Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)
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(B) Exhortación a la fidelidad (2,1-4). En este punto, el autor pasa de la exposi(-)ción a la exhortación. La alternancia entre una y otra es característica de la epístola. La ad(-)vertencia contra la apostasía (2,l-3a) se repite varias veces en Heb, y el argumento a fortiori de estos versículos se utiliza con frecuencia (cf. 7,21-22; 9,13-14; 10,28-29; 12,25; véase Spicq,
Hébreux 1.53 para paralelos en Filón). En este caso se basa en la inferioridad de la «palabra transmitida por medio de ángeles» (la ley mosaica; véase el comentario a 1,4) res(-)pecto a la que los cristianos han recibido.
3-4. La salvación que van a heredar (cf. 1,14) tuvo su origen en la palabra «transmitida por me(-)dio del Señor» y «confirmada a nosotros por quienes la habían oído». En lo tocante al co(-)nocimiento de esa palabra, el autor está clara(-)mente en la misma posición que aquellos a quienes se dirige: la recibió de testigos. Pero tal vez no convenga insistir en la distinción en(-)tre «nosotros» y «quienes oyeron» como un ar(-)gumento a favor de que el autor y sus contem(-)poráneos pertenecían a la segunda generación de cristianos (véase B. Hunt,
SE II 410). La confirmación llegó, no sólo a través de quienes habían oído, sino también con el sello que Dios puso a la verdad de todo aquello «con sig(-)nos y prodigios, con toda suerte de milagros y dones del Espíritu Santo repartidos según su voluntad». Los signos y prodigios se mencio(-)nan en Hch como confirmación de la predica(-)ción apostólica (4,30; 14,3; 15,12); la tríada «milagros, prodigios, signos» es el testimonio que Dios da de Jesús mismo (Hch 2,22) y el que da Pablo como indicio de que su condi(-)ción de apóstol es auténtica (2 Cor 12,12).
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(C) La exaltación de Jesús a través de la humillación (2,5-18). 5. el mundo veni(-)dero: Ha quedado sometido al Hijo glorificado en el momento culminante de un movimiento ascendente que empezó con la humillación de su vida terrena, sufrimiento y muerte. (Para la concepción de que el mundo presente estaba bajo el dominio de ángeles, véanse Dt 32,8 LXX; Dn 10,13.)
6-9. La cita del AT, Sal 8,5-7, es introducida por la fórmula «atestiguó al(-)guien en algún lugar». Su imprecisión se debe a la indiferencia del autor respecto al autor humano del texto: toda la Escritura es palabra de Dios. En Filón se encuentra una modalidad parecida de introducción
(De ebr. 61). Este sal(-)mo se aplica también a Jesús en 1 Cor 15,27; Ef 1,22; y probablemente en 1 Pe 3,22. Tal uso por parte de diversos autores indica que esa aplicación pertenecía a una tradición de inter(-)pretación del AT que era patrimonio común del cristianismo primitivo (véase C. H. Dodd,
According to the Scriptures [Nueva York 1953] 32-34). Posiblemente el origen de la aplicación fue que el v. 5 habla de «el hijo de hombre». Esa expresión está en paralelismo sinonímico con el «hombre» del verso anterior, pero a los cristianos les tenía que recordar la designa(-)ción de Jesús como Hijo del hombre (-->Jesús, 78:38-41). El salmo empieza contraponiendo la grandeza de Dios con la relativa insignifi(-)cancia de los seres humanos, pero pasa a re(-)flexionar sobre lo grandes que son los seres humanos respecto al resto de la creación; son, en efecto, «poco inferiores a los ángeles», pero les ha sido sometido todo lo demás. El autor de Heb toma ese sometimiento afirmado co(-)mo el punto de partida de su argumento. En el momento presente «no vemos todavía que es(-)té sometido todo» a la humanidad, salvo en el caso de Jesús, el Hijo del hombre.
7. por un poco: Las palabras gr.
