I Macabeos 4, 36-59

La purificación del Templo

Judas y sus hermanos dijeron entonces: — Puesto que nuestros enemigos han sido derrotados, subamos ahora al Templo para purificarlo y consagrarlo. º Entonces el ejército en pleno subió al monte Sión. Pero al ver el Templo hecho ruinas, el altar profanado, las puertas quemadas, la maleza creciendo en los atrios como crece en el bosque o en las montañas, y las salas destruidas, º se rasgaron las vestiduras y, en el colmo de su aflicción, se cubrieron de ceniza la cabeza y cayeron rostro en tierra. Luego, a una señal dada por las trompetas, clamaron a Dios. Judas dio entonces a sus soldados la orden de atacar a los que estaban en la ciudadela, mientras se purificaba el Templo. Después eligió a sacerdotes de conducta intachable y fieles a la ley, los cuales purificaron el Templo y llevaron las piedras contaminadas a un lugar impuro. Deliberaron acerca del altar de los holocaustos, que había sido profanado, y resolvieron, como mejor idea, demolerlo. Así no sería para ellos un motivo de vergüenza, puesto que había sido mancillado por los paganos. Demolieron, pues, el altar y depositaron las piedras en un lugar apropiado del monte del Templo, hasta que surgiera un profeta º que decidiera lo que se debía hacer con ellas. A continuación, como manda la ley, tomaron piedras sin tallar y erigieron un nuevo altar igual al anterior. º También reconstruyeron el Templo, restauraron su interior y consagraron los atrios. Hicieron nuevos vasos sagrados y pusieron en el interior del Templo el candelabro, el altar del incienso y la mesa. º Quemaron incienso sobre el altar, y encendieron las lámparas del candelabro para que alumbrasen el Templo. Luego pusieron panes sobre la mesa, colgaron las cortinas y así concluyeron todos los trabajos. El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho º, se levantaron al despuntar el día y ofrecieron un sacrificio, como manda la ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían erigido. En el mismo día y hora en que los paganos habían profanado el altar, en ese mismo día lo consagraron con cánticos acompañados de cítaras, arpas y címbalos. El pueblo entero se postró rostro en tierra, adorando y bendiciendo a Dios por la victoria que les había dado. Durante ocho días celebraron la consagración del altar, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de reconciliación y de acción de gracias. Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y escudos; restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas. Todo el pueblo lo celebró con inmensa alegría, porque así se vieron libres del ultraje causado por los paganos. Judas, sus hermanos y toda la asamblea de Israel estuvieron de acuerdo en que la consagración del altar se celebrara con júbilo y regocijo cada año º, durante ocho días a partir del veinticinco del mes de Quisleu.
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