Apocalipsis  7 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 17 versitos |
1 Tras esto vi cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que frenaban los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre árbol alguno. *
2 Y vi otro ángel que subía del sol naciente teniendo el sello del Dios viviente, y clamó con voz poderosa a los cuatro ángeles, a quienes fue dado dañar la tierra y el mar,
3 diciendo: «No dañéis la tierra, ni el mar, ni los árboles, hasta que hayamos marcado con el sello en su frente a los siervos de nuestro Dios».
4 Y oí el número de los marcados: ciento cuarenta y cuatro millares marcados de toda tribu de los hijos de Israel: *
5 de la tribu de Judá, doce millares marcados; de la tribu de Rubén, doce millares; de la tribu de Gad, doce millares; *
6 De la tribu de Aser, doce millares; de la tribu de Neftalí, doce millares; de la tribu de Manases, doce millares;
7 de la tribu de Simeón, doce millares; de la tribu de Leví, doce millares; de la tribu de Isacar, doce millares;
8 de la tribu de Zabulón, doce millares; de la tribu de José, doce millares; de la tribu de Benjamín, doce millares marcados.
9 Tras esto, vi, y he aquí una gran muchedumbre, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, y tribus, y pueblos, y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; *
10 y clamaban con voz poderosa, diciendo: «La salud a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero».
11 Y todos los ángeles estaban en derredor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y cayeron sobre sus rostros en presencia del trono y adoraron a Dios,
12 diciendo «Amén. La bendición y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poderío, y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén»
13 Y tomó la palabra uno de los ancianos, diciéndome: «Estos que andan vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son y de dónde vinieron?»
14 Y le dije: «Señor mío, tú lo sabes». Y me dijo: «Estos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus vestiduras y las blanquearon con la sangre del Cordero.
15 Por esto están delante del trono de Dios, y le rinden culto día y noche en su templo, y el que está sentado sobre el trono tenderá su tienda sobre ellos.
16 No tendrán ya más hambre ni más sed, ni caerá sobre ellos el sol ni ardor alguno.
17 porque el Cordero que está en medio ante el trono los pastoreará y los guiará a las fuentes de las aguas de la vida; y enjugará Dios toda lágrima de sus ojos».

