Apocalipsis  6 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 17 versitos |
1 Y vi cuando abrió el Cordero el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro seres vivientes, que con voz de trueno decía: «Ven». *
2 Y vi y he aquí un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor y para vencer. *
3 Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo de los seres vivientes, que decía: «Ven». *
4 Y salió otro caballo rojo, y al que montaba sobre él le fue dada orden de quitar la paz de la tierra, y que unos hombres a otros se degüellen, y le fue dada una gran espada.
5 Y cuando abrió el tercer sello, oí al tercero de los seres vivientes, que decía: «Ven». Y vi, y he aquí un caballo negro, v el que montaba sobre él tenía una balanza en su mano.
6 Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes,, que decía: «Un cuarto de celemin de trigo por un denario, y tres cuartos de celemín de cebada por un denario; pero el aceite y el vino no los dañes». *
7 Y cuando abrió el cuarto sello, oí una voz del cuarto de los seres vivientes, que decía: «Ven».
8 Y vi, y he aquí un caballo amarillento, y el que montaba sobre él tenia por nombre «Peste», y con él iba en pos el infierno, y les fue dado poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, y con hambre, y con peste, y con las floras de la tierra. *
9 Y cuando abrió el quinto sello, vi al pie del altar las almas de los que habían sido degollados por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que mantenían. *
10 Y clamaron a grandes voces, diciendo: «¿Hasta cuándo, ¡oh Señor!, tú el Santo y Verdadero, no haces justicia y vengas nuestra sangre de los que habitan sobre la tierra?»
11 Y les fue dada a cada uno una vestidura blanca, y les fue dicho que se aquietasen por un poco de tiempo todavía, hasta que cumpliesen también el suyo sus consiervos y sus hermanos, que habían de ser muertos lo mismo que ellos. *
12 Y vi cuando abrió el sexto sello, y sobrevino un gran terremoto, y el sol se tornó negro como saco tejido de crin, y la luna entera se tornó como sangre, *
13 y las estrellas del cielo cayeron en la tierra, como la higuera deja caer sus brevas sacudidas por un fuerte viento;
14 y el cielo fue retirado como un libro que se arrolla, y todo monte e isla fueron removidos de sus sitios.
15 Y los reyes de la tierra, y los magnates, y los tribunos militares, y los ricos, y los poderosos, y todo siervo y libre se escondieron en las cavernas y en las peñas de los montes;
16 y dicen a los montes y a las peñas: «Caed sobre nosotros y escondednos de la faz del que está sentado sobre el trono y de la cólera del Cordero;
17 porque llegó el gran día de su cólera, y ¿quién puede sostenerse?» *

