Apocalipsis  17 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 18 versitos |
1 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciendo: «Ven, te mostraré el juicio de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas,
2 con la cual fornicaron los reyes de la tierra y se embriagaron los habitantes de la tierra con el vino de su fornicación».
3 Y me llevó en espíritu a un desierto. Y vi una mujer sentada sobre una bestia roja escarlata, henchida de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. *
4 Y la mujer andaba vestida de púrpura y escarlata y ricamente engalanada con oro y piedras preciosas y perlas, y llevaba en su mano una copa rebosante de abominaciones y de las inmundicias de su fornicación,
5 y sobre su frente un nombre escrito: ¡Misterio!: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
6 Y vi la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires de Jesús. Y me maravillé, al verla, con gran maravilla.
7 Y díjome el ángel: «¿Por qué te maravillaste? Yo te explicaré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, que tiene siete cabezas y diez cuernos.
8 La bestia que viste, era y no es, y va a subir del abismo e ir a la perdición; y se maravillarán los que habitan sobre la tierra, cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida desde la creación del mundo, mirando la bestia, qué era y no es, y aparecerá. *
9 Aquí de la inteligencia que tenga sabiduría. Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales está asentada la mujer. Y son siete reyes;*
10 los cinco cayeron; el uno es, el otro todavía no vino, y cuando viniere, tiene que durar poco *
11 Y la bestia, que era y no es, ella también es el octavo, y es uno de los siete, y va a la perdición.*
12 Y los diez cuernos que viste, diez reyes son, los cuales todavía no recibieron el reino; mas recibirán potestad como reyes por una hora junto con la bestia. *
13 Ellos tienen un mismo designio, y su potencia potestad se la entregan a la bestia. *
14 Estos harán la guerra al Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y los que con él están, llamados, elegidos y fieles». *
15 Y me dice: «Las aguas que viste donde está asentada la ramera, son pueblos, y muchedumbre, y naciones, y lenguas.
16 Y los diez cuernos que viste y la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán devastada y despojada, y devorarán sus carnes, y la abrasarán con fuego; *
17 porque Dios puso en sus corazones el que ejecutasen su designio, y que ejecutasen un mismo designio, y entregasen su reino a la bestia, hasta que se cumpliesen las palabras de Dios.
18 Y la mujer que viste es la ciudad grande, la que ejerce realeza sobre los reyes de la tierra». *

