Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 51 (Vg 50): Confesión de los Pecados.
E l
Miserere es el salmo de penitencia por excelencia en la liturgia, porque en él se destacan el sentimiento de compunción sincera y
la súplica ardiente de rehabilitación ante el Dios ofendido. Consciente de su inclinación inveterada al mal, el salmista pide fuerzas a Dios para seguir por sus caminos. El desarrollo de la composición sigue, más que las reglas de la lógica, las del sentimiento
y de los afectos del corazón, por lo que no se puede hacer una división conceptual marcada en la composición salmódica. El estilo es sencillo y límpido; apenas hay metáforas, y todo lleva el sello de lo natural.
Según el título, el salmo fue compuesto por el propio David en ocasión en que el profeta Natán le recriminó por el adulterio con Betsabé, con el consiguiente asesinato de Urías 1. Según el relato bíblico, David, al oír las amenazas del profeta por sus pecados, reaccionó compungido: He pecado contra Yahvé 2. El
Miserere sería, pues, como la expresión literaria de su espíritu compungido y arrepentido ante su Dios. Sin embargo, los modernos exegetas admiten difícilmente la paternidad davídica del salmo por razones de crítica interna: en los v.20-21 se alude a la reconstrucción de los muros de Jerusalén, lo que nos lleva a los tiempos calamitosos de Nehemías, en que afanosamente se trabajaba en la rehabilitación del culto sobre las ruinas del antiguo templo. Por otra parte, existe una relación conceptual estrecha del salmo con fragmentos del libro de Isaías en sus estratos literarios más recientes (Deutero y Tritoisaías)3. Además, la elevación de sentimientos del salmo parece desbordar la situación psicológico-religiosa de David al reconocer su pecado contra Dios y su homicidio: El sentimiento religioso es más elevado, y la penitencia del salmista es de otra cualidad que la descrita en
2Sa_12:1s, por sincera que sea...4
Desde los tiempos de Teodoro de Mopsuestia no han faltado autores que interpretan el salmo en sentido
colectivo, es decir, como si fuera expresión del alma nacional arrepentida, y no el desahogo personal de un individuo; en ese supuesto, en el salmo encontraríamos los sentimientos de la nación israelita en el exilio, reconociendo sus pecados, que le causaron su ruina 5. No obstante, la composición tiene demasiados sellos personalistas para colectivizarla, y por eso parece más conforme al contexto suponer que es obra de un justo arrepentido, consciente
de sus pecados personales, que impedía la amistad con su Dios.
Invocación: súplica de misericordia (1-4).
1
Al maestro del coro. Salmo de David. 2
Cuando fue a él el profeta Natán después que pecó con Betsabé 6
. 3
Apiádate de mí, ¡oh Dios! según tu benignidad. Por vuestra gran misericordia borra mi iniquidad7
. 4
Lávame enteramente de mi iniquidad y limpíame de mi pecado. El salmista, obsesionado con su conciencia de culpabilidad ante Dios, acude a su bondad como único medio de tranquilizar su espíritu, pues sólo el Dios ofendido puede rehabilitarle en su antigua amistad con El. Sus transgresiones están escritas en el libro en que Dios lleva el registro de las acciones de los hombres 8; por eso, el primer deseo del salmista es que su
iniquidad sea borrada de tal libro. Para ello no cuenta más que con la
benignidad y
piedad del mismo Dios, pues no tiene títulos para exigir su perdón. Toda su vida aparece ante sus ojos como nublada por la gran mácula de su pecado, que no especifica, pero que debe de ser el
sentido de culpabilidad moral como consecuencia de muchas transgresiones en la vida 9. A pesar de sus pecados, tiene conciencia
de la gran misericordia de su Dios 10. Moisés define a Yahvé como Dios misericordioso y clemente, tardo a la ira, rico en misericordia y fiel, que mantiene su gracia por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero no los deja impunes... 11 La justicia y la misericordia son los dos atributos divinos que resplandecen en la historia de Israel, pero los hagiógrafos insisten en que la misericordia prevalece sobre la justicia: Yahvé es un Dios celoso, que castiga en los hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y hago misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos 12. Conforme a esta doctrina, el salmista apela a la misericordia divina, a pesar de sentirse doblegado por el peso de la culpabilidad. En
Exo_34:7 se especifican las diversas defecciones de la Ley divina: maldad (
awon)
, transgresión (
pesha')
y pecado (
jatta1),
que implican, respectivamennte, la idea de defección o rebelión contra Dios, la de perversión del derecho y conducta depravada, y el error, o alejamiento del camino que lleva a la meta debida 13. El salmista, en su composición, juega con todos estos términos de sentido más o menos sinónimo, en cuanto que son todos
una lesión de los derechos divinos.
