Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)
70 (iii)
Libertad respecto a la ley (7,1-25). Pablo empezó su descripción de la nueva si(-) tuación del cristiano justificado explicando cómo Cristo puso fin al reinado del pecado y la muerte (5,12-21) y cómo la «vida nueva en Cristo Jesús» supuso una reorientación del yo, de manera que ya no se podía ni siquiera pen(-)sar en pecar (6,1-23). En 6,14, obsesionado por el problema planteado por la ley, introdu(-)jo la relación de ésta con esa libertad: ¿qué pa(-)pel seguía teniendo aquélla en la vida huma(-)na? En puntos anteriores de Rom (3,20.31; 4,15; 5,13.20) había dejado entrever su preo(-)cupación por este problema, pero ahora inten(-)ta afrontarlo directamente. ¿Cuál es la rela(-)ción entre la ley y el pecado? ¿Cómo puede ser ella la servidora de la muerte y la condena (2 Cor 3,7.9)? ¿Cuál es la relación del cristiano con esta ley? Los vv. 1 -6 son la introducción a su respuesta, afirman la libertad del cristiano respecto a la ley, los w. 7-25 explican la rela(-)ción entre la ley y el pecado. En este punto, Pablo afirma la bondad básica de la ley y de(-)muestra que ésta ha sido utilizada por el peca(-)do como instrumento para dominar a la per(-)sona de «carne». Encuentra, pues, la respuesta a su problema, no en la ley como tal, sino en la incapacidad de los seres humanos terrenos, naturales, débiles, para hacer frente a las exi(-)gencias de aquélla.
71 En 7,1-6, Pablo entrelaza dos argumen(-)tos: (1) La ley obliga sólo a los vivos (7,1.4a); por consiguiente, el cristiano que ha muerto «por medio del cuerpo de Cristo», ya no está atado por ella. (2) La muerte del marido libera a la mujer de las prescripciones específicas de la ley que la vinculan a él; el cristiano es como la esposa judía cuyo marido ha muerto. Igual que ella está libre de «la ley del marido», el cris(-)tiano está libre de la ley en virtud de la muerte (7,2.3.4b). El segundo argumento es sólo una ilustración (imperfecta, por lo demás) del pri(-)mero. No conviene forzarlo hasta convertirlo en una alegoría, como propuso en su día Sanday-Headlam (
Romans 172): la esposa = el ver(-)dadero yo (Ego); el (primer) marido = la vieja condición del hombre; la «ley del marido» = la ley que condena la vieja condición; el nuevo matrimonio = unión con Cristo. Pues el argu(-)mento de Pablo es diferente; es la misma per(-)sona la que muere y es liberada de la ley. Utili(-)za el ejemplo únicamente para esclarecer una idea: que la obligación de la ley cesa cuando se produce la muerte. Puesto que el cristiano ha experimentado la muerte, la ley ya no tiene nin(-)gún derecho sobre él. Así arguye en este pasaje, en el cap. 7.
7 21.
hermanos: Ésta es la primera vez que se usa este apelativo desde 1,13.
quienes conocen la ley: Aunque Weiss, A. Jülicher y E. Kiihl pensaban que Pablo, al dirigirse a cris(-)tianos de Roma, se estaba refiriendo así a la ley romana, y otros pocos (Lagrange, Lyonnet, Sanday-Headlam, Taylor) interpretaban
no-mon (sin artículo) como «ley en general», la mayoría de los comentaristas entienden con razón que la expresión se refiere a la ley mo(-)saica (véase el comentario a 2,12), porque hay alusiones a ella en 7,2.3.4b y este versículo re(-)toma 5,20; 6,14. Como señalaba Leenhardt
(Romans 177), si el argumento de Pablo se ba(-)sara en un principio jurídico pagano, perdería gran parte de su fuerza demostrativa. Pablo sostiene, de hecho, que Moisés mismo previo una situación en la cual la ley dejaría de obli(-)gar.
la ley obliga al individuo mientras vive: Lit., «tiene señorío sobre», es decir, mantiene cau(-)tiva a una persona con la obligación de obser(-)varla. La conclusión de esto se saca en el v. 4a. En este momento se ilustra con la ley matri(-)monial. 2.