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Introducción a Apocalipsis 




APOCALIPSIS

DATOS HISTÓRICOS. — A fines del imperio de Domiciano (81-96), San Juan Evangelista fue relegado «a la isla de Patmos por la palabra de Dios y el testimonio Jesús» (1:9) Allí vio las visiones consignadas en el Apocalipsis, destinado a las Iglesias del Asia proconsular (1:4). SIGNIFICACIÓN. — Revelación de Jesu-Cristo: tal es el título con que Juan designa SU Apocalipsis. Jesu-Cristo es, en efecto, no sólo el autor, sino también el objeto primario y central de la revelación. Si siempre se hubiera leído el Apocalipsis puesta mira en Jesu-Cristo, no se hubiera visto un descomunal rompecabezas a lo divino una historia eclesiástica en logogrifos. En cambio, leído el Apocalipsis sensatamente, su oscuridad y misterio, lejos de robar el sol a nuestra vista, le cercarán para hacerle mas visible: en el centro brillará radiante Jesu-Cristo, victorioso y triunfador. Esta es la visión divina que flota sobre todas las nieblas del Apocalipsis. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. SIMBOLISMO. — Otro principio, tan sencillo como necesario, nos preservará de fatales equivocaciones: hay que dar a los símbolos del Apocalipsis el sentido que tienen. No olvidemos que el Apocalipsis es obra de un escritor oriental, de fantasía exuberante; de un profeta, que vislumbra los destinos humanos en un horizonte de eternidad; de un vidente apocalíptico, que presencia las últimas convulsiones de las dos fuerzas antagónicas del bien y del mal; y reduciremos sus imágenes simbólicas a sus términos naturales. Nunca se insistirá bastante en la enorme alteración que sufren los hechos al ser traducidos en símbolos. Del símbolo hay que extraer la idea, que suele ser muy simple. Hay que tomar en cuenta la variabilidad de los símbolos, su elasticidad, su inconsistencia e incoherencia: un símbolo para dos ideas distintas, dos símbolos para una misma idea. En cambio, en la idea significada hay gran fijeza. Sería además error gravísimo y principio de otros lamentables errores interpretar plásticamente las fugaces y difluentes visiones del profeta. Dar precisión y fijeza de contornos a esas imágenes indecisas sería como querer traducir plásticamente en bloques de piedra las melodías infinitas de Wagner. Pintar, como hizo don Juan de Jáuregui, en el Comentario del padre Luis del Alcázar, el Hijo del hombre con una espada que sale de la boca, es confundir las esferas del arte y de la naturaleza. Más prudente es clavar la mirada en la idea luminosa que informa todos los símbolos: Cristo vencedor. SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS. — No fue Juan quien creó el simbolismo de los números, pero sí los utilizó como lenguaje usual en el género apocalíptico. El valor simbólico de los números no es proporcional a su valor real o matemático. Así, el 7 es símbolo de plenitud o totalidad, mientras que el 10 lo es de limitación. El 6 (= 7 - 1) representa el conato frustrado por alcanzar la plenitud. El 12 significa una cantidad normal; el 1.000, una multitud indefinida. Esta significación pasa a los múltiplos de estos números. Así 144.000 es 12 X 12 X 1.000. REALIDAD DE LAS VISIONES. — Las visiones referidas en el Apocalipsis no son una ficción literaria, como lo son en otras obras no inspiradas del mismo género, sino que presuponen visiones sobrenaturales realmente tenidas por Juan. Sobre las imágenes simbólicas con que se describen las visiones cabe controversia. Distinguiendo entre visión (o revelación) e inspiración, las imágenes simbólicas pueden concebirse de dos maneras sustancialmente distintas: objetivamente, como expresión imaginaria de la previa revelación de Dios, o subjetivamente, como imágenes previamente poseídas por el vidente, pero movidas o suscitadas por la acción de la inspiración divina. Esta segunda hipótesis parece probable, siempre que se trata de imágenes corrientes en el género apocalíptico. CICLOS O SISTEMA DE LA RECAPITULACIÓN. — La serie de las visiones apocalípticas no se ha de concebir como rectilínea, sino como cíclica; no es, por así decir, una sola película seguida o continua, sino más bien una sucesión o recambio de varias películas, en cada una de las cuales se desarrollan íntegramente unos mismos acontecimientos: con imágenes más esquemáticas en las primeras, con rasgos más realistas y completos en las últimas. Es una repetición cíclica de la misma historia, con frecuentes anticipaciones y retrocesos. Distinción en la presentación, unidad o identidad en lo representado. AUDICIÓN Y VISIÓN. — Es importantísimo para la ajustada interpretación del Apocalipsis el hecho de que Juan desdobla las representaciones en dos fases sucesivas: una acústica y otra óptica. Primero oye lo que luego ve. La natural incoherencia entre las imágenes acústicas v las, ópticas puede desorientar, y no pocas veces ha desorientado, haciendo tomar como exhibiciones objetivamente diversas lo que no es sino una doble presentación, primero acústica v luego óptica, de una misma realidad. Así, los 144.000 marcados de 7:1-8, son la misma turba celeste de 7:9-17. OTROS PROCEDIMIENTOS LITERARIOS. — Además de los indicados, conviene tener presentes otros procedimientos literarios familiares a Juan. La antítesis o contraste es constante en el Apocalipsis, con algunas particularidades singulares, como es su aparición regular en los sextos momentos del desenvolvimiento cíclico. Son también frecuentes los anuncios prolépticos de lo que ha de venir y los retrocesos cronológicos, ya antes mencionados. Son también orientadores los coros celestes, que suelen expresar el pensamiento o dianoia de las visiones. Y así de otros procedimientos análogos. VÉRTIGO APOCALÍPTICO. — Para no desorientarse es menester también tener presente la rapidez, vertiginosa con que se presenta la historia humana, presenciada desde el punto de vista divino. Semejante velocidad arrebatada no permite señalar con demasiada fijeza etapas distintas o sucesivas en el desenvolvimiento histórico de los hechos, ni menos determinar fechas. En el Apocalipsis, más que en otra parte alguna, mil años son para Dios como el día de ayer que ya pasó: un abrir y cerrar de ojos. Contrapuesta a esa fugacidad atropellada de la tragedia humana aparece la eterna inmovilidad, la imperturbable serenidad celeste, dentro de la cual Dios todo lo ve, todo lo dirige y empuja al fin que se ha propuesto. Contra esta roca de la providencia divina se estrellan y fracasan todos los conatos de la rebeldía humana o diabólica. Este enfoque divino de los acontecimientos humanos es una apremiante exhortación a que, contemplando la tierra desde eh cielo, lejos de dejarnos arrastrar por el torbellino humano; «ibi nostra sint fixa corda, ubi vera sunt gaudia». FE , ESPERANZA Y CARIDAD. — Leído así el Apocalipsis, ilumina el espíritu y vigoriza el corazón, y despierta en el alma la fe, la esperanza y el amor: la profesión de fe, que se declara impertérrita ante los cobardes adoradores de la bestia; los suspiros de la esperanza, que no desmaya en medio de la «gran tribulación»; las expansiones del amor, que atraído hacia Cristo, el Esposo divino, desdeña y abomina las seducciones de Babilonia la grande. Cristo vencedor, garantía de la fe, sostén de la esperanza, centro del amor.