El pecado debe ser borrado, pues es una deuda en el libro de la Vida que tiene Dios 14; pero, además, es una mancha en la conciencia, y por eso el salmista pide que se le
limpie de toda iniquidad 15. El leproso, al ser curado, estaba sujeto a un proceso de purificación ritual hasta que quedara confirmada la curación 16; el salmista quiere también que Dios le someta a un lavado general para sentirse de nuevo en relaciones de amistad con El,
Reconocimiento del pecado (5-7).
5
Pues reconozco mi transgresión, y mi pecado está siempre delante de mí. 6
Contra ti, contra ti sólo he pecado, he hecho lo malo a tus ojos, para que seas reconocido justo en tu sentencia 17
y seas irreprochable en tu juicio. 7
He aquí que en maldad fui formado y en pecado me concibió mi madre. El primer efecto de la conciencia
de culpabilidad y el primer requisito para conseguir la rehabilitación ante Dios,
es el reconocimiento de los pecados, que han causado tan triste estado de separación del fiel respecto de su Dios. Dotado de especial sensibilidad religiosa, el salmista encuentra su situación espiritual anormal, porque
delante de él esta siempre el pecado como una constante y terrible acusación. El remordimiento de conciencia le consume, y no puede apartar el pensamiento de su culpabilidad ante su Dios, al que tantos beneficios le debe. Es lo que dice el profeta en nombre del pueblo pecador: gruñimos como osos, gemimos como palomas... Son ante ti muy numerosos nuestros pecados, y nuestros crímenes dan testimonio contra nosotros. Presentes nos están nuestros crímenes, y conocemos nuestras iniquidades...18 La conciencia de pecado es el primer paso hacia la penitencia: los pecados son conocidos del Dios ofendido, pero debe
reconocerlos el pecador para implorar el perdón. Es la reacción del salmista atribulado: en la tragedia del pecado, ante todo,
hay una ofensa contra Dios: contra ti solo he pecado (v.6). No alude para nada a un pecado u ofensa contra el prójimo; no siente remordimiento de haber herido los derechos del prójimo lo que no se compagina con la suposición de que el salmo haya sido compuesto como reacción de compunción y de penitencia por el adulterio y el homicidio contra el esposo de Betsabé , sino de
haber hecho el mal ante los ojos de Dios (v.6) l9, apartándose de su Ley.
El reconocimiento del pecado trae como consecuencia la
justificación de la
sentencia divina para que brille su
irreprochable juicio. En el supuesto de que el salmo fuera de David, estas palabras aludirían a la sentencia de castigo que le anunció el profeta Natán en nombre de su Dios: su hijo concebido de Betsabé moriría inexorablemente. El poeta real querría en ese caso justificar ante la opinión la
sentencia divina. Los que no admiten que el salmo sea de David creen que el salmista alude a una situación crítica en que éste se halla por efecto de una transgresión, quizá una enfermedad. Humildemente reconocería aquí la causa cíe su infortunio,
para que Dios fuera reconocido justo en su sentencia punitiva. Los caminos de la Providencia son siempre justos,
aunque misteriosos; y en el caso del salmista debe quedar claro que es culpable, para que brille esa justicia de Dios y su conducta irreprochable con los seres humanos 20.
Esta culpabilidad tiene en el salmista profundas raíces, ya que desde su concepción se siente inclinado a la
maldad, y al nacer parece ya como envuelto en pecado (v.7). Para entender el pensamiento del salmista debemos tener en cuenta la mentalidad semítica y bíblica, que considera las relaciones sexuales como fuente de impureza ritual 21; y, por tanto, el fruto de las mismas aparece como ya contaminado desde su concepción. El origen de esta creencia habrá que buscarlo en fondos atávicos tribales, que dejaron su sello en no pocos artículos de la legislación levítica; pero, con todo, es un hecho que lo relacionado con lo sexual aparece en una atmósfera de contaminación e impureza ritual. No se condenan las relaciones conyugales legítimas, pero éstas tienen siempre un sello de flaqueza humana, sin duda en relación con el desahogo de la libido del hombre, que lleva fácilmente al desarreglo moral. El salmista se mueve dentro de esta órbita conceptual, y no alude para nada al hecho de un pecado de un antepasado que se transmita por generación,
como es el caso del pecado original. San Pablo será el primero en proponer esta doctrina, relacionándola con la transgresión de los primeros padres22. Las expresiones (del salmista) orientan primero hacia las impurezas relacionadas inevitablemente con la generación; nada prueba que el autor haya ido más lejos en la búsqueda de sus causas. Expresa una primera aprehensión global, en la que el dolor de sentirse lejos de Dios predomina con mucho sobre el análisis abstracto de la situación. Se podría relacionar con
Job_14:4 : ¿Quién sacará lo puro de lo impuro?.23 Con esta mentalidad pesimista del salmista coinciden otros textos bíblicos: tu nombre es prevaricador desde el seno,24 los malvados están pervertidos desde el seno (materno); los mentirosos están extraviados desde las entrañas 25. En
Jua_3:6 encontramos un eco de esta idea de contaminación: lo que es nacido de la carne es carne, con lo que esto implica de inclinación al pecado, y que, por tanto,
necesita ser regenerado por el agua y el Espíritu. En el A.T. se destaca la tendencia innata al mal del hombre. El mismo Yahvé envía el diluvio porque la maldad del hombre era grande sobre la tierra, y todo designio de los pensamientos de su corazón no era más que mal en todo tiempo 26. Consecuencia de esta tendencia innata al mal es la multiplicación de los pecados sobre la tierra, lo que justificaba el diluvio exterminador. En
Gen_4:6 se presenta al pecado como una fiera que está al acecho para caer sobre Caín. Después del diluvio, Yahvé renuncia a enviar otro castigo similar, porque
el deseo del corazón del ser humano es malo desde su infancia. 27 En la literatura sapiencial abundan los textos sobre la propensión innata del hombre al mal: ¿Qué hay más brillante que el sol? Sin embargo, se eclipsa. Así es malo el deseo de la carne y del espíritu 28. Todos estos textos sirven para ilustrar el pensamiento del salmista sobre su culpabilidad innata,
pues tiene conciencia de ser pecador desde su concepción. Aunque él no apunte a la razón teológica de esta triste
situación pecaminosa del ser humano, sin embargo, sus expresiones son como un anticipo inconsciente de una verdad que desentrañará por primera vez San Pablo 29. Pero no debemos trasladar concepciones neotestamentarias al estadio de revelación más limitado de la época del salmista 30.
Ansias de purificación espiritual (8-11).
8
Puesto que amas la verdad en lo íntimo, ¡instruyeme en el secreto de la sabiduría! 9
¡Rocíame con hisopo, y seré puro; lávame, y seré más blanco que la nieve! 10
¡Hazme escuchar el gozo y la alegría, y saltarán de gozo los huesos que trituraste! 11
¡Aparta tu faz de mis pecados y borra todas mis iniquidades! Consciente de su culpabilidad,
siente la necesidad de una purificación profunda, ya que las
miradas divinas llegan hasta lo más íntimo del ser humano, y el salmista pide luces para conocer más las reconditeces de su ser pecaminoso. Sabe que desde el nacimiento es propenso al mal, como todos los hombres 31, y por eso siente la necesidad de una purificación de su ser a fondo a manos del propio Dios.
Dios ama la verdad y la fidelidad en su sentido más puro y profundo, y ésta sólo se descubre por la
sabiduría o modo de obrar en la vida conforme a las exigencias divinas.
La sabiduría se basa en el temor de Dios 32, lo que implica guardar su Ley y apartarse del mal 33. Este proceder conforme a los caminos divinos debe reflejarse no sólo en las apariencias, sino en lo
íntimo; es decir, debe basarse en la convicción y entrega del corazón a Dios. El salmista
pide humildemente a Dios que le instruya en las profundidades de esta sabiduría, que implica la fidelidad total a los preceptos divinos. Frente a la inclinación al mal anteriormente confesada, Dios exige la virtud en los más profundos repliegues del alma, en las inclinaciones y disposiciones del corazón34.
Llevado de esta sinceridad,
pide a Dios que le purifique y lave, para tener una conciencia más
blanca que la nieve. La intervención purificadera de Yahvé es semejante al rito de aspersión por el hisopo en las purificaciones legales, como la del curado de la lepra 35. La expresión del salmista es figurada, pues alude al lavado y aspersión espiritual de su alma por
la mano purificadora de Dios para quedar más blanco que la nieve. Isaías dice a propósito de los pecados inveterados de Judá invitando a la penitencia: Venid y entendámonos, dice Yahvé: aunque vuestros pecados fuesen como la grana, quedarían blancos como la nieve. Aunque fuesen rojos como la púrpura, vendrían a ser como la lana blanca. 36
Después de confesar su culpabilidad, el salmista pide la curación de una misteriosa enfermedad que le aflige, y que ha servido para meditar sobre las transgresiones de su vida. Todo ha sido efecto del pecado, pero desea el restablecimiento para
escuchar de nuevo la voz del
gozo y de la alegría (v.10); es decir,
aspira a asistir a las manifestaciones religiosas en intimidad con Dios 37.
Sus
huesos han quedado molidos y
triturados por la enfermedad, pero después de recuperar la salud volverán a sentir la íntima satisfacción del restablecimiento:
saltaran de gozo 38 como cervatillos en libertad. Pero, para conseguir la curación,
Dios debe olvidar sus pecados, apartando de ellos su rostro 39, pues el salmista está seguro de que la enfermedad tiene por causa última su infidelidad a Dios, sus múltiples transgresiones de todo género, que ahora, probado por la adversidad, ha descubierto en el lecho del dolor. Es preciso que Yahvé borre sus
iniquidades y haga cuenta nueva para poder recuperar su amistad, y con ello su salud, efecto de su sombra protectora.
Súplica de renovación espiritual (12-15).
12
Crea en mí, ¡oh Dios! un corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto. 13
No me arrojes de tu presencia y no quites de mí tu santo espíritu. 14
Devuélveme el gozo de tu salvación, sosténgame un espíritu generoso. 15
Yo enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Consciente de su debilidad inveterada, pide a Dios le otorgue
un corazón puro y un espíritu recto o firme, para emprender una vida en consonancia con sus máximas, de forma que no vuelva a pecar y a merecer el castigo que ahora sufre. Antes había dicho que tenía una propensión al pecado desde su concepción en el seno materno (v.7); por ello pide que se obre en su interior como una nueva
creación, una renovación total
en su corazón y espíritu, asiento de su actividad espiritual. No sólo quiere no volver a las faltas pasadas, sino que ansia como una regeneración de todo su ser por obra del mismo Dios; sólo así se sentirá seguro de no volver a perder su amistad 40. Jeremías augura para los tiempos mesiánicos un cambio interior de los israelitas:
y les daré un corazón capaz de conocerme..., pues se convertirán a mí de todo corazón41. En la nueva alianza, la ley estará escrita en el
corazón42. Ezequiel es más explícito:
y les daré otro corazón, y pondré en ellos un espíritu nuevo...43 El espiritualismo del salmista enlaza, pues, con las mejores tradiciones proféticas, y quizá dependa de sus escritos.
La suerte espiritual y material del salmista está pendiente de la benevolencia divina; por ello pide encarecidamente que no le arroje
de su presencia, echándole al olvido 44. Dios es el dispensador de todo bien; por eso ruega que no se retire de él el espíritu, santo de Dios, expresión que aparece sólo en
Isa_63:8-14, donde está en paralelo con el ángel de su presencia (v.9), o manifestación sensible de Yahvé como guía de Israel por el desierto. El salmista, pues, parece que
en el santo espíritu de Dios ve la concreción de su presencia sensible en su alma para iluminarle por los caminos de la salvación (v. 13). En
Sal_143:10 se menciona el espíritu bueno de Yhave, que es sinónimo de
las buenas inspiraciones de Dios en la vida del justo 4:S.
La presencia del santo
espíritu de Dios
le devolverá la salvación o liberación de la postración física actual; después pide que le dé, junto con la salud, un
espíritu generoso para seguir las insinuaciones del espíritu santo de Dios. Los v. 12-15 responden a la estrofa de los V.9-11. En ésta se pedía
la purificación, la curación y la alegría juntamente con el olvido de los pecados; en aquélla se cala más hondo, pues se pide una renovación interior y
gozar de la amistad permanente de Dios.
Supuesta su curación, promete el salmista publicar
las maravillas que Dios ha obrado con él, enseñando a los transgresores sus caminos para que se conviertan a Dios (v.15). La experiencia del salmista será ocasión de que muchos abandonen el pecado y entren por los caminos de la Ley divina. Después de una curación se ofrecía un sacrificio de acción de gracias para publicar el beneficio recibido 46. Con ello, los oyentes quedaban aleccionados en las vías de la Providencia 47. El pensamiento del salmista es semejante al expresado en
Sal_22:26-28. La liberación del justo atribulado es la ocasión de que se reconozca la protección divina sobre los suyos,
y así se conviertan a El los pecadores.
El sacrificio grato a Dios es un corazón contrito (16.-19)
16
Líbrame de la sangre, Elohirn, Dios de mi salvación, y cantará mi lengua tu justicia. 17
Abre tú, Señor, mis labios, y cantará mi boca tus alabanzas. 18
Porque no es sacrificio lo que tú quieres; si te ofreciera un holocausto, no lo aceptarías. 19
Mi sacrificio, ¡oh Dios! es un espíritu contrito 48
. Un corazón contrito y humillado, ¡oh Dios! no lo desprecias. En una última súplica pide a Dios que le
Ubre de la sangre o de la muerte, ya que es un Dios
de salvación, o Salvador. Con ello su
lengua podrá predicar la
justicia o manifestación punitiva de Yahvé por los pecados. En la muerte nadie puede alabar a Dios, y, por tanto, sólo permaneciendo en vida puede predicar la piedad que tiene con los suyos. Si Dios la abre
los labios, otorgándole la curación, podrá su
boca cantar tus alabanzas. El salmista es como un leproso que ha sido declarado limpio y que puede ya tomar parte en las
alabanzas públicas en las asambleas.
Dios, más que
sacrificios cruentos, busca la contrición del corazón; ni siquiera los sacrificios más perfectos, como el
holocausto en el que se quemaba toda la víctima en el altar , pueden igualarse al
espíritu contrito y al
corazón humillado. El salmista se sitúa en el plan ético-espiritual, que es lo que realmente interesa a la divinidad, como hemos visto en el salmo anterior. Los sacrificios valen en la medida en que reflejan un espíritu de entrega a Dios. No es que el salmista rechace teóricamente los
sacrificios, sino que su valor lo pospone al del culto interior del corazón; el sacrificio de obediencia49. Es la misma perspectiva de los antiguos profetas: más vale obediencia que sacrificios.50
Oración por la reconstrucción de Jerusalén (20-21).
20
Sé benévolo en tu complacencia hacia Sión y edifica los muros de Jerusalén. 21
Entonces te agradarás de los sacrificios legales 51
, de los holocaustos y oblaciones; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar 52
. Estos dos versos, en los que se habla de la reconstrucción de los muros
de Jerusalén, parecen indicar que el salmo es posterior a la destrucción de la ciudad por los ejércitos de Nabucodonosor en el 586 a.C. No pocos críticos modernos sostienen, sin embargo, que ambos versos son una adición posterior53; un compilador posterior los habría añadido para quitar el efecto que podían dejar las afirmaciones de los v. 18-19, en los que se subestima el valor de los sacrificios cruentos, incluso los holocaustos. La ciudad había sido profanada por la invasión pagana; pero, una vez que se reconstruyeran sus muros y templo, los sacrificios volverían a ser aceptos a Yahvé como
legales o legítimos (v.21). Pero de hecho sabemos que antes de la reconstrucción del templo se ofrecían sacrificios en el altar de los holocaustos 54. El autor más bien parece un desterrado en Babilonia que ansia volver a la ciudad santa para reanudar el culto solemne y legítimo en el templo reconstruido; incluso volverán a ofrecerse los sacrificios más costosos, como los de los
becerros, lo que era más agradable a Dios, porque suponían más sacrificio. El salmista, pues, suspira en el exilio por la reconstrucción de la ciudad santa
para que en ella se reanude el culto solemne y legítimo a Yahvé, ya que en tierra extraña,
y fuera de Jerusalén, no era lícito ofrecer sacrificios a Yahvé, aunque hubo algunas desviaciones cismáticas sobre esto entre las colonias judías de Egipto, sobre todo en la isla de Elefantina55.
1 Cf. 2 Sam 12:1s. 2
2Sa_12:13. 3 Compárese
Sal_51:3 con
Isa_63:7; ? .5 con
Isa_59:12; v.11 con
Isa_43:25; v.13 conls 43:10. 11; v.19 con
Isa_57:15;
Isa_61:1;
Isa_66:2. 4 E. Podechard, O.C., I 238. 5 Así opinan Robertson, Driver, Cheyne y otros. 6 Cf. 2 Sam 11:1s. 7 El TM lit.: mis transgresiones 8 Cf.
