Apocalipsis  14 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 20 versitos |
1 Y vi, y he aquí el Cordero que estaba sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro millares, que llevaban su nombre y el nombre de su Padre escrito sobre sus frentes. *
2 Y oí una voz venida del cielo, como voz de muchas aguas y como voz de un gran trueno, y la voz que oí era como de citaristas que tañían sus cítaras.
3 Y cantan como un cantar nuevo en presencia del trono y en presencia de los cuatro seres vivientes y de los ancianos: y nadie podía aprender el cantar, sino los ciento cuarenta y cuatro millares, los rescatados de la tierra.
4 Estos son los que no se mancharon con mujeres, como vírgenes que son Estos son los que siguen al Cordero dondequiera que va. Estos fueron rescatados de los hombres, primicias para Dios y para el Cordero:
5 y en su boca no se Imitó mentira: son irreprochables.
6 Vi otro ángel volando en el cénit, que tenía el Evangelio eterno para evangelizar a los que estaban sentados sobre la tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo, *
7 diciendo con voz potente: «Temed a Dios y dadle gloria, pues llegó la hora de su juicio; y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas».
8 Y otro segundo le siguió, diciendo: «Cayó, cayó Babilonia la grande, la que con el vino del furor de su fornicación ha abrevado todas las naciones». *
9 Y otro tercer ángel los siguió, diciendo a grandes voces: «Sí alguno adora la bestia y su imagen y recibe su marca sobre su frente o sobre su mano, *
10 también éste beberá del vino de la cólera de Dios, vino puro escanciado en la copa de su ira, y serán atormentados con fuego y azufre en presencia de los ángeles santos y en presencia del Cordero.
11 Y el humo de su tormento sube por siglos de siglos, y no tienen reposo ni de día ni de noche los que adoran la bestia y su imagen, y si alguno recibe la marca de su nombre.
12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús».
13 Y oí una voz venida del cielo, que decía: «Escribe: ¡Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor, ya desde ahora! Sí, dice el Espíritu, que descansen le sus trabajos, porque sus obras los acompañan». *
14 Y vi, y he aquí una nube blanca, y sobre la nube sentado uno como Hijo del hombre, que tenía sobre su cabeza corona de oro y en su mano una hoz afilada. *
15 Y otro ángel salió del templo, gritando a grandes voces al que estaba sentado sobre la nube: «Echa tu hoz y siega, pues llegó la hora de segar, por estar ya madura la mies de la tierra».
16 Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra, y fue segada la tierra.
17 Y otro ángel salió del templo que está en el cielo, llevando él también una hoz afilada.*
18 Y salió del altar otro ángel, que tenía potestad sobre el fuego, y clamó con voz poderosa al que llevaba la hoz afilada, diciendo: «Echa tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, pues llegaron a sazón sus uvas».
19 Y echó el ángel su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y lo echó en el gran lagar de la cólera de Dios.
20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y salió sangre del lagar hasta los frenos de los caballos, en una extensión de mil seiscientos estadios.

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Introducción a Apocalipsis 




APOCALIPSIS

DATOS HISTÓRICOS. — A fines del imperio de Domiciano (81-96), San Juan Evangelista fue relegado «a la isla de Patmos por la palabra de Dios y el testimonio Jesús» (1:9) Allí vio las visiones consignadas en el Apocalipsis, destinado a las Iglesias del Asia proconsular (1:4). SIGNIFICACIÓN. — Revelación de Jesu-Cristo: tal es el título con que Juan designa SU Apocalipsis. Jesu-Cristo es, en efecto, no sólo el autor, sino también el objeto primario y central de la revelación. Si siempre se hubiera leído el Apocalipsis puesta mira en Jesu-Cristo, no se hubiera visto un descomunal rompecabezas a lo divino una historia eclesiástica en logogrifos. En cambio, leído el Apocalipsis sensatamente, su oscuridad y misterio, lejos de robar el sol a nuestra vista, le cercarán para hacerle mas visible: en el centro brillará radiante Jesu-Cristo, victorioso y triunfador. Esta es la visión divina que flota sobre todas las nieblas del Apocalipsis. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. SIMBOLISMO. — Otro principio, tan sencillo como necesario, nos preservará de fatales equivocaciones: hay que dar a los símbolos del Apocalipsis el sentido que tienen. No olvidemos que el Apocalipsis es obra de un escritor oriental, de fantasía exuberante; de un profeta, que vislumbra los destinos humanos en un horizonte de eternidad; de un vidente apocalíptico, que presencia las últimas convulsiones de las dos fuerzas antagónicas del bien y del mal; y reduciremos sus imágenes simbólicas a sus términos naturales. Nunca se insistirá bastante en la enorme alteración que sufren los hechos al ser traducidos en símbolos. Del símbolo hay que extraer la idea, que suele ser muy simple. Hay que tomar en cuenta la variabilidad de los símbolos, su elasticidad, su inconsistencia e incoherencia: un símbolo para dos ideas distintas, dos símbolos para una misma idea. En cambio, en la idea significada hay gran fijeza. Sería además error gravísimo y principio de otros lamentables errores interpretar plásticamente las fugaces y difluentes visiones del profeta. Dar precisión y fijeza de contornos a esas imágenes indecisas sería como querer traducir plásticamente en bloques de piedra las melodías infinitas de Wagner. Pintar, como hizo don Juan de Jáuregui, en el Comentario del padre Luis del Alcázar, el Hijo del hombre con una espada que sale de la boca, es confundir las esferas del arte y de la naturaleza. Más prudente es clavar la mirada en la idea luminosa que informa todos los símbolos: Cristo vencedor. SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS. — No fue Juan quien creó el simbolismo de los números, pero sí los utilizó como lenguaje usual en el género apocalíptico. El valor simbólico de los números no es proporcional a su valor real o matemático. Así, el 7 es símbolo de plenitud o totalidad, mientras que el 10 lo es de limitación. El 6 (= 7 - 1) representa el conato frustrado por alcanzar la plenitud. El 12 significa una cantidad normal; el 1.000, una multitud indefinida. Esta significación pasa a los múltiplos de estos números. Así 144.000 es 12 X 12 X 1.000. REALIDAD DE LAS VISIONES. — Las visiones referidas en el Apocalipsis no son una ficción literaria, como lo son en otras obras no inspiradas del mismo género, sino que presuponen visiones sobrenaturales realmente tenidas por Juan. Sobre las imágenes simbólicas con que se describen las visiones cabe controversia. Distinguiendo entre visión (o revelación) e inspiración, las imágenes simbólicas pueden concebirse de dos maneras sustancialmente distintas: objetivamente, como expresión imaginaria de la previa revelación de Dios, o subjetivamente, como imágenes previamente poseídas por el vidente, pero movidas o suscitadas por la acción de la inspiración divina. Esta segunda hipótesis parece probable, siempre que se trata de imágenes corrientes en el género apocalíptico. CICLOS O SISTEMA DE LA RECAPITULACIÓN. — La serie de las visiones apocalípticas no se ha de concebir como rectilínea, sino como cíclica; no es, por así decir, una sola película seguida o continua, sino más bien una sucesión o recambio de varias películas, en cada una de las cuales se desarrollan íntegramente unos mismos acontecimientos: con imágenes más esquemáticas en las primeras, con rasgos más realistas y completos en las últimas. Es una repetición cíclica de la misma historia, con frecuentes anticipaciones y retrocesos. Distinción en la presentación, unidad o identidad en lo representado. AUDICIÓN Y VISIÓN. — Es importantísimo para la ajustada interpretación del Apocalipsis el hecho de que Juan desdobla las representaciones en dos fases sucesivas: una acústica y otra óptica. Primero oye lo que luego ve. La natural incoherencia entre las imágenes acústicas v las, ópticas puede desorientar, y no pocas veces ha desorientado, haciendo tomar como exhibiciones objetivamente diversas lo que no es sino una doble presentación, primero acústica v luego óptica, de una misma realidad. Así, los 144.000 marcados de 7:1-8, son la misma turba celeste de 7:9-17. OTROS PROCEDIMIENTOS LITERARIOS. — Además de los indicados, conviene tener presentes otros procedimientos literarios familiares a Juan. La antítesis o contraste es constante en el Apocalipsis, con algunas particularidades singulares, como es su aparición regular en los sextos momentos del desenvolvimiento cíclico. Son también frecuentes los anuncios prolépticos de lo que ha de venir y los retrocesos cronológicos, ya antes mencionados. Son también orientadores los coros celestes, que suelen expresar el pensamiento o dianoia de las visiones. Y así de otros procedimientos análogos. VÉRTIGO APOCALÍPTICO. — Para no desorientarse es menester también tener presente la rapidez, vertiginosa con que se presenta la historia humana, presenciada desde el punto de vista divino. Semejante velocidad arrebatada no permite señalar con demasiada fijeza etapas distintas o sucesivas en el desenvolvimiento histórico de los hechos, ni menos determinar fechas. En el Apocalipsis, más que en otra parte alguna, mil años son para Dios como el día de ayer que ya pasó: un abrir y cerrar de ojos. Contrapuesta a esa fugacidad atropellada de la tragedia humana aparece la eterna inmovilidad, la imperturbable serenidad celeste, dentro de la cual Dios todo lo ve, todo lo dirige y empuja al fin que se ha propuesto. Contra esta roca de la providencia divina se estrellan y fracasan todos los conatos de la rebeldía humana o diabólica. Este enfoque divino de los acontecimientos humanos es una apremiante exhortación a que, contemplando la tierra desde eh cielo, lejos de dejarnos arrastrar por el torbellino humano; «ibi nostra sint fixa corda, ubi vera sunt gaudia». FE , ESPERANZA Y CARIDAD. — Leído así el Apocalipsis, ilumina el espíritu y vigoriza el corazón, y despierta en el alma la fe, la esperanza y el amor: la profesión de fe, que se declara impertérrita ante los cobardes adoradores de la bestia; los suspiros de la esperanza, que no desmaya en medio de la «gran tribulación»; las expansiones del amor, que atraído hacia Cristo, el Esposo divino, desdeña y abomina las seducciones de Babilonia la grande. Cristo vencedor, garantía de la fe, sostén de la esperanza, centro del amor.