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Apocalipsis  17,3

VI A UNA MUJER SENTADA SOBRE UNA BESTIA: interesa conocer la conexión y la oposición entre la MUJER y la BESTIA. La mujer, Babilonia (denominación simbólica), representa el estado burgués, las monarquías, las aristocracias, las plutocracias, en que predominan la nobleza, el capitalismo, el lujo. La BESTIA, en cambio, representa simplemente la potencia estatal anticristiana, que en un principio se encarna en el estado burgués, pero que progresivamente se va democratizando hasta llegar a la democracia más radical. Cuando haya llegado a este término de su desenvolvimiento, la misma bestia, que había llevado sobre sí a la mujer, se revolverá contra ella. La historia de veinte siglos ha demostrado la exactitud y profundidad de esta profecía.


Apocalipsis  17,8

ERA Y NO ES: podría escribirse como si fuese un solo nombre: ERA-Y-NO-ES. Este nombre es la antítesis del nombre de Yahveh: el que es y que era . Es también una expresión gráfica de la «herida de muerte» (Apo_13:3) de la bestia.


Apocalipsis  17,9

AQUÍ DE LA INTELIGENCIA: se trata de descifrar un enigma.

|| SON SIETE MONTES: alusión transparente a las siete colinas sobre que estaba edificada Roma. Pero la Roma de Nerón y de Domiciano, sí en un momento dado fue la concreción histórica de la bestia (y también de la mujer), no agota, empero, toda su significación trascendente.

|| Y SON SIETE REYES: una misma imagen (las siete cabezas) simboliza a la vez dos realidades distintas (los SIETE MONTES y los SIETE REYES).


Apocalipsis  17,10

Distinguiendo lo probable de lo incierto, parece que el sexto de estos siete reyes es Domiciano (81-86), en cuyo tiempo escribió Juan el Apoc; el séptimo es Nerva (96-98). Anteriormente a Domiciano fueron diez los emperadores romanos. De estos diez, cuáles sean LOS CINCO QUE CAYERON, señalados por Juan, lo ignoramos. Todo depende de si entran en la cuenta los tres efímeros emperadores Galba, Otón y Vitelio (68), que sucedieron a Nerón. Es posible que se prescindiera de ellos. En esta hipótesis, los cinco serían: Calígula (37-41), Claudio (41-54), Nerón (54-68), Vespasiano (69-79) y Tito (79-81).


Apocalipsis  17,11

ES EL OCTAVO, Y ES UNO DE LOS SIETE: esta expresión, a primera vista enigmática, es en realidad la clave para la interpretación de los símbolos apocalípticos. LA BESTIA es el anticristo. Pero, como el anticristo, se toma en sentidos diferentes. Es por antonomasia el anticristo personal, que precederá inmediatamente a la parusía. Es también la colectividad o sucesión de los personajes históricos que por su potencia y perversidad preludiaran al «hombre del pecado» (2Ts_2:3). Es también la tendencia anticristiana, que se encarnará en esos personajes, y cada uno de esos individuos, en quienes se manifestará esa tendencia. Así, la bestia es la colectividad de los siete reyes o emperadores; es singularmente uno de ellos, Nerón, en quien culminó la furia anticristiana; y es el OCTAVO, porque esa tendencia, no agotada en los siete, subsistirá hasta concentrar todo su virus en el anticristo final.


Apocalipsis  17,12

DIEZ REYES SON: son los reyes o jefes de las naciones que, a consecuencia de las invasiones de los bárbaros, coexistirán por un tiempo con el Imperio romano, hasta que acabarán con él y le sucederán.


Apocalipsis  17,13

SU POTESTAD SE LA ENTREGAN A LA BESTIA: los jefes de las naciones no serán sino agentes o instrumentos de la bestia, es decir, de los sistemas políticos y filosóficos y del pueblo soberano , a cuyas manos irán a parar todos los poderes.


Apocalipsis  17,14

HARÁN LA GUERRA: es la anunciada en Apo_16:14, que describirá en Apo_19:19-21.


Apocalipsis  17,16

ABORRECERÁN A LA RAMERA…: se anuncia la desaparición del imperialismo burgués. Comienzo e imagen de esta desaparición definitiva será el incendio de Roma por los bárbaros; seguirán las caídas de imperios y monarquías, que en nuestros días han sido numerosas; y a pesar de los parciales retrocesos, de sus altos y sus bajos, el avance proseguirá hasta llegar a la total democratización internacional.


Apocalipsis  17,18

LA CIUDAD GRANDE es la Roma imperial anticristiana, por lo que es y más aún por lo que representa.