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Introducción a Apocalipsis 




APOCALIPSIS

DATOS HISTÓRICOS. — A fines del imperio de Domiciano (81-96), San Juan Evangelista fue relegado «a la isla de Patmos por la palabra de Dios y el testimonio Jesús» (1:9) Allí vio las visiones consignadas en el Apocalipsis, destinado a las Iglesias del Asia proconsular (1:4). SIGNIFICACIÓN. — Revelación de Jesu-Cristo: tal es el título con que Juan designa SU Apocalipsis. Jesu-Cristo es, en efecto, no sólo el autor, sino también el objeto primario y central de la revelación. Si siempre se hubiera leído el Apocalipsis puesta mira en Jesu-Cristo, no se hubiera visto un descomunal rompecabezas a lo divino una historia eclesiástica en logogrifos. En cambio, leído el Apocalipsis sensatamente, su oscuridad y misterio, lejos de robar el sol a nuestra vista, le cercarán para hacerle mas visible: en el centro brillará radiante Jesu-Cristo, victorioso y triunfador. Esta es la visión divina que flota sobre todas las nieblas del Apocalipsis. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. SIMBOLISMO. — Otro principio, tan sencillo como necesario, nos preservará de fatales equivocaciones: hay que dar a los símbolos del Apocalipsis el sentido que tienen. No olvidemos que el Apocalipsis es obra de un escritor oriental, de fantasía exuberante; de un profeta, que vislumbra los destinos humanos en un horizonte de eternidad; de un vidente apocalíptico, que presencia las últimas convulsiones de las dos fuerzas antagónicas del bien y del mal; y reduciremos sus imágenes simbólicas a sus términos naturales. Nunca se insistirá bastante en la enorme alteración que sufren los hechos al ser traducidos en símbolos. Del símbolo hay que extraer la idea, que suele ser muy simple. Hay que tomar en cuenta la variabilidad de los símbolos, su elasticidad, su inconsistencia e incoherencia: un símbolo para dos ideas distintas, dos símbolos para una misma idea. En cambio, en la idea significada hay gran fijeza. Sería además error gravísimo y principio de otros lamentables errores interpretar plásticamente las fugaces y difluentes visiones del profeta. Dar precisión y fijeza de contornos a esas imágenes indecisas sería como querer traducir plásticamente en bloques de piedra las melodías infinitas de Wagner. Pintar, como hizo don Juan de Jáuregui, en el Comentario del padre Luis del Alcázar, el Hijo del hombre con una espada que sale de la boca, es confundir las esferas del arte y de la naturaleza. Más prudente es clavar la mirada en la idea luminosa que informa todos los símbolos: Cristo vencedor. SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS. — No fue Juan quien creó el simbolismo de los números, pero sí los utilizó como lenguaje usual en el género apocalíptico. El valor simbólico de los números no es proporcional a su valor real o matemático. Así, el 7 es símbolo de plenitud o totalidad, mientras que el 10 lo es de limitación. El 6 (= 7 - 1) representa el conato frustrado por alcanzar la plenitud. El 12 significa una cantidad normal; el 1.000, una multitud indefinida. Esta significación pasa a los múltiplos de estos números. Así 144.000 es 12 X 12 X 1.000. REALIDAD DE LAS VISIONES. — Las visiones referidas en el Apocalipsis no son una ficción literaria, como lo son en otras obras no inspiradas del mismo género, sino que presuponen visiones sobrenaturales realmente tenidas por Juan. Sobre las imágenes simbólicas con que se describen las visiones cabe controversia. Distinguiendo entre visión (o revelación) e inspiración, las imágenes simbólicas pueden concebirse de dos maneras sustancialmente distintas: objetivamente, como expresión imaginaria de la previa revelación de Dios, o subjetivamente, como imágenes previamente poseídas por el vidente, pero movidas o suscitadas por la acción de la inspiración divina. Esta segunda hipótesis parece probable, siempre que se trata de imágenes corrientes en el género apocalíptico. CICLOS O SISTEMA DE LA RECAPITULACIÓN. — La serie de las visiones apocalípticas no se ha de concebir como rectilínea, sino como cíclica; no es, por así decir, una sola película seguida o continua, sino más bien una sucesión o recambio de varias películas, en cada una de las cuales se desarrollan íntegramente unos mismos acontecimientos: con imágenes más esquemáticas en las primeras, con rasgos más realistas y completos en las últimas. Es una repetición cíclica de la misma historia, con frecuentes anticipaciones y retrocesos. Distinción en la presentación, unidad o identidad en lo representado. AUDICIÓN Y VISIÓN. — Es importantísimo para la ajustada interpretación del Apocalipsis el hecho de que Juan desdobla las representaciones en dos fases sucesivas: una acústica y otra óptica. Primero oye lo que luego ve. La natural incoherencia entre las imágenes acústicas v las, ópticas puede desorientar, y no pocas veces ha desorientado, haciendo tomar como exhibiciones objetivamente diversas lo que no es sino una doble presentación, primero acústica v luego óptica, de una misma realidad. Así, los 144.000 marcados de 7:1-8, son la misma turba celeste de 7:9-17. OTROS PROCEDIMIENTOS LITERARIOS. — Además de los indicados, conviene tener presentes otros procedimientos literarios familiares a Juan. La antítesis o contraste es constante en el Apocalipsis, con algunas particularidades singulares, como es su aparición regular en los sextos momentos del desenvolvimiento cíclico. Son también frecuentes los anuncios prolépticos de lo que ha de venir y los retrocesos cronológicos, ya antes mencionados. Son también orientadores los coros celestes, que suelen expresar el pensamiento o dianoia de las visiones. Y así de otros procedimientos análogos. VÉRTIGO APOCALÍPTICO. — Para no desorientarse es menester también tener presente la rapidez, vertiginosa con que se presenta la historia humana, presenciada desde el punto de vista divino. Semejante velocidad arrebatada no permite señalar con demasiada fijeza etapas distintas o sucesivas en el desenvolvimiento histórico de los hechos, ni menos determinar fechas. En el Apocalipsis, más que en otra parte alguna, mil años son para Dios como el día de ayer que ya pasó: un abrir y cerrar de ojos. Contrapuesta a esa fugacidad atropellada de la tragedia humana aparece la eterna inmovilidad, la imperturbable serenidad celeste, dentro de la cual Dios todo lo ve, todo lo dirige y empuja al fin que se ha propuesto. Contra esta roca de la providencia divina se estrellan y fracasan todos los conatos de la rebeldía humana o diabólica. Este enfoque divino de los acontecimientos humanos es una apremiante exhortación a que, contemplando la tierra desde eh cielo, lejos de dejarnos arrastrar por el torbellino humano; «ibi nostra sint fixa corda, ubi vera sunt gaudia». FE , ESPERANZA Y CARIDAD. — Leído así el Apocalipsis, ilumina el espíritu y vigoriza el corazón, y despierta en el alma la fe, la esperanza y el amor: la profesión de fe, que se declara impertérrita ante los cobardes adoradores de la bestia; los suspiros de la esperanza, que no desmaya en medio de la «gran tribulación»; las expansiones del amor, que atraído hacia Cristo, el Esposo divino, desdeña y abomina las seducciones de Babilonia la grande. Cristo vencedor, garantía de la fe, sostén de la esperanza, centro del amor.


