Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
17. Deslealtad y trágica suerte del Rey Sedecías. Promesa Mesianica.
En este capítulo encontramos una clara alusión a la situación política inmediata anterior a la catástrofe del 586. Puede dividirse en tres partes:
a) parábola de la gran águila, símbolo de Nabucodonosor (v.1-10);
b) explicación de la parábola (v.11-21);
c) apéndice:
la restauración mesiánica (v.22-24).
Los profetas siempre habían predicado la sumisión al coloso babilónico como mal menor. Toda otra política nacionalista constituía entonces un verdadero suicidio colectivo, como lo demostraron los acontecimientos. Ezequiel se mantiene, pues, en la misma línea que Jeremías, y anuncia el fin trágico del incauto rey Sedecías, que se atrevió a hacer frente a los babilonios apoyado en ilusorias promesas egipcias. En la deportación del 598, el rey Joaquín, o Jeconías, fue llevado a Babilonia. Le sucedió en el trono su tío Matanías o Sedecías, quien después de diez años de sumisión a Nabucodonosor, instigado por el faraón egipcio, se sublevó, dando con ello lugar a la destrucción de Jerusalén por los babilonios en el 587.
Parábola de la gran águila (1-10).
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, propon un enigma y compon una parábola sobre la casa de Israel. 3 Di: Así habla el Señor, Yahvé: La gran águila de grandes alas y de largas plumas, toda cubierta de espléndido plumaje de colores varios, vino al Líbano y tomó el cogollo del cedro, 4 arrancó el principal de sus renuevos y lo llevó a tierra de mercaderes, y lo puso en una ciudad de comerciantes. 5 Escogió luego un sembrado de la tierra y !o puso en campo selecto para la plantación. Lo puso cerca de aguas abundantes, lo plantó como un sauce 1. 6 Echó brotes y se hizo una vid frondosa, pero de poca altura, para que dirigiese hacia el águila sus ramas y le estuvieran sometidas sus raíces. Hízose vid, y echó sarmientos y extendió sus ramas. ? Pero había otra gran águila de grandes alas y espeso plumaje, y la vid dirigió hacia ésta sus raíces y tendió hacia ella sus sarmientos desde el bancal en que la otra la plantó para que estuviera bien regada. 8 Había sido plantada en tierra buena y cerca de abundantes aguas para que echase ramas y llevase frutos y se hiciese una vid vigorosa. 9 Di: Así habla el Señor, Yahvé: ¿Prosperará? El águila primera, ¿no arrancará sus raíces, no las despojará, dejándolas que se seque y sequen todas las hojas que echó? Sin gran esfuerzo, sin necesidad de mucha gente la arrancará de raíz. 10 Había sido plantada, ¿prosperará? ¿No se secará del todo apenas la toque el viento solano? En los bancales donde brotó se secará. El símil es bellísimo y expresivo en extremo. Se presenta al conquistador babilónico como un águila imponente que planea sobre los bosques del Líbano, que aquí es símbolo del reino de Judá y de Jerusalén. El reino glorioso de la dinastía davídica es comparado poéticamente al esplendor de los cedros del Líbano. El mismo profeta explicará el sentido alegórico de cada rasgo de la parábola 2.
El cogollo del cedro (v.3) es el representante de la dinastía davídica, simbolizada en un cedro imponente y majestuoso. Nabucodonosor escogió un retoño de ese cedro de la dinastía davídica, a Sedecías, para que desplegase su actividad regia sometido a Babilonia, dándole todas las facilidades de gobierno. Por eso es comparado a un
sauce (v.5) plantado junto a
aguas abundantes. Antes había arrancado
al principal de sus renuevos, y le llevó a tierra de mercaderes, y le puso en una ciudad de comerciantes (v.4), es decir, a Babilonia, famosa por su tráfico comercial. La alusión es clara a la deportación del rey Joaquín, o Jeconías, en 598, después del primer sitio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor. El reinado del sustituto de éste, Sedecías, entronizado por el rey babilonio, fue relativamente próspero, pues participaba de la protección del coloso mesopotámico; por eso
echó brotes y se hizo una vid frondosa (v.6), pero en su actividad estaba mediatizado por el poder del protector; de ahí que la vid fuera
de poca altura. Esta fue la situación de Judá desde el 597 al 588 a.C. Durante este período, el dominio de Palestina por los babilonios no fue turbado por las incursiones egipcias, pues el faraón Psamético II, después de la derrota sufrida en Carquemis, no se aventuró en expediciones peligrosas fuera de su territorio.