(brachy ti) pueden signi(-)ficar un poco en grado o un poco de tiempo; su significado en el salmo es el primero, pero Heb las toma en el segundo sentido. Jesús fue hecho por un poco de tiempo inferior a los án(-)geles, en los días de su vida terrena, pero aho(-)ra está coronado de gloria y honor; y todas las cosas, ángeles incluidos, le están sometidas. En este punto, el autor considera todas las co(-)sas como ya sometidas a Jesús en virtud de su exaltación; para la misma concepción, véase Ef 1,22. Pablo utiliza Sal 8 en 1 Cor 15,25-27 con un significado diferente: el reinado de Je(-)sús ha empezado, pero el sometimiento de to(-)das las cosas (concretamente, de «todos [sus] enemigos») no será completo hasta su triunfo final en la parusía. Esa opinión se encuentra también en Heb 10,13, aunque allí Sal 8 no se usa en relación con ella. Puesto que la supre(-)macía y triunfo de Jesús se puede considerar desde perspectivas diferentes, ambas opinio(-)nes no son incompatibles; y no resulta sor(-)prendente encontrarse con que el mismo au(-)tor sostiene ambas.
9. a fmde que... gustase la muerte para bien de todos: Esta es una oración final, pero ¿qué se quiere decir al afirmar que Jesús fue coronado de gloria y honor para que pudiera gustar la muerte, etc.? La opinión de H. Strathmann de que la coronación no se re(-)fiere a la exaltación de Jesús, sino a su consa(-)gración como sumo sacerdote en preparación para su muerte sacrificial
(Der Brief an die Hebraer [NTD 9, Gotinga 1968] 85), es difícil de aceptar a la vista de la parte precedente del versículo en la cual la coronación de Jesús parece ser la consecuencia de que haya padecido la muerte («por haber padecido la muerte»); cf. también 5,4-5, donde su honor y gloria co(-)mo sumo sacerdote se conectan con su exalta(-)ción; y 12,2. J. Héring indica que la oración fi(-)nal se ha de entender en relación con la frase «por haber padecido la muerte», como expli(-)cación de ésta
(Hebrews 17); véase también el análisis de P. Hughes
(Hebrews 90), donde el v. 9 se ve estructurado en forma quiástica, de manera que la oración final (el cuarto elemen(-)to del quiasmo) se conecta semánticamente con el primero («que fue hecho inferior a los ángeles por un poco»),
por el favor de Dios: Es(-)ta lectura
(chariti theou) cuenta con una exce(-)lente atestación de mss. y encaja perfectamen(-)te con el v. 10, que habla de la iniciativa de Dios en la obra salvadora de Jesús. Sin em(-)bargo, unos pocos mss. leen
choris theou, «ex(-)cepto Dios». Pese a su escasa atestación, esta lectura puede ser correcta, si nos atenemos al principio de que se debe preferir la lectura más difícil, especialmente dado que un amanuense fácilmente podría haberla cambiado debido a escrúpulos teológicos. Expresa el sentimiento de abandono de Jesús en el momento de la muerte (cf. Mc 15,34).
gustar la muerte: Semi(-)tismo equivalente a experimentar la muerte (cf. Mc 9,1).
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era adecuado: Este uso del argu(-)mento
ex convenientia con respecto a Dios es «una innovación en la Biblia» (Spicq,
Hébreux 2.36) , aunque se da con frecuencia en Filón (p.ej.,
Leg. alleg. 148;
De conf. ling. 175).
por quien es todo y para quien es todo: Este con(-)cepto de Dios como Creador en quien halla su razón de ser todo cuanto ha hecho se encuen(-)tra también en 1 Cor 8,6 y Rom 11,36.
llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando me(-)diante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación: El ptc. gr.
agagonta, «llevara», pro(-)bablemente se refiere a Dios, aunque algunos lo aplican a Jesús («perfeccionando mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salva(-)ción, el que lleva muchos hijos a la gloria»). El argumento a favor de esta última interpreta(-)ción se basa en el hecho de que el ptc. está en ac., mientras que el pron. referido a Dios («era adecuado a él») está en dat. Pero esto no re(-)sulta concluyente (véase ZBG § 394; BDF 410). El mejor modo de explicar el tiempo del ptc. es como aor. ingresivo que indica el punto de partida de la acción de Dios (Michel,
Hebraer 148; Héring,
Hebrews 18-19). La designación de Jesús como guía anuncia un tema importante de Heb: el viaje del pueblo de Dios hasta el lugar del descanso (4,11), el santuario celes(-)tial, tras los pasos de Jesús, su «precursor» (6,20). R. Bultmann considera que esto se re(-)laciona con el motivo gnóstico del viaje del alma hasta el mundo de la luz
(TNT 1.177); otro tanto hace E. Kasemann
(Wandering 87-96.128-33).
perfeccionar: El vb. gr.
teleioó, «perfeccionar», aparece nueve veces en Heb, tres de las cuales tienen que ver con el perfec(-)cionamiento de Jesús (2,10; 5,9; 7,28). En los LXX se aplica a la consagración sacerdotal, traduciendo una expresión hebr., «llenar [las manos]» (Éx 29,9.29.33.35; Lv 16,32; 21,10; Nm 3,3). Para el sustantivo correspondiente, «perfección»
(teleiósis), véase Lv 8,33. Esta no(-)ción cultual de perfección está ciertamente presente en Heb (véanse G. Delling,
«Teleioó», TDNT 8.82-84; M. Dibelius,
Botschaft und Geschichte [Tubinga 1956] 2.106-76; Vanhoye,
Situation [--> 9 supra] 325-27). Pero la consa(-)gración sacerdotal de Jesús entrañaba su obe(-)diencia aprendida mediante el sufrimiento (5,8-10), y su perfeccionamiento significa ade(-)más que mediante esa obediencia fue llevado «a la plena perfección moral de su humani(-)dad» (Westcott,
Hebrews 49). D. Peterson abo(-)ga por una interpretación «vocacional» del concepto de perfección en Heb, entendiendo por tal la habilitación de Jesús, mediante los sufrimientos de su vida y su muerte obedien(-)tes y mediante su exaltación, para ser fuente de salvación para aquellos que le obedecen; y sostiene que, aun cuando en 2,11-12 hay «in(-)dicios» de «perspectiva cultual», «no [son] suficientes para exigir una interpretación cultual de la perfección en 2,10»
(Hebrews and Perfection [SNTSMS 47, Cambridge 1982] 72). Pero luego pasa a decir que «la transición a la presentación de la obra de Cristo desde una perspectiva de sumo sacerdocio en 2,17 es sumamente significativa» (p. 73). ¿Acaso esa perspectiva no arroja luz sobre el significado de 2,10? 11
. pues el que consagra y los consa(-)grados: Jesús es el que consagra. Él vb. gr.
hagiazó, «consagrar», es, como «perfeccionar», un término cultual; cf. Éx 28,41; 29,33. El he(-)cho de que Jesús sea perfeccionado como su(-)mo sacerdote le permite perfeccionar a su pueblo (cf. 10,4 [donde los términos «perfec(-)cionar» y «consagrar» se utilizan juntos]; 11, 40; 12,23). «Mediante la consagración sa(-)cerdotal de Cristo son perfeccionados y consa(-)grados los creyentes mismos» (Dibelius,
Bots(-)chaft 2.172). El autor de Heb hace hincapié en el carácter único del sacerdocio de Jesús y no atribuye a sus seguidores lo que es únicamen(-)te de él. Pero el elemento común a ambas con(-)sagraciones es que brindan la posibilidad de acceder a Dios. En su calidad de sumo sacer(-)dote, Jesús entró en el Santo de los santos (9,12) , en el cielo mismo, para presentarse allí ante Dios en favor nuestro (9,24); los creyentes pueden hacer confiadamente su entrada tras él y acercarse a Dios (7,19).
todos tenemos el mismo padre: Lit., «somos todos de uno solo». La mayoría de los comentaristas dicen que el «padre» es Dios; otros, que es Abrahán (cf. 2,16), pero la argumentación hace pensar que a quien se alude es a Adán (cf. O. Procksch, «
Hagiazo»,
TDNT 1.112). No es verdad que se afirme implícitamente que «el vínculo común de Cristo con el género humano se remonta al período previo a la encarnación» (Moffatt,
He(-)brews 32); la encarnación del Hijo es lo que hace a los seres humanos sus hermanos (cf. 2,14) . Si puede ser el sumo sacerdote de éstos es gracias a que se les asoció al hacerse «san(-)gre y carne» como ellos (2,17). La fuerza del argumento estriba en que Cristo es capaz de ayudarles porque comparte su suerte y es uno de ellos, es decir, porque como ellos es hijo de Adán,
no se avergüenza de llamarles hermanos: Porque comparte la naturaleza de aquellos a los que ha consagrado.