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Introducción a Apocalipsis 




APOCALIPSIS

DATOS HISTÓRICOS. — A fines del imperio de Domiciano (81-96), San Juan Evangelista fue relegado «a la isla de Patmos por la palabra de Dios y el testimonio Jesús» (1:9) Allí vio las visiones consignadas en el Apocalipsis, destinado a las Iglesias del Asia proconsular (1:4). SIGNIFICACIÓN. — Revelación de Jesu-Cristo: tal es el título con que Juan designa SU Apocalipsis. Jesu-Cristo es, en efecto, no sólo el autor, sino también el objeto primario y central de la revelación. Si siempre se hubiera leído el Apocalipsis puesta mira en Jesu-Cristo, no se hubiera visto un descomunal rompecabezas a lo divino una historia eclesiástica en logogrifos. En cambio, leído el Apocalipsis sensatamente, su oscuridad y misterio, lejos de robar el sol a nuestra vista, le cercarán para hacerle mas visible: en el centro brillará radiante Jesu-Cristo, victorioso y triunfador. Esta es la visión divina que flota sobre todas las nieblas del Apocalipsis. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. SIMBOLISMO. — Otro principio, tan sencillo como necesario, nos preservará de fatales equivocaciones: hay que dar a los símbolos del Apocalipsis el sentido que tienen. No olvidemos que el Apocalipsis es obra de un escritor oriental, de fantasía exuberante; de un profeta, que vislumbra los destinos humanos en un horizonte de eternidad; de un vidente apocalíptico, que presencia las últimas convulsiones de las dos fuerzas antagónicas del bien y del mal; y reduciremos sus imágenes simbólicas a sus términos naturales. Nunca se insistirá bastante en la enorme alteración que sufren los hechos al ser traducidos en símbolos. Del símbolo hay que extraer la idea, que suele ser muy simple. Hay que tomar en cuenta la variabilidad de los símbolos, su elasticidad, su inconsistencia e incoherencia: un símbolo para dos ideas distintas, dos símbolos para una misma idea. En cambio, en la idea significada hay gran fijeza. Sería además error gravísimo y principio de otros lamentables errores interpretar plásticamente las fugaces y difluentes visiones del profeta. Dar precisión y fijeza de contornos a esas imágenes indecisas sería como querer traducir plásticamente en bloques de piedra las melodías infinitas de Wagner. Pintar, como hizo don Juan de Jáuregui, en el Comentario del padre Luis del Alcázar, el Hijo del hombre con una espada que sale de la boca, es confundir las esferas del arte y de la naturaleza. Más prudente es clavar la mirada en la idea luminosa que informa todos los símbolos: Cristo vencedor. SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS. — No fue Juan quien creó el simbolismo de los números, pero sí los utilizó como lenguaje usual en el género apocalíptico. El valor simbólico de los números no es proporcional a su valor real o matemático. Así, el 7 es símbolo de plenitud o totalidad, mientras que el 10 lo es de limitación. El 6 (= 7 - 1) representa el conato frustrado por alcanzar la plenitud. El 12 significa una cantidad normal; el 1.000, una multitud indefinida. Esta significación pasa a los múltiplos de estos números. Así 144.000 es 12 X 12 X 1.000. REALIDAD DE LAS VISIONES. — Las visiones referidas en el Apocalipsis no son una ficción literaria, como lo son en otras obras no inspiradas del mismo género, sino que presuponen visiones sobrenaturales realmente tenidas por Juan. Sobre las imágenes simbólicas con que se describen las visiones cabe controversia. Distinguiendo entre visión (o revelación) e inspiración, las imágenes simbólicas pueden concebirse de dos maneras sustancialmente distintas: objetivamente, como expresión imaginaria de la previa revelación de Dios, o subjetivamente, como imágenes previamente poseídas por el vidente, pero movidas o suscitadas por la acción de la inspiración divina. Esta segunda hipótesis parece probable, siempre que se trata de imágenes corrientes en el género apocalíptico. CICLOS O SISTEMA DE LA RECAPITULACIÓN. — La serie de las visiones apocalípticas no se ha de concebir como rectilínea, sino como cíclica; no es, por así decir, una sola película seguida o continua, sino más bien una sucesión o recambio de varias películas, en cada una de las cuales se desarrollan íntegramente unos mismos acontecimientos: con imágenes más esquemáticas en las primeras, con rasgos más realistas y completos en las últimas. Es una repetición cíclica de la misma historia, con frecuentes anticipaciones y retrocesos. Distinción en la presentación, unidad o identidad en lo representado. AUDICIÓN Y VISIÓN. — Es importantísimo para la ajustada interpretación del Apocalipsis el hecho de que Juan desdobla las representaciones en dos fases sucesivas: una acústica y otra óptica. Primero oye lo que luego ve. La natural incoherencia entre las imágenes acústicas v las, ópticas puede desorientar, y no pocas veces ha desorientado, haciendo tomar como exhibiciones objetivamente diversas lo que no es sino una doble presentación, primero acústica v luego óptica, de una misma realidad. Así, los 144.000 marcados de 7:1-8, son la misma turba celeste de 7:9-17. OTROS PROCEDIMIENTOS LITERARIOS. — Además de los indicados, conviene tener presentes otros procedimientos literarios familiares a Juan. La antítesis o contraste es constante en el Apocalipsis, con algunas particularidades singulares, como es su aparición regular en los sextos momentos del desenvolvimiento cíclico. Son también frecuentes los anuncios prolépticos de lo que ha de venir y los retrocesos cronológicos, ya antes mencionados. Son también orientadores los coros celestes, que suelen expresar el pensamiento o dianoia de las visiones. Y así de otros procedimientos análogos. VÉRTIGO APOCALÍPTICO. — Para no desorientarse es menester también tener presente la rapidez, vertiginosa con que se presenta la historia humana, presenciada desde el punto de vista divino. Semejante velocidad arrebatada no permite señalar con demasiada fijeza etapas distintas o sucesivas en el desenvolvimiento histórico de los hechos, ni menos determinar fechas. En el Apocalipsis, más que en otra parte alguna, mil años son para Dios como el día de ayer que ya pasó: un abrir y cerrar de ojos. Contrapuesta a esa fugacidad atropellada de la tragedia humana aparece la eterna inmovilidad, la imperturbable serenidad celeste, dentro de la cual Dios todo lo ve, todo lo dirige y empuja al fin que se ha propuesto. Contra esta roca de la providencia divina se estrellan y fracasan todos los conatos de la rebeldía humana o diabólica. Este enfoque divino de los acontecimientos humanos es una apremiante exhortación a que, contemplando la tierra desde eh cielo, lejos de dejarnos arrastrar por el torbellino humano; «ibi nostra sint fixa corda, ubi vera sunt gaudia». FE , ESPERANZA Y CARIDAD. — Leído así el Apocalipsis, ilumina el espíritu y vigoriza el corazón, y despierta en el alma la fe, la esperanza y el amor: la profesión de fe, que se declara impertérrita ante los cobardes adoradores de la bestia; los suspiros de la esperanza, que no desmaya en medio de la «gran tribulación»; las expansiones del amor, que atraído hacia Cristo, el Esposo divino, desdeña y abomina las seducciones de Babilonia la grande. Cristo vencedor, garantía de la fe, sostén de la esperanza, centro del amor.


