Eclesiástico 21 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 28 versitos |
1 ¿Has pecado, hijo mío? No lo vuelvas a hacer, y pide perdón por tus faltas pasadas.
2 Huye del pecado como de una serpiente, porque si te acercas,, te morderá; sus dientes son dientes de león, que arrebatan la vida de los hombres.
3 Toda transgresión es como espada de dos filos: no hay remedio para su herida.
4 La violencia y la soberbia hacen perder las riquezas: así será arrasada la casa del orgulloso.
5 La oración del pobre va de su boca a los oídos del Señor, y la sentencia divina no se hace esperar.
6 El que odia la reprensión sigue las huella del pecador, pero el que teme al Señor se arrepiente de corazón.
7 Al charlatán se lo reconoce desde lejos, el hombre reflexivo le descubre sus deslices.
8 El que edifica su casa con dinero ajeno es como el que amontona piedras para el invierno.
9 Una banda de malhechores es como un montón de estopa, y su fin es la llama del fuego.
10 El camino de los pecadores está despejado de piedras, pero desemboca en lo profundo del Abismo.
11 El que observa la Ley domina sus inclinaciones, y el temor del Señor es la culminación de la sabiduría.
12 El que no es habilidoso no puede aprender, pero hay una habilidad que produce amargura.
13 La ciencia del sabio crece como una inundación y su consejo es como fuente de vida.
14 La mente del necio es como un vaso roto: no retiene ningún conocimiento.
15 Si un hombre instruido oye una palabra sabia, la aprueba y le añade algo de lo suyo; si la oye un alocado, le desagrada, y la echa detrás de sus espaldas.
16 La conversación del necio es como una carga para el viajero, pero los labios del inteligente causan deleite.
17 La opinión del prudente es requerida en la asamblea, y todos reflexionan sobre sus palabras.
18 Como una casa derruida es la sabiduría para el necio, y la ciencia del insensato es una serie de incoherencias.
19 La instrucción es para el tonto como un cepo en los pies y como esposas en su mano derecha.
20 El necio se ríe a carcajadas, pero el hombre sagaz sonríe apenas y sin estrépito.
21 La instrucción es para el prudente como un adorno de oro y como un brazalete en el brazo derecho.
22 El pie del necio entra rápido en la casa, pero el hombre experimentado se acerca con vergüenza.
23 El necio curiosea la casa desde la puerta, pero el bien educado se queda afuera.
24 Es falta de educación escuchar junto a la puerta: al prudente se le caería la cara de vergüenza.
25 Los labios de los charlatanes hablan sólo de oídas, pero los prudentes pesan bien sus palabras.
26 Los necios hablan siempre sin pensar; los sabios piensan, y luego hablan.
27 Cuando el impío maldice al adversario, se maldice a sí mismo.
28 El chismoso se mancha a sí mismo, y es detestado por lo que lo rodean.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas