Hebreos 5 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 14 versitos |
1 Porque todo pontífice escogido de entre los hombres es constituido en pro de los hombres, cuanto a las cosas que miran a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados, *
2 capaz de ser indulgente con los ignorantes y extraviados, dado que también él está cercado de flaqueza;
3 razón por la cual debe, por sí mismo no menos que por el pueblo, ofrecer sacrificios por los pecados.
4 Y nadie se apropia este honor sino cuando es llamado por Dios, como lo fue Aarón.
5 Así también Cristo no se glorificó a sí mismo en hacerse Pontífice, sino el que le habló (Sal 2:7): «Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado». *
6 Como también en otro lugar dice (Sal 109:4): «Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec».
7 El cual en los días de su carne, habiendo ofrecido plegarias y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que le podía salvar de la muerte, y habiendo sido escuchado por razón de su reverencia, *
8 aun con ser Hijo, aprendió de las cosas que padeció lo que era obediencia;*
9 y consumado, vino a ser para todos los que le obedecen causa de salud eterna. *
10 proclamado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
11 Acerca de lo cual es mucho lo que tenemos que decir, y no fácil de declarar, ya que os habéis tornado torpes de oído.
12 Porque debiendo, en razón del tiempo, ser maestros, de nuevo tenéis necesidad de que os enseñen los primeros rudimentos de los oráculos de Dios, y habéis llegado a tener necesidad de leche y no de manjar sólido.
13 Pues todo el que está a leche es inexperto para la doctrina de la justicia, como niño que es.
14 Mas de los hombres maduros es el manjar sólido, de aquellos que por el hábito tienen los sentidos ejercitados para el discernimiento del bien y del mal.

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Introducción a Hebreos




EPÍSTOLA A LOS HEBREOS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. — El estado de ánimo de los hebreos palestinenses era verdaderamente excepcional. No se trataba de un, peligro ordinario, como las disensiones de los corintios o las preocupaciones escatológicas de los tesalonicenses; se trataba de una crisis gravísima, decisiva, de la Iglesia de Palestina. En un esfuerzo supremo, presagio de la última catástrofe, el judaísmo se empeñó en restaurar su nacionalidad y esplendor religioso. Terminado ya, o a punto de terminarse, el templo de Jerusalén, comenzado más de ochenta años antes por Herodes el Grande, el culto divino podía ostentar toda su magnificencia. Los judíos cristianos, que no habían roto aún definitivamente con el judaísmo oficial, no podían quedar impasibles ante este aparente resurgimiento; y cuando cotejaban la pompa del culto levítico con la sencillez y pobreza de la naciente liturgia cristiana, se apoderaba de ellos una nostalgia religiosa que comprometía su fe. Y no sólo echaban de menos la esplendidez del culto mosaico, sino también las purificaciones rituales y observancias tradicionales. A todo esto se añadía el temor de los odios y persecuciones con que sus antiguos correligionarios, en aquellos momentos de exacerbación nacionalista, habían de responder a su defección del judaísmo. En suma: sentían un gran vacío moral y religioso, aumentado por el terror de la persecución.

ARGUMENTO DE LA EPÍSTOLA. — Puestos los hebreos al borde del abismo, Pablo, que había deseado ser anatema de Cristo por sus hermanos según la carne, voló en su socorro. Valiéndose del anónimo y velándose con el incógnito, si bien más aparente que real, les escribió una carta, o, mejor, un mensaje de aliento, para desvanecer sus preocupaciones y sus temores. La tesis del escrito es eminentemente práctica, y consta de dos afirmaciones íntimamente relacionadas entre si. La primera y principal establece la virtud santificadora de la nueva religión: virtud más poderosa de una santidad más perfecta; la segunda, consecuencia de la primera, infunde valor para no desmayar ante las persecuciones. Al anhelo de perfección, aunque algo extraviado, de los hebreos, responde Pablo, no refrenando esos ímpetus del corazón religioso, antes bien, dando al espíritu mayores vuelos y levantándose a alturas jamás imaginadas.