Sal_69:29;
Isa_43:25. 9 Cf.
Exo_34:6;
Sal_76:16;
Joe_2:13. 10 Cf.
Sal_35:7;
Isa_43:7;
Lam_3:32;
1Pe_1:3. 11
Exo_36:4, 12 Cf.Ex 20:5. 13 Véase ? . F. Kirkpatrigk, o.c., 288. 14 Cf.
Exo_32:32;
Num_5:23;
Sal_32:3;
2Re_21:13. 15 Cf.
Exo_19:10;
Exo_22:14;
Jer_2:22;
Jer_4:14. 16 Cf.
Lev_13:6.34;
2Re_5:10.13.14. 17 Leyendo
biabare (y)ka, en lugar del TM
bdobreka. Vg, siguiendo a los LXX: in ser-monibus tuis. NP: in sententia tua. Así la Bib.
de Jér. y Podechard. 18
Isa_59:12. 19 Cf.
2Sa_11:27;
2Sa_12:9. 20 Cf.
2Sa_24:1;
Isa_6:10;
Sal_63:18;
Jue_9:23; Sam 16:14; 18:10; 19:9;
1Re_22:21. 21 Cf. Lev 15:1s. 22 Cf.
Rom_5:12-21. 23 A.-M. Dubarle,
Le peché uriginel dans l'Ecriture (París 1958) 21. 24
Isa_48:8. 26
Gen_6:5. 28
Eco_17:31· 25
Sal_58:4. 27
Gen_8:21. 29 Cf.
Rom_5:12-21. 30 Sobre el sentido del salmo véase A. Feuillet,
Le verset 7
du Miserere et le peché ori-ginel: Rev. Se. Reí., 32 (1944) 5-26; J. Guillet,
Themes bibliques (París 1951) 100-116; O. Procksch,
Theologie des Alien Teslament (1950) 640-653. 31 Cf.
1Re_8:46 : no hay hombre que no peque;
2Cr_6:36; Ecl: <(no hay sobre la tierra hombre justo que haga el bien y no peque;
Sal_14:2-3 : <(no hay quien haga el bien, ni uno solo;
Sal_143:2. 32 Cf.
Pro_1:7;
Pro_9:10;
Job_28:28; Saiit 3:17. 33 Cf.
Sal_111:10;
Pro_15:33. 34 Sal. Podechard, o.c., I 233. 35 Cf.
Exo_12:22; Lev I4:4s;
Num_19:65;
Heb_9:19. Véase palabra
hysópe en DBV. 36
Isa_1:18. 37 Cf.
Isa_58:11;
Isa_66:14 38 Cf.
Sal_42:11; 32:4- 39 Cf.
Sal_10:11;
Sal_69:18;
Sal_32:2;
Sal_32:90,
Sal_32:9. 40 Cf.
E? 18:31; 36:26. 41 Jer 24:7. 42 Cf. Jer 31:33- 43
Eze_11:19. 44 Cf.
Sal_27:9;
Sal_71:9; Job 3:4- 45 En sentido contrario, el espíritu malo de Yahvé: Sam 16:1-5; 18:10; 19:9. 46 Cf.
Sal_22:27;
Sal_22:54.8. 47 Cf.
Sal_32:6-11;
Sal_34:6-23;
Sal_107:42;
Deu_32:6;
Deu_26:5-10;
Deu_31:9-13. 48 El TM dice sacrificios de Elohirn; pero, leyendo
zibejí en vez de
zlbejéy, tenemos *mi sacrificio, corrección generalmente admitida por los críticos. 49 Cf.
Jer_23:9;
Eze_6:9; Sal 34.19- 50 Cf. Sam 15:22; Is i.ns;
Miq_6:6s. 51 Lit. sacrificios justos o de justicia, que pueden significar hechos con el espíritu debido (cf.
Sal_4:6;
Deu_33:19) o según las determinaciones de la Ley,
legales. 52
Sacrificios y oblaciones (o lit. sacrificio completo): probablemente es glosa. 53 Así opinan, entre otros, Gunkel, Hupfeld, Olschausen; sin embargo, mantienen la unidad de autor Graetz, Cheyne, Jacob, Menes, etc. 54 Cf.
Esd_3:1-5. 55 Véase A. Vincent,
La Religión des Judéo-Araméens d'Eléphantine 383.