Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
11. Consejos Relativos a la Audacia y a la Alegría.
Hay que arriesgarse con prudencia (11:1-6).
1
Echa tu pan a las aguas, que después de mucho tiempo lo hallarás. 2
Da de lo tuyo a siete y aun a ocho, que no sabes el mal que podrá venir sobre la tierra. 3
Las nubes se llenan de agua y la derraman sobre la tierra, y si el árbol cae al mediodía o al norte, donde cae allí permanece. 4
El que al viento mira no sembrará, y el que mira a las nubes no segará. 5
Como no sabes por qué camino el espíritu entra en los huesos en el seno maternal, así no conoces la obra de Dios, que es quien todo lo hace. 6
Siembra bien de mañana tu simiente, y a la tarde no dejes reposar tu mano; que no sabes qué es mejor, si esto o aquello, o si ambas cosas son igualmente buenas. Los versos de esta perícopa recomiendan una actitud emprendedora en las actividades comerciales y agrícolas, que contrastan un tanto con otros pensamientos deprimentes de Cohelet. El primero es diversamente interpretado por los comentaristas. Muchos lo han interpretado como una exhortación a la limosna y liberalidad, advirtiéndole que, después de cierto tiempo, hallará la recompensa. Si bien el término empleado (
pan) puede favorecer esta interpretación, ya no es tan fácil que la frase empleada por el autor signifique hacer limosna. Otros autores, teniendo en cuenta el contexto, ven una invitación a arriesgar los bienes en una empresa prudente, con la esperanza de recoger después copiosos frutos. La imagen puede estar sugerida, como dice Podechard, por el fenómeno que tiene lugar en las orillas del mar, que al cabo de cierto tiempo arroja sobre la playa objetos que primero había engullido 1. Paralelamente al verso anterior, los autores interpretan el v.2, unos como una recomendación a hacer la limosna a muchos, entre los cuales encontrarías quien te la hiciere a ti si un día tuvieres necesidad de ella; otros ven una medida de prudencia en la aplicación de la recomendación de tipo comercial del verso anterior: no pongas tu capital todo él en manos de uno solo, no lo emplees en una sola empresa, no embarques todas tus mercancías en una sola nave, pues entonces un mal azar te puede dejar sin nada. Pon tu dinero en varias empresas, embarca tus mercancías en varias naves, que de este modo, si una fracasa, te quedan las otras, que te compensarán incluso lo perdido. Es el modo de estar preparados para ciertos males que irremisiblemente vendrán, de manera que no podrá el hombre evitarlos (v.3).
El v.4 nos advierte que es preciso arriesgarse con la debida prudencia y no esperar a ver disipadas todas las dificultades para decidirnos a la acción. Las condiciones ideales para las labores agrícolas se dan raras veces, y si no estamos dispuestos a realizar éstas nada más que cuando aquéllas se presentan, nos quedaremos inactivos la mayoría de las veces, y, sin el trabajo oportuno, la tierra no produce los frutos. Calmet tiene a este propósito una preciosa advertencia para quienes tienen responsabilidades respecto de la salvación de las almas: Si en toda otra cosa escribe , si en toda empresa donde se trata de vuestra salvación o de la gloria de Dios, vosotros sois demasiado tímidos, demasiado prudentes; si queréis ver disipadas todas las dificultades y todos los obstáculos, jamás emprenderéis ni realizaréis cosa alguna. 2 Y la razón por la que es preciso conducirse de esta manera es porque nosotros ignoramos la obra de Dios, las leyes conforme a las cuales se desarrollan los fenómenos atmosféricos, cuyo conocimiento nos sería preciso para prever al menos con certeza las condiciones ideales para las faenas agrícolas. Como desconocemos, dice Cohelet, el camino por el que el espíritu entra a animar el nuevo ser en el seno de la madre, lo que ha sido siempre uno de los misterios más profundos y maravillosos que encierra la naturaleza, misterio al que más de una vez aluden los libros sagrados 3. En consecuencia, lo más prudente será aprovechar las diversas ocasiones que se presenten sin andar cavilando demasiado sobre cuál de ellas será mejor. Si aprovechas la mañana y la tarde, ciertamente que darás con la más propicia; y si las dos fructifican igualmente, tanto mejor. La fórmula empleada por Cohelet podría designar las diferentes ocupaciones que deben llenar la jornada del hombre y contener una exhortación al trabajo diligente.
Disfrutar de la vida en los días de la juventud (11:7-10).