una mujer casada: cf. Nm 5,20.29; Prov 6,29. La ley del AT consideraba a la espo(-)sa propiedad del marido; su infidelidad era adulterio (Éx 20,17; 21,3.22; Lv 20,10; Nm 30,10-14; cf. R. de Vaux,
AI 26).
la ley del mari(-)do: La prescripción concreta de la ley mosaica, que vincula a la esposa con su propietario (marido). 3.
si vive con otro hombre: Lit., «per(-)tenece a otro (hombre)». La expresión procede de Dt 24,2; Os 3,3. La libertad de la esposa lle(-)ga con la muerte del marido y, evidentemente, nada tiene que ver con el divorcio. 4.
por me(-)dio del cuerpo de Cristo: Es decir, mediante el cuerpo crucificado del Jesús histórico (véase Gál 2,19-20). Por el bautismo, el cristiano ha quedado identificado con Cristo (6,4-6), parti(-)cipando en su muerte y resurrección. Cuando Cristo murió por todos «en la semejanza de una carne pecadora» (8,3), todos murieron (2 Cor 5,14).
podéis pertenecer a otro: El «segun(-)do marido» es Cristo resucitado y glorificado, que como
Kyrios tiene en lo sucesivo señorío sobre el cristiano,
dar fruto para Dios: La unión de Cristo y el cristiano acababa de ser descrita en términos matrimoniales. Pablo prolonga el tropo: es de esperar que tal unión produzca el «fruto» de una vida reformada.
73 5. cuando vivíamos vidas meramente naturales: Lit. «estábamos en la carne», en el pasado sin Cristo. Esa modalidad de existen(-)cia se contrasta implícitamente con la vida «en el Espíritu» (8,9), a la cual alude Pablo en 7,6.
pasiones pecaminosas: La propensión a pecar siguiendo fuertes impresiones sensoriales (véa(-)se Gál 5,24).
excitadas por la ley: La ley sirve de acicate a las pasiones humanas dominadas por la «carne», y así se convierte en ocasión para el pecado. Otro aspecto de esto aparece en el v. 7.
producir fruto de muerte: La frase ex(-)presa resultado, no finalidad (véase el comen(-)tario a
eis to + infin., 1,20). Las pasiones no es(-)taban destinadas a contribuir a la muerte, pero, instigadas por la ley, lo hicieron (véase 6,21).
6. pero ahora: En la nueva dispensación cristiana (véase el comentario a 3,21).
hemos muerto a lo que en otro tiempo nos tuvo cauti(-)vos: Aunque algunos comentaristas intentan referir el pron. «lo que» a la dominación por parte de las pasiones, se trata más bien de otra referencia a la ley que se acaba de mencionar.
de manera que sirvamos con la novedad del Es(-)píritu: El Espíritu como principio dinámico de la vida nueva iniciada en el bautismo (6,
4) es radicalmente diferente del código escrito. La frase le fue sugerida a Pablo por la mención de la «carne» (v. 5); carne y Espíritu sirvieron así de trampolín para otro contraste, el del Espí(-)ritu y la letra (= vida sometida a la ley mosai(-)ca; cf. 2 Cor 3,6-8, excelente comentario a este versículo).