16 12-13. Se citan en este momento tres textos del AT que ponen de manifiesto la unión entre el Hijo y aquello que él vino a sal(-)var. El primero es Sal 22,23, tomado de un sal(-)mo que en la Iglesia antigua se aplicó común(-)mente a Cristo en su pasión (cf. Mt 27,43.46; Mc 15,34; Jn 19,24). El salmo pertenece a la categoría de «lamentación individual»; en el v. 23, empieza el motivo de la «certeza de ser es(-)cuchado», común a dicha categoría. El autor de Heb pone en labios de Jesús la gozosa ala(-)banza de Yahvé expresada por la persona que sufre. Probablemente, la razón principal para hacer tal cosa fue el uso de «hermanos» en ese versículo, pero no resulta exagerado decir que el autor piensa en la alabanza dada a Dios por Cristo glorificado «en medio de la asamblea
(ekklésia)» de quienes él ha consagrado. La se(-)gunda y la tercera citas son de Is 8,17 y 18, respectivamente. El propósito de la segunda no está claro. Si se acepta la opinión de Dodd de que cuando en el NT se citan textos del AT no se hace referencia simplemente al versícu(-)lo o versículos citados, sino a su contexto (
According to the Scriptures [--> 14 supra] 61), la razón de la cita puede ser que Isaías estaba declarando su confianza en la verdad de los oráculos divinos que la mayoría del pueblo había rechazado. De manera parecida, en este caso se presenta a Cristo exaltado aguardando la acreditación de su obra, cuya trascendencia no resulta manifiesta ahora salvo para quie(-)nes creen en él (cf. 10,13). Sin embargo, pare(-)ce poco probable que sea ésa la finalidad de la cita; en esta parte de Heb, el autor está ha(-)blando de la solidaridad existente entre Jesús y sus seguidores. Es más probable que desee presentar a Jesús, en su vida mortal, como ejemplo de esa confianza en Dios que resulta necesaria para aquellos a los que él ha consa(-)grado y que ahora precisan de una confianza parecida para no «extraviarse» (2,1). La terce(-)ra cita es sorprendente por cuanto parece sig(-)nificar que los creyentes son hijos de Jesús. Tal concepto no se encuentra en ningún otro lugar del NT (Jn 13,33 y 21,5 no son excepcio(-)nes). Son varias las tentativas que se han he(-)cho de aceptar ese significado y de explicar de manera satisfactoria su peculiar uso (véanse Bruce,
Hebrews 48; Michel,
Hebraer 154). Los hijos son de Dios o, más probablemente, de Adán; «el mismo padre» (2,11) es Adán, no Dios. En cualquiera de los dos casos se da un cambio respecto al significado del texto veterotestamentario, donde los hijos son de Isaías.
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como los hijos comparten la sangre y la carne, así también las compartió él: En sen(-)tido bíblico, «carne» denota la naturaleza hu(-)mana considerada en su debilidad y fragilidad, y como tal se contrapone a «espíritu» y a Dios (cf. Sal 56,5; 78,39; Is 31,3; 2 Cr 32,8). La ex(-)presión «carne y sangre» en el sentido de seres humanos aparece en el AT sólo en Eclo 14,18; 17,26; para el NT, cf. Mt 16,17; Gál 1,16; Ef 6,12. En este caso el autor habla de la natura(-)leza humana sometida a la maldición de la muerte y ve la muerte asociada con el diablo. Resulta difícil pensar que no relacione esa idea con el relato de la caída y que no siga una tra(-)dición que veía conexión entre la muerte y el pecado de Edén (Eclo 25,23; 4 Esd 3,7;
2ApBar 23,4). Por consiguiente, hay que poner en duda la opinión de E. Schweizer, según la cual en Heb el concepto de carne no está nunca vincu(-)lado con la noción de pecado
(«Sarx», TDNT 4.142).
para destruir al que tenía el dominio so(-)bre la muerte, es decir, al diablo: En el judaismo helenístico existía la idea de que la muerte no formaba parte del plan de Dios para los seres humanos, y de que había sido introducida en el mundo por el diablo (Sab 1,13; 2,23-24). Debi(-)do a esa conexión entre pecado y muerte, el po(-)der de la muerte se vio quebrantado cuando Cristo eliminó el pecado mediante su obra co(-)mo sumo sacerdote (2,17). La paradoja de que la muerte quedara anulada por la muerte de Cristo es semejante a la de Rom 8,3, donde Pa(-)blo dice que Dios condenó el pecado enviando a su Hijo «en la semejanza de una carne de pe(-)cado». El autor no da razón alguna; se limita a decir que era adecuado a Dios el actuar así.
