Eclesiástico 50 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 29 versitos |
1 ° Simón, el sumo sacerdote, hijo de Onías ° , | en su vida reparó el templo, | y en sus días fortificó el santuario.
2 Puso los cimientos de doble altura, | un alto contrafuerte de la cerca del templo.
3 En sus días se excavó el depósito de agua, | un estanque tan ancho como el mar.
4 Él cuidó de su pueblo para evitar su ruina | y fortificó la ciudad contra un posible asedio.
5 ° ¡Qué glorioso era cuando, rodeado de su pueblo, | salía de la casa del velo! °
6 Como el lucero del alba en medio de las nubes, | como la luna en su plenilunio;
7 como el sol refulgente sobre el templo del Altísimo, | como el arco iris brillando entre nubes de gloria;
8 como rosal florecido en primavera, | como lirio junto a un manantial, | como cedro del Líbano en verano;
9 como fuego e incienso en el incensario, | como vaso de oro macizo | adornado con toda clase de piedras preciosas;
10 como olivo cargado de frutos, | como ciprés erguido hasta las nubes.
11 Cuando se ponía la vestidura de gala | y se colocaba sus elegantes ornamentos, | cuando subía hacia el altar sagrado, | llenaba de gloria el recinto del santuario.
12 Cuando recibía las porciones de las víctimas | de manos de los sacerdotes, | él mismo de pie junto al fuego del altar, | rodeado de una corona de hermanos, | como retoños de cedro en el Líbano | o como tallos de palmera engarzados.
13 Todos los hijos de Aarón en su esplendor, | con la ofrenda del Señor en sus manos, | estaban en presencia de toda la asamblea de Israel.
14 Mientras cumplía su servicio en el altar, | preparando la ofrenda del Altísimo todopoderoso,
15 tomaba en su mano la copa, | hacía la libación del vino | y lo derramaba al pie del altar, | como aroma suave para el Altísimo, Rey del universo.
16 Entonces los hijos de Aarón prorrumpían en gritos, | tocaban las trompetas de metal batido, | hacían oír su sonido imponente, | como memorial delante del Altísimo.
17 Entonces, de repente, | todo el pueblo en masa caía rostro a tierra, | para adorar al Señor, su Dios, | el Todopoderoso, el Dios altísimo.
18 Los salmistas también lo alababan con sus voces, | y su canto formaba una dulce melodía.
19 El pueblo suplicaba al Señor altísimo, | permanecía en oración ante el Misericordioso, | hasta que terminaba la ceremonia del Señor | y concluía el servicio litúrgico.
20 Entonces él bajaba y elevaba las manos | sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, | para pronunciar con sus labios la bendición del Señor | y tener el honor de invocar su nombre.
21 Y por segunda vez todos se postraban, | para recibir la bendición del Altísimo.
22 Y ahora bendecid al Dios del universo, | el que hace grandes cosas por doquier, | el que enaltece nuestra vida desde el seno materno | y nos trata según su misericordia.
23 Que nos dé la alegría de corazón | y que haya paz en nuestros días, | en Israel por los siglos de los siglos.
24 Que su misericordia permanezca con nosotros | y en nuestros días nos libere.
25 Hay dos naciones que mi alma detesta, | y la tercera ni siquiera es nación:
26 los habitantes de la montaña de Seír, los filisteos | y el pueblo necio que mora en Siquén.
27 Doctrina de ciencia e inteligencia | ha condensado en este libro | Jesús, hijo de Sira, hijo de Eleazar, de Jerusalén, | que de su corazón derramó sabiduría a raudales.
28 Dichoso el que repase estas enseñanzas; | el que las guarde en su corazón se hará sabio.
29 Y si las pone en práctica, en todo será fuerte, | porque la luz del Señor iluminará su camino; | y a los piadosos dio sabiduría. | Bendito el Señor por siempre. Así sea. Así sea.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

Este libro, también conocido como Sirácida o de Ben Sira, fue tan leído en la Iglesia antigua que recibió el nombre de Eclesiástico, es decir, libro de la asamblea (ekklesia). Es el único libro del Antiguo Testamento que lleva la firma de su autor (Sir 50:27); fue escrito originalmente en hebreo por un maestro de sabiduría conocido como Jesús Ben Eleazar Ben Sira, hacia el 180 a.C. en Jerusalén. Ben Sira fue un sabio, un escriba profesional enamorado de la ley y de la sabiduría. Su pretensión fue transmitir el patrimonio religioso de Israel a las nuevas generaciones que, sin duda, sentían la atracción del mundo griego y de su cultura. Sin rechazar por principio las nuevas ideas que se iban infiltrando en la sociedad judía, el sabio supo inculcar a los jóvenes el valor de sus tradiciones y, sobre todo, su fe incondicional en Dios

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Eclesiástico 50,1-21*44:1-50:21 Inspirándose en los textos de las Escrituras, Ben Sira presenta una galería de personajes importantes de su pueblo que va desde el patriarca antediluviano Henoc hasta su contemporáneo, el sumo sacerdote Simón. Este himno canta la sabiduría creadora de Dios que se manifiesta en la historia de Israel (véase Sir 24:1-34). Es de notar que lo más original de esta composición es su presencia en una obra típicamente sapiencial. De este modo, el sabio establece un estrecho vínculo entre sabiduría, creación e historia.


Eclesiástico 50,1*50:1 El Elogio de los Antepasados concluye con un largo y hermoso poema dedicado al sumo sacerdote Simón II, hijo de Onías II, que ejerció sus funciones a comienzos del siglo ii a.C. (h. 220-195). Le dieron el sobrenombre de «el Justo», porque fue el último representante de la casa sacerdotal de Sadoq que observó fielmente la ley.
Eclesiástico 50,5*50:5 Es el Santo de los Santos, la zona más sagrada del interior del templo separada del recinto santo por un velo (véase Éxo 36:31-37). En Sir 50:6-10 se describen los ritos de la fiesta de la Expiación, la única ocasión en que el sumo sacerdote podía entrar en el Santo de los Santos (véase Lev 16:1-34).