Judith 16 Septuaginta en Español (Jünemann, 1992) | 25 versitos |
1
Epinicio de Judit
Y dijo Judit: «Entonad a mi Dios con tímpanos; cantad a mi Señor con címbalos; moduladle un cantar nuevo; ensalzad e invocad su nombre;
2 porque Dios, quebrantando guerras es el Señor; porque a los reales de él, en mitad de pueblo, arrebatóme de mano de los que me perseguían.
3 Vino Asur, de los montes desde el septentrión; vino con miríadas de su fuerza, cuya muchedumbre obstruyó los torrentes; y la caballería de ellos cubrió colinas.
4 Dijo quemar mis confines, y a mis jóvenes arrebatar en espada, y los mamantes míos poner por pavimento, y mis párvulos dar botín, y mis vírgenes despojar.
5 El Señor omnipotente los desechó por mano de hembra.
6 Pues no cayó el potente de ellos bajo jóvenes, ni hijos de titanes percutiéronle, ni excelsos gigantes lanzáronse sobre él, sino Judit, hija de Merarí, en hermosura de su rostro le deshizo.
7 Pues se quitó la estola de su viudez para exaltación de los que trabajaban en Israel; ungió su rostro en ungüento;
8 y ató sus cabellos en mitra y cogió estola de lino para engaño de él;
9 la sandalilla de ella arrobó su ojo, y la hermosura de ella cautivó su alma: traspasó la cimitarra su cerviz.
10 Horrorizáronse persas por la audacia de ella; y medos por su pujanza desgarrados fueron.
11 Entonces (a) vociferaron los humildes míos, y atemorizáronse los débiles míos y se espantaron; alzaron su voz y retrocedieron.
12 Hijos de niñas traspasáronlos; y cual a niños fugitivos los herían; perecieron en la batalla de mi Señor.
13 Cantaré a mi Dios un cantar nuevo: Señor, grande eres y glorioso, admirable en fortaleza, insuperable.
14 Sírvate toda criatura tuya; pues has dicho y fueron; has enviado tu espíritu, y fabricó; y no hay quien resista a tu voz.
15 Porque los montes, desde sus fundamentos, con aguas, se sacudirán; y las peñas a tu faz, como cera, se derretirán; sobre los que te temen, empero, bien les propiciarás.
16 Pues es pequeña toda hostia para olor de suavidad; y pequeñísima, toda grosura para holocausto a ti; pero el que teme al Señor es grande por siempre.
17 ¡Ay de gentes que alzaren contra mi linaje, porque el Señor todopoderoso los castigará en el día del juicio, dando fuego y gusanos a sus carnes; y llorarán, en sentimiento, por siglo.»
18 Mas, cuando vinieron a Jerusalén, adoraron a Dios. Y, cuando se purificó el pueblo, ofrecieron sus holocaustos y sus espontaneidades y sus dones.
19 Y ofrendó Judit todos los vasos de Holofernes, cuantos la dio el pueblo y la mosquitera, que tomó ella misma del lecho de él, la dio en dádiva a Dios.
20 Y estuvo el pueblo regocijándose en Jerusalén, a faz del santuario, por tres meses; y Judit con ellos permaneció.
21 Pero, después de estos días, unció cada uno para su heredad; y Judit se fue a Betulia, y se quedó sobre sus haberes, e hízose, por el tiempo de ella gloriosa en toda la tierra.
22 Y muchos la desearon, y no la conoció varón todos los días de su vida, desde el día que murió Manasés, su marido y fue agregado a su pueblo.
23 Y alzábase grande sobremanera; y envejeció en la casa de su marido, años ciento cinco, y dejó a su doncella libre; y murió en Betulia; y sepultáronla en la caverna de su marido, Manasés.
24 Y lloró la casa de Israel por siete días; y repartió sus haberes, antes de morir, a todos los cercanos a Manasés, su marido, y a los cercanos al linaje de ella.
25 Y no hubo ya quien amedrentase a los hijos de Israel, en los días de Judit, y después de morir ella, días muchos.

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Introducción a Judith

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Fuente: Jünemann (1992)

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Notas

Judith 16,11
11 a. Antes habían vociferado.