Apocalipsis  1 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 20 versitos |
1 Revelación de Jesu-Cristo, que Dios le confió para manifestar a sus siervos lo que ha de sobrevenir en breve, y el significó por mediación de un ángel suyo que envió a su siervo Juan, *
2 el cual testificó la palabra de Dios y el testimonio de Jesu-Cristo, que es cuanto vio. *
3 Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas escritas en ella, porque el tiempo está cerca.*
4 Juan a las siete Iglesias que están en el Asia: gracia a vosotros y paz de parte del que es, y que era, y que viene, y de parte de los siete Espíritus que están en la presencia de su trono, *
5 y de parte de Jesu-Cristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos rescató de nuestros pecados con su sangre,*
6 e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para el Dios y Padre suyo, a él la gloria y el poderío por los siglos de los siglos. Amén.
7 He aquí que viene entre las nubes, y le verá todo ojo, y los mismos que le traspasaron, y plañirán sobre él todas las tribus de la tierra. Sí. Amén.*
8 Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, y que era, y que viene, el Omnipotente.
9 Yo Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, y en el reino, y en la firme esperanza en Jesús, estuve en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. *
10 Fui arrebatado en espíritu el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta,*
11 que decía: «Lo que ves escríbelo en un libro y mándalo a las siete Iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea». *
12 Y me volví a ver qué voz era aquella que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candelabros de oro, *
13 y en medio de los candelabros uno como Hijo de hombre, vestido de túnica talar y ceñido por junto a los pechos con cinto de oro;
14 y su cabeza y sus cabellos blancos como la lana, tan blanca como nieve; y sus ojos como llama de fuego;*
15 y sus pies semejantes a oriámbar, como si ardieran en la fragua; y su voz como voz de muchas aguas:*
16 y tenía en la mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una espada de dos filos aguda, y su semblante como el sol cuando resplandece con toda su fuerza.*
17 Y como le vi, caí a sus pies como muerto; y puso su diestra sobre mí, diciendo: «No temas; yo soy el primero y el último,*
18 y el Viviente: y estuve muerto, y he aquí que estoy vivo por los siglos de los siglos; y tengo las llaves de la muerte y del infierno. *
19 Escribe, pues, lo que viste, y lo que es, y lo que ha de ser después de esto. *
20 El misterio de las siete estrellas que viste sobre mi diestra, y los siete candelabros de oro ...: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias, y los siete candelabros son las siete Iglesias». *

