Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
29. Epístola de Jeremías a los Exilados.
También los exilados de la deportación del 598 mantenían vanas esperanzas en el destierro sobre su próxima repatriación, esperanzas que eran alentadas por falsos profetas y adivinos oportunistas. Jeremías en una epístola les previene contra este excesivo optimismo, anunciando el castigo a los causantes de la agitación entre los deportados. Esta comunicación de Jeremías no fue bien recibida por un sector de los exilados, entre ellos un tal Semeyas, que escribió a su vez al inspector del templo de Jerusalén quejándose de que no hubieran tomado medidas contra el profeta de Anatot. Estas cartas indican que había una comunicación fluída entre los desterrados y los que aún permanecían en Palestina antes de la catástrofe del 586. De tiempo en tiempo iban a Babilonia comisiones de israelitas a llevar los tributos impuestos por los babilonios.
Jeremías está preocupado por la suerte de los exilados, en los que ve el núcleo de la futura restauración nacional. Este c.29 tiene muchos puntos de contacto
con el c.24 1.
Quizá esta epístola sea del tiempo de la visión del c.24, en la que se habla de higos maduros agradables (los exilados) y de brevas insoportables (los que aún permanecen en Palestina, a quienes les está reservada una suerte más dura). Jeremías aprovechó una legación oficial para enviarles una carta admonitoria. Le preocupaban las noticias que llegaban de la agitación causada por ciertos falsos profetas, y era preciso hacer ver al pueblo que debía pensar en instalarse para permanecer allí mucho tiempo, durante el cual debían procurar habituarse al ambiente en lo económico y hacer prosperar la propia comunidad israelita exilada.
Anuncio de un largo exilio (1-9).
1 Estas son las palabras de la carta que desde Jerusalén envió Jeremías profeta al resto de los ancianos de la cautividad, a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo que de Jerusalén había llevado Nabucodonosor a Babilonia, 2 después de haber salido Jeconías, el rey, la reina, los eunucos, los notables de Judá y de Jerusalén, los herreros y los carpinteros, 3 (llevada) por mano de Elasa, hijo de Safan, y de Gamarías, hijo de Helcías, a quienes mandó Sedecías, rey de Judá, a Babilonia a Nabucodonosor, rey de Babilonia. Decía: 4 Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los cautivos que yo he desterrado de Jerusalén a Babilonia: 5 Construid casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos. 6 Tomad mujeres y engendrad hijos e hijas. Dad mujeres a vuestros hijos, y maridos a vuestras hijas, y tengan hijos e hijas; multiplicaos allí en vez de disminuir. 7 Procurad la prosperidad de la ciudad adonde os he deportado y rogad por ella a Yahvé, pues su prosperidad será vuestra prosperidad. 8 Porque así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: No os dejéis engañar por vuestros profetas que habitan entre vosotros y por vuestros adivinos. No escuchéis su sueño. 9 Porque mienten cuando os profetizan en mi nombre. Yo no los he enviado. Oráculo de Yahvé. La epístola va enviada a los
ancianos o cabezas de familia, directores espirituales de su pueblo. Era una institución patriarcal que había tenido siempre gran influencia al lado de las otras clases dirigentes, como los
sacerdotes, profetas. Sobre todo en Babilonia, privados de las organizaciones oficiales estatales, volvieron a restablecer el régimen del patriarcado, que había perdido mucho durante la monarquía. La palabra
resto parece indicar que eran pocos los que quedaban 2. Sabemos que los babilonios concedían cierta autonomía jurídica a los exilados para poder gobernarse conforme a sus propias leyes 3. Los
profetas de que se habla parecen ser los falsos profetas, corno traducen los LXX. Precisamente porque fomentan vanas ilusiones de retorno, no eran auténticos profetas, como lo era Ezequiel. Se les asocia maquinalmente a los
sacerdotes por procedimiento mecánico redaccional. Estos tres primeros versos son de Baruc, secretario de Jeremías, que quiere situar la epístola en su circunstancia histórica.
El verso puede ser adición posterior redaccional, para destacar que la deportación de que se habla es la del 598 y no la del 586.
