo no sufra una nueva torcedura, sino que pueda, más bien, sanar. º
14

V.— JESUCRISTO, FUENTE Y MODELO DE VIDA CRISTIANA (12:14—13:19)

Fidelidad a la vocación cristiana

Procuren estar en paz con todos y llevar una vida de consagrados º; sin ello nadie verá al Señor.
15 Manténganse vigilantes para que nadie quede privado de la gracia de Dios; para que ninguna planta dañina, capaz de perturbar y emponzoñar a toda una multitud, crezca entre ustedes; º º
16 para que nadie viva entregado a la lujuria o a una conducta irreligiosa como Esaú º que, por un solo plato de comida, cedió sus derechos de primogénito. º
17 Más tarde, como saben, quiso recibir en herencia la bendición, pero en vano; aunque lo suplicó entre lágrimas, ya no pudo cambiar lo que había hecho. º
18 Ustedes no se han acercado a una montaña de esta tierra º. No han tenido que enfrentarse a un fuego ardiente, a las oscuras tinieblas o al fragor de la tormenta; º
19 tampoco al clamor de la trompeta o al sonido de aquellas palabras que, al oírlo, hizo suplicar a los israelitas que no les hablara Dios º.
20 Y es que les resultaba intolerable lo que se les había prescrito: Cualquiera que ponga el pie en la montaña, aunque se trate de un animal, morirá apedreado. º
21 Era tan estremecedor el espectáculo, que el mismo Moisés exclamó: Estoy aterrorizado y lleno de miedo. º
22

No rechazar al Señor

Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión º, a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, a la multitud festiva de los ángeles, º
23 a la asamblea de quienes han sido inscritos como primeros ciudadanos º de los cielos, a Dios que es juez de todos, a los espíritus de los que, habiendo vivido rectamente, han alcanzado la meta, º
24 a Jesús, en fin, mediador de una alianza nueva, cuya sangre, rociada sobre nosotros, clama con más elocuencia º que la de Abel. º
25 Estén, pues, atentos a no rechazar la voz de Dios. Porque si los que rechazaron a quien hablaba desde la tierra no consiguieron escapar, ¿qué sucederá con nosotros si volvemos la espalda a quien nos habla desde el cielo?
26 Entonces su voz hizo temblar la tierra; ahora mantiene lo que prometió cuando dijo: Haré temblar una vez más no sólo la tierra, sino también el cielo. º
27 Con las palabras “una vez más” indica que lo inestable, por ser criatura, va a ser transformado º y sólo permanecerá lo inconmovible. º
28 Y puesto que somos nosotros los que recibimos ese reino inconmovible, seamos agradecidos º, tributemos a Dios un culto agradable con reverencia y respeto. º
29 Que no en vano nuestro Dios es un fuego devorador. º

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Introducción a Hebreos

INTRODUCCIÓN


1. Problemática general del escrito


La llamada carta a los Hebreos (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Heb) es uno de los escritos del NT que más interrogantes suscitan. Interrogantes que tienen que ver con su tono general, su género literario, su marco histórico concreto (autor, destinatarios, fecha de composición), su contenido, su colocación en la lista de libros bíblicos a continuación del “corpus paulinum” como si formara parte de él y, finalmente, su particular historia en el proceso de incorporación al canon bíblico del NT.


Las antiguas iglesias cristianas de Oriente reconocieron desde el principio el origen paulino de Heb y su plena autoridad normativa dentro de la Iglesia en cuanto libro inspirado. Sólo Orígenes y Clemente de Alejandría — voces importantes, por otra parte — manifestaron ya serias reservas sobre el origen paulino del escrito. En cambio, las iglesias de Occidente tuvieron más dificultad en reconocer a Heb no sólo como obra de Pablo, sino también como libro canónico. Pero las dudas fueron desapareciendo poco a poco y a finales del siglo IV la aceptación de Heb como escrito paulino y canónico es unánime dentro de toda la Iglesia. Es verdad que en el siglo XVI, en el marco de la Reforma, volvieron a escucharse voces contrarias a la paulinidad y canonicidad de Heb, pero fueron voces sin demasiado eco. En la actualidad, nadie pone en duda la pertenencia de Heb a la lista de libros sagrados del NT. Otra cosa distinta es la cuestión de su paternidad literaria. Aunque todos admiten la notable presencia de elementos paulinos en Heb, la opinión prácticamente unánime es que su autor, dadas las características del escrito, no es el apóstol Pablo.


Esta cuestión de la autenticidad y otras, de las que se hablará en seguida, vinculadas sobre todo al género literario, al estilo y al contenido, hacen de Heb un escrito singular para cuya correcta comprensión será muy conveniente contar con unas claves de lectura y un conocimiento previo de sus peculiaridades.