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Introducción a Apocalipsis 




APOCALIPSIS

DATOS HISTÓRICOS. — A fines del imperio de Domiciano (81-96), San Juan Evangelista fue relegado «a la isla de Patmos por la palabra de Dios y el testimonio Jesús» (1:9) Allí vio las visiones consignadas en el Apocalipsis, destinado a las Iglesias del Asia proconsular (1:4). SIGNIFICACIÓN. — Revelación de Jesu-Cristo: tal es el título con que Juan designa SU Apocalipsis. Jesu-Cristo es, en efecto, no sólo el autor, sino también el objeto primario y central de la revelación. Si siempre se hubiera leído el Apocalipsis puesta mira en Jesu-Cristo, no se hubiera visto un descomunal rompecabezas a lo divino una historia eclesiástica en logogrifos. En cambio, leído el Apocalipsis sensatamente, su oscuridad y misterio, lejos de robar el sol a nuestra vista, le cercarán para hacerle mas visible: en el centro brillará radiante Jesu-Cristo, victorioso y triunfador. Esta es la visión divina que flota sobre todas las nieblas del Apocalipsis. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. SIMBOLISMO. — Otro principio, tan sencillo como necesario, nos preservará de fatales equivocaciones: hay que dar a los símbolos del Apocalipsis el sentido que tienen. No olvidemos que el Apocalipsis es obra de un escritor oriental, de fantasía exuberante; de un profeta, que vislumbra los destinos humanos en un horizonte de eternidad; de un vidente apocalíptico, que presencia las últimas convulsiones de las dos fuerzas antagónicas del bien y del mal; y reduciremos sus imágenes simbólicas a sus términos naturales. Nunca se insistirá bastante en la enorme alteración que sufren los hechos al ser traducidos en símbolos. Del símbolo hay que extraer la idea, que suele ser muy simple. Hay que tomar en cuenta la variabilidad de los símbolos, su elasticidad, su inconsistencia e incoherencia: un símbolo para dos ideas distintas, dos símbolos para una misma idea. En cambio, en la idea significada hay gran fijeza. Sería además error gravísimo y principio de otros lamentables errores interpretar plásticamente las fugaces y difluentes visiones del profeta. Dar precisión y fijeza de contornos a esas imágenes indecisas sería como querer traducir plásticamente en bloques de piedra las melodías infinitas de Wagner. Pintar, como hizo don Juan de Jáuregui, en el Comentario del padre Luis del Alcázar, el Hijo del hombre con una espada que sale de la boca, es confundir las esferas del arte y de la naturaleza. Más prudente es clavar la mirada en la idea luminosa que informa todos los símbolos: Cristo vencedor. SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS. — No fue Juan quien creó el simbolismo de los números, pero sí los utilizó como lenguaje usual en el género apocalíptico. El valor simbólico de los números no es proporcional a su valor real o matemático. Así, el 7 es símbolo de plenitud o totalidad, mientras que el 10 lo es de limitación. El 6 (= 7 - 1) representa el conato frustrado por alcanzar la plenitud. El 12 significa una cantidad normal; el 1.000, una multitud indefinida. Esta significación pasa a los múltiplos de estos números. Así 144.000 es 12 X 12 X 1.000. REALIDAD DE LAS VISIONES. — Las visiones referidas en el Apocalipsis no son una ficción literaria, como lo son en otras obras no inspiradas del mismo género, sino que presuponen visiones sobrenaturales realmente tenidas por Juan. Sobre las imágenes simbólicas con que se describen las visiones cabe controversia. Distinguiendo entre visión (o revelación) e inspiración, las imágenes simbólicas pueden concebirse de dos maneras sustancialmente distintas: objetivamente, como expresión imaginaria de la previa revelación de Dios, o subjetivamente, como imágenes previamente poseídas por el vidente, pero movidas o suscitadas por la acción de la inspiración divina. Esta segunda hipótesis parece probable, siempre que se trata de imágenes corrientes en el género apocalíptico. CICLOS O SISTEMA DE LA RECAPITULACIÓN. — La serie de las visiones apocalípticas no se ha de concebir como rectilínea, sino como cíclica; no es, por así decir, una sola película seguida o continua, sino más bien una sucesión o recambio de varias películas, en cada una de las cuales se desarrollan íntegramente unos mismos acontecimientos: con imágenes más esquemáticas en las primeras, con rasgos más realistas y completos en las últimas. Es una repetición cíclica de la misma historia, con frecuentes anticipaciones y retrocesos. Distinción en la presentación, unidad o identidad en lo representado. AUDICIÓN Y VISIÓN. — Es importantísimo para la ajustada interpretación del Apocalipsis el hecho de que Juan desdobla las representaciones en dos fases sucesivas: una acústica y otra óptica. Primero oye lo que luego ve. La natural incoherencia entre las imágenes acústicas v las, ópticas puede desorientar, y no pocas veces ha desorientado, haciendo tomar como exhibiciones objetivamente diversas lo que no es sino una doble presentación, primero acústica v luego óptica, de una misma realidad. Así, los 144.000 marcados de 7:1-8, son la misma turba celeste de 7:9-17. OTROS PROCEDIMIENTOS LITERARIOS. — Además de los indicados, conviene tener presentes otros procedimientos literarios familiares a Juan. La antítesis o contraste es constante en el Apocalipsis, con algunas particularidades singulares, como es su aparición regular en los sextos momentos del desenvolvimiento cíclico. Son también frecuentes los anuncios prolépticos de lo que ha de venir y los retrocesos cronológicos, ya antes mencionados. Son también orientadores los coros celestes, que suelen expresar el pensamiento o dianoia de las visiones. Y así de otros procedimientos análogos. VÉRTIGO APOCALÍPTICO. — Para no desorientarse es menester también tener presente la rapidez, vertiginosa con que se presenta la historia humana, presenciada desde el punto de vista divino. Semejante velocidad arrebatada no permite señalar con demasiada fijeza etapas distintas o sucesivas en el desenvolvimiento histórico de los hechos, ni menos determinar fechas. En el Apocalipsis, más que en otra parte alguna, mil años son para Dios como el día de ayer que ya pasó: un abrir y cerrar de ojos. Contrapuesta a esa fugacidad atropellada de la tragedia humana aparece la eterna inmovilidad, la imperturbable serenidad celeste, dentro de la cual Dios todo lo ve, todo lo dirige y empuja al fin que se ha propuesto. Contra esta roca de la providencia divina se estrellan y fracasan todos los conatos de la rebeldía humana o diabólica. Este enfoque divino de los acontecimientos humanos es una apremiante exhortación a que, contemplando la tierra desde eh cielo, lejos de dejarnos arrastrar por el torbellino humano; «ibi nostra sint fixa corda, ubi vera sunt gaudia». FE , ESPERANZA Y CARIDAD. — Leído así el Apocalipsis, ilumina el espíritu y vigoriza el corazón, y despierta en el alma la fe, la esperanza y el amor: la profesión de fe, que se declara impertérrita ante los cobardes adoradores de la bestia; los suspiros de la esperanza, que no desmaya en medio de la «gran tribulación»; las expansiones del amor, que atraído hacia Cristo, el Esposo divino, desdeña y abomina las seducciones de Babilonia la grande. Cristo vencedor, garantía de la fe, sostén de la esperanza, centro del amor.


