Hechos 3, 12-18

Pedro, al ver esto, se dirigió al pueblo: «Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto, o por qué nos miráis fijamente, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho andar a éste? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando éste había decidido ponerle en libertad. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis que os dejaran en libertad a un asesino; matasteis al jefe que lleva a la vida. Pero Dios le resucitó de entre los muertos; nosotros somos testigos de ello. Y por la fe en su nombre, este mismo nombre ha restablecido a éste que vosotros veis y conocéis; es, pues, la fe, dada por su medio, la que le ha restablecido totalmente ante todos vosotros. «Ahora bien, ya sé, hermanos, que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros jefes. Pero de este modo Dios cumplió lo que había anunciado por boca de todos los profetas: que su Cristo había de padecer.
Ver contexto