2. Características literarias


¿Es Heb realmente una carta? Así se la ha considerado tradicionalmente y como tal se la ha incluido desde antiguo en el bloque de las cartas paulinas. Sin embargo, sus rasgos epistolares son más bien escasos; prácticamente se reducen a los versículos finales (Heb 13:18-19; Heb 13:22-25) que desentonan del conjunto y suelen considerarse como un añadido. Se echa de menos el nombre del remitente y el de los destinatarios (el título “a los Hebreos” no forma parte del escrito original). Faltan los saludos y los deseos de gracia y paz habituales al comienzo de las cartas del NT. Comienza con un párrafo solemne y muy elaborado propio de un discurso o un sermón (Heb 1:1-3) y parece que originalmente terminaba con otro párrafo de las mismas características (Heb 13:20-21). A esto debe añadirse que el resto del escrito mantiene el tono elevado y solemne, sin apenas noticias ni referencias de carácter personal como sería de esperar si se tratara de una carta.


Todos estos datos invitan a pensar — y así lo sostienen numerosos autores — que se trata más bien, de una pieza oratoria. Una especie de discurso-homilía elaborado para ser pronunciado oralmente y que el propio autor u otra persona envía por escrito a unos destinatarios tal vez distintos de los originales. Con el discurso-homilía, al que significativamente el autor llama exhortación (Heb 13:22), se adjunta una breve nota de acompañamiento que sí tiene, como es natural, carácter epistolar (Heb 13:23-25). Este punto de vista es, en la actualidad, claramente mayoritario. Sin embargo, no faltan autores que siguan manteniendo que Heb, a pesar de las apariencias en contrario, se escribió y se envió como carta. Así lo sugeriría la alternancia de momentos teóricos y prácticos propia de las cartas paulinas, las varias alusiones a la situación religiosa de los destinatarios (Heb 3:12; Heb 5:12; Heb 6:4-12; Heb 10:25; Heb 10:32-34; Heb 12:4), la evidente dimensión pastoral del escrito, la repetida utilización del vocativo hermanos a imitación de Pablo (Heb 3:1; Heb 3:12; Heb 10:19; Heb 13:22) y las concretas recomendaciones del último capítulo (Heb 13:17-19). Si falta el encabezamiento es porque pudo suprimirse al ser enviada a unos nuevos destinatarios.


En cualquier caso, sea homilía o carta, Heb hace gala de un rico vocabulario y un magnífico estilo, tal vez el mejor de todo el NT. Además, el autor ha sabido organizar los materiales utilizados con gran maestría. Estamos ante un conjunto plenamente armónico, con una gran unidad interna, con una constante y equilibrada alternancia entre la exposición teórica y la exhortación práctica. Y todo ello girando en torno al tema central del escrito que el propio autor tiene buen cuidado en subrayar (Heb 8:1).


3. Marco histórico: autor, destinatarios, fecha.


Si realmente no fue Pablo el autor de Heb, hay que pensar que su autor fue un cristiano probablemente de ascendencia judía, buen conocedor de las cartas paulinas, muy familiarizado con la versión griega de la Biblia llamada de los LXX (que utiliza de forma magistral y de la que toma todas sus citas del AT) y excelentemente formado en la cultura helenística. Junto a una excepcional capacidad para profundizar teológicamente en los temas planteados, manifiesta una singular preocupación pastoral por la comunidad o comunidades a las que se dirige. Se ha pensado en Lucas, Bernabé, Judas Tadeo, Silas, Clemente Romano y sobre todo en Apolo (ver Hch 18:24-28); todas son simples conjeturas, posibles pero poco probables.


Los destinatarios del escrito son, sin duda, cristianos. Y cristianos ya desde hace cierto tiempo (Heb 5:11-12). La utilización masiva del AT no exige necesariamente que se trate de cristianos sólo procedentes del judaísmo, pues el AT se había convertido desde los mismos orígenes del movimiento de Jesús en patrimonio común de todos los cristianos, cualquiera que fuera su procedencia. Pero el tono general del escrito y el título mismo, aunque sea relativamente tardío, sugieren que el autor tiene presentes sobre todo a oyentes o lectores judeocristianos. Lo que sí parece cierto, en todo caso, es que estos cristianos destinatarios de Heb han pasado por momentos difíciles de los que salieron airosos (Heb 10:32-35). Ahora parece que de nuevo están viviendo tiempos de crisis: indolencia, cansancio, desaliento, peligro de apostasía (Heb 3:12-13; Heb 4:1; Heb 4:11; Heb 5:11; Heb 6:4-6; Heb 10:25-31). Frente a esta situación, que el autor califica de grave (Heb 3:12), es preciso recuperar e intensificar la fe y la esperanza en Jesucristo, único y definitivo salvador (Heb 2:3-4; Heb 6:17-20; Heb 10:19-24).


