Tobit le decía: — ¡Cállate, mujer, y no pienses así! ¡Él está bien, pero eran muchas las cosas que tenía que resolver allá! El hombre que le acompaña es de confianza, y además es uno de nuestros hermanos. ¡No estés triste, que pronto llegará! (Tobías 10, 6) © Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015)
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Ansiedad de los padres de Tobías (10:1-17).
1 Entre tanto, Tobit, su padre, estaba contando los días que podía durar el viaje, y cuando éstos se pasaron y vio que su hijo no volvía, 2 comenzó a decir: Tal vez están retenidos por la cobranza del dinero, o acaso ha muerto Gabael y no hay nadie que se lo entregue. 3 Y se entristecía sobremanera. 4 Su mujer le decía: Sin duda que ha perecido nuestro hijo, porque tarda mucho. Y comenzaba a llorarle, diciendo: 5 Ay de mí, hijo mío! ¿Por qué te dejé ir, luz de mis ojos? 6 Tobit le decía: Calla, no te apures; seguro que está bien. 7 Pero ella replicaba: Calla, no pretendas engañarme; seguro que ha muerto. Y todos los días iba al camino por donde se fue, pasando el día sin tomar bocado y la noche llorando sin cesar a Tobías, su hijo.
Como lo había intuido Tobías (9:4), su padre contaba los días que podía durar el viaje. Al cumplirse el plazo según sus cálculos y no verlo a su lado, comenzó a ponerse intranquilo. En realidad su hijo no se había retrasado ni un solo día en el horario previsto, ya que, durante los catorce días de la boda, los únicos que podían diferirlo, hizo Rafael el viaje de ida y vuelta de Ecbatana a Ragúes. La alusión a las inquietudes de los padres puede obedecer a un artificio literario del autor con el fin de poner en un paralelismo exacto los dos cuadros de la ansiedad de los padres y las razones que presenta Tobías para marcharse de casa de Ragüel.
Los padres de Tobías reaccionaron cada uno a su manera. El tema de la tardanza de su hijo, a menudo era causa de algún altercado entre ellos. Tobit trataba de apaciguar a Ana con razonamientos afectuosos, invitándola a la confianza y a la fe en Dios; pero la arisca mujer le respondía con un seco Cállate (Job_13:13), que equivalía a decir: No me molestes (Vet. Lat,),
Tobías se despide de sus suegros (Job_10:8-13).
8 Cumplidos los catorce días de la boda, que Ragüel le había rogado que pasase con ellos, dijo Tobías a Ragüel: Déjame partir, que mis padres habrán perdido ya la esperanza de volver a verme. 9 Pero su suegro le respondió: Quédate aquí y yo enviaré un mensajero a tu padre para darle noticias de ti. 10 Mas Tobías insistió: Déjame ir a mi padre, 11 Entrególe luego Ragüel su mujer, Sara, y la mitad de la hacienda, siervos, ganados y dinero; 12 y, al despedirlos, los bendijo, diciendo: Que el Dios del cielo os dé feliz viaje, hijos míos, y que vea yo vuestros hijos antes de morir. 13 Y a su hija le dijo: Honra a tus suegros, que ellos son ahora tus padres, y tenga yo buenas noticias de ti. Y la besó. Edna dijo a Tobías: Hijo mío, que el Señor del cielo te dé una vida feliz, y a mí ver a los hijos de Sara, mi hija, para que me alegre en presencia del Señor. Yo te la doy como en depósito; mi hija es, no le des mala vida.
Cumplidos, o en trance de cumplirse, los catorce días de la fiesta, manifestó Tobías a Ragüel su voluntad irrevocable de regresar a casa, alegando que cualquier tardanza en el horario previsto acarrearía un grave trastorno a sus ancianos padres. Rechaza Tobías la insinuación que le hace Ragüel de enviar un mensajero; los ancianos padres no querían tanto saber noticias de su hijo cuanto tenerlo a su lado. Viendo Ragüel que no era posible retener por más tiempo a su yerno, le entrega Sara, su mujer; la mitad de la hacienda, siervos, ganados y dinero. Algunos textos especifican que le fueron entregados a Tobías: siervos (somata, Gen_36:6; 2Ma_8:11; Rev_18:3); siervas (puellas, Sin., Vet. Lat.), ganados, bueyes, asnos, camellos, vestidos de lino y púrpura, vasos de oro y plata (HM).