Santiago 1 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 27 versitos |
1 Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesu-Cristo, a las doce tribus que viven en la dispersión: salud. *
2 Considerad, hermanos míos, como dicha colmada cuando os viereis cercados de diferentes tribulaciones, *
3 entendiendo que lo acendrado de vuestra fe engendra constancia. *
4 Mas la constancia ha de tener obra perfecta, para que seáis perfectos y cabales, no faltos en cosa alguna.
5 Que si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, pídala a Dios, que da a todos generosamente y no zahiere, y le será otorgada;
6 mas pídala con fe, sin titubear en lo más mínimo; pues el que titubea se asemeja al oleaje del mar, levantado por el viento y llevado acá y allá.
7 Pues no piense ese hombre que recibirá nada del Señor:
8 hombre de ánimo doblado, inestable en todos sus caminos.
9 Gloríese el hermano de condición humilde en su exaltación, *
10 mas el rico en su humillación, pues como flor de heno pasará
11 Porque salió el sol con sus ardores y «secó el heno, y su flor se cayó» (Is 40:6-7), y la hermosura de su semblante pereció; así también el rico en sus empresas se marchitará.
12 Bienaventurado el hombre que sobrelleva la tentación, porque, acrisolado con ella, recibirá la corona de la vida, que Dios prometió a los que le aman. *
13 Nadie, cuando es tentado, diga que «Por Dios soy tentado», porque Dios no es tentador de cosa mala. El a nadie tienta, *
14 sino que cada cual es tentado al ser arrastrado y encebado por la propia concupiscencia;
15 luego la concupiscencia, después que ha concebido, pare pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra muerte. *
16 No os engañéis, hermanos míos queridos.
17 Toda dádiva buena y todo don perfecto, de arriba desciende, del Padre de las luces, en el cual no existe vaivén ni oscurecimiento, efecto de la variación. *
18 De su voluntad nos engendró con la palabra de la verdad, para que fuéramos como primicias de sus criaturas. *
19 Ya lo sabéis, hermanos míos queridos. Sea todo hombre pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira;
20 porque la ira del varón no obra justicia de Dios.
21 Por lo cual, lanzando lejos de vosotros toda inmundicia y redundancia de malicia, acoged con mansedumbre la palabra sembrada en vosotros, que es poderosa para salvar vuestras almas. *
22 Pero sed obradores de la palabra y no oidores solamente, engañándoos a vosotros mismos.
23 Porque si uno es oidor de la palabra y no obrador, este tal es semejante a un hombre que mira su rostro natural cu el espejo;
24 porque miróse y fuese, y al punto se olvidó de cómo era.
25 Mas el que se para a considerar la ley perfecta, ley de libertad, y en ello persevera, hecho no oidor olvidadizo, sino obrador ejecutivo, este tal será bienaventurado en su obra. *
26 Si alguno piensa ser hombre religioso, no frenando su lengua, sino engañando su corazón, vana es la religión de éste. *
27 Religión pura e inmaculada a los ojos del que es Dios y Padre, ésta es: asistir a los huérfanos y viudas en su tribulación, conservarse a sí mismo incontaminado del mundo.

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Introducción a Santiago




INTRODUCCIÓN A LAS EPÍSTOLAS CATÓLICAS

NOMBRE. — Las siete Epístolas apostólicas, distintas de las de Pablo, recibieron en la antigüedad diferentes denominaciones. Se las llamó canónicas por estar incluidas en el Canon de las Sagradas Escrituras, y más comúnmente católicas, aunque no siempre en el mismo sentido. Prevaleció el de universales, porque las más de ellas iban dirigidas no a una sola Iglesia, sino a muchas, a manera de circulares o encíclicas. En nuestras Biblias se leen por este orden: la de Santiago el Menor, dos de San Pedro, tres de San Juan y la de San Judas Tadeo. CANONICIDAD Y AUTENTICIDAD. — Tratándose de Epístolas apostólicas, que en tanto se recibían como Escritura inspirada en cuanto se reconocían como obra del apóstol a quien se atribuían, la canonicidad arguye autenticidad. Dada la índole de estos breves escritos, era natural que su conocimiento no llegase a todas las Iglesias con la misma rapidez que los Evangelios, por ejemplo. De ahí que su atestación no sea en todas tan universal como la de otros libros inspirados. Es, con todo, más que suficiente para garantizar su autenticidad. Los testimonios de la antigüedad que la acreditan pueden distribuirse en dos series: unos, que las comprenden a todas juntas; otros, que se refieren a alguna o algunas en particular. Entre los testimonios comunes a todas, los más importantes son los dogmáticos o provenientes del magisterio eclesiástico. Tales son los de los Romanos Pontífices San Dámaso, San Gelasio, San Hormisdas, San Inocencio I, Nicolás I e Hílaro y los de los concilios Laodiceno (de 360), Hiponense (de 393), Cartaginense (de 397 y de 419), Romano (de 382), Trulano (de 697), Florentino, Tridentino y Vaticano. A los dogmáticos se asocian los históricos. Mencionan las siete Católicas Clemente Alejandrino, Orígenes, Hipólito, Dionisio Alejandrino, Teófilo Antioqueno, San Jerónimo, San Agustín, San Atanasio, San Cirilo Alejandrino, San Basilio… Fuera de estos testimonios, la Primera de San Pedro y la Primera de San Juan eran universalmente admitidas. La de Santiago cítanla San Clemente Romano, San Ignacio Mártir, San Policarpo, la Epístola a Diogneto, el Pastor de Hermas, San Ireneo, Tertuliano…; la Segunda de San Pedro, San Clemente Romano, la Epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas, San Justino, San Ireneo…; la Segunda de San Juan, San Ireneo, el Canon de Muratori, Tertuliano, San Efrén…; la Tercera de San Juan y la de San Judas, el Canon de Muratori y Tertuliano.

