I Juan 2 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 29 versitos |
1 Hijuelos míos, esto os escribo para que no pequéis: si todavía alguno pecare, abogado tenemos ante el Padre a Jesu-Cristo, justo. *
2 Y él es propiciación por nuestros pecados, y no por nuestros pecados solamente, sino también por los de todo el mundo. *
3 Y en esto sabemos que le hemos conocido: si guardáremos sus mandamientos.*
4 Quien dice: «Le he conocido», y no guarda sus mandamientos, mentiroso es, y en él no está la verdad;
5 mas quien guardare su palabra, de verdad en éste la caridad de Dios está consumada: en esto conocemos que estamos en él.
6 Quien dice que permanece en él, debe, como él caminó, también él caminar así.
7 Carísimos, no os escribo un mandamiento nuevo,, sino un mandamiento antiguo, que tenéis desde un principio: el mandamiento antiguo es la palabra que oísteis. *
8 Todavía también os escribo un mandamiento nuevo, lo cual se verifica en él y en vosotros; porque las tinieblas pasan, y la luz verdadera ya brilla.*
9 Quien dice estar en la luz y aborrece a su hermano, está en las tinieblas hasta ahora. *
10 El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay tropiezo en el.
11 Mas quien aborrece a su hermano, en las tinieblas está y en las tinieblas anda, y no sabe adonde va, pues las tinieblas cegaron sus ojos.
12 Os escribo a vosotros, hijuelos, que os son perdonados los pecados por su nombre. *
13 Os escribo a vosotros, padres, que habéis conocido al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, adolescentes, que habéis vencido al malo.
14 Os escribo a vosotros, niños, que habéis conocido al Padre. Os escribo a vosotros, padres, que habéis conocido al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, adolescentes, que sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al malo.
15 No améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguno amare al mundo, no está en él la caridad del Padre;
16 pues todo lo que hay en el mundo—la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la jactancia de los bienes terrenos—no procede del Padre, sino que procede del mundo. *
17 Y el mundo se pasa y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
18 Hijuelos, es la última hora, y. según oísteis que el anticristo viene, ahora, pues, han aparecido muchos anticristos, de don de conocemos que es la última hora.
19 De nosotros salieron, mas no eran de nosotros; pues si de nosotros fueran, hubieran permanecido con nosotros; pero acontece así para que se ponga de manifiesto que no todos son de nosotros. *
20 Y vosotros tenéis la unción del que es Santo, y lo sabéis todo. *
21 No os escribí porque no sepáis la verdad, sino porque la sabéis y porque toda mentira no viene de la verdad.
22 ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús sea el Mesías? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. *
23 Todo el que niega al Hijo, tampoco admite al Padre; quien reconoce al Hijo, también al Padre admite. *
24 Vosotros— lo que oísteis desde el principio— que se mantenga entre vosotros. Si se mantuviere entre vosotros lo que oísteis desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. *
25 Y ésta es la promesa que él nos ha prometido: la vida eterna.
26 Estas cosas os escribí acerca de los que os seducen.
27 Y vosotros—la unción que recibisteis de él permanece en vosotros y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; sino, como su unción os enseña sobre todas las cosas, así es verdad, y no hay mentira; y según que os enseñó, permaneced en él. *
28 y ahora, hijuelos, permaneced en él, para que, cuando se manifestare, tengamos confianza y no seamos avergonzados por él en su advenimiento.
29 Si conocéis que es justo, sabed también que todo el que obra la justicia, de él ha nacido. *

