Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 23.
M ateo inserta en el capítulo 23 todo un largo discurso de Cristo contra los fariseos. Lebreton dice de él: Es el discurso más terrible de todo el Evangelio. 1 Con él comienza el quinto gran discurso de Cristo en su Evangelio.
Su situación histórica en el capítulo 23 de Mt corresponde a los últimos días, última semana, de la vida de Cristo.
Después del cursus con que Mt fue desarrollando diversas luchas de fariseos contra Cristo, se pone ahora una respuesta de Cristo, sistematizada, sobre ellos, y que sirve de pórtico a su pasión y muerte, a donde ellos le llevan.
Mc (12:38-40) y Lc (20:46-47) ponen algún pequeño resumen alguna sentencia solamente de la primera parte del mismo de tres y dos versículos, respectivamente , y en la misma situación histórica lo insertan los tres, inmediatamente después de narrar la cuestión sobre los orígenes del Mesías.
Pero Lc refiere prácticamente este discurso, por contenido y extensión, en otro contexto y en otra situación histórica completamente diferente (
Luc_11:37-54).
Manifiestamente hay
una sistematización de diversos dichos de Cristo contra los fariseos, algunos procedentes de otros momentos de la larga lucha de éstos contra Cristo. Y hasta alguno pudiera estar muy matizado, si no redactado, por el evangelista o su fuente (v.10), ausente en los otros sinópticos, aunque conforme al espíritu de la doctrina de Cristo y al estilo de estas afirmaciones. Por otra parte, aunque en momentos distintos, era una necesidad descubrirlos para prevenir así a sus discípulos sobre su obra.
G. Bornkamm, partiendo de los v.1-3, ha hecho notar que este capítulo ha nacido en una iglesia en fuerte discusión con los jefes del judaísmo. Se advierte en su actual redacción que responden a una iglesia judeo-cristiana que podría seguir simultáneamente la enseñanza de los catequistas cristianos y la de los escribas. Parece estar a punto la ruptura definitiva entre cristianismo y judaísmo l .
Así explica Mt a su iglesia el porqué de la muerte de Cristo.
Se describe el carácter de los fariseos y se exhorta a huirles,Luc_23:1-12.
1
Entonces Jesús habló a las muchedumbres y a sus discípulos, 2
diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. 3
Haced, pues, y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen. 4
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los otros, pero ellos ni con un dedo hacen por moverlas. 5
Todas sus obras las hacen para ser vistos de los hombres. Ensanchan sus filacterias y alargan los flecos; 6
gustan de los primeros asientos en los banquetes, y de las primeras sillas en las sinagogas, 7
y de los saludos en las plazas, y de ser llamados por los hombres rabí. 8
Pero vosotros no os hagáis llamar rabí, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. 9
Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10
Ni os hagáis llamar doctores, porque uno solo es vuestro doctor, Cristo. 1l El más grande de vosotros sea vuestro servidor. 12
El que se ensalzare será humillado, y el que se humillare será ensalzado. Esta primera parte del discurso la dirige Jesús a las turbas que escuchaban y a sus discípulos (v.l).
Una primera enseñanza que Cristo quiere destacar, a pesar de esta censura de los escribas y fariseos, es que éstos se sentaron en la cátedra de Moisés. Esta expresión tuvo un doble sentido. Conforme al uso de la expresión rabínica, estar sentado en la silla de alguno significa ser sucesor, tener el derecho de enseñar con su poder. En época posterior, la expresión cátedra de Moisés vino a significar la sede de mayor honor que había en las sinagogas, destinada al que presidía 2.
Los escribas y muchos de los fariseos dedicados al estudio de la Ley eran los doctores oficiales de Israel. Tenían una larga preparación y lograban el título oficial de
rabí en una ceremonia no bien conocida y mediante la imposición de manos. Así, ellos se creían llegar por esta cadena ininterrumpida hasta el mismo Moisés, de quien recibieron la tradición, la custodia de la Ley y el poder de enseñar. Considerados como los doctores oficiales de Israel, tenían un poder, y éste había que respetarlo. Por eso Jesucristo dirá de ellos, en cuanto transmisores de esta doctrina, no en cuanto alteradores de ella y de sus principios (cf. v.4): Haced, pues, y guardad lo que os digan, pues es la doctrina de la Ley, pero no los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen. Era una de las grandes responsabilidades del fariseísmo: destruir con su mal ejemplo lo que enseñaban con autoridad oficial. De este tipo de personas se dice en la literatura rabínica, en el
Midrash sobre el Levítico: El que enseña y no hace, le valía más no haber nacido. 3
Pero no sólo no cumplían lo que enseñaban, sino que hacían una obra perniciosa en la guarda o en la precaución por la observancia de la misma Ley en otros. La cargaban de una serie de minuciosidades y reglamentaciones preventivas, que hacían aborrecer la misma Ley: la hacían insoportable. Bastaba recordar sus prescripciones, ridículas, sobre las lociones de manos, vasos, alimentos, comidas y hasta de los mismos lechos del triclinio; o el camino del sábado, o sobre la pureza o impureza, diezmos, etc.; en una palabra, toda la casuística rabínica. La construcción rabínica en torno a la Ley es un cercar y aprisionar la misma Ley; y en lugar de ser preventiva para su cumplimiento, era una legislación casuística que sólo hacía odiarla. Nunca mejor que aquí la sentencia de que la letra mata. La casuística rabínica anulaba
el mismo espíritu de la Ley. La perspectiva en que se desenvuelve la primera parte de este pasaje es el poder que tenían de doctores; pero no se considera ni aprueba, por tanto, la equivocación en tantas cosas de su exégesis sobre la Escritura.
Reconocido este poder, se va a poner al descubierto el espíritu postizo y material que ponían en ciertas obras externas. La descripción de esas exterioridades farisaicas es dura. En cada apartado se dan los lugares paralelos, lo mismo que, por razón de homogeneidad, se comentan aquí algunos elementos que no trae Mt.
1) Ensanchaban sus
filacterias (öõëá÷ôÞñéá) y alargaban
los flecos (êñÜóðåäá). Las filacterias es traducción griega que significa custodias, mientras que en el arameo talmúdico (
tephillím)
significa oración, por el uso de estas filacterias, especialmente durante la oración.
En el Pentateuco (
Exo_13:9-16) se leía de los preceptos de la Ley: átatelos a tus manos, para que te sirvan de señal; póntelos en la frente entre tus ojos (
Deu_6:8). Y lo que era una recomendación metafórica, se hizo por los rabinos una realidad material. Se escribían las palabras de la Ley en membranas, se metían en pequeñas cajitas y se las ataban con tiras de cuero al brazo izquierdo, y se sujetaba también esta cajita en la frente. Se las usaba por los piadosos materialistas judíos, que las llevaban a veces a todas horas, pero especialmente en las horas de oración 4.