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Apocalipsis  14,1-5

Esta apacible visión es como la kátharsis de la penosa impresión producida por la visión de las dos bestias. En su contenido es una fusión de las dos visiones del capítulo Apo_7:1-17. Por una parte, los 144.000 y el monte de Sión recuerdan los «144.000 marcados de toda tribu de los hijos de Israel» (Apo_7:1-8); por otra, los diferentes rasgos celestes recuerdan la muchedumbre innumerable de los bienaventurados (Apo_7:9-17). Son, por tanto, la universalidad de los elegidos, representados simbólicamente. El nombre que se les da: los RESCATADOS DE LA TIERRA, corrobora esta universalidad. Ni se opone la denominación de VÍRGENES, que debe entenderse metafóricamente. Si se tomase en sentido propio, resultaría el contrasentido que de este coro virginal quedarían excluidas las vírgenes, dado que en todo el pasaje se emplea el género masculino.


Apocalipsis  14,6-7

Este ángel tiene estrecha conexión con el jinete del primer sello (Apo_6:2). Su significación simbólica se realiza históricamente en los pregoneros del Evangelio.


Apocalipsis  14,8

Primer anuncio, proléptico, de la caída de Babilonia, que luego se describirá.


Apocalipsis  14,9-11

Aunque rápida, es impresionante esta descripción de los tormentos infernales. Además de la pena de sentido y de la eternidad DE SU TORMENTO, se recuerda la pena de daño. EN PRESENCIA DE LOS ÁNGELES SANTOS Y DEL CORDERO, sin ver lo que pudiera recrear su vista, se sentirán vistos. Tremenda humillación y vergüenza.


Apocalipsis  14,13

Preciosa declaración de que YA DESDE AHORA, antes del juicio universal, son sustancialmente BIENAVENTURADOS LOS MUERTOS QUE MUEREN EN EL SEÑOR. Es éste un dato importante para interpretar el reino de los mil años.


Apocalipsis  14,14-16

Bajo la tradicional imagen de la siega (Isa_18:5; Jer_51:33; Ose_6:11; Mat_3:12; Mat_9:37-38; Mat_13:30; Mat_13:39-42; Luc_3:17; Luc_10:2; Jua_4:35-38) se representa el juicio de Dios. Los rasgos de la NUBE BLANCA y la CORONA DE ORO y la intervención personal del HIJO DEL HOMBRE parecen indicar que se trata especialmente del juicio en que han de ser galardonados los buenos.


Apocalipsis  14,17-20

EL LAGAR DE LA CÓLERA DE DIOS y la SANGRE que de él sale indican que bajo la imagen de vendimia (Joe_3:13; Isa_63:3) se simboliza el juicio de los impíos.

|| MIL SEISCIENTOS ESTADIOS son unos 288 kilómetros.