Clemente Romano cita Heb en su carta a los Corintios, escrita hacia el año 95 d. C. Hay, pues, que situar la composición de Heb antes de la década de los 90. Pero existe otro dato significativo que invita incluso a pensar en un tiempo anterior al 70, año en que fue destruido el Templo de Jerusalén. Por una parte, las constantes referencias al culto judío en Heb parecen suponer que tal culto seguía aún vigente en dicho Templo; y por otra, si la destrucción del Templo ya había tenido lugar, difícilmente se comprende cómo el autor no utiliza este hecho para demostrar la caducidad del culto judío frente a la perfección y vigencia definitiva del sacrificio salvador de Cristo (Heb 7:11-19; Heb 9:11-14).


4. Contenido teológico


La fe cristiana confesaba ya a Jesucristo como Hijo eterno de Dios, superior a todos los ángeles (Heb 1:2-5) y colmado de poder y de gloria a partir de la resurrección y la ascensión a los cielos donde está sentado junto al Padre (Heb 2:8-9). La aportación teológica fundamental de Heb radica en que este Jesús ha sido constituido por Dios sumo sacerdote (Heb 5:4-6; Heb 8:1). Afirmación original y sorprendente. Es verdad que las esperanzas del AT conferían rasgos sacerdotales al Mesías y que en ciertos ambientes del tiempo de Jesús, en Qumrán por ejemplo, se esperaba la llegada de un Mesías sacerdotal. Pero a la vista de la trayectoria existencial de Jesús de Nazaret, difícilmente cabía atribuirle una condición sacerdotal: no pertenece a la tribu de Leví; no realizó ningún tipo de oficio sacerdotal en el Templo; se enfrentó repetidas veces con los sacerdotes y con su concepción ritual de lo religioso; relativiza el valor de los sacrificios y de los lugares de culto; su muerte no fue precisamente, o al menos no lo pareció, un sacrificio cultual, sino una realidad trágica acaecida lejos del Templo, fuera de la ciudad santa; fue la muerte de un malhechor, de un excluido del pueblo, de un “maldito” de Dios, provocada, además, por los mismos sacerdotes judíos. No puede extrañar que nadie hasta el momento se hubiera decidido a considerar a Jesús como sacerdote. Es el paso que se atreve a dar el autor de Heb. Y lo hace en la seguridad de que así lo exige una lectura cristiana de las Escrituras del AT y una reflexión-meditación en profundidad sobre el misterio del ser, de la vida y de la muerte de Jesús.


Jesucristo es, pues, el sumo sacerdote de la nueva alianza (Heb 8:6; Heb 9:15; Heb 13:20) que asumió, realizó y perfeccionó lo que el auténtico sacerdocio estaba llamado a realizar según el proyecto salvador de Dios. Jesucristo es el sacerdote que se ofrece a sí mismo en sacrificio perfecto, una vez para siempre, superando y reemplazando con el sacrificio de su muerte redentora todos los antiguos sacrificios (Heb 9:11-14; Heb 9:25-28). Es el sacerdote que ha entrado definitivamente en un santuario mayor y más valioso que el antiguo, el santuario celestial donde intercede permanentemente por nosotros (Heb 9:11; Heb 9:24) y desde el que nos convoca a que, siguiendo su ejemplo, también nosotros nos acerquemos a Dios con un corazón sincero y lleno de fe para conseguir así entrar en ese santuario celestial (Heb 10:19-23).


Es admirable, por lo demás, cómo, al hilo de esta meditación teológica sobre la condición sacerdotal de Jesucristo, el autor de Heb va insertando de forma alternativa y magistral una amplia serie de exhortaciones sobre cuál debe ser el comportamiento de quienes se confesaban discípulos de Jesús. Exhortaciones que invitan a sacar las consecuencias de las enseñanzas expuestas con el fin de superar la crisis de fe y una cierta situación de desaliento en que parecen encontrarse las comunidades cristianas destinatarias del escrito (Heb 12:1-4). Se trata de hacer fructificar la fe en toda clase de obras buenas (Heb 10:24), ofreciendo también nosotros a Dios por medio de Jesucristo un sacrificio de alabanza (Heb 13:15) y haciendo de nuestra vida, a imitación de Jesucristo, un sacrificio continuo de amor y servicio a los hermanos (Heb 13:16).


5. Estructura


Hemos señalado más arriba que Heb es un escrito (discurso-homilía) magníficamente estructurado. Los más recientes estudios sobre Heb coinciden en proponer una división de carácter concéntrico en cinco partes, precedidas de un prólogo-exordio y seguidas de un epílogo-conclusión, más una breve nota epistolar de acompañamiento.