La reina es la madre de Jeconías, o reina-madre4. Los
eunucos son los cortesanos en general. Los
herreros y carpinteros o cerrajeros son las fuerzas industriales vivas de la nación, llevadas por los babilonios para que no pudieran organizar de nuevo la resistencia5
. Los portadores de la epístola son altos dignatarios de la corte, encargados quizá de una misión oficial de llevar los tributos o de informar a Babilonia de las buenas disposiciones de Sedecías hacia los babilonios. Algunos nombres son conocidos, y parece que alguno de los citados era favorable a Jeremías 6. En todo caso, los portadores debían de ser agentes bien mirados en la corte babilónica por sus ideas moderadas y realistas, y, por tanto, no ajenas al pensamiento de Jeremías, que predicaba la sumisión para evitar mayores males. Jeremías, al escribir a sus compatriotas, lo hace en nombre del Dios nacional (v.4). El contenido de la carta es de lo más realista. Los exilados deben hacer sus cálculos como si fueran a ser ciudadanos perpetuos de la nueva tierra, echando las bases de una economía doméstica y aun procurando el aumento demográfico del pueblo (v.5-6). Y añade algo más revolucionario que había de resultar blasfemo para muchos puritanos:
procurad la prosperidad de la ciudad adonde os he deportado y rogad a Yahvé por ella (c.7). Estas palabras tenían que resultar inauditas para aquellos cerrados israelitas, que no podían comprender que Yahvé pudiera ayudar a sus enemigos, y, por tanto, que era absurdo orar por ellos a su Dios 7. Para Yahvé, según ellos, no podía haber otros intereses que los de Israel y su ciudad santa. En cambio, para Jeremías, el invasor babilonio es un instrumento de Yahvé para corregir a su pueblo, y, por tanto, los israelitas debían aprovecharse de las buenas cualidades de sus dominadores y convivir pacíficamente con ellos. En estas palabras de Jeremías vemos una cierta insinuación de simpatía, que, sin ser una declaración expresa de amor a los enemigos, lo que es propio del í. Ô. 8, supone un horizonte universalista que se va abriendo paso en la literatura profética y sapiencial. En el mismo Jeremías encontramos la profecía sobre la participación de las naciones paganas,
en los tiempos mesiánicos, de las bendiciones divinas 9. La dispersión de los israelitas en la cautividad sirvió, en los planes divinos, para difundir el conocimiento del Dios universal de las promesas.
El profeta sale al encuentro de las predicciones optimistas de los falsos
profetas y adivinos (v.8), que predicaban una resistencia pasiva, basada en la esperanza de un próximo retorno. En realidad
mienten, porque no hablan
en nombre de Yahvé. Son usurpadores del oficio profético.
La penitencia, condición de retorno (10-14).
10 Pues así dice Yahvé: Cuando se cumplan los setenta años de Babilonia, os visitaré y mantendré para con vosotros mi palabra venturosa de volveros a este lugar. 11 Pues yo conozco mis designios para con vosotros oráculo de Yahvé , designios de paz y no de desventura, de daros un porvenir y una esperanza. 12Me llamaréis y vendréis a suplicarme, y yo os escucharé; me buscaréis y me hallaréis. 13Me buscaréis y me hallaréis si me buscareis de todo corazón. 14Y me dejaré hallar de vosotros oráculo de Yahvé ; yo haré volver a vuestros desterrados, y os reuniré de entre todos los pueblos y de todos los lugares a que os arrojé oráculo de Yahvé y os haré volver a este lugar de que os eché. No obstante, la condición de exilados rio durará siempre, sino que llegará un momento en que podrán volver a su patria, pero esto después de una larga generación:
cuando se cumplan los setenta años de Babilonia (v.10). Lo indicado por esa cifra redonda de
setenta es lo que, más o menos, duró el imperio babilónico: desde el 605 (batalla de Carquemis, en la que Nabucodonosor venció definitivamente a los egipcios) al 538, en que Ciro entró en Babilonia.
