Josué 1 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 18 versitos |
1 ° Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, dijo el Señor a Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés:
2 «Moisés, mi siervo, ha muerto. Anda, pasa el Jordán con todo este pueblo, en marcha hacia el país que voy a darles a los hijos de Israel.
3 Os voy a dar toda la tierra en la que pongáis la planta de vuestros pies, como le prometí a Moisés.
4 Vuestro territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates hasta el Mar Grande, en occidente (toda la tierra de los hititas).
5 Mientras vivas, nadie podrá resistirte. Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.
6 ¡Ánimo, sé valiente!, que tú repartirás a este pueblo la tierra que prometí con juramento a sus padres.
7 Tú ten mucho ánimo y sé valiente para cumplir toda la ley que te dio mi siervo Moisés; no te desvíes a derecha ni a izquierda y tendrás éxito en todas tus empresas.
8 Que el libro de esta ley no se te caiga de los labios; medítalo día y noche, para poner por obra todo lo que se prescribe en él; así tendrás suerte y éxito en todas tus empresas.
9 Lo que yo te mando es que tengas valor y seas valiente. No tengas miedo ni te acobardes, que contigo está el Señor, tu Dios, en cualquier cosa que emprendas».
10 Entonces Josué dio a los responsables del pueblo la orden siguiente:
11 «Recorred el campamento y dad esta orden al pueblo: “Abasteceos de víveres, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán, para ir a tomar posesión de la tierra que el Señor, vuestro Dios, os da en propiedad”».
12 A los de Rubén, Gad y media tribu de Manasés les dijo:
13 «Acordaos de lo que os mandó Moisés, siervo del Señor. El Señor, vuestro Dios, os da el descanso, dándoos esta tierra.
14 Vuestras mujeres, vuestros pequeños y vuestro ganado se quedarán en la tierra que os ha dado Moisés en Transjordania; pero vosotros, los soldados, pasaréis el Jordán en orden de batalla, al frente de vuestros hermanos, para ayudarles,
15 hasta que el Señor les dé el descanso, lo mismo que a vosotros, y también ellos tomen posesión de la tierra que el Señor, vuestro Dios, les va a dar. Entonces volveréis a la tierra de vuestra propiedad, la que Moisés, siervo del Señor, os dio aquí en Transjordania».
16 Ellos le respondieron: «Haremos lo que nos has ordenado, iremos adonde nos mandes;
17 te obedeceremos a ti igual que obedecimos en todo a Moisés. Basta que el Señor, tu Dios, esté contigo como estuvo con él.
18 El que se rebele y no obedezca tus órdenes, las que sean, que muera. ¡Tú, ten ánimo, sé valiente!».

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Introducción a Josué

JOSUÉ

Este libro narra la ocupación de la tierra prometida, con la que se cierra el ciclo iniciado con las promesas a los patriarcas. Sin los hechos aquí narrados, la promesa de la tierra habría sido vana y la salida de Egipto una condena a la vida mísera del desierto. El libro de Josué es, pues, imprescindible para completar el relato del Pentateuco.

La idea central del libro es que la posesión de la tierra prometida a los padres es, para un israelita, el compendio de todos los bienes. Sus redactores relacionaron ese valor de la tierra con el valor supremo: la adhesión incondicional al Señor, Dios de Israel. La tierra prometida es un don del Señor, que se da con una condición: la fidelidad. Si Israel se aparta del Señor, el mismo Dios que les dio la tierra los expulsará de ella. Para evitarlo, hay que guardarse de toda contaminación de los cananeos. Por eso es necesario no mezclarse con ellos, sino exterminarlos. Junto a esto se concede mucha importancia a la unidad del pueblo: es preciso borrar cualquier diferencia entre las tribus. Es decir, Israel debe actuar siempre como un solo hombre.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Josué 1,1-18*1 El autor interpreta la historia que va a contar: la tierra de Canaán, como había ocurrido con Trans-jordania, es un don de Dios a los israelitas. Un don que no dispensa del esfuerzo humano. A quienes ya se habían establecido en Transjordania (Núm 32:1-42), se les exige ser solidarios con las tribus hermanas; más adelante se contará cómo cumplieron esta exigencia (Jos 22:2-4).