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Apocalipsis  1,1

REVELACIÓN (= Apocalipsis) DE JESU-CRISTO: título del libro, que es una REVELACIÓN divina, cuyo autor y cuyo objeto es JESU-CRISTO.


Apocalipsis  1,2

El sentido es: Juan TESTIFICÓ (por medio del libro que escribe) todo CUANTO VIO y oyó, todo lo cual es PALABRA DE DIOS Y TESTIMONIO dado por JESU-CRISTO.


Apocalipsis  1,3

El Apocalipsis es PROFECÍA, no sólo como vaticinio de lo por venir, sino también como exhortación y consolación (1Co_14:3).

|| EL TIEMPO ESTÁ CERCA: los acontecimientos están ya en marcha, y su desenlace, contemplado desde el punto de vista divino, se avecina rápidamente.


Apocalipsis  1,4

A LAS SIETE IGLESIAS: son las que luego se mencionarán. El número simbólico de siete representa todas las Iglesias del Asia Menor y aun la Iglesia universal. SIETE es el símbolo de la universalidad.

|| EL QUE ES: traducción del nombre divino Yahveh (= «Es» ), con que Dios mismo se designó (Éxo_3:14) para expresar la plenitud de su Ser, en cuya comparación todo otro seres como si no fuese.

|| QUE ERA: desdoblamiento del mismo nombre de Yahveh, para expresar la eternidad del Ser divino.

|| QUE VIENE (O va a venir ): referencia al tema fundamental del Apocalipsis, que es la venida o advenimiento de Dios en la persona de Jesu-Cristo (Apo_1:7; Apo_22:7; Apo_22:12; Apo_22:20…).

|| LOS SIETE ESPÍRITUS: es la persona del Espíritu septiforme (Apo_4:5; Apo_5:6; Cf. Isa_11:2-3), que luego habla a las siete Iglesias (Apo_2:7; Apo_2:11; Apo_2:17; Apo_2:29; Apo_3:6; Apo_3:13; Apo_3:22).