EPÍSTOLA DE SANTIAGO

EL AUTOR. — En el N. T., además de Santiago el hijo de Zebedeo, se habla del apóstol Santiago el de Alfeo ( Mat_10:3 ; Mar_3:18 ; Luc_6:15 ; Hch_1:13 ) y de Santiago el hermano del Señor ( Mat_13:55 ; Mar_6:3 ; Hch_12:17 ; Hch_15:13 ; Hch_21:28 ; Gál_1:19 …). Admítese generalmente que el autor de la Epístola es Santiago el llamado hermano, es decir, pariente del Señor. Pero se pregunta: ¿este Santiago es el apóstol Santiago el de Alfeo? Hay que admitir la identidad, de la cual depende la apostolicidad, y consiguientemente la canonicidad de la Epístola. Pablo afirma la identidad. Escribiendo a los gálatas, después de decir que a raíz de su conversión no subió a Jerusalén para ver a los apóstoles que lo fueron antes que él (1:17), añade a continuación: «Luego, pasados tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme con Pedro, con quien permanecí quince días. A otro de los apóstoles no vi, a no ser a Santiago el hermano del Señor» (1:18-19). Esta última expresión no tiene sentido apto si Santiago no es uno de los apóstoles. Prescindiendo de otras razones exegéticas, hay otras más graves, de carácter dogmático, que fuerzan a admitir la identidad o la apostolicidad del hermano del Señor. En el canon bíblico contenido en el decreto Dámaso-Gelasiano (Denz. 84,162) y en el concilio Tridentino (Denz. 784, 908, 910, 926, 928), al nombre de Santiago, autor de la Epístola, se añade el calificativo de apóstol. El mismo calificativo le dan el concilio Cartaginense de 418 (Denz. 107) y los papas Inocencio I, Inocencio IV y Eugenio IV (Denz. 99, 3042, 700). Más grave es todavía la afirmación del Tridentino al fundar la sacramentalidad de la extremaunción en la promulgación de Santiago Apóstol (Denz. 908, 926), que sería nula si el que la promulgó no fuera de los apóstoles.DESTINATARIOS. — El autor de la Epístola los declara al escribir: «A las doce tribus que viven en la dispersión» (1:1). Escribe, por tanto, a los judíos que viven dispersos fuera de Palestina o entre la gentilidad. Dar a sus palabras sentido metafórico es enteramente arbitrario. Por otra parte, el tenor de la carta deja entender claramente que se dirige a los judíos que habían abrazado el cristianismo.OCASIÓN. — Mucho se ha discutido sobre la oposición entre Santiago y Pablo por no haberse enfocado con exactitud el punto de vista de los dos apóstoles. Pablo, sin duda, habla de la justificación por la fe independientemente de las obras de la ley ( Gál_2:16 ; Rom_3:28 …), mientras que Santiago afirma que «la fe sin obras está muerta» (2:26); pero Pablo se refiere a la circuncisión y niega su eficacia para salir del pecado, mientras que Santiago habla de las obras o actos morales, y dice que son efecto y señal de la vida de la fe. Por otra parte, Pablo, no menos que Santiago, recomienda instantemente las buenas obras radicadas en la fe, y Santiago en toda la Epístola no dice una palabra sobre la circuncisión. Muy diferente es el problema de la relación de dependencia que pueda haber entre la Epístola de Santiago y las de Pablo. Pero la solución de este problema está en función de la cronología de las Epístolas. Si Santiago hubiera escrito después de publicarse las grandes Epístolas de Pablo, podría admitirse que Santiago aludía a ellas; mas si fue Santiago quien escribió antes, las referencias habrán de entenderse en sentido inverso.TIEMPO DE LA COMPOSICIÓN. — Dos son las opiniones principales. Según unos, Santiago escribió poco antes de su muerte (61-62), cuando ya se habían apaciguado las controversias judaizantes; según otros, al contrario, antes del año 50, cuando estas controversias aún no se habían suscitado. Si ambas opiniones pueden admitirse comprobables, la segunda tiene a su favor algunas razones de consideración, que en definitiva parecen hacerla preferible. Primeramente, los cristianos judíos de la dispersión, a quienes se escribe, parecen conservar respecto de la Iglesia madre de Jerusalén una dependencia o posición que no tuvieron después del año 60. Además, nada se dice sobre la convivencia con los gentiles cristianos, cual si éstos no existiesen en la Iglesia. Y a pesar de que se reprende el hipo de hacerse maestro, no apunta en toda la Epístola el menor indicio de peligros doctrinales, cuales se previenen hacia el año 60 en las Epístolas de Pablo, Pedro y de San Judas. Por fin, la teología de la Epístola es sumamente elemental y, por así decir, arcaica, ajena a la vasta concepción soteriológica de Pablo.CARÁCTER. — La Epístola de Santiago es profundamente israelita. Más que en ningún otro libro del N. T. se perciben en ella constantes reminiscencias del A. T., mayormente de los libros sapienciales. Por otra parte, es como un eco de la predicación galilaica de Jesús, y especialmente del sermón de la montaña. Diríase que gran parte es una homilía de las bienaventuranzas. El lenguaje es sentencioso. Sin un plan prefijado, las sentencias fluyen espontáneamente, como van ofreciéndose a la memoria. Su estilo es vivo, expresivo, pintoresco. El hermano del Señor conservaba el acento de familia.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Santiago 1,1