Mas los fariseos, para aparentar ser más piadosos, llevaban estas filacterias mucho más anchas que los demás judíos, precisamente para llamar la atención sobre ellos y aparentar así ser más religiosos que los demás. Ni parece que fuese ajeno a ello cierto sentido de superstición, al venir a considerárselo con un cierto valor de amuleto 5.
Por esto mismo alargan los flecos. Estos flecos, que el texto griego llama êñÜóðåäá (extremidades), responden al término hebreo
tsitsith. Se leía también en la Ley que se pusieran flecos en los bordes de sus mantos, y aten los flecos de cada borde con un cordón color de jacinto (
Num_15:38), que se pondrían en las cuatro puntas del vestido (
Deu_22:12), para que les recordase el cumplimiento de todos los mandatos de Yahvé. Esto que se consideraba una práctica piadosa, hacía que los fariseos, por hacer alarde de su piedad, las alargasen.
2) Mc (
Deu_12:38) y Lc (
Deu_20:46), no así Mt, aunque lo supone, destacan en el lugar paralelo otro aspecto de la conducta ostentosa de los escribas. Les gusta dar vuelta en su paseo vestidos de túnicas largas y amplias, sin duda para llamar la atención, por su gravedad, en este lento pasear y ser así saludados en las plazas. Detalle este último que también recoge Mt (v.7a). Este tipo de plaza o ágora, en la antigüedad, no era un lugar aislado, sino que era el centro social de la ciudad; allí iban para recibir los saludos de las gentes, que veían en ellos a los estudiosos de la Ley y los sucesores de Moisés. Es lo que recoge Mt; el ser
llamados por los hombres rabí (Mt v.7b).
El título de
rabí maestro mío era el título más codiciado por ellos y con el que los judíos solían llamar a sus doctores. Tal era el ansia que tenían de ser saludados con este título, que llegaban a enseñar que los discípulos que no llamaban a su maestro por el título de
rabí provocaban la Majestad divina a alejarse de Israel 6. En otra ocasión les dirá Jesucristo: ¿Cómo vais a creer vosotros, que recibís la gloria
unos de otros y no buscáis la gloria que procede del único? (
Jua_5:44). Nada era comparable para un escriba como el ser citado por otro rabí como una autoridad que fijase, en su cadena de autoridades, un punto o un elemento más de interpretación
de la tradición y la doctrina 7.
3) Otra de las ambiciones de los escribas y fariseos era la de gustar de los primeros asientos en los banquetes y de los asientos preferentes en las sinagogas (Mt; cf.
Mar_12:39;
Luc_20:46). Jesucristo contará en una parábola cómo no se deben buscar en un banquete los primeros puestos reflejando, sin duda, este medio ambiente , sino los últimos, no vaya a ser que, ante todos los comensales, sea uno invitado a dejar el puesto a otro más digno (
Luc_14:7-11).
Se sabe por textos del siglo ni (d.C.) que en las asambleas se daban los puestos por razón de la edad; pero también por razón de la dignidad del personaje, v.gr., de su sabiduría. Como estos puestos por motivos de dignidad eran mucho menos frecuentes que los que se asignaban por razón de la edad, de ahí que la ostentación y vanidad de los fariseos quisiese que en los banquetes se les asignase a ellos estos primeros puestos.
En las sinagogas se sabe tan sólo que los ancianos (
zeqaním)
estaban sentados cara al pueblo y con su espalda vuelta a la
teba o armario que contenía los rollos de la Escritura 8. Y también estos puestos eran reclamados por los fariseos. Era un ansia desmedida, infantil y casi patológica de vanidad y soberbia.
4) Un cuarto síntoma de su vida hipócrita
la da el mismo Jesucristo. No lo trae Mt, pero lo recoge Mc (
Luc_12:40) y Lc (
Luc_20:47b). Este lo describe así: Los escribas, mientras devoraban las casas de las viudas, simulan y hacen ostentación de largas oraciones.
Josefo, fariseo, cuenta que los fariseos tenían un gran ascendiente sobre
el sexo femenino porque se les creía muy piadosos 9. Con su conocimiento del derecho y con su astuta piedad, devoraban los bienes de las viudas, gente, generalmente, sin defensa (
Exo_22:22;
Deu_10:18;
Deu_14:29;
Deu_16:11.14;
Deu_24:17, etc.). Era algo contra lo que clamaban los profetas. O acaso les devoraban los bienes a cambio de promesas de largas oraciones,
conque les prometerían abundancia de bienes espirituales, logrados por ellos, que estaban tan cerca de Dios. Y hasta acaso les sugiriesen, con el dicho rabínico, que largas oraciones dan larga vida. 10
La simulación de sus largas oraciones es un caso concreto de su afectada piedad, de la que se habla ya en el Talmud, haciéndose una clasificación sarcástica de siete tipos de fariseos desde el punto de vista de esta falsa piedad 11.
Toda esta conducta farisaica, demasiado clara en su significado, queda terminantemente estigmatizada por Jesucristo en una frase terrible: Todas sus obras las hacen para ser vistos de los hombres (Mt v.5a).
Naturalmente, Jesucristo no condena a todos los escribas y fariseos, de los que varios son citados en el mismo Evangelio como personas rectas;
se ataca a la corporación, al grupo, y,
sobre todo, al espíritu que ordinariamente inspiraba a esta agrupación.
Frente a este orgullo desmedido de ser tenidos en algo, Jesucristo dirá a los suyos que no obren así (Mt). Y toma como ejemplo concreto lo que era para los fariseos su meta suprema:
el ser estimados y tenidos como rabís. Los discípulos de Cristo
no deben querer ser llamados ni rabí, ni padres, ni doctores. Estas expresiones vienen a ser sinónimas. Su triple repetición es uno de los casos clásicos de sinonimia hebrea; al menos los matices diferenciales en ellos son mínimos. Además, el pensamiento está expresado en la forma hiperbólica de los fuertes contrastes semitas, para producir efecto por acumulación.
Ante esta ansia farisaica desmedida de hacerse llamar rabí, ellos ¿quiénes? luego se dirá no deben hacerse llamar rabí. ¿Por qué? Porque uno solo es vuestro Maestro. Todo magisterio religioso tiene por fuente y maestro absoluto a Dios. Ante este Maestro, todos los demás son iguales: y todos vosotros sois hermanos. ¿Por qué esta ansia de diferencia de los otros, que son hermanos, que son iguales, frente al único y pleno magisterio, que es de donde lo reciben todos?
