Jueces 6 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 40 versitos |
1 Los hijos de Israel hicieron lo que es malo a los ojos de Yahvéh, y Yahvéh los entregó en poder de Madián durante siete años.
2 Como la mano de Madián resultara demasiado pesada sobre Israel, los israelitas, por librarse de ella, se valieron de las hendiduras que hay en los montes, de las cuevas y de los refugios de difícil acceso.
3 Cuando Israel había hecho la siembra, subían los madianitas, los amalequitas y los hijos de oriente contra él.
4 Acampaban frente a ellos, y devastaban los productos de la región cerca de Gaza; no dejaban en Israel víveres, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.
5 Porque ellos subían con sus ganados y sus tiendas; llegaban tan numerosos como langostas, pues ellos y sus camellos eran innumerables. Venían al país para devastarlo.
6 Quedó, pues, Israel reducido a la extrema miseria por causa de Madián. Por eso los hijos de Israel clamaron a Yahvéh.
7 Y sucedió que, cuando los israelitas clamaron a Yahvéh por causa de Madián,
8 Yahvéh les envió un profeta que les dijo: Esto es lo que dice Yahvéh, Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto y os saqué de la casa de la esclavitud.
9 Yo os liberé de la mano de Egipto y del poder de todos vuestros opresores; yo los arrojé de delante de vosotros y os di su tierra.
10 Entonces os dije: Yo soy Yahvéh, vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis. Pero no habéis escuchado mi voz.
11 Vino el ángel de Yahvéh y se sentó bajo el terebinto de Ofrá, que pertenecía a Yoás de Abiézer, mientras Gedeón, su hijo, estaba batiendo trigo en el lagar, para ponerlo a salvo de los madianitas.
12 Se le apareció el ángel de Yahvéh, y le dijo: Yahvéh está contigo, valiente guerrero.
13 Respondióle Gedeón: Por favor, señor mío. Pero si Yahvéh está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nos han narrado nuestros padres, al decirnos que nos sacó Yahvéh de Egipto? Pero ahora Yahvéh nos ha desamparado, y nos ha entregado en manos de Madián.
14 Entonces Yahvéh se volvió hacia él y le dijo: Vete con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel de manos de los madianitas. ¿No soy yo quien te envía?
15 Y él le replicó: Por favor, señor mío. Pero ¿con qué voy yo a salvar a Israel? Mi familia es la más mísera de Manases, y yo soy el más pequeño en la casa de mi padre.
16 Díjole Yahvéh: Pues yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como si fueran un solo hombre.
17 Gedeón le respondió: Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que eres tú el que conmigo hablas.
18 Por favor, no te alejes de aquí hasta que yo vuelva a ti, te presente mi ofrenda, y la ponga delante de ti. Y él le respondió: Me quedaré hasta que vuelvas.
19 Fue Gedeón, y preparó un cabrito, y con un efá de harina hizo panes ázimos; y poniendo la carne en un canastillo y el caldo en una olla, se los llevó bajo el terebinto y se los ofreció.
20 El ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes ázimos, ponlos sobre esa roca y derrama encima el caldo. Y así lo hizo.
21 Entonces el ángel de Yahvéh extendió la punta del bastón que tenía en la mano y tocó la carne y los ázimos. Salió entonces fuego de la roca, que consumió la carne y los ázimos. Y el ángel de Yahvéh desapareció de su vista.
22 Gedeón se dio cuenta entonces de que aquel era el ángel de Yahvéh y exclamó: ¡Ay, Señor mío, Yahvéh! ¡Que he visto al ángel de Yahvéh cara a cara!
23 Pero Yahvéh le contestó: La paz sea contigo. No temas; que no morirás.
24 Y Gedeón construyó allí un altar a Yahvéh, y lo llamó Yahvéh -Paz. Todavía subsiste hasta hoy día en Ofrá de Abiézer.
25 En aquella noche le dijo Yahvéh: Toma el toro cebado que tiene tu padre, el segundo toro de siete años. Derriba el altar de Baal que tiene tu padre, y tala la aserá que está junto a él.
26 Después construirás un altar bien dispuesto a Yahvéh, tu Dios, en la cima de ese fortín; tomarás luego el segundo toro y lo ofrecerás en holocausto con la leña de la aserá que hayas cortado.
27 Tomó, pues, Gedeón diez hombres de entre sus siervos, e hizo como le había indicado Yahvéh ; pero, por temor a su familia y a la gente de la ciudad, en vez de hacerlo de día, lo hizo de noche.
28 Cuando se levantaron de madrugada los hombres de la ciudad y vieron demolido el altar de Baal y talada la aserá que había junto a él y sacrificado el segundo toro sobre el altar construido,
29 se dijeron unos a otros: ¿Quién ha hecho tal cosa? Después de indagar y preguntar, dijeron: Ha sido Gedeón, hijo de Yoás, el que tal cosa ha hecho.
30 Dijeron, pues, los hombres de la ciudad a Yoás: Sácanos a tu hijo para que muera, pues ha derribado el altar de Baal y talado la aserá que estaba junto a él.
31 Pero Yoás replicó a cuantos estaban ante él: ¿Os toca a vosotros defender la causa de Baal? ¿Sois los encargados de salvarlo? Quien quiera defenderlo, será muerto antes de la mañana. Si él es dios, que se defienda a sí mismo, ya que le han derribado su altar.
32 Por eso se le llamó a Gedeón desde aquel día Yerubbaal, diciendo: Que Baal ponga pleito contra él, puesto que es él quien ha derribado su altar.
33 Concentráronse todos los madianitas, los amalequitas y los hijos de oriente, pasaron el Jordán y acamparon en la llanura de Yizreel.
34 Entonces Gedeón quedó revestido del espíritu de Yahvéh ; tocó la trompeta, y al punto los de Abiézer se reunieron en torno suyo.
35 Despachó mensajeros por todo Manases, que también se congregó en seguimiento suyo; envió igualmente mensajeros a Aser, Zabulón y Neftalí, quienes subieron a su encuentro.
36 Dijo entonces Gedeón a Dios: Si realmente vas a salvar a Israel por mi mano, como has dicho,
37 yo voy a colocar un vellón de lana en la era: si el rocío cubre solamente el vellón, y todo el suelo queda seco, conoceré que por mi mano vas a salvar a Israel, como dijiste.
38 Y así fue. Al levantarse de madrugada, exprimió el vellón y con el rocío que sacó de él llenó una taza de agua.
39 Dijo luego Gedeón a Dios: No se encienda tu cólera contra mí, si hablo todavía otra vez. Quiero hacer una nueva prueba con el vellón: que sólo el vellón permanezca seco, mientras el rocío cubra todo el suelo.
40 Hízolo Dios así en aquella noche: sólo el vellón quedó seco, mientras que el rocío cubría todo el suelo.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas