Apocalipsis  12 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 18 versitos |
1 Y una gran señal fue vista en el cielo: una Mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas, *
2 la cual llevaba un Hijo en su seno, y clamaba con los dolores del parto y con la tortura de dar a luz. *
3 Y otra señal fue vista en el cielo, y he aquí un dragón grande rojo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas;
4 y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó a la tierra. Y el dragón se ha apostado frente a la Mujer, que está para dar a luz, para poder, en cuanto dé a luz, devorar a su Hijo. *
5 Y dio a luz un Hijo varón, destinado a regir todas las gentes con vara de hierro; y fue arrebatado su Hijo, llevado a Dios y a su trono. *
6 Y la Mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten mil doscientos sesenta días. *
7 Y se trabó una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles iniciaron el combate contra el dragón. *
8 Y el dragón peleó y con él sus ángeles, y no pudieron resistir, y no se halló ya para ellos lugar en el cielo.
9 Y fue precipitado el dragón grande, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el que seduce todo el mundo; fue precipitado a la tierra, y sus ángeles fueron con él precipitados.
10 Y oí una gran voz en el cielo, que decía: «Ahora se estableció la salud, y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche,
11 y ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero, y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
12 Por esto estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. ¡Ay de la tierra y del mar!, porque bajó a vosotros el diablo con gran coraje, sabiendo que cuenta con poco tiempo».*
13 Y como vio el dragón que había sido precipitado a la tierra, se dio a perseguir a la Mujer que había dado a luz al varón.
14 Y le fueron dadas a la Mujer las dos alas de la grande águila, para que volase al desierto a su lugar, en donde es sustentada un tiempo y dos tiempos y medio tiempo lejos de la presencia de la serpiente.*
15 Y lanzó la serpiente de su boca tras la Mujer agua como río, para hacer que fuera arrastrada por el río.
16 Y socorrió la tierra a la Mujer, y abrió la tierra su boca, y sorbió el río que el dragón había lanzado de su boca.
17 Y se encolerizó el dragón contra la Mujer, y se fue a hacer guerra con los demás de su descendencia, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús. *
18 Y me puse en la arena del mar. *

