Eclesiástico 46 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 20 versitos |
1 Josué, hijo de Nun, fue valiente en la guerra y sucesor de Moisés en el oficio profético. Haciendo honor a su nombre, se mostró grande para salvar a los elegidos, para castigar a los enemigos sublevados y poner a Israel en posesión de su herencia.
2 ¡Qué glorioso era cuando alzaba su brazo y blandía la espada contra las ciudades!
3 ¿Quién antes de él demostró tanta firmeza? ¡El mismo llevó adelante los combates del Señor!
4 ¿No fue por orden suya que se detuvo el sol y un solo día duró tanto como dos?
5 El invocó al Altísimo, el Poderoso, cuando sus enemigos lo asediaban por todas partes; y el gran Señor respondió a su plegaria, arrojando granizo de una fuerza inusitada.
6 El se lanzó contra la nación enemiga y en la pendiente aniquiló a los adversarios, para que las naciones reconocieran la fuerza de sus armas, porque hacía la guerra de parte del Señor.
7 El siguió los pasos del Poderoso y, en tiempos de Moisés, dio prueba de fidelidad, lo mismo que Caleb, hijo de Iefuné: ellos se opusieron a toda la asamblea, impidiendo que el pueblo pecara y acallando las murmuraciones perversas.
8 Solamente ellos dos fueron salvados, entre seiscientos mil hombres de a pie, para ser introducidos en la herencia, en la tierra que mana leche y miel.
9 Y el Señor dio a Caleb la fuerza que le duró hasta su vejez, y lo hizo subir a las alturas del país, que sus descendientes retuvieron como herencia,
10 para que vieran todos los israelitas qué bueno es seguir al Señor.
11 También los Jueces, casa uno por su nombre, fueron hombres que no cayeron en la idolatría ni se apartaron del Señor: ¡que sea bendita su memoria!
12 ¡Que sus huesos reflorezcan de sus tumbas, y sus nombres se renueven en los hijos de esos hombres ilustres!
13 Samuel fue amado por su Señor; como profeta del Señor, estableció la realeza y ungió jefes para que gobernaran a su pueblo.
14 Según la Ley del Señor, juzgó a la asamblea, y el Señor intervino en favor de Jacob.
15 Por su fidelidad se acreditó como auténtico profeta, por sus oráculos, fue reconocido como un vidente digno de fe.
16 Cuando sus enemigos lo asediaban por todas partes, él invocó al Señor, el Poderoso, y le ofreció un cordero recién nacido.
17 El Señor tronó desde el cielo y con gran estruendo hizo oír su voz;
18 él aniquiló a los jefes enemigos y a todos los príncipes de los filisteos.
19 Antes de la hora de su descanso eterno, dio testimonio ante el Señor y su Ungido: "Yo no he despojado a nadie de sus bienes, ni siquiera de sus sandalias"; y nadie lo acusó.
20 Después de su muerte, todavía profetizó y anunció su fin al rey; alzó su voz desde el seno de la tierra, y profetizó para borrar la iniquidad del pueblo.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Eclesiástico 46,1-23

1. "Haciendo honor a su nombre": el nombre hebreo "Josué" "Jesús" en griego significa "Dios salva". Ver Mat_1:21.

4. Ver Jos_10:12-14.

7. Ver Num_14:6-10.

8. Ver Num_14:30; Deu_1:34-38.

13. Ver 1 Sam. 8 - 10.

19. Ver 1Sa_12:1-5.

20. Ver 1Sa_28:6-25.