El rabí no es dueño de la doctrina que trasmite. También aquí se ha de cumplir lo que San Pablo dirá de los apóstoles de Cristo: Es preciso que los hombres vean en vosotros ministros de Dios y
dispensadores de los misterios de Dios (
1Co_4:1); y cuando el
ministerio y magisterio se valora en función de Dios, el hombre no se lo apropia y vuelca sobre sí, como hacían los fariseos. Así decía sobre 180 (d.C.) rabí Ismael bar José: No te consideres como único juez; uno solo es nuestro juez, Dios 12. No niega Cristo el magisterio religioso, sino que expresa, con fuerte hipérbole oriental,
la actitud de los maestros ante el Maestro. También les dice que no se hagan llamar padres. Es título honorífico que está, fundamentalmente, en la misma línea de rabí. En un principio, el título de padres quedó reservado a los patriarcas. Pero posteriormente
el título de padre vino a ser título honorífico reservado a los rabís más distinguidos, e incluso dado a algunos personajes especialmente distinguidos. En el Talmud hay un tratado que se titula precisamente Sentencias de los padres (
Pirqé Aboth), y que son las decisiones de los grandes maestros. Y se lee en el mismo Talmud lo siguiente: Cuando el rey Josafat veía un discípulo de los escribas, se levantaba de su trono, lo abrazaba, lo besaba y le decía: Padre mío, padre mío (
abí, abí),
maestro mío, maestro mío (
rabbí, rabbi),
mi señor, mi señor (
man, man)
I3.
Jesucristo dirá que a nadie llamen padre sobre la tierra, y con lo cual, evidentemente, no quiere negar el que se dé a los progenitores el nombre de padres (
Mat_12:49), porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos.
En ningún lugar era tan decisiva la autoridad de los padres como en Israel. Ellos interpretaban y fijaban, ante las gentes, la doctrina religiosa. Por eso les daban este título, porque les ponía en la línea de los maestros excepcionales de Israel y les acarreaba la suprema estimación. Pero esto mismo es lo que no quiere Cristo que se haga. Pues
sólo uno, Dios, es la fuente de toda la verdad religiosa. Otra vez los padres tienen que ser sólo administradores de los tesoros religiosos.
Por último, les dice que no se hagan llamar doctores, porque uno solo es vuestro doctor, Cristo.
El sentido de la expresión griega doctores (÷áèçñçôáé) es discutido. Para unos significa, etimológicamente, conductor, director, y habiéndose ya antes expresado el concepto de maestro, o director intelectual, con esta expresión, cuyo equivalente también existe en el arameo judío, se indicaría ser director espiritual de la vida moral y religiosa 14. Pero esto no es nada probable, pues la
repetición es muy del estilo oriental, y, de hecho, el concepto de
rabí como director
intelectual de Israel en nada se distingue del concepto de director de la vida moral y religiosa. Otros consideran como probable que este v.10 no sea otra cosa que un duplicado del v.8, puesto que no se ve una palabra aramea que responda propiamente a ésta 15. Algunos la hacen equivalente a señor. Precisamente en el texto del Talmud poco antes citado se lee que el rey Josafat se levantaba de su trono para saludar a un discípulo de los fariseos, y le decía: maestro mío (
rabí),
padre mío (
'abí)
y señor mío (
marí).
No sería nada improbable que esta forma griega responda al título de señor.
Por último, Jesucristo dará positivamente la norma general de conducta,
la actitud del espíritu que ha de tenerse o que ha de haber en aquellos que tienen puestos de magisterio o jerarquía. Así les da la norma: El más grande entre vosotros deberá ser como vuestro servidor. No se niega la jerarquía, pues abiertamente se reconoce cómo debe comportarse el mayor entre vosotros, lo que es reconocerla, sino lo que se enseña es cómo ha de conducirse y cuál ha de ser la actitud del espíritu que han de tener los que tienen esos puestos: Ser como un servidor (äéÜ÷ï-íïò). Es la gran doctrina de la humildad en los puestos
y la jerarquía como servicio, ya ampliamente expuesta por Jesucristo en otra ocasión (
Mat_20:25-28;
Mar_10:42-45).
Advirtiendo, como regla general, que todo ello queda encuadrado en una norma de la providencia de Dios, que es ésta: El que se ensalce será humillado, y el que se humillare será ensalzado (Mt). Norma proverbial que los evangelios recogen en varios casos (
Luc_14:11;
Luc_18:14), y que Jesucristo debió de repetir, como uno de esos temas centrales, en varias ocasiones. Y que siempre era oportuno en las iglesias cristianas a la hora de la composición de los evangelios.
Siete anatemas contra los fariseos,Luc_23:13-33 (Luc_11:44-52).
Esta segunda sección del discurso de Cristo son siete amenazas contra los fariseos y escribas por siete aspectos de su hipocresía. La estructuración de ellas con el número 7, tan del gusto de Mt, hace ver el artificio selectivo de las mismas. Faltan en Mc.
En Lc hay tres contra los fariseos y tres contra los escribas. Se explicaría mal por una dependencia literaria de un documento común. Debe de tener más interés la consideración de una transmisión oral, junto con los medios de Mt-Lc iglesias en que se mueve especialmente Mt.
13
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros ni permitís entrar a los que querían entrar. l4
/15
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito, y, luego de hecho, lo hacéis hijo de la gehenna dos veces más que vosotros! 16
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: Si uno jura por el templo, eso no es nada; pero si jura por el oro del templo, queda obligado! 17
¡Insensatos y ciegos! ¿Qué vale más, el oro o el templo, que santifica el oro? 18
Y si alguno jura por el altar, eso no es nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre él, ése queda obligado. 19
Ciegos, ¿qué es más, la ofrenda o el altar, que santifica la ofrenda? 20
Pues el que jura por el altar, jura por él y por lo que está encima de él. 2
' Y el que jura por el templo, jura por él y por quien lo habita. 22
Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que en él se sienta. 23
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que diezmáis la menta, el anís y el comino, y no os cuidáis de lo más grave de la Ley: la justicia, la misericordia y la buena fe! Bien sería hacer aquello, pero sin omitir esto. 24
Guías ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello. 25
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que limpiáis por defuera la copa y el plato, que por dentro están llenos de rapiñas y codicias. 26
Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa y el plato, y limpíalo luego también por fuera. 27
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, hermosos por fuera, mas por dentro llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicias! 28
Así también vosotros por fuera parecéis justos a los hombres, mas por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. 29
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y adornáis los monumentos a los justos, 30
y decís: Si hubiéramos vivido nosotros en tiempos de nuestros padres, no hubiéramos sido cómplices suyos en la sangre de los profetas. 31
Ya con esto os dais por hijos de los que dieron muerte a los profetas. 32
Colmad, pues, la medida de vuestros padres. 33
Serpientes, raza de víboras, ¿cómo escaparéis al juicio de la gehenna? 1) v.13. Los fariseos, y sobre todo los escribas y doctores de la Ley (
Luc_11:52), siendo oficialmente los transmisores e intérpretes de la Ley, eran los que tenían la llave de la misma (
Luc_11:52), y al
no reconocer a Cristo como Mesías, al que señalaban las Escrituras, a las que El mismo para reconocerle les remitía (
Jua_5:45b-47), lo mismo que a sus milagros (
Jua_8:18;
Jua_10:25b;
Mat_16:3b); y al seguir a los fariseos las turbas, casi ciegamente, como a sus dirigentes religiosos, se seguía naturalmente, el que ellas viniesen
a rechazar a Cristo como Mesías, siendo la culpa de ellos, como directores responsables. Con su llave cerraban, en lugar de abrir, como era su misión oficial, a las turbas su ingreso en el reino mesiánico de Cristo, y hasta le preparó la muerte y movieron a las turbas a pedirla (cf.
Mat_27:20-25).
El v.14, en que se anatematiza a los fariseos por devorar las casas de las viudas y simular largas oraciones, se considera, casi unánimemente, por los críticos como una interpolación proveniente de
Mar_12:40 16.
2) v.15. Es la censura de la obra del apostolado de los fariseos. No sólo impedían el ingreso en el reino mesiánico, sino que ellos se dedicaban a ejercer un apostolado de prosélitos fuera del judaísmo. Se sabe cómo, por influjo de un judío palestino llamado Eleázaro, toda la familia real de Adiabene, sobre el 50 de nuestra era, se hizo judía 17, así como otros casos de personas nobles e importantes, tales como el tesorero de la reina de Candace (
Hec_8:26ss) y de otros emparentados con Agripa II 18. Los mismos autores paganos acusan, sarcásticamente, al judaísmo de la diáspora de su propaganda y coacción 19. En Antioquía de los Seléucidas fue tal el número de los prosélitos judíos, que constituían como un apéndice a la comunidad judaica local20. Y en Damasco, la casi totalidad de las mujeres de la ciudad, en una época, pasaron al judaísmo 21. Rabí Isaac bar Nahman cuenta de un hombre que adquirió toda una localidad habitada por esclavos paganos para convertirlos al judaísmo, pero ellos lo rechazaron 22. Y hasta se sabe que en Palestina se coaccionaba más fuertemente que en la diáspora 23. San Pablo en sus viajes encontrará, junto a la comunidad judía, grupos de prosélitos (
Hec_10:2.22;
Hec_13:5.16-
Hec_26:43; cf. 16:14; 17:4.7; 18:7) del judaísmo 24, y
San Pablo mismo fue un buen ejemplo de esto antes de su conversión (
Hec_9:1.2.14, etc.).
Con ese proselitismo, lo que lograban los fariseos era hacer de hecho hijo de la gehenna (infierno) al que se incorporaba al judaísmo farisaico. El fariseo que ganaba a un prosélito y le infundía su espíritu lo abocaba al infierno
al separarlo de Cristo Mesías. Y lo hacía hijo de la gehenna aún más que él: dos veces más que vosotros. Era la reacción natural del novicio judío 25; ser aún más celoso de la Ley, y un judío postizo, pero más fanatizado que los mismos judíos. San Justino, en su
Diálogo con el judío Trifón, cuenta que un judío prosélito blasfema de Cristo el doble que un judío de sangre. Y esto sin tener en cuenta que la mayor parte de los prosélitos eran conversiones aparentes, que traían al judaísmo gentes pésimas. El mismo Talmud llega a decir que los prosélitos eran una enfermedad en Israel. Y los presenta como un obstáculo a la venida del Mesías 26.
3) v.16. En esta tercera censura llama a los fariseos guías ciegos. No en vano la censura va a ellos como jefes y directores espirituales del judaísmo popular.
Esta censura va contra el abuso del juramento y sobre las diversas fórmulas acerca del mismo. Se juraba por todo; por Dios, por el cielo, por el Poder (el Todopoderoso), por el templo, por el altar, por el servicio del templo, etc. 27. Esto se prestaba a grandes abusos y a la irrespetuosidad más flagrante. Como con el principio que para ellos regía esta práctica, se metía la praxis de la vida en una red de complicaciones que la hacían imposible, luego para salir de ellas se inventaron un código sutil de dispensas. El Talmud tiene dos tratados sobre toda esta mecánica: el
Nedarim sobre los votos y el
Shebuoth sobre los juramentos. Ya Cristo había censurado todo esto en el sermón de la Montaña. Allí se remite para el complemento de este tema. Cf.
Comentario a Mat_5:33-37. El abuso que Cristo censura a este propósito era claro.
Se lee: Si alguno formulaba un voto diciendo:
Por la Ley, el objeto sobre que se hizo el voto queda libre de obligación, porque solamente se tuvo en cuenta la santidad de la Ley, que no incluye prohibición; pero si se ha dicho: Por
los preceptos que están escritos en ella (en la Ley), la prohibición obliga, porque entonces se han tenido en cuenta los sacrificios que en ella se anuncian. 28
Es en este ambiente y en esta casuística en la que Jesucristo va a censurar a los fariseos por sus métodos y su moral del juramento y de los votos. Se utilizaban como juramentos: Sea para mí como el
cordero (probablemente del sacrificio cotidiano), como las
cámaras (del templo), como las
maderas (del templo), como los
fuegos (de los sacrificios del templo), como el
altar 29. Los pasajes de Cristo no aparecen registrados en el Talmud. Puede ser que no se registrasen todos o que Cristo los hubiese libremente fijado para destacar más la falta de moral ante el grafismo de lo sagrado.
Así, el que jurase por el templo, o por el altar de los holocaustos, o por el cielo, no quedaba obligado a nada.
