I Pedro 4 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 19 versitos |
1 Habiendo, pues, Cristo padecido en la carne, armaos también vosotros del mismo pensamiento, que quien padeció en la carne ha roto ya con el pecado
2 para vivir el tiempo que le resta de vivir en carne, no ya para las concupiscencias de los hombres, sino para la voluntad de Dios.
3 Que basta el tiempo pasado para haber ejecutado la voluntad de los gentiles, cuando andabais en lascivias, concupiscencias, borracheras, orgías, bebidas y nefandas idolatrías.
4 Sobre lo cual se extrañan de que no concurráis vosotros al mismo desbordamiento de libertinaje, desatándose en vituperios;
5 los cuales rendirán cuentas al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
6 Pues para esto también a los muertos fue anunciado el Evangelio, para que sean juzgados según los hombres en la carne, pero vivan según Dios en el espíritu. *
7 El fin de todo está cerca. Sed, pues, sensatos en guardar sobriedad para poder daros a la oración. *
8 Ante todas cosas mantened tensa la caridad unos con otros, porque «la caridad cubre la muchedumbre de los pecados» (Prov 10:12);*
9 ejerced amorosa hospitalidad los unos con los otros, sin murmuración;
10 cada cual, conforme al don que recibió, servid con él a los demás, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios;
11 si uno habla, sean corno palabras de Dios; si uno sirve, sea como virtud de la capacidad que Dios suministra, para que en todas cosas sea Dios glorificado por mediación de Jesucristo, a quien es la gloria y el poderío por los siglos de los siglos. Amén.
12 Amados míos, no os extrañéis de ese incendio que arde en medio de vosotros, ordenado a vuestra prueba, como si os aconteciese cosa extraña;*
13 antes bien, a la medida que compartís los padecimientos de Cristo, gozaos, para que también en la revelación de su gloria os gocéis alborozados.
14 Si sois ultrajados en nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. *
15 Porque ninguno de vosotros ha de padecer como homicida, o ladrón, o malhechor, o como entrometido en lo ajeno;
16 pero si padece como cristiano, no se avergüence, antes glorifique a Dios con este nombre.
17 Porque tiempo es de que comience el juicio por la casa de Dios. Y si el comienzo es por nosotros, ¿cuál será el fin de los que son rebeldes al Evangelio de Dios?*
18 Y si «el justo a duras penas se salva, el impío y pecador ¿dónde parecerá?» (Prov 11:31).*
19 Así que aun los que padecen según la voluntad de Dios pongan sus almas en manos de su fiel Creador, sin dejar de obrar el bien.

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Introducción a I Pedro




I EPÍSTOLA DE SAN PEDRO

AUTOR - Desde Roma, hacia el año 63 (ó 64), escribió Pedro a las Iglesias del Asia Menor. Le daba título para dirigirse autoritativamente a estas Iglesias, fundadas y evangelizadas por Pablo, su autoridad suprema sobre toda la Iglesia de Cristo. No es improbable que para redactarla se valiese de Silas o Silvano, antiguo colaborador de Pablo, que ahora estaba con Pedro. DESTINATARIOS. — Los nombres de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia (proconsular) y Bitinia parecen indicar las regiones (en sentido etnográfico) más bien que las provincias romanas (en sentido político-administrativo). De todos modos comprenden casi toda el Asia Menor (o Anatolia), a excepción de Cilicia, relacionada más bien con la Siria y la Fenicia. No es seguro, como insinuó Orígenes, que Pedro evangelizase personalmente estas regiones. OCASIÓN Y FIN. — Ciertas tribulaciones, señaladamente las calumnias de los gentiles y los primeros chispazos de persecución, podían poner en peligro la fe de aquellas jóvenes Iglesias. Pedro, deseoso de prevenir el mal, los exhorta a la constancia en la fe y la esperanza, les recomienda que desharían las absurdas calumnias con la ejemplaridad de su vida y les recuerda que padecer como cristiano es una gloria.EL PAULINISMO DE SAN PEDRO. — Si Pedro era el apóstol pontífice supremo, Pablo era el apóstol teólogo. Si el pescador del mar de Galilea había sido constituido Pastor soberano de toda la grey de Cristo, el antiguo discípulo de Gamaliel había sido favorecido con la misión y la «gracia de anunciar a los gentiles las riquezas de Cristo, imposibles de rastrear» (Ef 3:8). Por la palabra y por los escritos, Pablo irradió sobre toda la Iglesia la luz recibida de lo alto. Y esta luz alcanzó también a los mismos apóstoles, gozosos de ver cómo la luz de Pablo revelaba toda la profundidad de las enseñanzas que ellos habían recibido del Maestro. Pedro singularmente, que había tenido frecuente comunicación con Pablo y ahora tenía en su compañía a dos de sus discípulos y colaboradores, Silvano y Marcos, conocía también las Epístolas del grande Apóstol (2 Pe 3:16) y admiraba su «sabiduría» (Ib 3:15). Con todo esto se explica el origen de los frecuentes rasgos paulinos que matizan el pensamiento del Príncipe de los Apóstoles. Más, como era de suponer, las fulguraciones de Pablo se truecan en claridades más templadas, que elevan y ennoblecen las enseñanzas cristológicas y soteriológicas contenidas en la primera Epístola de Pedro.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

I Pedro 4,6

Es bastante oscuro el sentido exacto de este pasaje. Probablemente, refiriéndose al descendimiento de Cristo a los infiernos (1Pe_3:19-20), dice Pedro que también a estos muertos, y a todos los que como ellos hicieron penitencia, les fue dada la buena nueva de la redención, en razón de que, como antes fueron castigados con la muerte temporal, así ahora gocen la vida eterna.


I Pedro 4,7

EL FIN DE TODO ESTÁ CERCA: llegada ya la edad mesiánica, Ultima edad del mundo, el desenlace de los consejos divinos sobre el mundo se avecina (Cf. Stg_5:8).


I Pedro 4,8

LA CARIDAD CUBRE LA MUCHEDUMBRE DE LOS PECADOS: el sentido de esta sentencia en los Prov. es: da caridad cubre (como con un discreto velo o disimulo) los pecados ajenos». Pedro, recordando la sentencia del Maestro: «Perdonad, y seréis perdonados» (Luc_6:37), supera el sentido de los Prov extendiéndolo a los pecados propios. Tal vez se haya de dar idéntico sentido a la misma sentencia en Stg_5:20, si bien allí el contexto no es tan decisivo.


I Pedro 4,12

ESE INCENDIO: es decir, las tribulaciones y persecuciones.


I Pedro 4,14

EL ESPÍRITU DE LA GLORIA: el Espíritu S. es el agente de la gloriosa resurrección de los muertos (Rom_8:11; 1Co_15:43; Efe_1:13-14; Efe_4:30…)


I Pedro 4,17

POR LA CASA DE DIOS: por nosotros, que somos «casa espiritual» (1Pe_2:5).


I Pedro 4,18

El texto de Prov según los Setenta es: «Mirad, el justo en la tierra [la] paga; ¡cuánto más el impío y pecador!» Con esta sentencia proverbial nos avisa Pedro que a la gloria celeste no se llega sino por las tribulaciones (Hch_14:21), No hay que olvidar que en Prov se habla de los castigos temporales de los justos. No es lícito, pues, deducir de aquí que apenas los justos alcanzan la salud eterna: suposición injuriosa a la misericordia y aun a la justicia de Dios.