LAS DOCE TRIBUS: los judíos de la Diáspora , residentes fuera de Palestina.


Santiago 1,2

TRIBULACIONES: literalmente, tentaciones o pruebas. Esta DICHA COLMADA es un eco de la bienaventuranza «Bienaventurados los perseguidos…» (Mat_5:9-12).


Santiago 1,3-4

Las pruebas acrisolan la fe; la fe acrisolada vigoriza la constancia o firmeza de la esperanza; mas la constancia ha de ser tal, que tenga cumplida eficacia en el bien obrar. Se apunta ya la tesis fundamental de la Epístola; la fe obradora.


Santiago 1,9

GLORÍESE, es decir, téngase por dichoso, expresión de la primera bienaventuranza (Mat_5:3).

|| EN SU EXALTACIÓN: en su ennoblecimiento y riquezas eternas, por cuanto «escogió Dios a los pobres de este mundo para que fuesen ricos en la fe» (Stg_2:5).


Santiago 1,12

SOBRELLEVA: la tentación es a la vez molesta y atractiva; sobrellevarla es soportar sus molestias sin ceder a su atracción. Así es como acrisola.


Santiago 1,13

NO ES TENTADOR: otros, para evitar la aparente tautología con el inciso siguiente, traducen: «no es tentado»; versión extraña y que no cuadra con el contexto. Con un simple cambio de puntuación se evita toda sombra de tautología y se da nuevo vigor a la frase.

|| EL A NADIE TIENTA: en el sentido ordinario o vulgar de la tentación, que suele entenderse como incitación al mal. Mas en el sentido de probar Dios tentó a Abrahán (Gén_22:1; Heb_11:17).


Santiago 1,15

Bajo la imagen alegórica de la generación se describe el proceso psicológico del pecado, que, iniciado por la concupiscencia, remata en la muerte espiritual del alma.


Santiago 1,17

Lo que antes (Stg_1:5) se dice de la sabiduría, dícese ahora de TODA DÁDIVA BUENA: que en Dios tiene su origen.

|| PADRE DE LAS LUCES: hermosa imagen de Dios, representado como foco de luz o sol que irradia bienes.

|| NO EXISTE VAIVEN: alternativas o vicisitudes, cuales son las salidas y puestas del sol.

|| NI OSCURECIMIENTO [EFECTO] DE LA VARIACIÓN: más literalmente «ni ensombrecimiento de vuelta, giro o rotación», que parece aludir a los menguantes de la luna.


Santiago 1,18

DE SU VOLUNTAD: por su beneplácito y amor.

|| NOS ENGENDRÓ: la adopción de hijos de Dios no es meramente extrínseca o jurídica como la adopción humana.

|| LA PALABRA DE LA VERDAD: el Evangelio (Efe_1:13), que es como el germen de la generación espiritual.

|| PRIMICIAS: la selección, o, en sentido litúrgico, la oblación y consagración de sus criaturas.


Santiago 1,21

LA PALABRA: la que poco antes (Stg_1:18) ha llamado «palabra de la verdad», que es como semilla SEMBRADA en los corazones.


Santiago 1,25

La que antes ha llamado «palabra de la verdad» (Stg_1:18) es ahora la LEY, norma de la acción. Esta ley evangélica es PERFECTA, por cuanto lleva a la perfección moral. Es también LEY DE LIBERTAD: notable coincidencia de Santiago con Pablo (Gál_5:13-14). Y es digno de notarse, para entender la mente de Santiago, que, al recordarse la ley, para nada se mencionan las prácticas mosaicas.


Santiago 1,26-27

Se determinan las obras buenas, de que es raíz la fe.