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Introducción a I Juan




I EPÍSTOLA DE SAN JUAN

EL AUTOR. — El autor de la Epístola no es otro que el autor del cuarto Evangelio. Aun cuando la tradición no lo afirmara, bastaba la crítica interna para convencerle plenamente. La identidad de pensamiento y de estilo - y se trata del pensamiento y del estilo de Juan, inimitables - delatan la mano del autor. OCASIÓN Y OBJETO. — Entre los discípulos de Cristo habían comenzado a surgir los anticristos. El principal de ellos era Cerinto, que rebajaba torpemente la persona del Salvador. Imaginando que el Cristo era un ser superior, un eón, enseñaba que se unió a él en el bautismo de Juan, pero que le desamparó en la cruz; admitía que Cristo había venido en agua, pero no en sangre. Contra esas novelerías blasfemas alza su voz el apóstol para afirmar que «éste es el que vino por agua y sangre, Jesús Mesías: y Mesías no en el agua solamente, sino en el agua y en la sangre» 5:6): Mesías en el bautismo y Mesías en la cruz. Y también Hijo de Dios. Naturalmente, a la heterodoxia de la doctrina seguía el desarreglo de las costumbres. Por esto el apóstol, además de volver por los fueros de la verdad y de la tradición apostólica (2:24; 3:11), inculca el apartamiento del mundo y la observancia de los mandamientos, singularmente del gran mandamiento, antiguo y nuevo, del amor. CARÁCTER. — La Epístola, que apenas tiene la forma de carta ordinaria, es más bien un mensaje y un testimonio. Y al transmitir este mensaje, Juan se remonta a las supremas categorías de la verdad, de la vida y del amor. No menos que la verdad, el amor es luz. Dios es luz, y luz también su revelación y sus mandamientos; y quien los observa está en la luz y camina en la luz. A la alteza trascendente del pensamiento responde la luminosa diafanidad de la palabra. Reaparecen en la Epístola aquellas repeticiones rítmicas y orientadoras del Evangelio y aquellas ondulaciones concéntricas y harmónicas. Y todo esto en un lenguaje sereno, plácido, sugestivo, maravilla literaria, sólo superada por la palabra del Maestro.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

I Juan 2,1

Es altamente consoladora la enseñanza de San Juan sobre el pecado. Por una parte nos exhorta a que no pequemos; mas por otra nos advierte que ni el pecado pretérito ni tampoco el que eventualmente pueda sobrevenir, como se reconozca humildemente, es un obstáculo insuperable para la salud eterna. Si nosotros no merecemos el perdón de nuestros pecados, ABOGADO TENEMOS ANTE EL PADRE que nos lo mereció, como Redentor, y ahora nos lo alcanza, como Intercesor.


I Juan 2,2

EL ES PROPICIACIÓN…: todo Jesu-Cristo es no sólo propiciador o propiciatorio, sino PROPICIACIÓN. Es de notar la conexión que sugiere Juan entre la intercesión celeste de Cristo Abogado y la propiciación terrestre de Cristo Redentor. (Cf. Rom_8:34; Heb_6:19-20; Heb_7:24-25.)


I Juan 2,3-6

El conocimiento de Jesu-Cristo, LA CARIDAD DE DIOS y la observancia de sus MANDAMIENTOS, si en sentido precisivo son cosas distintas, en sentido plenario y profundo son para Juan una misma realidad; y esta triple realidad es el criterio y la manifestación de nuestra comunión con Dios. Por esto puede afirmar Juan que EN ESTO SABEMOS QUE LE HEMOS CONOCIDO, SI GUARDÁREMOS SUS MANDAMIENTOS. Es que no habla de un conocimiento abstracto, frío y superficial, sino de un «conocimiento interno», cálido y penetrante, de una verdadera comunión vital de nuestra inteligencia con la mente y la verdad de Dios.


I Juan 2,7

EN EL MANDAMIENTO ANTIGUO, que es la caridad, se recapitula no sólo toda la ley (Rom_13:8-10; Gál_5:14), sino también todo el Evangelio, que ES LA PALABRA QUE OÍSTEIS. Con esta expresión se remite Juan no al Evangelio escrito, sino al Evangelio predicado a la enseñanza oral de los apóstoles, a la tradición apostólica.


I Juan 2,7-11

Este trozo es un bellísimo poemita, dividido en dos partes. En la primera (1Jn_2:7-8) se enuncia un mandamiento antiguo a la vez y nuevo. En la segunda (1Jn_2:9-11) se enaltece el amor fraterno, contrapuesto al odio.


I Juan 2,8

LO CUAL: el antecedente lógico de este relativo es la novedad del mandamiento nuevo. Esta novedad, es decir, el que el mandamiento sea algo nuevo, SE VERIFICA EN ÉL Y EN VOSOTROS. Y da la razón algo enigmáticamente: PORQUE LAS TINIEBLAS PASAN Y LA LUZ VERDADERA YA BRILLA. Quiere decir: este mandamiento es nuevo por parte de Cristo, porque es una irradiación de la luz nueva que brilla después de las viejas tinieblas. Y es también nuevo, por parte de vosotros, porque es nuevo para vosotros el vivir en la luz después de haber permanecido en las tinieblas.


I Juan 2,9-11

Hay aquí una curiosa antítesis ternaria, muy del gusto de Juan, en que por así decir, los extremos se tocan: ABORRECE-AMA-ABORRECE; TINIEBLAS-LUZ-TINIEBLAS.