74 En los vv. 7-13, Pablo aborda la rela(-)ción de la ley con el pecado. 7.
¿es la ley peca(-)do?: Está claro que Pablo piensa en la ley mo(-)saica (véase 7,1), pues incluso la cita al mal de este versículo. Pero algunos comentaristas han intentado entender
nomos en el presente texto como (1) la ley natural (Orígenes, E. Reuss), o (2) toda ley dada desde el comienzo, inclu(-)yendo hasta el «mandato» dado a Adán (Teo(-)doro de Mopsuestia, Teodoreto, Cayetano, Lietzmann, Lyonnet). Para apoyar esto, se re(-)curre a Eclo 17,4-11, que supuestamente de(-)mostraría que los judíos de aquella época ex(-)tendían la noción de ley a todos los preceptos divinos, incluso a los impuestos a Adán (Eclo 17,7, que se hace eco de Dt 30,15.19) y a Noé. Eclo 45,5(6) habla de la ley dada a Moisés lla(-)mándola
entolai, «mandatos», la misma pa(-)labra utilizada en 7,8. Se dice que Abrahán observó la ley de Dios (Eclo 44,20), y en el pos(-)terior
TgPsJ (a Gn 2,15) se dice que Adán fue puesto en Edén para observar los mandamien(-)tos de la ley (opinión sostenida también por Teófilo de Antioquía,
Ad Autolycum 2,24; PG 6.1092; Ambrosio,
De Paradiso 4; CSEL 32.282). Sin embargo, ninguna de estas razones de(-)muestra que Pablo tuviera en mente un con(-)cepto de ley más amplio que el de la ley mosai(-)ca. Todo lo más se hacen eco de la creencia de algunos judíos de que la ley mosaica era ya co(-)nocida como tal para Abrahán u otras perso(-)nas de tiempos anteriores. Pablo no comparte dicha creencia (4,13; Gál 3,17-19). Más bien le preocupa la conclusión que se podría sacar de algunas observaciones acerca de la ley. Podría parecer que es pecaminosa en sí misma, pues(-)to que «se atravesó» para aumentar los delitos (5,20), proporciona «conocimiento del peca(-)do» y «atrae la ira» (4,15). El rechaza con fir(-)meza tal conclusión (véase el comentario a 3,4).
yo no conocí el pecado sino por la ley: Lo que la conciencia captaba como malo llegó a ser considerado transgresión y rebelión formal por medio de la ley. Como en 3,20, la ley apa(-)rece como un informador moral.
75 Pablo pasa en este momento a la 1ª pers. sg., y este cambio ha planteado un pro(-)blema exegético histórico. ¿A quién se alude con ese «yo»? (1) Según A. Deissmann, Dodd, Bruce y Kühl, entre otros, Pablo habla auto(-)biográficamente. Sin embargo, esto no resulta convincente, pues entra en conflicto con lo que Pablo dice acerca de su propio trasfondo psicológico como fariseo y de su experiencia de la ley antes de su conversión (Flp 3,6; Gál1,13-14). También pasa por alto una impor(-)tantísima perspectiva genérica que adopta en este punto, al reflexionar sobre las etapas de la historia humana. (2) Según P. Billerbeck, Da(-)vies y M. H. Franzmann, entre otros, Pablo es(-)taba pensando en el piadoso muchacho judío que a los 12 años quedaba obligado a observar la ley. Sin embargo, esta idea de inocencia infantil resulta demasiado restrictiva para aplicarla a todo el análisis de Pablo. (3) Según Metodio de Olimpia, Teodoro de Mopsuestia, Cayetano, Dibelius, Lyonnet y Pesch, entre otros, Pablo se referiría a Adán enfrentado al «mandato» de Gn 2,16-17. Sin embargo, aun(-)que esto da al pasaje una perspectiva global que necesita, y pese a que Pablo tal vez aluda a Gn 3,13 en 7,11, no explica por qué habría de referirse a Adán como «yo»; y la alusión del v.11 está aislada. De hecho, cuando cita un pre(-)cepto divino, no es el de Gn 2,16 ó 3,3, sino uno de los mandamientos del Sinaí. (4) Según Agustín, Tomás de Aquino, Lutero, Barth, Althaus y Nygren, entre otros, Pablo estaría ha(-)blando de su propia experiencia como cristia(-)no enfrentado a las reglas de su nueva vida como convertido. Sin embargo, en tal caso se debe preguntar a qué viene todo lo que dice acerca de la ley. Tal opinión tiende a hacer de Pablo un joven Lutero. (5) Según Kasemann y muchos otros, Pablo está haciendo uso de una figura retórica, Ego, para poner de manifiesto de manera íntima y personal la experiencia común a todos los seres humanos no rege(-)nerados que encaran la ley mosaica y confían en sus propios recursos para cumplir las obli(-)gaciones que ésta impone. En vez de usar
anthrópos, «ser humano», o
tís, «alguien», de(-)cidió hablar de Ego, más o menos como en 1 Cor 8,13; 13,1-3.11-12; 14,6-19; Rom 14,21; Gál 2,18-21. Este recurso retórico «se encuen(-)tra, no sólo en el mundo griego, sino también en los salmos de acción de gracias del AT cuando se confiesa la liberación divina de la culpa y del peligro de muerte» (Kasemann,
Romans 193).
Una insistencia superficial en un solo as(-)pecto del problema del Ego tiende a oscurecer la profunda intuición de Pablo. Éste no consi(-)dera la confrontación de Ego con el pecado y la ley en un plano psicológico individual, sino desde un punto de vista histórico y colectivo. Pablo contempla con ojos judíos y cristianos -sin Cristo y con Cristo- la historia humana tal como la conocía (véase E. Stauffer,
TDNT 2.358-62). Algunas de las afirmaciones que ha(-)ce en este pasaje son susceptibles de aplica(-)ción a experiencias que están más allá de la perspectiva inmediata del apóstol. Lo que éste dice en los vv. 7-25 es indudablemente la expe(-)riencia de muchos cristianos enfrentados a la ley divina, eclesiástica o civil; cuando estos versículos se leen a esa luz, pocos dejarán de apreciar su trascendencia. Pero al intentar en(-)tender lo que Pablo quiso decir es importante tener presente
su perspectiva.
76 no codiciarás: Así se compendia la ley mosaica (Éx 20,17; Dt 5,21). Expresa la esen(-)cia de la ley, enseñanza dirigida a los seres hu(-)manos para que no se dejen arrastrar por las cosas creadas, en lugar de por el Creador. Con tal mandato, a la conciencia moral indolente se le hace caer en la cuenta de la posibilidad de un quebrantamiento de la voluntad de Dios así manifestada.
8. el pecado encontró su opor(-)tunidad a través de ese mandato: El «mandato» puede parecer una alusión a la orden dada en Gn 2,16, pero hace referencia a la prohibición concreta de la ley mosaica que se acaba de citar. En este punto convendría recordar la perspectiva que Pablo tiene de la historia de la salvación (-Teología paulina, 82:42). Desde Adán hasta Moisés la gente obró mal, pero no quebrantó precepto alguno, como hizo Adán. Sus malas obras se convirtieron en infraccio(-)nes con la llegada de la ley. Ésta se convirtió entonces en una
aphorme, «ocasión», «oportu(-)nidad» (BAGD 127), para el pecado formal.
9. sin la ley el pecado estaba sin vida: Como un ca(-)dáver, era incapaz de hacer nada, incapaz de convertir el mal en rebelión flagrante contra Dios (véanse 4,15; 5,13b).
vivo sin la ley: No es una alusión a la feliz e inocente infancia de Pablo, ni una alusión al estado de Adán antes de que comiera el fruto, sino una referencia irónica a la vida llevada por todo el que está sin Cristo e ignora la verdadera naturaleza de la mala conducta. La expresión «sin vida», aplicada al pecado (v. 8), probablemente sugi(-)rió a Pablo el contraste «yo estaba vivo»; pero el acento principal recae sobre la expresión «sin la ley». La vida así vivida no era, de he(-)cho, la de la unión con Dios en Cristo; ni era una rebelión abierta contra Dios mediante una transgresión formal,
el pecado cobró vida: Con la intervención de la ley, la condición hu(-)mana ante Dios cambió, pues los «deseos» se convirtieron entonces en «codicia», y el inten(-)to de satisfacerlos, en rebeldía contra Dios. Si el vb.
anezésen se tomara literalmente, «revi(-)vió», resultaría difícil entender cómo se podría aplicar esto a Adán; pero puede significar me(-)ramente «cobró vida» (BAGD 53). El pecado «estaba vivo» en la transgresión de Adán; «co(-)bró vida» de nuevo con las transgresiones de la ley mosaica.