La repatriación se cumplirá, pues los
designios de Yahvé para con su pueblo son designios
de paz y no de desventura (v.11). Si los ha castigado, ha sido para salvar los derechos inalienables de su justicia y santidad; pero de nuevo quiere darles un
porvenir y una esperanza, es decir, resucitarlos como pueblo, como colectividad nacional. Y por eso, aunque estén en tierra extranjera, lejos del santuario de Yahvé, donde reside oficialmente, los escuchará:
me llamaréis. y yo os escucharé (v.12). Pero es necesario que le busquen
de corazón. Yahvé entonces no estará lejos de ellos:
me dejaré hallar de vosotros (v.14). Y el resultado de ello será que volverán
los desterrados (v.14).
Suerte trágica de los moradores de Jerasalén (15.-19)
15 Como vosotros decís: Yahvé nos ha suscitado profetas en Babilonia, 16 pues así dice Yahvé del rey que se sienta en el trono de David y de todo el pueblo que mora en esta ciudad, vuestros hermanos, que no salieron con vosotros al destierro. 17 Así dice Yahvé de los ejércitos: He aquí que yo mandaré contra ellos la espada, el hambre y la peste; los tornaré en higos que de malos no pueden comerse, 18 y los perseguiré con la espada, el hambre y la peste, y los haré objeto de terror para todos los reinos de la tierra, maldición, espanto, ludibrio y oprobio entre todos los pueblos a los que los arrojaré, 19 por no haber escuchado mis palabras oráculo de Yahvé , que muy pronto y reiteradamente les anuncié por mis siervos los profetas, a quienes yo envié y no los escucharon oráculo de Yahvé. Jeremías sale al paso de una falsa ilusión: los exilados creen, ilusionados, que su retorno está próximo, pues tienen
profetas suscitados por Yahvé que les aseguran una próxima liberación (v.15).
En realidad son unos impostores, ya que el futuro va a ser muy diferente del anunciado por ellos. La primera deportación no ha sido sino el preludio de otra catástrofe más general. Por eso la suerte de los que quedaron en Jerusalén será peor que la de los actualmente exilados, pues Yahvé desencadenará sobre ellos
la espada, el hambre y la peste (v.17) 10.
Contra los falsos profetas (20-23).
20 Vosotros, pues, todos los cautivos que yo he llevado de Jerusalén a Babilonia, oíd la palabra de Yahvé: 21 Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel, a Acab, hijo de Qolayah, y a Sedecías, hijo de Masayah, que mentirosamente os profetizan en mi nombre: He aquí que yo les entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que los ajusticiará a vuestros ojos, 22y quedará de ellos, entre los cautivos de Judá que están en Babilonia, la maldición: ¡Haga contigo Yahvé como con Sedecías y Acab, a quienes asó al fuego el rey de Babilonia! 23Por haber hecho iniquidades en Israel, haber adulterado con las mujeres de sus prójimos y haber hablado mentirosamente en mi nombre, sin que yo les mandara. Yo lo sé y lo atestiguo. Oráculo de Yahvé. Jeremías se dirige a los exilados para que no imiten la conducta obstinada de sus compatriotas que aún quedan en Jerusalén y así permanezca la venturosa promesa de Yahvé de hacer que retornen algún día a la patria. Los exilados se sentían orgullosos de los
profetas que creían había suscitado Yahvé entre ellos, y los engañaban con vanas promesas del próximo retorno (v.15). Pero les va a revelar Jeremías quiénes son esos profetas que los engañan, a los que Yahvé les tiene reservado un deshonroso fin en pago a sus crímenes inauditos en Israel. Precisamente por haber sembrado la sedición entre los exilados, dos de ellos,
Acab y Sedéelas, serán ajusticiados por la policía de Nabucodonosor, y morirán con muerte afrentosa y terrible por el fuego, como era usual en Babilonia 11.
Profecía contra el falso profeta Semeyas (24-32).