— Introducción (Heb 1:1-4)


I. — JESUCRISTO, SUPERIOR A LOS ÁNGELES (Heb 1:5Heb 2:18)


II. — JESUCRISTO, SACERDOTE FIEL Y MISERICORDIOSO (Heb 3:1Heb 5:10)


III. — JESUCRISTO, SUMO SACERDOTE PERFECTO Y SANTIFICADOR (Heb 5:11Heb 10:39)


IV. — JESUCRISTO, AUTOR Y PERFECCIONADOR DE NUESTRA FE (Heb 11:1Heb 12:13)


V. — JESUCRISTO, FUENTE Y MODELO DE VIDA CRISTIANA (Heb 12:14Heb 13:19)


— Conclusión (Heb 13:20-25)


Fuente:

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Notas

Hebreos 12,1— testigos: A saber, todos aquellos que, según el capítulo precedente, han dado testimonio de su fe.


Hebreos 12,11Co 9:24-27; Flp 3:12; 1Ti 6:12.
Hebreos 12,2Heb 1:3; Heb 2:10; Heb 8:1; Sal 110:1; Mat 22:44.
Hebreos 12,2— renunciando a una vida placentera: La preposición griega anti, utilizada en este pasaje, puede tener un doble valor: o bien en lugar de (adoptado en la presente traducción), o bien en atención a. Si se adopta esta segunda posibilidad, la traducción sería: Jesús que, animado por el gozo que le esperaba...

— junto al trono de Dios: Lit. a la derecha del trono de Dios: Ver nota a Heb 1:3.
Hebreos 12,5Pro 3:11-12 (versión griega de los LXX); Apo 3:19.
Hebreos 12,7Deu 8:5; 2Sa 7:14.
Hebreos 12,9— Padre sobrenatural: Lit. Padre de los espíritus.
Hebreos 12,112Co 7:8-11; Stg 3:18.
Hebreos 12,11— rectitud: Ver notas a Heb 5:13 y a Efe 4:24.
Hebreos 12,12— ... por el cansancio: Lit. fortaleced las manos débiles, consolidad las piernas que vacilan.
Hebreos 12,12Isa 35:3; Sir 25:23.
Hebreos 12,13Pro 4:26 (versión griega de los LXX).
Hebreos 12,14— Una vida de consagrados: Lit. una vida de santidad. Ver nota a Rom 1:7.
Hebreos 12,15Heb 6:8; Deu 29:18.
Hebreos 12,15Sal 34:14; Rom 12:8.
Hebreos 12,16— como Esaú: Una tradición rabínica atribuía a Esaú no sólo la cesión de los derechos de primogenitura a favor de su hermano Jacob, sino otras prácticas inmorales que no recoge el texto bíblico.
Hebreos 12,16Gén 25:33-34.
Hebreos 12,17Gén 27:34.
Hebreos 12,18— una montaña de esta tierra: La traducción literal sería: una montaña que se pueda tocar. Es preciso tener en cuenta que numerosos mss., entre ellos varios de los más antiguos y mejores, omiten el vocablo montaña. En esta hipótesis, las palabras de esta tierra (o que se pueda tocar ) podrían afectar al substantivo fuego y habría que traducir: no se han acercado a un fuego ardiente y palpable.
Hebreos 12,18Éxo 19:16-21; Éxo 20:18-21; Deu 4:11-12; Deu 5:23-27.
Hebreos 12,19— que no les hablara Dios: Todo el pasaje (vv. Heb 12:18-19) alude a los fenómenos aterradores que acompañaron la revelación de Dios en el Sinaí (Éxo 19:1 ss).
Hebreos 12,20Éxo 19:12-13.
Hebreos 12,21Deu 9:19.
Hebreos 12,22Gál 4:26, Apo 3:12; Apo 5:11; Apo 21:2; Apo 21:10; (ver Heb 11:10).
Hebreos 12,22— la montaña de Sión: Sobre esta montaña estaba edificada Jerusalén que, por este motivo, se llamó también Sión como nombre poético y sagrado.
Hebreos 12,23— primeros ciudadanos: Lit. asamblea de los primogénitos.
Hebreos 12,23Sal 50:6.
Hebreos 12,24Heb 8:6-13; Heb 9:15; Heb 11:4; Luc 23:20; 1Pe 1:2.
Hebreos 12,24— con más elocuencia: Por cuanto la sangre de Abel pedía venganza, mientras que la de Jesucristo es portadora de perdón.
Hebreos 12,26Hag 2:6.
Hebreos 12,27Sal 96:9-11.
Hebreos 12,27— va a ser transformado: También podría traducirse: desaparecerá.
Hebreos 12,28Dan 7:28.
Hebreos 12,28— seamos agradecidos: O bien: conservemos este don.
Hebreos 12,29Deu 4:24; Deu 9:3; Isa 33:14.