SABIDURÍA
Es este el último libro, cronológicamente hablando, del Antiguo Testamento. Su autor, que se presenta en la primera parte como el rey Salomón (un nuevo caso de ficción literaria), fue un judío profundamente religioso de la diáspora alejandrina. Abierto a la cultura griega y auténtico conocedor de la tradición de sus antepasados, escribió su obra probablemente en Alejandría de Egipto en los primeros años del reinado de Augusto (30 a.C.-14 d.C.). Se dirige en primer lugar a sus compatriotas judíos, cuya fidelidad al yahvismo estaba en peligro por el auge de la civilización alejandrina (escuelas filosóficas, religiones mistéricas, astrología, hermetismo, cultos populares) y también al mundo pagano, especialmente a los ambientes más sensibles a la problemática religiosa. Aunque en su composición se sirve de conceptos, categorías y términos de la filosofía platónica, del estoicismo y del epicureísmo para trasmitir su mensaje, su principal fuente de inspiración es, sin duda alguna, el Antiguo Testamento: Ley, Profetas y Escritos. Es un sabio de Israel, cuyo pensamiento se nutre de la Escritura y cuya máxima preocupación es exhortar a la búsqueda de la sabiduría como camino para llegar a Dios.
Sabiduría 5,1-23*1-5 La primera parte del libro trata de las relaciones entre sabiduría y justicia, y compara el destino de los justos con el de los impíos durante la vida y después de la muerte. Sabiduría, justicia y vida son el lote que Dios ha preparado para los justos, mientras que injusticia, error y muerte son la porción reservada a los impíos. Al declarar que la justicia es inmortal, el autor afirma la supervivencia del justo más allá de la muerte, resolviendo así las incongruencias de la doctrina tradicional de la retribución.