Pero si jura por el oro del templo, sí. Por el oro del templo podría entenderse el oro que revestía el sancta sanctorum, o el candelabro de oro, o la mesa de oro de los panes de la proposición,
en cuanto estaba más directamente al servicio de Dios, aunque podrían ser también exvotos dados al templo, en cuanto que eran cosas
consagradas directamente a Dios. O si se jura por la ofrenda que está sobre el altar de los holocaustos, entonces el voto hecho tenía validez, pues,
siendo cosas consagradas a Dios, quedaba incluido en ellas el mismo Dios.
Y así la promesa se hacía al mismo Dios.
Todo esto quedaba encuadrado en la casuística rabínica, conforme al pasaje antes citado del tratado
Nedarim, del Talmud 30. Es ello el mismo espíritu y la misma ilógica conclusión que se incluye en esta argumentación presentada por Cristo.
Por eso les hará ver el materialismo ritualista y casuista de esta actitud rabínica, que ahoga y va en contra del mismo espíritu del juramento o voto y de la misma ley natural.
Es por lo que son hipócritas, porque, si vale el juramento hecho por el oro del templo o por la ofrenda que está en el altar, tiene que valer el juramento hecho por el templo y por el altar o por el cielo, porque son precisamente el templo y el altar los que hacen ser santos a ese oro que decora el templo y a esa ofrenda que se pone sobre el altar, que es, por su misma naturaleza, santo. Lo mismo que el que jura por el templo, jura por él y por quien lo habita. Lo mismo que el que jura por el cielo que es el trono de Dios (
Mat_5:34) jura por el trono de Dios y por el que en él se sienta.
Hasta esta sutileza de laxismo llegaba la casuística de los escribas y fariseos, quienes así jugaban con el espíritu más santo en las cosas sagradas, y podían ejercer ellos, como intérpretes de la casuística por ellos establecida, el monopolio de las conciencias y de su influencia y prestigio. Y tan divulgado estaba, que llegó a trascender, a los paganos, con el consiguiente desprecio para ellos31.
4) v.23.24; cf.
Luc_11:42. La cuarta censura que Cristo dirige a los fariseos es por su hipocresía en hacer que se paguen diezmos por cosas tan mínimas como la menta, el anís y el comino, y no se cuidan, en cambio, de lo más grave de la Ley: la justicia, la misericordia y la buena fe.
La Ley preceptuaba el pago de los diezmos de los animales y de los productos de la tierra (
Lev_27:30-33;
Deu_14:22ss). Los rabinos llevaban esto con ostentación escrupulosa. Se dice en el Talmud: Si alguno desgrana una espiga de cebada, puede comer los granos uno a uno sin 'diezmo'; pero si los recoge en su mano, debe pagar el diezmo; añadiéndose: Todo lo que se come, y conserva, y crece en el suelo, está sometido a diezmos 32. Así pagaban o diezmaban escrupulosamente la menta, el hinojo, el comino, la ruda (Lc) y todas las legumbres (Lc).
La enseñanza doctrinal de Cristo es clara: ante esta escrupulosidad para cosas tan mínimas, debería ello ser exponente de una escrupulosidad mayor para las cosas fundamentales. Pero no era así en los fariseos. Hacían estas cosas para ser vistos de los hombres (Mt v.5). Por eso omitían lo que era esencial, pero que podía pasar más inadvertido a los ojos de los hombres. Y esto era descuidar lo más grave de la Ley: la justicia, la misericordia y la buena fe (Mt). Lo cual Lc lo sistematiza en que descuidan la justicia y el amor de Dios. La práctica de sus diezmos era, pues, pura hipocresía. Bien sería hacer aquello, pero sin omitir esto (Mt-Lc). Por eso les refuta otra vez el pensamiento al estilo oriental, variando sólo la forma: Coláis un mosquito y os tragáis un camello (Mt). Es una especie de proverbio, ya que el mosquito se tomaba usualmente por término comparativo de las cosas pequeñas, y basado, además, probablemente, en un juego de palabras arameas:
qalma' (mosquito, insecto pequeño)
y gamba' (camello). Comparaciones semejantes se encuentran varias en las escrituras rabínicas. Así decía, sobre el año 90, rabí Eliezer: Quien en sábado mata un piojo, es como si matase un camello. 33
5) v.25; cf.
Luc_11:39-41. La quinta censura de hipocresía va contra las purificaciones que hacían de las copas y platos.
Para no contaminarse con alguna impureza legal, los rabinos y los mayores habían elaborado un código de prescripciones minucioso e insoportable. Mc recoge una alusión a esto y hace una explicación de estas costumbres. Dice de los fariseos y judíos que de vuelta de la plaza (Mercado), si no se lavan, no comen.: el lavado de las ollas, de las copas, de las bandejas (
Mar_7:2-4). El Talmud recoge todo un verdadero código de prescripciones y minuciosidades sobre estas purificaciones 34.
El pensamiento de Cristo se desarrolla en toda una línea armónica de censura a la hipocresía farisaica. Escrupulosamente limpiaban por fuera los utensilios para comer, pero no se ocupaban tanto de lo que iban a poner dentro del plato. Estos, purificados por fuera, iban a estar por dentro llenos de rapiña e intemperancia (Ü÷ñáóéáò). Esta expresión se usa preferentemente para denominar sensualidades y también un apetito desordenado de las cosas ajenas 35. Es decir, no se preocupaban de comer unas cosas que fuesen producto de sus injusticias rapiña o con las que tendían, no ya a alimentarse, sino a mantener su intemperancia.
Y lo que Mt aquí formula directamente de los utensilios que se limpian por fuera y los productos reales que se le ponen dentro, pero connotando indirectamente el estado de su vida moral, Lc lo interpreta directamente del estado moral: Limpiáis la copa y el plato por fuera, pero vuestro interior está lleno de rapiña y de maldad. Por eso, frente a esta actitud de una moralidad tan doble, les pide que limpien primero lo de
dentro de la copa y el vaso, tantas veces proveniente en ellos de aprovechamiento, robo, que es lo que verdaderamente está manchado por injusticia, lo que supone su devolución o su justificación a quien se lo hayan quitado o aprovechado y que luego, si quieren por su código de purificación artificiosa y farisaica, que limpien el plato o copa por fuera.
Lucas cambia, en el lugar paralelo, esta sentencia. Acaso provenga de una versión aramaica equívoca. Se estudia en el comentario a
Luc_11:39-41. En Mt la versión es más lógica.
6) v.26; cf.
Luc_11:44. La sexta censura se la dirige Cristo a los fariseos para diagnosticarles su vida moral de hipocresía.
Su moral es la de los sepulcros blanqueados.