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Apocalipsis  6,1

La orden VEN se dirige al caballo que luego aparece, no al vidente.


Apocalipsis  6,1-8

Los cuatro primeros sellos forman grupo aparte, si bien no del todo homogéneo. El origen literario de los cuatro caballos hay que buscarlo en Zac_1:8-10; Zac_6:1-8.


Apocalipsis  6,1-17

El libro de los siete sellos es uno de los grandes cielos septenarios del Apocalipsis, cada uno de los cuales representa el plan integral de la divina Providencia acerca del hombre. Él de los siete sellos es el más esquemático.


Apocalipsis  6,2

Este primer sello expresa el pensamiento fundamental de todo el Apoc: la victoria de Dios, o Cristo vencedor, o, si se quiere, el Evangelio personificado en Cristo, que va de victoria en victoria. El color del caballo, el título de vencedor y su destino de vencer, todo clama victoria. El arco expresa los avances progresivos de estas victorias del principio del bien contra todos los obstáculos del mal.


Apocalipsis  6,3-8

Estos tres sellos señalan los agentes de la justicia o de la providencia de Dios: son como las armas con que vence . Contienen, por orden inverso, las tres calamidades de que pedimos nos libre Dios: «a peste, fame et bello». En los cuatro primeros sellos no se descubre orden cronológico.


Apocalipsis  6,6

UN CUARTO DE CELEMÍN, en griego khoinix (1,080 litros, o, según otros, 1,228), contenía la cantidad de trigo que se consideraba necesaria para el sustento diario de una persona. El DENARIO (correspondiente a la peseta) era el jornal ordinario de un obrero. En tiempo normal, por un denario podían adquirirse doce quenices de trigo.


Apocalipsis  6,8

AMARILLENTO: o gris verdoso.

|| PESTE: literalmente, MUERTE. La MUERTE, personificada, además de sus armas propias (PESTE y FIERAS), tiene a sus órdenes la ESPADA y el HAMBRE. Síguela el INFIERNO, dispuesto a tragar todas sus víctimas.


Apocalipsis  6,9

AL PIE DEL ALTAR (literalmente, debajo del altar ) de los holocaustos se derramaba la sangre de las víctimas, en la cual está la vida (Lev_17:10-14).


Apocalipsis  6,9-11

EL QUINTO SELLO, que podría titularse «Los clamores de los mártires», expresa la prudente y segura lentitud de la Providencia divina, contrapuesta a las prisas de los justos. Dios da de contado a los justos la recompensa sustancial (UNA VESTIDURA BLANCA, símbolo de la bienaventuranza) y les promete para un plazo breve (desde el punto de vista divino) el galardón íntegro. A los impíos les tiene reservado el castigo, pero aguarda: todo está prevenido de antemano.


Apocalipsis  6,11

HASTA QUE CUMPLIESEN [su tiempo]: otros leen y traducen «hasta que se completen», es decir, se complete el número de…


Apocalipsis  6,12-15

Doble serie septenaria: una de trastornos cósmicos, otra de personas.


Apocalipsis  6,12-17

EL SEXTO SELLO nos traslada al fin: LLEGÓ EL GRAN DÍA DE LA CÓLERA de Dios y DEL CORDERO. Así considerado, este sello derrama mucha luz sobre la estructura y la significación de todo el Apocalipsis.


Apocalipsis  6,17

¿QUIÉN PUEDE SOSTENERSE?: a esta pregunta se contesta inmediatamente.