Eclesiástico 14 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 27 versitos |
1 Dichoso el hombre que no ha faltado de palabra, | ni sufre remordimientos por sus pecados.
2 Dichoso aquel cuya conciencia nada le reprocha, | ni ha perdido la esperanza.
3 No es buena la riqueza para el mezquino, | y al avaro, ¿de qué le sirve el dinero?
4 El que con privaciones acumula, para otros acumula, | y de sus bienes otros disfrutarán.
5 El que es tacaño consigo mismo, ¿con quién será generoso?, | ni siquiera disfruta de sus propios bienes.
6 Nadie peor que el avaro consigo mismo, | esa es la paga de su maldad.
7 Si hace algo bueno es por descuido | y al final manifiesta su maldad.
8 El hombre avaricioso es malvado, | desvía la mirada y desprecia a los demás.
9 El codicioso nunca está satisfecho con su suerte, | pues la codicia malsana seca el alma.
10 El tacaño hasta el pan escatima, | y en su propia mesa pasa hambre.
11 Hijo, en cuanto te sea posible, cuida de ti mismo | y presenta dignamente tus ofrendas al Señor.
12 Recuerda que la muerte no puede tardar, | y que el decreto del abismo no te ha sido revelado.
13 Antes de morir, haz el bien a tu amigo, | según tus posibilidades, sé generoso con él.
14 No te prives de pasar un día feliz, | no dejes escapar un deseo legítimo.
15 ¿No dejarás a otro el fruto de tu trabajo | y de tus fatigas, para que se lo repartan a suertes?
16 Da y recibe, disfruta de la vida, | porque en el abismo no hay que esperar satisfacciones.
17 Todo viviente envejece como un vestido, | pues es ley eterna que hay que morir.
18 Como las hojas verdes de un árbol frondoso, | que unas caen y otras brotan, | así las generaciones de carne y sangre: | unas mueren y otras nacen.
19 Toda obra corruptible desaparece, | y su autor se va con ella.
20 ° Dichoso el hombre que se aplica a la sabiduría | y razona con su inteligencia.
21 Dichoso el que presta atención a sus caminos | y se fija en sus secretos;
22 sale en su busca como un cazador | y se pone al acecho en sus caminos;
23 se asoma a sus ventanas | y a sus puertas escucha;
24 acampa muy cerca de su casa | y clava una estaca en sus muros;
25 monta su tienda junto a ella | y acampa en morada apacible;
26 pone sus hijos a su abrigo | y bajo sus ramas se cobija;
27 a su sombra se protege del calor | y habita al reparo de su gloria.

Patrocinio

 
 

Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

Este libro, también conocido como Sirácida o de Ben Sira, fue tan leído en la Iglesia antigua que recibió el nombre de Eclesiástico, es decir, libro de la asamblea (ekklesia). Es el único libro del Antiguo Testamento que lleva la firma de su autor (Sir 50:27); fue escrito originalmente en hebreo por un maestro de sabiduría conocido como Jesús Ben Eleazar Ben Sira, hacia el 180 a.C. en Jerusalén. Ben Sira fue un sabio, un escriba profesional enamorado de la ley y de la sabiduría. Su pretensión fue transmitir el patrimonio religioso de Israel a las nuevas generaciones que, sin duda, sentían la atracción del mundo griego y de su cultura. Sin rechazar por principio las nuevas ideas que se iban infiltrando en la sociedad judía, el sabio supo inculcar a los jóvenes el valor de sus tradiciones y, sobre todo, su fe incondicional en Dios

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

Patrocinio

Notas

Eclesiástico 14,20-27*14:20-15:10 Cuarto poema sobre la sabiduría. La primera parte describe la búsqueda y conquista de la sabiduría por parte del discípulo (Sir 14:20-27); la segunda presenta la reacción de la sabiduría hacia ese discípulo que ha demostrado desearla tanto: otorgarle una serie de beneficios de diversa índole (Sir 15:1-10).