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Introducción a Apocalipsis 




APOCALIPSIS

DATOS HISTÓRICOS. — A fines del imperio de Domiciano (81-96), San Juan Evangelista fue relegado «a la isla de Patmos por la palabra de Dios y el testimonio Jesús» (1:9) Allí vio las visiones consignadas en el Apocalipsis, destinado a las Iglesias del Asia proconsular (1:4). SIGNIFICACIÓN. — Revelación de Jesu-Cristo: tal es el título con que Juan designa SU Apocalipsis. Jesu-Cristo es, en efecto, no sólo el autor, sino también el objeto primario y central de la revelación. Si siempre se hubiera leído el Apocalipsis puesta mira en Jesu-Cristo, no se hubiera visto un descomunal rompecabezas a lo divino una historia eclesiástica en logogrifos. En cambio, leído el Apocalipsis sensatamente, su oscuridad y misterio, lejos de robar el sol a nuestra vista, le cercarán para hacerle mas visible: en el centro brillará radiante Jesu-Cristo, victorioso y triunfador. Esta es la visión divina que flota sobre todas las nieblas del Apocalipsis. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. SIMBOLISMO. — Otro principio, tan sencillo como necesario, nos preservará de fatales equivocaciones: hay que dar a los símbolos del Apocalipsis el sentido que tienen. No olvidemos que el Apocalipsis es obra de un escritor oriental, de fantasía exuberante; de un profeta, que vislumbra los destinos humanos en un horizonte de eternidad; de un vidente apocalíptico, que presencia las últimas convulsiones de las dos fuerzas antagónicas del bien y del mal; y reduciremos sus imágenes simbólicas a sus términos naturales. Nunca se insistirá bastante en la enorme alteración que sufren los hechos al ser traducidos en símbolos. Del símbolo hay que extraer la idea, que suele ser muy simple. Hay que tomar en cuenta la variabilidad de los símbolos, su elasticidad, su inconsistencia e incoherencia: un símbolo para dos ideas distintas, dos símbolos para una misma idea. En cambio, en la idea significada hay gran fijeza. Sería además error gravísimo y principio de otros lamentables errores interpretar plásticamente las fugaces y difluentes visiones del profeta. Dar precisión y fijeza de contornos a esas imágenes indecisas sería como querer traducir plásticamente en bloques de piedra las melodías infinitas de Wagner. Pintar, como hizo don Juan de Jáuregui, en el Comentario del padre Luis del Alcázar, el Hijo del hombre con una espada que sale de la boca, es confundir las esferas del arte y de la naturaleza. Más prudente es clavar la mirada en la idea luminosa que informa todos los símbolos: Cristo vencedor. SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS. — No fue Juan quien creó el simbolismo de los números, pero sí los utilizó como lenguaje usual en el género apocalíptico. El valor simbólico de los números no es proporcional a su valor real o matemático. Así, el 7 es símbolo de plenitud o totalidad, mientras que el 10 lo es de limitación. El 6 (= 7 - 1) representa el conato frustrado por alcanzar la plenitud. El 12 significa una cantidad normal; el 1.000, una multitud indefinida. Esta significación pasa a los múltiplos de estos números. Así 144.000 es 12 X 12 X 1.000. REALIDAD DE LAS VISIONES. — Las visiones referidas en el Apocalipsis no son una ficción literaria, como lo son en otras obras no inspiradas del mismo género, sino que presuponen visiones sobrenaturales realmente tenidas por Juan. Sobre las imágenes simbólicas con que se describen las visiones cabe controversia. Distinguiendo entre visión (o revelación) e inspiración, las imágenes simbólicas pueden concebirse de dos maneras sustancialmente distintas: objetivamente, como expresión imaginaria de la previa revelación de Dios, o subjetivamente, como imágenes previamente poseídas por el vidente, pero movidas o suscitadas por la acción de la inspiración divina. Esta segunda hipótesis parece probable, siempre que se trata de imágenes corrientes en el género apocalíptico. CICLOS O SISTEMA DE LA RECAPITULACIÓN. — La serie de las visiones apocalípticas no se ha de concebir como rectilínea, sino como cíclica; no es, por así decir, una sola película seguida o continua, sino más bien una sucesión o recambio de varias películas, en cada una de las cuales se desarrollan íntegramente unos mismos acontecimientos: con imágenes más esquemáticas en las primeras, con rasgos más realistas y completos en las últimas. Es una repetición cíclica de la misma historia, con frecuentes anticipaciones y retrocesos. Distinción en la presentación, unidad o identidad en lo representado. AUDICIÓN Y VISIÓN. — Es importantísimo para la ajustada interpretación del Apocalipsis el hecho de que Juan desdobla las representaciones en dos fases sucesivas: una acústica y otra óptica. Primero oye lo que luego ve. La natural incoherencia entre las imágenes acústicas v las, ópticas puede desorientar, y no pocas veces ha desorientado, haciendo tomar como exhibiciones objetivamente diversas lo que no es sino una doble presentación, primero acústica v luego óptica, de una misma realidad. Así, los 144.000 marcados de 7:1-8, son la misma turba celeste de 7:9-17. OTROS PROCEDIMIENTOS LITERARIOS. — Además de los indicados, conviene tener presentes otros procedimientos literarios familiares a Juan. La antítesis o contraste es constante en el Apocalipsis, con algunas particularidades singulares, como es su aparición regular en los sextos momentos del desenvolvimiento cíclico. Son también frecuentes los anuncios prolépticos de lo que ha de venir y los retrocesos cronológicos, ya antes mencionados. Son también orientadores los coros celestes, que suelen expresar el pensamiento o dianoia de las visiones. Y así de otros procedimientos análogos. VÉRTIGO APOCALÍPTICO. — Para no desorientarse es menester también tener presente la rapidez, vertiginosa con que se presenta la historia humana, presenciada desde el punto de vista divino. Semejante velocidad arrebatada no permite señalar con demasiada fijeza etapas distintas o sucesivas en el desenvolvimiento histórico de los hechos, ni menos determinar fechas. En el Apocalipsis, más que en otra parte alguna, mil años son para Dios como el día de ayer que ya pasó: un abrir y cerrar de ojos. Contrapuesta a esa fugacidad atropellada de la tragedia humana aparece la eterna inmovilidad, la imperturbable serenidad celeste, dentro de la cual Dios todo lo ve, todo lo dirige y empuja al fin que se ha propuesto. Contra esta roca de la providencia divina se estrellan y fracasan todos los conatos de la rebeldía humana o diabólica. Este enfoque divino de los acontecimientos humanos es una apremiante exhortación a que, contemplando la tierra desde eh cielo, lejos de dejarnos arrastrar por el torbellino humano; «ibi nostra sint fixa corda, ubi vera sunt gaudia». FE , ESPERANZA Y CARIDAD. — Leído así el Apocalipsis, ilumina el espíritu y vigoriza el corazón, y despierta en el alma la fe, la esperanza y el amor: la profesión de fe, que se declara impertérrita ante los cobardes adoradores de la bestia; los suspiros de la esperanza, que no desmaya en medio de la «gran tribulación»; las expansiones del amor, que atraído hacia Cristo, el Esposo divino, desdeña y abomina las seducciones de Babilonia la grande. Cristo vencedor, garantía de la fe, sostén de la esperanza, centro del amor.


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Apocalipsis  12,1

Como el libro de los siete sellos está precedido por la visión de Dios y del Cordero, así también el librillo se inaugura con la visión de los grandes antagonistas de la gran batalla: de la Mujer con su Hijo, por una parte, y del dragón y las dos bestias, por otra; cuya presentación se hace en los capítulos Rev_12:1-17 y Rev_13:1-18.

|| UNA MUJER: esta MUJER, Madre del Mesías, no puede ser ni la sinagoga judaica, que está al margen de la promesa mesiánica, ni tampoco la Iglesia cristiana, que no engendra al Mesías y que en el Apoc. se presenta como esposa suya; ha de ser la persona o colectividad a la cual en la Escritura se atribuye con fundamento real la generación del Mesías. En este sentido hallamos en la Escritura dos corrientes o series de textos: unos que hablan de la generación patriarcal , otros que expresan la generación virginal . Como seria arbitrario descartar una de estas dos series de textos, habrá que decir que la Mujer será o la colectividad patriarcal convergiendo y concentrándose en María, o bien María en cuanto recoge y sintetiza en sí la colectividad patriarcal, es decir, al Israel de la promesa. Cotejados todos los textos bíblicos en sus rasgos así reales como verbales, la conclusión es que la Mujer es María en cuanto lleva la representación de Israel. Además, el contraste entre la Mujer y el dragón «serpiente antigua» (Apo_12:9) es una realización de las hostilidades anunciadas en el Génesis (Gén_3:15), donde la Mujer es María. Hay que notar, empero, que la maternidad de María es aquí, como lo fue en la realidad, no la pura generación física, sino la maternidad total del Redentor. Esto, con todo, no impide que, en un sentido derivado, la Mujer pueda ser también de alguna manera la Iglesia, por cuanto es la prolongación de Israel.

|| VESTIDA DEL SOL: es la gloria de la divina maternidad.

|| LA LUNA DEBAJO DE SUS PIES: símbolo del señorío soberano o realeza de María.

|| CORONA DE DOCE ESTRELLAS: es la gloria de los doce patriarcas de Israel, recapitulada y representada en María.


Apocalipsis  12,2

Los DOLORES DEL PARTO no son los de la generación física, exenta de ellos, sino los de la maternidad del Redentor crucificado (Luc_2:35; Jua_10:25-27).


Apocalipsis  12,4

ARRASTRA…LAS ESTRELLAS: alusión a la defección de los ángeles rebeldes en el cielo.

|| DEVORAR SU HIJO: anularle como Mesías (Mat_4:1-10; Luc_4:1-13; Luc_22:3; Luc_22:53; Jua_13:3).


Apocalipsis  12,5

FUÉ ARREBATADO SU HIJO: derrota del dragón, cuyos planes quedan frustrados.


Apocalipsis  12,6

LA MUJER HUYÓ AL DESIERTO…: puesta a salvo de los asaltos del dragón Personalmente María estuvo exenta de todo influjo diabólico, y representativamente es la Iglesia, perennemente protegida por Dios.


Apocalipsis  12,7

Y SE TRABÓ UNA BATALLA: se habla de tres batallas fundidas en una: las batallas contra Dios, contra el Mesías y contra la Iglesia. Son tres episodios o aspectos de la eterna guerra de Satanás contra Cristo. Así se explica que en Rev_12:7-9 se describa la batalla celeste y que en Rev_12:10-11, en el epinicio de la victoria, se aluda al triunfo de la Iglesia.


Apocalipsis  12,12

CUENTA CON POCO TIEMPO: con la muerte de Cristo perdió Satanás el imperio del mundo (Jua_12:31; Jua_15:30). Esta derrota es la prisión que se presupone en Apo_9:1-2, y que se refiere en Apo_20:1-3. Con estas imágenes simbólicas se quiere expresar que Dios cohíbe la acción de Satanás, o frustra sus efectos. En virtud de todas estas trabas, CUENTA CON POCO TIEMPO para hacer su hecho. Por esto también busca sus agentes humanos, que se describirán en el capitulo Rev_13:1-18.


Apocalipsis  12,14

LAS DOS ALAS DE LA GRANDE ÁGUILA: tal vez hay una alusión a Deu_32:11.

|| UN TIEMPO Y DOS TIEMPOS Y MEDIO TIEMPO: expresión tomada de Daniel, equivalente a «un año, más dos años, más medio año», es decir, tres años y medio, que son los mil doscientos sesenta días del versículo Rev_12:6.


Apocalipsis  12,17

CON LOS DEMÁS DE su DESCENDENCIA: declaración implícita de la maternidad espiritual de María respecto de los fieles.


Apocalipsis  12,18

Y ME PUSE: otros leen «Y se puso [el dragón]».