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Apocalipsis  7,1-8

Los sellos anteriores (Rev_6:2, Rev_6:3, Rev_6:4, Rev_6:6) anuncian calamidades. Ocurre preguntar: ¿alcanzarán también a los justos estas calamidades? A esto responde el primer intermedio. Las calamidades pueden considerarse o como un exterminio o como una prueba. Como exterminio, no tocarán a los que lleven la marca divina: como prueba, los podrán alcanzar, para su purificación y para su mérito. El galardón de estas pruebas, de esta «gran tribulación» (Apo_7:14), se pinta en el segundo intermedio.


Apocalipsis  7,1-17

Entre el sexto sello y el séptimo se intercalan dos intermedios, íntimamente relacionados: la marca de los 144.000 elegidos de Israel y la innumerable turba celeste. El primero señala un retroceso: el segundo, una anticipación. Los 144.000 son la misma turba celeste.


Apocalipsis  7,4

CIENTO CUARENTA Y CUATRO MILLARES: los ancianos eran 12 + 12; los marcados ahora son 12 x 12 x 1.000. Estos números son simbólicos: representan a los 12 patriarcas de Israel multiplicados en sus hijos, innumerables como la arena del mar.

|| DE LOS HIJOS DE ISRAEL: no es el Israel de la carne, sino el «Israel de Dios» (Gál_6:16. Cf. Rom_4:11-12; Rom_9:6-13; Gál_3:29; Efe_2:11-22…). Las razones de esta interpretación, capital para la recta interpretación del Apoc, son muchas:
1) Se trata de marcar CON EL SELLO de Dios A LOS SIERVOS DE NUESTRO DIOS: a todos por tanto.
2) Aquí se dice: «Y OÍ EL NÚMERO»; luego (Apo_7:9) se dice: VI…UNA GRAN MUCHEDUMBRE: Es la doble presentación normal en el Apoc, primero acústica , luego óptica . Y es natural que el número de tan gran muchedumbre pueda precisarse por quien la conoce y no pueda contarse (Apo_7:9) por quien la ve por primera vez toda junta.
3) De los fieles no israelitas se ha dicho antes (Apo_2:12): «Escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la…nueva Jerusalén» . En cambio, de los judíos carnales se dice que no son judíos, sino «sinagoga de Satanás» (Apo_2:9; Apo_3:9).
4) Más adelante (Apo_9:4), «los hombres que no tienen marcado el sello de Dios» no son precisamente los no israelitas, sino los impíos.


Apocalipsis  7,5-8

En esta lista tiene la preferencia JUDÁ, porque de ella nació Cristo. Se ha conservado el desdoblamiento de la tribu de JOSÉ, cuyo nombre sustituye al de Efraím. Admitido este desdoblamiento y mantenido el nombre de LEVÍ, para conservar el número tradicional de doce ha tenido que suprimirse una tribu, que es la de Dan. Muchos han supuesto que con ello quiso Juan indicar que de Dan saldría el anticristo. Pudo influir en la omisión el hecho de que esta tribu había quedado casi completamente extinguida.


Apocalipsis  7,9-17

Esta bellísima descripción de la gloria celeste es como el esbozo de la más amplia que coronará todo el Apoc (Apo_21:1-27; Apo_22:1-5). Consta de dos ciclos. El primero es una visión y audición directa. El segundo es una explicación que da al vidente uno de los ancianos. Se ha llegado al término de los consejos de Dios y de la historia humana. ¿Qué puede ya traer de nuevo el séptimo sello?