Apocalipsis  1,5-6

EL TESTIGO FIEL: lo fue, en su vida mortal, de la palabra de Dios, y lo es ahora de los misterios revelados en el Apocalipsis.

|| EL PRIMOGÉNITO DE entre LOS MUERTOS: Cf. 1Co_15:20.

|| AL QUE NOS AMA: la mención del amor de Cristo en este contexto es un toque delicado que delata la mano del discípulo a quien amaba Jesús. Este amor, antiguo y presente, de Jesús fue el principio de la redención (Gál_2:20; Efe_5:2; Efe_5:25), cuyos efectos se señalan a continuación.

|| UN REINO: es decir, no solamente vasallos del reino de Dios, sino partícipes de su realeza (Apo_5:10).

|| SACERDOTES: como participes del sacerdocio de Cristo (1Pe_2:5).

|| A ÉL LA GLORIA: es muy significativo que, habiéndose mencionado las tres divinas personas, a solo Cristo se dirija esta doxología, profesión de fe en su divinidad. Otras doxologías semejantes se repetirán después (Apo_5:9; Apo_5:12-14; Apo_7:10).


Apocalipsis  1,7

Esta solemne declaración, fusión de dos textos de Daniel (Dan_7:13) y de Zacarías (Zac_12:10-12), operada ya por el mismo Salvador (Mat_24:30; Cf. Mat_26:64; Mar_14:62), es el lema o tema fundamental del Apocalipsis, puesto en la misma portada del libro.

|| SÍ (en griego Naí ). AMÉN: doble expresión, griega y hebrea, de afirmación, como garantía de verdad y seguridad.


Apocalipsis  1,9

ESTUVE EN LA ISLA…: Juan fue deportado a Patmos y condenado al trabajo de minas hacia el año 94 ó 95 por orden de Domiciano. Patmos es un islote peñascoso del mar Egeo, casi frente a la desembocadura del río Meandro.


Apocalipsis  1,10

EL DÍA DEL SEÑOR: el domingo, que sustituyó al sábado judaico.

|| OÍ: es el primer momento o fase de las manifestaciones sobrenaturales del Apocalipsis. A la audición seguirá luego la visión , que es la segunda fase.


Apocalipsis  1,11

El orden de las SIETE IGLESIAS corresponde exactamente al de la vía postal, que, partiendo de EFESO, se dirige hacia el N. a ESMIRNA y PÉRGAMO; de allí, doblando hacia el E., va a TIATIRA, desde donde, volviéndose hacia el S., llega a SARDIS, FILADELFIA y LAODICEA.


Apocalipsis  1,12

COMO HIJO DE HOMBRE: alusión a Dan_7:13.

|| VESTIDO DE TÚNICA TALAR: como sacerdote; CEÑIDO…CON CINTO DE ORO: como rey.


Apocalipsis  1,14

SUS CABELLOS…: a los rasgos del Hijo del hombre se asocian los del Anciano de días , Dios (Dan_7:9).

|| BLANCOS COMO LA LANA, TAN BLANCA COMO NIEVE: son notables en el Apocalipsis estas comparaciones, por así decir, de segundo grado.


Apocalipsis  1,15

ORIÁMBAR: el término original khalco-líbano (bronce-incienso) parece indicar una aleación desconocida de oro con otras sustancias.


Apocalipsis  1,16

TENÍA EN LA MANO DERECHA SIETE ESTRELLAS: no precisa Juan de qué manera las tenía. Es de notar la imprecisión, frecuentemente, de las imágenes apocalípticas. Lo que quiere significar es que las tenía en su poder.


Apocalipsis  1,17

EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO: primer principio y último fin (Apo_1:8; Apo_22:13).


Apocalipsis  1,18

TENGO LAS LLAVES: la potestad soberana (Apo_3:7; Cf . Isa_22:22; Mat_16:19).


Apocalipsis  1,19

Se insinúa la división del Apocalipsis en tres partes desiguales. LO QUE VISTE se refiere a la precedente visión; LO QUE ES, a las siete cartas que reflejan el estado presente de las Iglesias; LO QUE HA DE SER, a lo que sigue desde el capítulo Rev_4:1-11.


Apocalipsis  1,20

LOS ÁNGELES: son los obispos en cuanto gobiernan y representan las Iglesias. Muchas de las cosas que en las cartas siguientes se dicen de ellos no pueden aplicarse a los ángeles. Es de notar la complejidad del simbolismo apocalíptico. Las estrellas simbolizan los ángeles (Apo_9:1; Apo_12:4 [= Apo_12:9]); los ángeles designan metafóricamente los obispos; los obispos representan toda la Iglesia.