24 Y a Semeyas el Nejlamita dile: Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: 25 Por cuanto tú has mandado en tu nombre cartas a todo el pueblo de Jerusalén, y a Sofonías, hijo de Masayah, sacerdote, y a todos los sacerdotes, diciéndoles: 26 Yahvé te ha hecho sacerdote en lugar del sacerdote Yoyadah, para que, como prefecto, vigiles en el templo de Yahvé a todo demente que quiera hacer el profeta y lo hagas encadenar y poner en el cepo. 27 Ahora, pues, ¿por qué no has reprendido a Jeremías el de Anatot, que anda profetizando entre vosotros? 28 Pues hasta nos ha enviado un mensaje a nosotros a Babilonia, diciendo: Eso será largo. Construid casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos. 29 Y el sacerdote Sofonías leyó a Jeremías profeta esta carta, 30 y Yahvé habló a Jeremías, dicién-dole: 31 Manda a decir a todos los cautivos: Esto dice Yahvé sobre Semeyas el Nejlamita: Por haberos profetizado Semeyas sin que yo le haya enviado, y haberos hecho concebir falsas esperanzas, 32 por eso dice Yahvé: He aquí que yo castigaré a Semeyas el Nejlamita y a su descendencia. No tendrá descendencia que habite en medio de este pueblo y vea el bien que yo haré a mi pueblo oráculo de Yahvé , por haber predicado la rebeldía contra Yahvé. La epístola de Jeremías había sido mal recibida de los falsos profetas que pululaban entre los exilados de Babilonia. Uno de ellos, Semeyas, se atrevió a enviar una protesta oficial al prefecto del templo por permitir esa libertad de escribir a Jeremías. Sus afirmaciones categóricas sobre un destierro prolongado desmoralizaban a los cautivos (v.24-25). El destinatario de la carta, Sofonías, amigo personal de Jeremías 12, mostró a éste la carta para que se diera cuenta del ambiente que tenía entre muchos de los exilados. Parece que el oficio de prefecto de policía del templo, como
Sofonías, era vigilar el orden en las aglomeraciones en los atrios. Por eso Semeyas le echa en cara a Sofonías, prefecto del orden en el templo, que haya permitido a Jeremías hablar en público en los atrios, sembrando la desmoralización en el pueblo. Debía, pues, encarcelarlo y
ponerlo en el cepo (v.26), pues para él Jeremías era un simple
demente que se las echaba de
profeta. Al oír el contenido de la carta de Semeyas, Jeremías, por orden de Yahvé, envía una segunda carta a los desterrados poniéndoles en guardia contra las actividades del falso profeta Semeyas, que iba a ser castigado inexorablemente por oponerse a los planes divinos sobre su pueblo (v.32). Ninguno de sus descendientes asistirá al retorno de los exilados.
1 Cf. 24:5-7 y 29:10-14. 2 La palabra resto falta en los LXX. 3 Cf.
Dan_13:5. 4 Cf.
Jer_13:18;
Jer_22:26. 5 Cf.
Jer_24:1. 6 Cf.
Jer_26:24;
Jer_36:10.25;
2Re_22:8;
2Re_22:40,
2Re_22:6. 7 Sobre el precepto de orar por las autoridades paganas cf.
Rom_1:11;
2Ti_2:1. 8 Cf. Mt 5:44- 9 Cf.
Jer_3:17. 10 Los v. 16-20 faltan en el texto griego, y son considerados por muchos como adiciones posteriores redaccionales a base de otros textos de Jeremías, especialmente
Deu_24:8-10. Sin embargo, sostienen su autenticidad Condamin y Driver. 11 Cf.
Código de Hammurabi art.25.110.157;
Dan_3:6; 1955 12 Aparece en 21:1 y 37:3 como enviado respetuoso de Sedecías a Jeremías. Murió en el 586. Cf.
Jer_52:24;
2Re_25:18. El falso profeta Semeyas de Babilonia le dice que está en vez de
Yoyadah sacerdote. No sabemos de ningún
Yoyadah en esta época que haya sido prefecto antes de Sofonías. En los primeros años del rey Joaquim lo era Pasjur (
2Re_20:1). Quizá Semeyas aluda al famoso
Yoyadah que se levantó contra la impía reina Atalía en el 836 a.C., como modelo de celo religioso a imitar.