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.liberar a los que, por temor a la muer(-)te, estaban de por vida sometidos a esclavitud: Este temor a la muerte no se debe considerar como el temor natural generalmente experi(-)mentado por los seres humanos. (Tampoco hay indicación alguna de que la libertad aludida sea la libertad respecto a una coacción a hacer el mal para evitar la muerte [así Bruce,
He(-)brews 51].) Es más bien un temor religioso ba(-)sado en la creencia de que la muerte es una ruptura de las relaciones personales con Dios (cf. Is 38,18; Sal 115,17-18), pero también en un verdadero reconocimiento de que la muer(-)te, dada su conexión con el pecado, es más que un mal físico (cf. 1 Cor 15,26, donde la muerte es el «último enemigo» en ser destruido por Cristo). El temor que Jesús sintió ante la pers(-)pectiva de la muerte (cf. 5,7) sólo se puede ex(-)plicar por el hecho de que se dio cuenta de es(-)to mejor que nadie. Pero mediante su muerte quedó abierto para todo el que le obedece el camino a una vida interminable con Dios. 16.
porque, ciertamente, no es a los ángeles a quie(-)nes toma de la mano, sino a los descendentes de Abrahán: C. Spicq toma el vb.
epilambanetai co(-)mo una referencia a la encarnación (
Hébreux 2.46), siguiendo a muchos comentaristas patrísticos. La sección entera trata sobre la en(-)camación, pero parece que este versículo posee una amplitud mayor. El vb.
epilambanomai se usa en 8,9 (en una cita de Jr 31,32 [LXX 38,32]) con el significado de «tomar de la mano a» una persona para ayudarla, significado que bien podría ser el que tiene también en este caso. El tiempo pres. hace pensar en una ayuda conti(-)nuada, más que en el acontecimiento único de la encamación. Los descendientes de Abrahán son quienes creen en Cristo.
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para poder ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel: Esta es la primera mención del tema central de Heb: el papel de Jesús como sumo sacerdote. Al califi(-)carlo de «fiel», el autor sigue una tradición que exige del sacerdote esa cualidad (cf. 1 Sm 2,35); pero que deba ser «misericordioso» es una idea peculiar de Heb. Cuando el motivo de la mise(-)ricordia del sumo sacerdote se retoma de nue(-)vo en 4,15 y 5,1-3, se basa, como en este caso, en su solidaridad con los seres humanos. Nada de la tradición del AT hace hincapié en esa cua(-)lidad; probablemente proviene de la reflexión del autor sobre la manera en que Jesús vivió, sufrió y murió en la tierra. En lo tocante a la misericordia, Cristo no encajaba en ninguna definición preconcebida; más bien, la defini(-)ción que el autor da de esa virtud (5,1-3) se ba(-)sa en el conocimiento que él tenía de lo que Je(-)sús había sido,
y expiar los pecados del pueblo: El vb. gr.
hilaskesthai, «expiar», aparece con frecuencia en los LXX, donde suele traducir el hebr.
kipper. Expresa la eliminación del peca(-)do, o la contaminación, por parte de Dios o de un sacerdote con los medios establecidos por Dios para ese fin (véase C. H. Dodd,
The Bible and the Greeks [Londres 1935] 82-95; ? Teolo(-)gía paulina, 82:73-74); la opinión de Dodd de que esa palabra no expresa además la idea de «aplacar» la cólera de Dios, es decir, la idea de «propiciación», ha sido puesta en tela de juicio; cf. L. Morris,
The Apostolic Preaching of the Cross (Grand Rapids 1955) 125-85; D. Hill,
Greek Words and Hebrew Meanings (SNTSMS 5, Cambridge 1967) 23-48.
18. Las tentaciones (pruebas) de Jesús, que le capacitaron para ayudar a quienes padecen tentación, no fueron sólo la perspectiva de los sufrimientos de su pa(-)sión, sino las tentaciones experimentadas a lo largo de su vida (4,15; Lc 22,28). La tradición evangélica indica que la fidelidad a su misión fue el objeto principal de sus tentaciones (Mt 4,1-11; Lc 4,1-13; cf. J. Dupont,
NTS 3 [1956-57] 287-304). La tentación de aquellos a los que se dirigen estas palabras era la apostasía: en lo fundamental, el mismo impulso que experi(-)mentó él a la infidelidad.