Para presentar en toda su dignidad y eficacia la santidad cristiana, inmensamente superior a la santidad mosaica, establece un parangón, que fácilmente se convierte en antítesis, entre la antigua y la nueva alianza. Esta comparación entre las dos alianzas, presente siempre a los ojos del autor, es la base y la síntesis de toda su demostración: la antigua alianza, pasajera, preparatoria, imperfecta; la nueva alianza, eterna, definitiva, perfectísima. Pero este cotejo o contraste apenas sale, diríamos, a la superficie; no quiere Pablo herir demasiado en lo vivo
los sentimientos de los judíos; lo que aparece radiante en primer término es la persona amable de Cristo, Autor y Consumador de la fe. En la antigua alianza. Dios se comunicó al pueblo por medio de los ángeles y Moisés, siervo de Dios; en la nueva habla a los hombres por Cristo, hijo de Dios, inmensamente superior a los ángeles y a Moisés. En la antigua alianza, los hombres se comunicaban con Dios por medio del sacerdocio de Aarón, ineficaz y transitorio; en la nueva alianza se comunica por medio de Cristo, sacerdote único y eterno según el orden de Melquisedec. En la antigua alianza los ministerios de mensajero y pontífice estaban repartidos; en la nueva, Cristo los asume todos en sí, Apóstol y Pontífice de nuestra fe. Pero llega más alto el vigor sintético y elevación teológica del autor. Si Cristo reúne en su persona toda la grandeza religiosa de la nueva alianza, su sacrificio en la cruz condensa a su vez toda la obra de Cristo. El sacrificio del Pontífice eterno, punto central de toda la demostración, es juntamente la clave de los dos problemas que en ella se desenvuelven.

AUTOR, LENGUA, TIEMPO Y LUGAR. — Que el autor de la Ep. a los Hebreos sea Pablo, no admite duda; no es, con todo, improbable que a las órdenes del Apóstol, bajo su dirección y responsabilidad, colaborase un redactor cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros. La lengua original en que se escribió la Epístola no es la hebrea o la aramea, como alguno imaginó, sino la griega, más pura aquí que en otros escritos del N. T. Escribióse, según todas las probabilidades, después de haber sido martirizado Santiago el Menor, obispo de Jerusalén, a cuya muerte se alude en 13:7, y después también de la primera cautividad romana de Pablo, inmediatamente antes o después de su viaje a España. La frase final «Os saludan los de Italia» (13:24) parece indicar haberse escrito la carta desde alguna ciudad de Italia, acaso desde Roma,

DIVISIÓN. — El cuerpo de la Epístola consta de dos partes. La primera, dogmática, presenta a Jesu-Cristo como Dios, sacerdote y víctima (1:5-10:18); la segunda, parenética, contiene exhortaciones a la perseverancia en la fe y a la constancia en la tribulación, seguidas de recomendaciones particulares (10:19-13:17).




Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Hebreos 5,1

En esta definición del sacerdote, cuatro propiedades señala Pablo:
1) la elección divina;
2) la Índole y representación humana del sacerdote, tomado de entre los hombres y representante suyo;
3) las cosas en que se ejerce su ministerio, que son las que miran a Dios;
4) su función esencial y característica, que es la oblación de dones (incruentos) y de sacrificios (cruentos).


Hebreos 5,5

La vocación de Cristo al sacerdocio incluye dos actos divinos: la generación y la investidura. La filiación divina es como una vocación innata que dispone a Cristo al sacerdocio; el decreto jurado e irrevocable es como su consagración sacerdotal.


Hebreos 5,7

EN LOS DÍAS DE SU CARNE: alude Pablo a la oración de Cristo en la cruz, y también a la oración del huerto, en la cual el Señor, además de sudar sangre, clamaría y lloraría.

|| HABIENDO SIDO ESCUCHADO: el Señor fue escuchado, por cuanto se le mostró un ángel, venido del cielo, el cual le confortaba (Luc_22:43).

|| POR RAZÓN DE SU REVERENCIA: en atención a la sumisión incondicional con que oraba.


Hebreos 5,8

APRENDIÓ OBEDIENCIA: conoció práctica y experimentalmente lo que era obedecer, lo que cuesta la perfecta obediencia hasta la muerte , y muerte de cruz .


Hebreos 5,9

CONSUMADO: Cristo, al ser inmolado, alcanzó la consumación de su condición de víctima: consumación que fue para él principio de su glorificación, y para nosotros CAUSA DE SALUD ETERNA,