Pero su sucesor, Hofra, quiso de nuevo ser el arbitro de la política de la encrucijada palestinense y movió todos sus resortes diplomáticos para levantar contra Babilonia a los reyezuelos palestinianos vasallos de Babilonia. Entre ellos descollaba el rey Sedecías de Judá. El faraón egipcio es presentado aquí como
otra gran águila de grandes alas y espeso plumaje (v.7). Es la contrarréplica de Nabucodonosor. Sedecías se dejó pronto seducir; por eso dirigió
hacia esta (águila) sus
raices y tendió hacia ella sus sarmientos (v.7).
Esperaba obtener mejores condiciones de vida con la amistad egipcia. La viña había de ser
bien regada y daría copiosos frutos. Sin embargo, el profeta hace resaltar que la situación de Judá bajo los babilonios no era despreciable, ya que
había sido plantada en tierra buena y cerca de abundantes aguas (v.8), y, efectivamente, pudo desarrollar su vida nacional con cierta holgura como para convertirse en
vid vigorosa. Por eso, la conducta de Sedecías al acercarse a Egipto puede calificarse de insensata, ya que no hará otra cosa sino provocar al
viento solano (v.10), al invasor babilonio, que vendrá por el oriente con sus tropas deseosas de botín y de sangre. Nabucodonosor,
el águila primera, arrancará de cuajo esa vid frondosa que era el reino de Judá. Ezequiel anuncia solemnemente el desastre definitivo de Jerusalén a los exilados. La alocada conducta del rey de Jerusalén no hará sino acelerar la hora del castigo divino.
Explicación de la parábola (11-21).
11 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 12 Anda, di a la casa rebelde: ¿No habéis entendido lo que esto significa? Di: El rey de Babilonia vino a Jerusalén, cogió al rey y a sus príncipes y los deportó, llevándoselos consigo a Babilonia. 13 Tornó a uno de la real estirpe e hizo con él un pacto, tomándole juramento. Llevóse a los poderosos de la tierra, 14 para que el reino fuese modesto y 110 se rebelase, y guardase y mantuviese el pacto hecho con él. 15 Pero se rebeló y mandó embajadores a Egipto para que le diese caballos y mucha gente. ¿Prosperará? ¿Escapará el que tales cosas hizo? Rompió el pacto, ¿escapará? 16 Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que en la tierra de quien le habían puesto en el trono, cuyo juramento menospreció y cuya alianza rompió, allí morirá, en Babilonia. 17 Y el faraón no le socorrerá con gran ejército y muchas fuerzas en la lucha cuando se levanten terraplenes y se construyan torres para destrucción de muchas vidas. 18 Menospreció el juramento, rompió el pacto, dio su mano, y luego hizo cosas tales; no escapará. 19 Por tanto, así habla el Señor, Yahvé: Por mi vida que yo echaré sobre su cabeza mi juramento, que él menospreció, y mi pacto, que él rompió, 20 y le tenderé mi red y quedará preso en mi lazo. Le deportaré a Babilonia y allí le juzgaré por la infidelidad cometida contra mí. 21 Todos los fugitivos de sus tropas caerán a la espada, y los que quedan serán dispersados a todos los vientos, y sabréis que yo, Yahvé, he hablado. Ezequiel explica la parábola por orden expresa divina a la
casa rebelde (v.11), es decir, a la comunidad de exilados israelitas que no querían comprender los caminos de Yahvé, el cual había determinado
un castigo justiciero sobre Jerusalén y la dinastía davídica. La explicación de la parábola es clara: el
rey de Babilonia es Nabucodonosor, quien en 598 tomó
al rey (Jeconías)
y a sus príncipes y los deportó. a Babilonia (v.12). Era el
cogollo del cedro., el principal de sus renuevos., es decir, el principal representante entonces de la dinastía davídica, figurada en un
cedro frondoso oriundo del Líbano (aquí Jerusalén). En su lugar, Nabucodonosor
tomó a uno de la real estirpe (v.13), es decir, a Matanías, a quien cambió el nombre en Sedecías para indicar su poder sobre él. Este era tío carnal de Jeconías. Era, pues, de
real estirpe. Nabucodonosor quiso diplomáticamente captar la voluntad de los judíos, imponiéndoles un rey de su dinastía. Conservaba sobre él un alto dominio, pero Sedecías, dentro de su categoría de rey vasallo, tenía una relativa autonomía.
El nuevo rey de Judá había aceptado su nueva situación, ratificándola
conjuramento (v.13) solemne. Con todo, Nabucodonosor tomó sus medidas. Así sabemos que se llevó a las fuerzas vivas de la nación,
los poderosos de la tierra (v. 13), de modo que el
reino fuera modesto y no se preparase para nuevas rebeliones (v.14). Pero Sedecías
se rebeló, buscando ayuda militar en Egipto, la
otra gran águila 3. Pero no tendrá éxito en su insurrección, porque
rompió el pacto (v.15) solemne que había hecho con el rey de Babilonia. Esto traería como consecuencia una intervención airada del coloso mesopotámico; en efecto, el imprudente rey Sedecías, reo de perjurio, morirá en Babilonia (v.16). De nada le servirán las fuerzas que le envíe el faraón Hofra, pues éste será derrotado 4 y dejará a Jerusalén a su suerte. Todo el movimiento de defensa organizado en torno a Jerusalén (construcción de
terraplenes y. torres, v.17)
no servirá sino para aumentar las proporciones de la catástrofe al ocasionar la
destrucción de muchas vidas (v.17).
La conducta de Sedecías no puede aprobarse en ética elemental, ya que
menospreció el juramento, rompió el pacto. (v.18). Es simplemente un perjuro; como tal, debe ser castigado. Yahvé personalmente le castigará por tal crimen, pues se considera vinculado al
juramento de Sedecías. Sin duda que éste, como israelita, había puesto por testigo de su veracidad a su Dios, Yahvé. Al romper el juramento, cometía un grave pecado contra Yahvé, pues comprometía su veracidad ante los paganos; por eso aquí se pone en boca de Dios la repulsa de la conducta infiel de Sedecías:
Por mi vida que yo echaré sobre su cabeza mi juramento, que él menospreció, y mi pacto, que él rompió (v.19q). El pacto entre Sedéelas y Nabucodonosor era el
pacto de Yahvé, pues había sido invocado como garantía de su fidelidad por parte del rey de Judá. Es interesante esta doctrina moral de mantener el juramento con los enemigos, expresada de un modo tan claro en el A.T.
El castigo de la infidelidad de Sedecías se cumplirá cuando sea deportado a Babilonia, donde será cegado. Antes fue llevado a presencia de Nabucodonosor, a su cuartel general de Ribla (Alta Siria), y a presencia de él fueron asesinados sus hijos5. La profecía de Ezequiel se cumplió a la letra, pues lo más selecto de sus tropas cayó ante la espada, y el resto fue dispersado a los cuatro vientos (v.21). Es el sello de la profecía de Yahvé: sabréis
que yo, Yahvé, he hablado 6.
Promesa del rey Mesías (22-24).
22 Así dice el Señor, Yahvé: También yo tomaré del cogollo del cedro elevado, y del principal de sus renuevos cortaré un tallo y lo plantaré sobre el monte alto y sublime, 23 en el monte alto de Israel lo plantaré, y echará ramas y dará fruto, y se convertirá en magnífico cedro, y se acogerán a él las aves de toda pluma, que habitarán a la sombra de sus ramas, 24 y conocerán todos los árboles de la selva que yo soy Yahvé, que humillé al árbol sublime y levanté al árbol bajo, sequé el árbol verde e hice reverdecer el árbol seco. Yo, Yahvé, he hablado y yo lo cumpliré. Como en otras ocasiones, el profeta contrapone un horizonte de esperanza al sombrío de castigo que acaba de presentar a los exilados.
La misión de los profetas, como centinelas de los intereses espirituales de su pueblo,
es situar en su debida proporción el alcance de los castigos de Dios a su pueblo. En medio de todas las encrucijadas críticas de la historia de Israel se cierne siempre la esperanza mesiánica como norte de la vida nacional. Ezequiel debía hacer ver a los exilados israelitas que sus vanas ilusiones sobre la permanencia de Jerusalén como capital de un reino corrompido religiosamente no tenían fundamento. La hora de la ira justiciera divina llegará inexorablemente, y la dinastía davídica se eclipsará de momento al ser deportados sus representantes a Babilonia. Pero ésta no será una situación definitiva, porque ante todo está la promesa de Dios de inaugurar
una era mesiánica presidida por la misma dinastía davídica. El profeta adapta el símil de la parábola antes expresada para dar un nuevo sentido más profundo favorable a las esperanzas mesiánicas. Como Nabucodonosor, la
gran águila, tomó del cogollo del cedro, llevando al principal de sus renuevos, Jeconías, a Babilonia (v.2), así también Yahvé en un tiempo futuro tomará
del cogollo del cedro, cortando un
tallo del principal de sus renuevos (v.22). Ya hemos dicho que
cedro en todos estos textos equivale a la dinastía davídica. Ahora bien, con la deportación
del principal de sus renuevos (Jeconías) no desaparece ésta, porque Yahvé se encargará de cortar de él un
tallo para plantarlo en el
monte alto de Israel (v.23), en la colina santa de Sión. Allí se desarrollará frondosamente, hasta convertirse en
magnifico cedro, en el que anidarán
aves de toda pluma (v.23); es decir, todos los pueblos se reunirán en Jerusalén bajo la sombra protectora del Mesías7. Y todos
los arboles de la selva (todas las naciones) reconocerán que todo ha sido obra providencial de Yahvé, pues es el arbitro de la historia, ya que humilla
al árbol sublime (Babilonia) y levanta
al árbol bajo, o reino de Judá, humillado por el opresor babilónico 8. Yahvé ha obrado un milagro en favor de su pueblo, pues le ha hecho
reverdecer cuando todos le consideraban como un
árbol seco, y, en cambio, ha secado al
árbol verde, el imperio babilónico, que con su exuberancia parecía tener una larga vida. La historia está en manos de Dios; por eso Israel debe confiar ciegamente en El a pesar de la tragedia que se le avecina. Al fin triunfará el pueblo elegido sobre el invasor babilónico 9.
1 Así, siguiendo el paralelo árabe y arameo del vocablo hebreo
safsafah. Es la traducción de Dennefeld, Cantera y Spadafora, etc. 2
Sobre el símil del águila para designar a los grandes conquistadores cf.
Deu_28:49;
Ose_8:1;
Abd_1:1 :8;
Jer_48:40;
Jer_49:22;
Isa_46:11. 3 Sobre la insurrección del rey Sedecías véase
2Re_24:20. 4 Cf. Jer 37,Ss;
Eze_30:21. 5 Cf.
2Re_25:6-7;
Jer_52:9. 6 Cf.
Eze_6:13;
Eze_14:8;
Eze_21:22;
Eze_34:24.