7
Dulce es la vida y agradable a los ojos el ver el sol. 8
Mas si el hombre viviere muchos años y en todos ellos gozase de alegría, piense en los días de tinieblas, que serán muchos, y que cuanto sucede es vanidad. 9
Alégrate, mozo, en tu mocedad, y alégrese tu corazón en los días de tu juventud; sigue los impulsos de tu corazón y los atractivos de tus ojos, pero ten presente que de todo esto te pedirá cuenta Dios. 10
Echa la tristeza fuera de tu corazón y tente lejos del dolor, porque mocedad y juventud son vanidad. Cohelet llega al final de su obra. Ante la pantalla de nuestra imaginación y ante esos deseos ardientes de felicidad que siente nuestro corazón, ha hecho desfilar todas aquellas cosas en las que el hombre parece podría encontrar su dicha. Cohelet ha juzgado vanidad y persecución del viento los esfuerzos del hombre encaminados a ese fin, porque la verdadera y perfecta felicidad no se encuentra en las cosas de este mundo. Nosotros sabemos
que sólo la posesión de Dios mismo puede hacer al ser humano plenamente feliz. La razón la expuso el Doctor de Hipona en aquellas tan conocidas como profundas palabras: Señor, has hecho nuestro corazón para ti, y se sentirá insatisfecho mientras no descanse en ti 4. Nuestro autor ignoraba estas cosas, y de ahí su desilusión y pesimismo. Pero Cohelet no es un pesimista absoluto. Para él la vida no es esencialmente mala, de modo que no valga la pena de vivirse. Si bien no existe en esta vida la felicidad perfecta, se da una felicidad relativa temporal, que queda a veces un poco oscurecida por el realismo de Cohelet, que vive una época histórica, política y socialmente desfavorable; no obstante, nuestro autor afirma repetidas veces su existencia e invita una y otra vez a gozar de ella.
Esta es también la conclusión que por última vez deduce el Eclesiastés, concretando en esta ocasión la edad en que esa felicidad relativa es más asequible. Los v.7-8 sirven de introducción a la última parte del libro, en que se recomiendan las alegrías de la juventud y se mencionan a continuación los años tristes de la vejez. No obstante las vanidades y anomalías que ha constatado, Cohelet profiere que en aquéllos la vida es dulce y agradable. Le siguen
los días de tinieblas, en que ésta se torna triste y melancólica; la expresión podría designar el
seol, que se describe en la Biblia como un lugar de tinieblas 5; pero la alegoría que sigue de la vejez parece indicar que en este caso se refiere más bien a los años de la vejez, dado que se emplean en ella expresiones semejantes. La última frase del v.8, si es del autor y está en su lugar, indicaría que la vida es vanidad, porque, por muchos que sean los años en que se puede disfrutar de ella, al fin siempre vendrán los años achacosos de la vejez y la muerte, con la que todo acaba.
En vista de esto, el autor invita a gozar de las alegrías de la vida en los años de la juventud, que designan aquí los años que van de la infancia a la vejez. Es en ellos cuando el cuerpo goza de más salud y está en mejores condiciones para gozar del fruto de sus trabajos; es también cuando el alma, que ve lejana la muerte, se llena más fácilmente de ilusiones y uno y otra gozan más de las delicias que lleva consigo la vida matrimonial. La recomendación a seguir
los impulsos del corazón y los atractivos de los ojos, que se ponen en otros pasajes en boca de los impíos con sentido peyorativo 6, en nuestro caso ha de interpretarse en buen sentido. Cohelet invita a gozar de los placeres normales y satisfacciones legítimas que están dentro de la ley moral. El pensamiento de que hay un juicio, en el que Dios nos pedirá cuenta de nuestras obras, será un poderoso estímulo para mantenerse alejado de los placeres prohibidos de una vida desarreglada7. A la renovada invitación de gozar de las alegrías de la juventud añade el texto la constatación que juventud y mocedad son vanidad, lo que cuadra muy bien al contexto precedente, por lo que algunos comentaristas consideraron la frase como glosa. Si es del autor sagrado, el sentido sería que los años propicios para las alegrías de la tierra pasan como una sombra fugaz 8, dejando paso a los días de la vejez, de que hace el autor a continuación una preciosa descripción alegórica.
1 Cf. las diversas interpretaciones en Barton, o.c., p.iSi. W. staerk,
Zur Exegese von Kohelcth 10,20 uncí 11:1: Zaw 59 (1943) 216-218; H. Kruse,
Da portionem septem necnon ocio
(Eccl. 11:1-6): VD 27 (1949) 164-169. 2 O.C., p.3I. 3 Job ßï,8-11;
Sal_139:15-16;
Pro_30:19. 4 Cf.
Confesiones 1.4 c.10-11. 5
Sal_88:12;
Sal_143:3;
Job_12:21-22. 6
Isa_22:13;
Job_31:7;
Sab_2:6;
1Co_15:32. 7 3.17;
1Co_8:5s.12s;
1Co_12:14