10. entonces yo morí: La muer(-)te a la que se refiere aquí no es la de Gál 2,19, por la cual el cristiano muere a la ley mediante la crucifixión de Cristo, de manera que aqué(-)lla no tiene ya derecho alguno sobre él. Esta muerte es más bien la situación resultante del pecado como quebrantamiento de la ley. Por medio de las transgresiones formales, los seres humanos quedan sometidos a la dominación de
Thanatos (5,12).
el mandato que debiera ha(-)ber significado vida: La ley mosaica prometía vida a quienes la observaran: «quien la cumpla encontrará vida» (Lv 18,5; cf. Dt 4,1; 6,24; Gál 3,12; Rom 10,5).
en mi caso significó muerte: La ley como tal no mataba, pero era un ins(-)trumento utilizado por el pecado para dar muerte a los seres humanos. No era sólo una ocasión de pecado (7,5) o un informador mo(-)ral (7,7), sino que también dirigía una con(-)dena a muerte contra quienes no la obedecían (Dt 27,26; cf. 1 Cor 15,56; 2 Cor 3,7.9; Gál 3,10).
11. el pecado me engañó: Igual que el mandato de Dios brindó a la serpiente tentadora su oportunidad, el pecado utilizó la ley para en(-)gañar a los seres humanos y tentarles a ir tras lo que estaba prohibido. Pablo alude a Gn 3,3, pero en absoluto de manera tan explícita co(-)mo en 2 Cor 11,3. El engaño tuvo lugar cuan(-)do la autonomía humana se vio enfrentada a la exigencia divina de sumisión. Como hizo la serpiente, el pecado tentaba a los seres huma(-)nos inmersos en tal enfrentamiento a afirmar su autonomía y hacerse «como Dios».
12. san(-)ta, justa y buena: Debido a que la ley había sido dada por Dios y tenía por finalidad dar vida a quienes la obedecieran (7,10.14; Gál 3,24). La ley nunca mandó a los seres huma(-)nos hacer el mal; en sí misma era buena.
13. ¿lo que era bueno resultó ser muerte para mí?: ¡Lo anómalo de la ley! De nuevo Pablo recha(-)za con vehemencia el pensamiento de que una institución divina fuera causa directa de muerte (véase el comentario a 3,4).
fue el pe(-)cado, para poder manifestarse como pecado: El verdadero culpable fue el pecado, causa direc(-)ta de la muerte de todos y cada uno (5,12;
6,23). Utilizó la ley como instrumento. Enten(-)dido esto, queda claro que la ley no era el equi(-)valente del pecado (cf. 2 Cor 3,7) y se pone de manifiesto lo que el pecado es realmente, re(-)beldía contra Dios.
77 14-25. La explicación de Pablo no es todavía completa; en el presente pasaje trata de esclarecer la cuestión. ¿Cómo pudo el peca(-)do utilizar algo bueno en sí mismo para des(-)truir a los seres humanos? El problema no es(-)triba en la ley, sino en los seres humanos como tales.
14. la ley es espiritual: Debido a su origen divino y a su propósito de conducir a los seres humanos hasta Dios. Así, no pertenecía al mundo de la humanidad terrena, natural. En cuanto
pneumatikos, pertenecía a la esfera de Dios; se oponía a lo que es
sarkinos, «carnal», «perteneciente a la esfera de la carne».
15. lo que hago no lo comprendo: El enigma procede de un conflicto que tiene lugar en las más ínti(-)mas profundidades de la humanidad, la esci(-)sión entre el deseo dominado por la razón y la actuación real,
no hago lo que quiero, y lo que hago lo aborrezco: La aspiración moral y la ac(-)tuación no están coordinadas ni integradas. En conexión con esto se citan a menudo las quejumbrosas palabras del poeta romano Ovi(-)dio: «Advierto lo que es mejor y lo apruebo, pero busco lo que es peor»
(Metamorph. 7.19). Los esenios de Qumrán explicaban ese mismo conflicto interior enseñando que Dios había puesto dos espíritus en los seres humanos pa(-)ra que los gobernaran hasta el momento en que él les pidiera cuentas, un espíritu de verdad y un espíritu de perversidad (1QS 3,15-4,26) . Pablo, sin embargo, no atribuye la divi(-)sión a espíritu alguno, sino a los seres huma(-)nos mismos.
16. estoy de acuerdo en que la ley es buena: El deseo de hacer lo que está bien es un reconocimiento implícito de la bondad y excelencia de la ley en lo que ésta impone.