Se leía en el libro de los Números que cualquiera que tocase un muerto, o huesos humanos, o un sepulcro, quedaría legalmente inmundo por siete días (
Num_19:16). De ahí la costumbre preventiva de blanquear los sepulcros antes de las fiestas de peregrinación, sobre todo antes de la Pascua, para lo cual se empezaba esto desde el 15 del mes de Adar. El Talmud recoge estos usos antes de la Pascua, que se hacía encalándolos 36. Esta alusión se lleva como censura global a los fariseos. Aquellos sepulcros blanqueados estaban llenos de huesos de muerto y de toda suerte de inmundicias. Así, los fariseos aparecen por fuera justos a los hombres, pero en su auténtica realidad interna estaban llenos de hipocresía e iniquidad.
El pensamiento de Lc difiere en su formulación. Pero en el fondo es lo mismo. Debe de ser una citación quoad sensum. Se compara a los fariseos como sepulturas, que no se ven y que los hombres pisan sin saberlo (v.44). Sepultura que se pisa sin saber que es sepultura, se pisa creyendo que es campo. Así los fariseos. Se los trata, pero no se dan cuenta las gentes que son, en realidad, sepulturas por su falta de rectitud moral.
7) v.29-33; cf. Lc 47-48. La última censura, encadenada por la anterior, va sobre los fariseos por homicidas de profetas y de justos.
El culto de los sepulcros, tenido en mucho entre los judíos, como lo prueba la veneración que todavía tributan a los sepulcros de Abraham y de Sara, de Isaac y Jacob, en Hebrón; de Raquel, cerca de Belén; de David y de varios antiguos profetas, en Jerusalén; de José, no lejos de Naplusa, ofrecerá también al Salvador ocasión de otro anatema 37.
Estas tumbas a las que alude Jesucristo podían ser excavadas en las rocas y realizadas en forma de monumentos, al estilo del que hoy se llama tumba de Absalón, en el valle de Josafat. La expresión los adornáis se refiere a ciertas representaciones, sea en las fachadas o en los hipogeos 38. La distinción que ha querido verse entre profetas y justos, entendiendo que por estos últimos se refería a personajes posteriores a los profetas, mientras en los primeros se referían a los profetas antiguos, cuyos sepulcros, en esta época,
exigirían una restauración 39, no se ve tenga una base sólida. Es un pensamiento rimado por sinonimia al modo oriental.
Los judíos de otras generaciones mataron a profetas y a justos. Los escribas y fariseos contemporáneos de Cristo arreglaron estos sepulcros. Pero ellos decían: Si hubiéramos vivido nosotros en tiempo de nuestros padres, no hubiéramos sido cómplices suyos en la sangre de los profetas (Mt). Pero Jesucristo parece sacar una
consecuencia de esto: que por arreglar estos sepulcros son cómplices en la muerte de los que guardan en esos sepulcros (Mt); lo que formula con un gran realismo Le: Vosotros mismos atestiguáis que consentís en la obra de vuestros padres; ellos los mataron, pero vosotros edificáis (
Luc_11:48). Todo esto se basa en el concepto semita de causa y efecto. Todo lo que de alguna manera se puede referir a la causa, se formula literariamente, atribuido a la causa; lo que no quiere decir que tenga una misma valoración psicológica conceptual vinculada a la misma. Es esto lo que quiere decir la formulación de este pasaje en Mt. Por el hecho de arreglar estos sepulcros, ya con esto os dais por hijos de los que mataron a los profetas (v.31). ¿Por qué? ¿Cuál es el entroncamiento real de esta vinculación homicida de los escribas y fariseos con sus antecesores asesinos de los profetas? Es lo que va a decirse en la primera parte del juicio divino, que va a expresar a continuación: la persecución a los discípulos profetas, sabios, escribas
de Cristo.
Predicción del castigo de los escribas y fariseos,Luc_23:32-39 (Luc_13:34-35).
32
Colmad, pues, la medida de vuestros padres. 33
Serpientes, raza de víboras, ¿cómo escaparéis al juicio de la gehenna? 34
Por esto os envío yo profetas, sabios y escribas, y a unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad,35
para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el templo y el altar. 36
En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. 37
Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados, cuántas veces quise reunir a tus hijos, a la manera que la gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no quisiste! 38
Vuestra casa quedará desierta, 39
porque en verdad os digo que no me veréis más hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
Introducción.
La introducción, o la transición lógica, en su desarrollo conceptual, aparece literariamente más coordinada en Mt que en Lc. Mt recoge esta introducción así:
Colmad la medida de vuestros padres (v.32). La frase es ambiental. Así, sobre 250 decía rabí Yammuna: Dios no castiga al hombre antes que su
séah (Mcdida) no se llene. Pero cuando se llenó de multitud (de pecados), entonces la necesidad (del castigo) viene sobre él. 40 Y el contenido teológico es ya bíblicamente conocido (
Rev_6:10-11). Son los planes de Dios, que asignan un límite a la obra de su intervención justiciera. El tremendo apóstrofe que Jesucristo dedica a los escribas y fariseos, llamándoles serpientes, raza de víboras, es término conocido para caracterizar la maldad venenosa de un grupo, como ya les había caracterizado en otra ocasión diciéndoles: Raza de víboras, ¿cómo podéis vosotros decir cosas buenas siendo malos? (
Mat_12:34; cf. 3:7). Era metáfora ya usada en el A.T. (
Deu_32:33b;
Sal_140:4b). Y se les anuncia un castigo: ¿Cómo escaparéis al juicio de la gehenna? (Mt). ¿A qué castigo se refiere este huir del juicio de la gehenna? Normalmente, en las Escrituras el castigo de la gehenna está por el castigo eterno del infierno. Sin embargo, huir de la gehenna es usual en los escritos rabínicos, pero no siempre tiene el sentido de castigo eterno 41. Por eso, esta frase en este contexto, a causa de los v.36 y 38, no parece referirse al castigo eterno predicción profética de escribas y fariseos, sino que parece referirse al castigo que experimentarían en el asedio y destrucción de Jerusalén
a causa de la muerte de Cristo.
El Vaticinio Sobre el Castigo de los Fariseos y de Jerusalén.
Jesucristo se muestra a sí mismo Yo os envío como dueño que dispone de propios profetas, sabios y escribas. Son términos judíos bien conocidos. Pero aquí estos términos se aplican a los suyos. Estos profetas, sabios y escribas son los apóstoles y misioneros cristianos. Ya los había considerado El como profetas anunciadores de su reino (l) y como escribas (
Mat_13:52). Acaso más que una precisión y catalogación técnica de estas clases en sus apóstoles y discípulos (
1Co_12:4-10), se quería decir con ello que también El tiene su cuerpo de gentes sabias, con la sabiduría de Dios, que están capacitados para enseñar la verdad del reino.