I Juan 2,12-14

La principal dificultad de este pasaje, dividido en dos ciclos enteramente paralelos, está en la triple denominación de HIJUELOS (o NIÑOS), ADOLESCENTES y PADRES. ¿Designan tres categorías distintas o bien cada una de las tres denominaciones representa la totalidad de los fieles? Una explicación intermedia parece preferible: HIJUELOS (y NIÑOS) son denominaciones comunes que comprenden a todos los fieles; ADOLESCENTES; Y PADRES distinguen dos categorías de fieles conforme a su edad. El motivo de semejante interpretación es que las, dos denominaciones de HIJUELOS Y NIÑOS el anciano Juan las emplea constantemente en sentido metafórico refiriéndose a todos los fieles (1Jn_2:1; 1Jn_2:18; 1Jn_2:28; 1Jn_3:7; 1Jn_3:18; 1Jn_4:4; 1Jn_5:21); y, por otra parte, lo que a ellos dice no es propio y peculiar de los niños. En cambio, las denominaciones de ADOLESCENTES O PADRES nunca la emplea refiriéndose a todos los fieles; y, por otra parte, lo que a ellos dice está en consonancia con la diferencia de edad.


I Juan 2,16

LA CONCUPISCENCIA DE LOS OJOS se refiere a los espectáculos mundanos y diversiones inmorales o carnavalescas.

|| LA JACTANCIA DE LOS BIENES [TERRENOS] O arrogancia de la opulencia es el orgullo que la riqueza cría y ceba.


I Juan 2,18

LA ÚLTIMA HORA: la última edad del mundo.

|| EL ANTICRISTO…MUCHOS ANTICRISTOS: la denominación de ANTICRISTO se usa en diferentes sentidos. En sentido propio es el gran rival o antagonista de Cristo, «el hombre del pecado, el hijo de la perdición» (2Ts_2:3), cuya aparición precederá inmediatamente al segundo advenimiento de Cristo. En sentido derivado es la colectividad o tendencias satánicas, que encarnará en sí el anticristo personal o también algunos individuos de singular perversidad y prepotencia que en el curso de la historia humana van preludiando la acción del anticristo por antonomasia,


I Juan 2,19

NO ERAN DE NOSOTROS: son los que, como Simón Mago (Hch_8:18-24), abrazaron el cristianismo con ánimo fingido y torcido y luego apostataron.


I Juan 2,20

TENÉIS LA UNCIÓN DEL QUE ES SANTO: la UNCIÓN es consagración o santificación; por esto el Ungido es el Santo. Esta correspondencia se expresa en la misma significación etimológica: UNCIÓN es Chrisma, Ungido es Christo . En sentido real, la UNCIÓN representa el Espíritu S., por el cual Cristo fue ungido y constituido Mesías (Sal_2:2; Sal_44:8; Luc_4:18; Hch_2:36; Hch_4:27; Hch_10:38). Los fieles, en Cristo, participan de esta UNCIÓN o chrisma del Espíritu S., uno de cuyos efectos es la ilustración de la inteligencia. Por esto continúa Juan: Y LO SABÉIS TODO, es decir, todo lo que os interesa conocer para vuestra salud eterna, sin que tengáis que mendigarlo de los maestros del error, de los anticristos .


I Juan 2,22

Alude Juan a los cerintianos, que fantaseaban que sobre el hombre Jesús en el bautismo descendió el Eón Cristo, y que se retiró de él en la pasión. Con esto, si se admitía cierta mesianidad de Jesús, se negaba la identidad personal entre Jesús y Cristo. San Juan, no contento con afirmar esta identidad personal, añade que Jesús es no sólo Mesías, sino también Hijo de Dios.


I Juan 2,23

EL QUE NIEGA AL HIJO, TAMPOCO ADMITE AL PADRE: tomando los términos HIJO y PADRE en sentido formal, quien NIEGA AL HIJO de Dios no puede lógicamente admitir la paternidad natural de Dios. Aunque admita a Dios , no admite al PADRE.


I Juan 2,24

La tradición oral, vehículo y criterio de la doctrina apostólica.


I Juan 2,27

NO TENÉIS NECESIDAD DE QUE NADIE OS ENSEÑE: de que venga uno de esos maestros privados de la unción del Espíritu S. a enseñaros a vosotros, que ya conocéis la verdad, internamente ilustrados por la unción del Espíritu y externamente amaestrados por la enseñanza apostólica. No enseña, por tanto, Juan la inutilidad del magisterio eclesiástico. La razón es clara: Porque:
1) al excluir la enseñanza ajena se refiere a la doctrina de los anticristos;
2) porque varias veces recomienda la adhesión a la tradición apostólica;
3) porque él mismo, con la carta que escribe, ejerce y acredita el magisterio eclesiástico externo.


I Juan 2,29

Transición de la primera a la segunda parte.