17. el pecado que habita en mí: Hamartia entró en el mundo para «reinar» sobre la humanidad (5,12.21) y, alojándose dentro de los seres hu(-)manos, los esclavizó. Este versículo es en rea(-)lidad una rectificación de 7,16a: el pecado es responsable del mal que hacen los seres hu(-)manos. Puede parecer que Pablo casi exime a los seres humanos de responsabilidad por su conducta pecaminosa (véase 7,20); pero es un pecado humano (5,12d).
18. el bien no habita en mí, es decir, en mi yo natural: Lit., «en mi carne». La matización añadida es importante, pues Pablo encuentra la raíz de la dificultad en el yo humano considerado como
sarx, fuen(-)te de todo cuanto se opone a Dios. Del Ego considerado como
sarx proceden las cosas de(-)testables que uno hace. Pero el Ego como ver(-)dadero yo bien dispuesto está desvinculado de ese yo que cayó víctima de la «carne» (-Teo(-)logía paulina, 82:103). 19-20. Repetición de 7,15.17 desde un punto de vista diferente.
78 21. capto, pues, el principio: Cada cual aprende por experiencia cuál es la situación. En 7,21-25
nomos experimenta un cambio de matiz. Pablo está jugando con otros significa(-)dos de la palabra que ha utilizado hasta el mo(-)mento para referirse a la ley mosaica. Ahora
nomos denota un «principio» (BAGD 542) o el «modelo» experimentado de la propia activi(-)dad.
22. en lo hondo de mí me deleito en la ley de Dios: No es éste el modo cristiano de hablar, sino, como aclaran los versículos siguientes, la «mente» (
nous) de una humanidad sin regene(-)rar. Aunque dominado por el pecado cuando es considerado como «carne», cada cual sigue experimentando que desea lo que Dios desea. La mente o razón reconoce el ideal presentado por la ley, la ley de Dios.
23. otro principio es(-)tá en guerra con la ley de mi mente: El
nomos en el cual el yo raciocinante se deleita se opo(-)ne a otro
nomos que en última instancia hace cautivo al yo (6,13.19). Este
nomos no es otro que el pecado que habita dentro de uno (7,17), que esclaviza al ser humano de manera que el yo bien dispuesto, que se complace en la ley de Dios, no es libre para observarla.
24. ¡desdi(-)chado de mí!: Grito angustioso de todo aquel lastrado por la carga del pecado y al cual éste impide conseguir lo que querría; es un grito desesperado dirigido a Dios buscando su ayu(-)da.
¿quién me salvará de este cuerpo condena(-)do a la perdición?: Lit., «este cuerpo de muer(-)te», véase el comentario a 6,6. Amenazado por la derrota en este conflicto, el ser humano en(-)cuentra liberación en la misericordiosa muni(-)ficencia de Dios manifestada en Cristo Jesús.
25. ¡gracias a Dios!: En el ms. D y en la Vg, la respuesta a la pregunta del v. 24 es «la gracia de Dios», pero ésta es una lectura inferior. El v. 25 es una exclamación que expresa la grati(-)tud de Ego a Dios y anticipa la auténtica res(-)puesta que se va a dar en 8,1-4. La gratitud se expresa «por Jesucristo nuestro Señor», utili(-)zando el estribillo de esta parte de Rom (-50 supra). Tal vez sea preferible separar la excla(-)mación (¡gracias a Dios!) de la frase siguiente, entendiendo ésta como una expresión inicial de la respuesta a la pregunta del v. 24: «(Es lle(-)vado a cabo) por Jesucristo...»,
con la mente: El yo raciocinante se somete de buena gana a la ley de Dios y se sitúa en contraposición al yo carnal, la persona esclava del pecado. Así ter(-)mina Pablo su análisis de las tres libertades alcanzadas para la humanidad en Cristo Jesús.
(Benoit, P., «The Law and the Cross according to St Paul, Romans 7:7-8:4»,
Jesús and the Gospel, Volume 2 [Londres 1974] 11-39. Bornkamm, G.,
Early Christian Experience [Filadelfia 1969] 87-104. Bruce,
F. F., «Paul and the Law of Moses»,
BJRL 57 [1974-75] 259-79. Hübner, H., Law
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