Y a éstos, sus delegados, que los envía a Israel a enseñar la verdad del reino, les profetiza la muerte que les aguarda.
Cristo probablemente usó, como ya se dijo a propósito de las profecías de su Pasión, del género profético, que tiene sus leyes, amplias, vagas. Por eso, se ve aquí la matización ante hechos cumplidos.
A unos los mataréis. Tal Esteban (
Hec_7:59), lapidado; Santiago el Mayor, decapitado (
Hec_12:2).
Crucificaréis. Los judíos no usaban la crucifixión. Este era suplicio romano. Pero ellos, como en el caso de Cristo, con sus denuncias serían causa de crucifixiones. Así sería crucificado Pedro en Roma (
Jua_21:18.19) 42. Es término penal romano que está por pena capital.
Azotaréis en vuestras sinagogas. No sólo era normal como preludio de crucifixiones, sino que San Pablo da buena cuenta de las flagelaciones recibidas (
2Co_11:25), y los apóstoles, todos ellos fueron azotados en Jerusalén (
Hec_5:40.41).
Los perseguiréis de una ciudad a otra. A la muerte de San Esteban, aquel día comenzó una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén, y todos, fuera de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría (
Hec_8:1).
Sólo se recogen aquí algunos datos confirmativos de la predicción de Jesús por la historia. Pero la historia de la naciente Iglesia tiene en su haber un buen número de persecuciones.
Toda esta conducta mala y homicida de fariseos y judíos iba a tener una repercusión trágica en ellos. Iban a pagar por toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el templo y el altar. Lc, en el lugar paralelo, comienza diciendo que se pedirá cuenta de toda la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel. La primera parte es una hipérbole oriental, que queda precisada por la alusión bíblica de Abel. Es, en el fondo, el mismo pensamiento que relata Mt.
Ha sido clásica la discusión sobre la identificación de este Zacarías hijo de Baraquías.
El profeta Zacarías, hijo de Baraquías (
Zac_1:1), es el último de los profetas menores, pero nada se sabe de su muerte en la forma que se dice.
Algunos autores propusieron otra solución. Josefo habla de un cierto Zacarías, hijo de Baruc, matado por los zelotes el año 69 después de Cristo en el templo 43. Pero esto no es la solución, ya que el nombre del padre no es el mismo que el que aquí se dice; ni la alusión del texto se refiere a un futuro, como aquí, sino al pasado, como se ve por el tiempo verbal pasado que usa: matasteis, lo mismo que por el desarrollo conceptual, con el que quiere indicarse todo crimen incluido en el primer libro de la Escritura, Génesis muerte de Abel , hasta 2 Crónicas, donde se lee la muerte de Zacarías.
Se conoce a otro Zacarías, muerto en el atrio de la casa de Yahvé por orden del rey Joás; pero éste era hijo del que fue sumo sacerdote Yóyada (
2Cr_24:21).
Una solución propuesta, más por vía de coacción ante la dificultad, fue suponer una duplicidad de nombres en el padre de este Zacarías: se llamaría Baraquías y Yóyada. Tiene como base sólo una glosa. Probablemente se trata de una glosa explicativa o sustitutiva por confusión del nombre de Yóyada. San Jerónimo decía que en el evangelio apócrifo de los Nazareos se leía, en lugar de Baraquías, hijo de Yóyada. 44
A esto se añade que falta el nombre de Baraquías en:
1) El
codex sinaiticus; 2) en el lugar paralelo de Lc (
2Cr_11:51), donde sólo se cita la sangre de Zacarías, asesinado entre el altar y el templo; 3) en los escritos rabínicos, en los que, cuando se habla de este Zacarías asesinado, nada se cita de Baraquías 45. Debe de ser, pues, una glosa. Josefo dirá de él que Dios le había elegido para profetizar 46. Su recuerdo quedó fuertemente en la memoria de las gentes, y los escritos talmúdicos recogen numerosas leyendas respecto a él 47.
Y se explica esta glosa porque algún copista la hubiese insertado por confusión, o sustituido el nombre de Yóyada por el que se lee en el comienzo del libro del profeta Zacarías, creyendo así darle más autoridad moral o literaria: Zacarías, hijo de Baraquías. (
Zac_1:1).
La frase para que venga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, a quien matasteis es discutida.
Parece que la muerte del Mesías es el centro de convergencia de toda esta sangre inocente, en cuanto de alguna manera como tipos o ministros representaban su inocencia. Y como con su muerte vendría el castigo sobre Jerusalén, por lo mismo, y unido a él, vendría el castigo por la sangre inocente de todos sus mártires, o testigos, de los que aquí se trata.
Las partículas usadas, para que (üðùò, ßíá), dada la estructura semita, además de la
koiné, no exigen necesariamente un sentido de finalidad; pueden ser de simple consecuencia. Con ello sucederá también la vindicación de toda esta sangre inocente, con El de alguna manera relacionada.
Mt incluye aquí, en un contexto completamente natural, un apóstrofe a Jerusalén, que Lc lo sitúa en otro contexto, y que no debe corresponder a su situación histórica, pues hasta está incluido en una sección de su estancia en Galilea (
Luc_13:34.35), por su procedimiento de incrustación.
Ante el triste vaticinio que Jesucristo hace del castigo por su muerte, abre su corazón sobre Jerusalén. La forma de repetir dos veces el nombre de Jerusalén, si llevaba una intensidad afectiva hacia ella, es tipo de repeticiones familiar a la elocuencia semita 48. Evoca a Jerusalén, los profetas que mató y cómo apedrea a los que le son enviados. El mismo, al que tantas veces en Jerusalén y en el templo los fariseos quisieron matar, aunque aguardaron otra hora por temor al pueblo. Ante el deicidio y castigo que se avecina, Jesús deplora ante Jerusalén toda su obra de amor y de atracción de todos hacia El:
el Mesías Salvador. Y acusa fuertemente su ansia con la comparación que usa. Como la gallina (Lc = ave) reúne a sus polluelos bajo sus alas, así Jesucristo ofreció a Israel el calor protector de su amor (
Deu_32:11;
Sal_90:4;
Isa_31:5, etc.). Pero ¡no quisiste! Fue la tremenda responsabilidad de Israel ante las obras y milagros
que Cristo hizo para acreditar su obra mesiánica. Los dirigentes de Israel desviaron al pueblo, y ellos mismos cerraron culpablemente los ojos a la luz.
