I Macabeos 7, 33-38

Después de esto subió Nicanor al monte Sión. Allí, algunos sacerdotes del Templo y ancianos del pueblo fueron a saludarlo amistosamente y a mostrarle el holocausto que se ofrecía por el rey. Pero Nicanor se burló y se rió de ellos, profanó el holocausto y les habló con altanería. Montando en cólera, les juró: — Si Judas y su ejército no se ponen en mis manos ahora mismo, en cuanto yo vuelva victorioso incendiaré este lugar. Y salió lleno de ira. Los sacerdotes entraron en el Templo y, de pie ante el altar, suplicaban llorando: — Tú escogiste este Templo para que en él se invocara tu nombre y para que fuese una casa de oración y de súplica para tu pueblo. ¡Castiga a este hombre y a su ejército! ¡Que caigan a filo de espada! ¡Recuerda cómo te han injuriado y no les des reposo!
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