Eclesiástico 18 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 33 versitos |
1 El que vive para siempre creó todas las cosas por igual;
2 sólo el Señor será hallado justo y no hay otro fuera de él.
3 El gobierna el mundo con la palma de la mano y todo obedece a su voluntad, ya que él, por su poder, es el Rey de todas las cosas y separa las sagradas de las profanas.
4 A nadie le dio el poder de anunciar sus obras: ¿quién rastreará su grandeza?
5 ¿Quién podrá medir la magnitud de su fuerza y quién pretenderá narrar sus misericordias?
6 No hay nada que quitar, nada que añadir, y es imposible rastrear las maravillas del Señor.
7 Cuando el hombre llega al fin, está sólo al comienzo; cuando se detiene, no sale de su estupor.
8 ¿Qué es el hombre? ¿Para qué sirve? ¿Cuál es su bien y cuál es su mal?
9 La vida de un hombre dura cien años a lo más:
10 como una gota del mar y como un grano de arena, son sus pocos años frente a la eternidad.
11 Por eso el Señor es paciente con ellos y derrama sobre ellos su misericordia.
12 El ve y conoce qué miserable es su fin, y por eso multiplica su perdón.
13 El hombre sólo tiene misericordia de su prójimo, pero el Señor es misericordioso con todos los vivientes. El reprende, corrige y enseña, y los hace volver como el pastor a su rebaño.
14 El tiene misericordia con los que aceptan la instrucción y está siempre dispuestos a cumplir sus decretos.
15 Hijo mío, no eches en cara los beneficios que haces ni acompañes tus dones con palabras ofensivas.
16 ¿No calma el rocío el calor ardiente? Así, una buena palabra puede más que un regalo.
17 ¿Acaso no vale más una palabra que un obsequio? Pero el hombre caritativo sabe unir las dos cosas.
18 El necio reprende sin ningún miramiento y el don del avaro hace correr las lágrimas.
19 Antes de hablar, instrúyete, y cuídate antes de caer enfermo.
20 Antes de juzgar, examínate a ti mismo, y hallarás perdón cuando el Señor te visite.
21 Humíllate antes de caer enfermo y arrepiéntete apenas hayas pecado.
22 Que nada te impida cumplir tus votos en el momento debido, y no esperes hasta la muerte para estar en regla.
23 Antes de hacer un voto, prepárate a cumplirlo, y no seas como un hombre que tienta al Señor.
24 Recuerda la ira de los últimos días y el tiempo del castigo, cuando el Señor apartará su rostro.
25 En tiempo de abundancia, recuerda el tiempo de hambre, y en los días de riqueza, la pobreza y la penuria.
26 De la mañana a la tarde, el tiempo cambia, y todo pasa rápidamente delante del Señor.
27 El hombre sabio está siempre alerta, y en la ocasión de pecado, se cuida para no faltar.
28 Todo hombre prudente conoce la sabiduría y rinde homenaje al que la encuentra.
29 Los que hablan con sensatez son sabios ellos mismos y derraman como lluvia proverbios acertados
30 No te dejes guiar por tus pasiones, sino refrena tus deseos.
31 Si cedes a los impulsos de la pasión, ella hará de ti la irrisión de tus enemigos.
32 Que tu alegría no consista en darte todos los gustos ni te endeudes para pagar lo que ellos cuestan.
33 No te empobrezcas yendo de fiesta con dinero prestado, cuando no tienes nada en el bolsillo.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Eclesiástico 18,1-33

2-3. Estos versículos faltan en los mejores manuscritos.