Pero el castigo que se anuncia vendrá sobre esta generación (Mt v.36). Y se precisa: Vuestra casa quedará desierta. (Mt). La casa, lo mismo podría entenderse del solar patrio, sobre todo Jerusalén (
Jer_12:7), que del templo (
Jer_32:34). La terrible destrucción de Jerusalén por Tito el 70, acompañada de deportaciones en masa. Según Josefo, aparte de la cifra excesiva de 1.100.000 muertos en el asedio, fueron 97.000 deportados, y todos los menores de diecisiete años fueron vendidos 49, y luego la hecatombe final bajo Adriano (a. 135), que dejó a Israel sin templo y sin patria de hecho veinte siglos. Si esto es una consecuencia a seguirse, este abandono, en el contexto, lo es porque Cristo abandona en su muerte a Jerusalén. Vuestra casa quedará desierta,
porque en verdad os digo que no me veréis (desde su muerte)
hasta que. digáis.
Pero en el anuncio del castigo hay un anuncio de esperanza para Israel y un anuncio de una velada parusía del Señor.
En verdad os digo que no me veréis, desde ahora (desde su muerte inminente) hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! (Mt-Lc). ¿Qué perspectiva histórica anuncia el Señor? Los autores se dividen al señalarla. Para unos es la hora de la parusía final y triunfal de Cristo al fin del mundo (
1Ts_4:13-18); para otros es la hora del ingreso de Israel en la fe después que se cumpla el tiempo de las naciones (
Rom_11:12; cf.
Luc_21:24b). La primera posición es difícil de admitir. Pues parece que esta aclamación es triunfal y libre. Y en la hora de la parusía final, Cristo será el Juez, y si los reprobos tendrán que reconocer que Cristo-Juez es el Mesías, no lo hacen con una aclamación libremente triunfal. Son los hechos los que se les imponen. Es la segunda posición la que parece más lógica. Pues en todo ello hay, sobre todo a la luz de San Pablo,
una profecía sobre una conversión de Israel. Las aclamaciones con que días antes lo habían recibido en Jerusalén sus discípulos y las turbas, el día de Ramos, encontrarán una repetición en otra hora del pueblo de Israel ¿ingreso paulatino? ¿masivo? reconociéndolo como verdadero Mesías (Rom c.ll).
¿Acaso la imposición de los hechos vaticinados de la catástrofe del 70?
1 Lebretox, La vie et l'enseignement. ver. esp. (1942) II p. 149: . Beilxer, Christus und die Pharisáer (1959); T. F. Glasox. Anti-Pharisaism in St. Mt: The Te-wish Quarterly Review (1960) p.316-320. 1 G. Bornkamm,
Erderwartung una Kirche. (1960) 18ss; G. D. Kilpatrick,
The Oñgins. (1946- 101-123. 2 Strack-B.,
Kommeníar. I p.909. 3 Strack-B.,
Kommentar. I p.910; J. Bawman,
Phylacteries (Mat_23:5): Stud. Evang. (B 1959) 523-538. 4 Strack-B,.
Kommentar. IV p.250ss; J. Bewman,
Phylacteries (Mat_23:5): Stud. Evang. (B. 1959) p.523-538. 5 San Jerónimo,
Mal_26:168. 6
Bab. Berakoth 27:2. Sobre todo esto, cf. Strack-B.,
Kommentar. I p.914-917. 7 Lagrange,
Le Messianisme. (1909) p.143; ? . ? . Rengstorf,
Die stolái der Schriftelehrten. Eine Erlauterung in Mar_12:38 (et Luc_20:46): F. O. Michel (Ld/Kóln 1963) 383-404; J. T. Townsend,
Mt 23:9: The Journ. of Theol. Studies (1961) 56-59. 8 Sobre estos puntos, cf. Strack-B.,
Kommentar. I p.914-915. 9
Antiq. XVII 2:4. 10 Lightfoot, Horae heb. et talm. in Matth. 23:14. 11 Lagrange,
'évang. s. St. Marc (1929) p.329-330. 12 Strack-B.,
Kommentar. I p.918. 13 Strack-B.,
Kommentar. I p.919. 14 Joüon, L'évangile. compte tenu du substrat aramaíque (1930) p.141. 15 Dalman,
Die Worte Jesu. (1930) p.179. 16 Nestlé,
? . ? . graece et latine (1928) ap. crít. a
Mat_23:14. 17 Josefo,
Antiq. XX 2:4. 18 Josefo,
Antiq. XX 7:1-3. 19 Horacio,
Sat. I 4:142-143. 20 Josefo,
De bello iud. VII 3:3. 21 Josefo,
De bello iud. II 20:2. 22 Citado por Lagrange en
Le Messianisme. p.283. 23 Josefo,
Vita 23. 24 Sobre este tema cf. Lagraxge,
Le Messianisme. (1929) p.273-287; Strack-B.,
Kommentar. I p.224ss; Ricciotti, //
proselitismo giudaico, en Storia d'Israele (1934) II p.231-147. 25 Strack-B.,
Kommentar. I p.476. 26 Bab. Niddoth 13:2. 27 Strack-B.,
Kommentar. I p.334-336. 28
Nedarim I 3. 29
Nedarim I 3. 30 Nedarim I 3; I. Jeremías, Heüigengraber injesu Umwelt (
Mat_23:19;
Lev_11:47). (1958). 31 Marcial,
Epigram. 1:97. 32
Ma'asseroth IV 5. 33 Strack-B.,
Kommentar. I p.929ss. 34 Strack-B.,
Kommentar. I p.934-939; Bonsirven,
Textes. (1955) n.622.2388.2473.2388.2480. 35 Joüon, L'évangüe. compte tenu du substrat aramaíque (1930) p.141. 36 Dalmax,
Die Worte Jesu. (1930) p.179. 37 Fillion,
Vie. vers esp. (1942) III p.95. 38 Rev. Bib. (1910) 113ss. 39 Joüon, L'évangile. compte tenu du substrat se'mitique (1930) h.l. 40 Strack-B.,
Kommentar. I p.939. 41 Bonsirven,
Textes Rabbiniques. (1955) n.1076 y 1930. 42 Eusebio,
Hist. eccl. III 1:2. 43 Josefo, De bello iud. IV 5:4. 44
Mal_26:174. 45 Cf. Strack-B., Kommentar. I p.490-492. 46 Josefo, Antiq. IX 8:3. 47 Strack-B., Kommentar. I p.490-492. 48 Strack-B.,
Kommentar. 49 De bello iud. VI 9:2:3.